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Pescadores y buzos limpian el mar en el Alto Golfo para procurar la biodiversidad marina
Pescadores y buzos limpian el mar en el Alto Golfo para procurar la biodiversidad marina
12 minutos de lectura

Pescadores y buzos limpian el mar en el Alto Golfo para procurar la biodiversidad marina

Procurar los recursos marinos para los pescadores del Alto Golfo de California es parte de las apuestas que en Pesca ABC tienen. La educación ambiental, capacitaciones a personas dedicadas al sector pesquero, sostenibilidad para proteger a las especies marinas, monitoreo de especies y extracción y reciclaje de redes, son parte de las soluciones.
03 de mayo, 2024
Por: Verónica Santamaría
@VeroSantamariaC 

Este reportaje es parte del Hub de Periodismo de Investigación de la Frontera Norte, un proyecto del International Center for Journalists.

San Felipe es una comunidad de pescadores. Ahí, la pesca se realiza de generación en generación. Hasta hace cuatro décadas, esa actividad en este puerto era garantía de obtener un buen producto marino sin la necesidad de adentrarse un poco más al frío mar. 

Sin embargo, la sobreexplotación, la falta de regulaciones, la falta de compromiso con la veda necesaria a especies comerciales y el uso de artes de pesca no sostenibles han puesto en peligro la seguridad alimentaria de esa comunidad.

Lee también: Expertos piden a candidatos presidenciales una nueva agenda ambiental ante crisis climática

Hoy en día, para regular la pesca en el puerto de San Felipe, la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) junto con la Secretaría de Marina (Semar) se encargan de vigilar que en la comunidad existan prácticas sostenibles. Pese a ello, fuentes locales consultadas señalaron que esto no ocurre en su totalidad. 

En el Alto Golfo de California existe una organización fundada por pescadores de San Felipe en Baja California. Su consejo directivo también se compone por personas que son parte del sector pesquero y que están conscientes de que la pesca en esa región y cómo se práctica, no es sostenible y no se puede mantener en el tiempo. 

Su nombre es Pesca Alternativa de Baja California, también conocidos como Pesca ABC, y con ayuda de la ciencia y la educación ambiental, crean mejores prácticas sostenibles para el sector pesquero y, al mismo tiempo, proteger el ecosistema marino y las especies que en él habitan.

pesca sostenible
Integrantes del programa de trazabilidad en Pesca ABC toman la talla, peso y especie de los peces que obtuvieron al usar el método ‘ike jime’, éste da mayor calidad y eleva su precio en el mercado. Foto Luis Madrid / Animal Político.

¿Cómo trabaja Pesca ABC?

El trabajo de esta organización se distingue por tres líneas de acción:

  1. La localización de redes de pesca fantasma.
  2. Apoyo a la ciencia para el monitoreo acústico de vaquitas marinas.
  3. La búsqueda de artes de pesca y pesca alternativa que incluye diferentes artes de captura sostenibles para diferentes pesquerías, esto marca el origen de Pesca ABC.

Dentro del desarrollo de artes de pesca sostenible, la organización innova con el uso de tecnología encaminada a este sector. Pero también en el estudio de mercado para saber cómo vender sus productos de mejor manera.

Entre sus actividades destaca su método de trazabilidad en los productos con el objetivo de mostrar a los consumidores que lo que están consumiendo proviene, efectivamente, de una pesca sostenible.

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La organización Pesca Alternativa de Baja California se fundó por pescadores de la comunidad de San Felipe, Baja California, a través del uso de la ciencia y la tecnología capacitan a pescadores para promover y practicar la pesca sostenible. Foto Luis Madrid / Animal Político.

Una organización de pescadores

En el informe anual 2021 de Pesca ABC reportó avances importantes, como sucedió en 2016 con el trabajo de extracción de redes de pesca fantasma perdidas o abandonadas en el Alto Golfo de California. 

Tan solo de 2016 a 2018, reportaron el retiro de mil 189 artes de pesca de distintas pesquerías.

De acuerdo con el informe presentado, en el Alto Golfo de California es frecuente que las personas que realizan actividades de pesca ilegal abandonen sus redes tras huir de las autoridades. Sin embargo, es importantísimo retirar esas redes para proteger a las especies marinas que habitan en el ecosistema.

Durante la iniciativa para “Eliminar las redes de pesca fantasma en el Alto Golfo de California”, Pesca ABC, junto con el Museo de la Ballena y autoridades gubernamentales, se encargaron de localizar y retirar esas redes. 

Según cifras presentadas en los primeros tres años del programa se recuperaron mil 300 redes, de las cuales el 90 % eran totoaberas. Además, reportaron que encontraron 3 mil 400 organismos vivos y 3 mil 100 especies muertas.

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Héctor Iñiguez es buzo profesional y biólogo marino en Pesca ABC y dio una muestra de cómo realizan maniobras de extracción de redes de pesca fantasma en el Alto Golfo de California. Foto Luis Madrid / Animal Político.

Como explica Enrique Sanjurjo en entrevista para Animal Político y Border Hub, el diseño de una red de pesca está hecho para matar. La red se diseña con la idea de que el pez se enmalle y ya no pueda salir. 

“Está diseñada para que el pez tope con eso, se atore  y no se pueda desatorar. Entonces el diseño es para matar, ya sea que esté activa o inactiva [la red] va a estar matando porque para eso se inventó”, explica.

Otra características de las redes es que dependiendo del tamaño del producto marino es cómo será el diseño. Por ejemplo, si una persona quiere atrapar camarón o especies más pequeñas, es como se diseñará la luz de malla, es decir, el tamaño del cuadro de cada red. 

Además de la luz de malla, a la red se le añaden plomos y boyas para que funcione. El tamaño debe tener las medidas que correspondan a cada pesquería según las regulaciones establecidas por la Conapesca. 

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Miembros de Pesca ABC limpian las redes recuperadas en la colecta de redes que realizaron en marzo pasado donde recuperaron 10.3 toneladas de redes de pesca fantasma en desuso con apoyo de la comunidad de San Felipe. Foto Luis Madrid / Pesca ABC.

¿Cómo extraen las redes?

Para lograr que los proyectos se ejecuten en San Felipe, se requiere de un equipo multidisciplinario. A la cabeza se encuentra Felipe Rocha, biólogo, maestrante en ecología marina en el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, Baja California (CICESE) y subdirector en Pesca ABC.

Rocha explica que el proyecto de extracción de redes en desuso nace de la necesidad de retirar las artes de pesca que quedaron bajo el agua y continúan capturando organismos.

Durante un ejercicio de extracción de redes en el mar de San Felipe, el experto comenta que mientras estas artes se mantengan debajo del agua, ya sea porque las olvidaron o se perdieron por la acción de la corriente marina, seguirán capturando especies como peces, tortugas o aves marinas que intentan atrapar a los animales enmallados. 

Para realizar los trabajos de extracción de redes en desuso, el biólogo explica que él y cinco profesionales más fueron capacitados en octubre de 2023 por dos buzos expertos para mejorar las maniobras de trabajo bajo el mar: Arturo Hernández, de Comunidad y Biodiversidad A.C. (COBI), y Edgardo Ochoa, de Conservation International ( CI, Global Marine & Diving Safety Officer).

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Felipe Rocha, biólogo, maestrante en ecología marina y subdirector en Pesca ABC explicó cómo los protocolos de búsqueda, localización, extracción y reciclaje de redes de pesca fantasma abandonadas en el Alto Golfo de California. Foto Luis Madrid / Animal Político.

Antes de adentrarse en el mar, primero deben localizar las áreas donde se encuentran las artes de pesca abandonadas. Para este trabajo de extracción, en Pesca ABC ya habían detectado una zona que contaba con abundantes redes. Después se capacitaron y se adentraron en aguas para limpiar esta zona. 

Los trabajos de extracción comienzan desde temprano y el objetivo es aprovechar la mañana para no tener el sol apuntándoles todo el día. 

“Nosotros llegamos al punto. Marcamos con una boya donde vamos a estar trabajando y ya abajo, el equipo de buzos se alista. Llevamos navajas y un tipo de bolsas que cuando localizamos una red, lo primero que vamos a tratar es cortarla y sacarla del fondo oceanico tratando de no perturbar la vida marina. Cuando tenemos un pedazo de red bastante grande o que ya no puede ser manejable lo que hacemos es poner [un] anclaje en la red”, describe Rocha, mientras un equipo de buzos ya se encuentra en el mar y realiza la actividad para extraer la red que previamente localizaron.

De acuerdo con el especialista, la bolsa especial de color naranja tiene la capacidad de extenderse de forma positiva. Ésta se extiende y con un regulador del equipo de buceo colocan aire debajo. Luego se infla y manda a la superficie la red o pedazo de red que cortaron. 

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El buzo profesional Héctor Iñiguez dentro del mar realizando maniobras de extracción de redes de pesca fantasma abandonadas o en desuso como parte de las tareas del programa de Pesca ABC. Foto Luis Madrid / Animal Político.

Una vez que la red se encuentra en la superficie, la tripulación que se queda en la embarcación menor -o panga-, toma la red y la extrae del mar. 

Una vez terminado el trabajo de extracción de las redes localizadas en la jornada, toman esas artes y las llevan al centro de acopio que la organización ambientó en la estación de campo de Pesca ABC. 

“Los planes a futuro con este equipo rescatado es reciclarlo. Se está haciendo el trabajo y esfuerzo de separarlo de todo material orgánico que tengamos, [como] peces o aves muertas y de cualquier otro material que no sea la red. Posteriormente se va a triturar y el siguiente paso es hacer pellets para nosotros después darle la forma que queramos con una máquina de impresión 3D”, adelanta Felipe Rocha.

El frío de las aguas, un reto que no los detiene

El mar de San Felipe se caracteriza por tener aguas muy frías. Para bucear y extraer las redes deben aprovechar las “mareas muertas”, que es el mejor momento para estar en el agua debido a la poca visibilidad que se tiene al sumergirse en otros momentos.

“A veces, en un día muerto y sin viento, podemos tener la visibilidad de hasta un metro a la distancia, pero normalmente vamos a tener una visibilidad corta. [Este] es un esfuerzo coordinado que ha dado buenos resultados junto con el torneo del retiro de artes de pesca en desuso donde obtuvieron cerca de diez toneladas de material que próximamente reciclaremos”, añadió el experto.

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Durante la noche la Estación de Campo de Pesca ABC cobra vida con la llegada de los pescadores que entregan la pesca del día. Ahí se realiza una revisión minuciosa para después preparar el producto que será entregado al comerciante final. Foto Luis Madrid / Animal Político.

Hasta ahora, Pesca ABC ha realizado tres campañas de buceo. Sin embargo, Rocha enfatiza que lo ideal es que se hagan mes con mes. Para lograrlo se necesita de apoyo económico para rentar el equipo de buceo especializado en aguas frías que adquieren desde la ciudad de Ensenada, Baja California. 

De acuerdo con el biólogo, la renta de un equipo de buceo depende de la cantidad de personas que se sumerjan. Los trajes que usan deben ser de neopreno y pastillas de plomo para las maniobras dentro de aguas frías. Por estas generalidades los precios varían entre los 20 mil a 30 mil pesos.

“El traje de buceo te aisla del agua y la que queda dentro de él se calienta con el calor corporal. Eso nos mantiene en una temperatura agradable para trabajar. Nosotros usamos trajes de 9 milímetros para asegurarnos de no pasar frío abajo. En invierno tenemos un récord de 13 °C. [La temperatura del agua marina] se mide con un multiparámetro que durante todo el año toma datos. En verano tenemos [hasta] 33°C”, detalla el experto.

Buceo, tratamiento y reciclaje de redes 

Ante el peligro que representa la permanencia de las redes de pesca fantasma en el medio marino, Pesca ABC dio continuidad al programa de extracción de redes que, junto con otras organizaciones de la sociedad civil, iniciaron en 2016. 

Andrés Amparo y Héctor Iñiguez, ambos buzos profesionales, extractores de redes y biólogos marinos en Pesca ABC, explican a Animal Político y Border Hub cómo localizan las redes de pesca fantasma.

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Andrés Amparo es buzo profesional, extractor de redes y biólogo marino miembro de Pesca ABC, junto con Héctor Iñiguez se adentran al mar del Alto Golfo de California para extraer artes de pesca en desuso y proteger el ecosistema marino. Foto Luis Madrid / Animal Político.

La localización de redes se realiza en zonas que sean de riesgo para los pescadores a la hora en que tiran sus redes. Principalmente donde haya rocas, barcos hundidos y arrecifes. Una vez localizadas se marca el sitio por GPS.

“Nos programamos cuando hay mareas muertas y bajamos un grupo de entre cuatro y seis buzos para hacer la extracción de redes. Una vez dentro, ya ubicadas, se marcan con bolsas inflables de un color llamativo como es el naranja ya que con la [poca] visibilidad se batalla para tener ubicado todo y se va sacando por partes”, explica Iñiguez.

El buzo describe que el material de la red lo estiran con las bolsas inflables y lo cortan. Cada parte que cortan de la red la sacan hasta terminar por completo con ella. Además, enfatiza en que es poco común que se extraiga la red por completo en un solo intento. 

Los riesgos de extraer redes

Bucear en el Alto Golfo de California en temporada de mareas muertas permite evitar el sedimento que se arrastra debajo del mar debido a la elevación del agua. El polvo y arena juntos debajo del agua son los causantes de la falta de visibilidad al sumergirse.

“Prácticamente, estamos a oscuras, por eso buscamos un día en que por lo menos tengamos unos dos metros de visibilidad, por el mismo riesgo de la red que provoca que pierdas a tu compañero y pueda atorarse con la red”, señala el buzo.

Andrés Amparo agrega que otro de los riesgos a los que se enfrentan en un proceso de extracción de redes es atorarse con alguna de esas artes de pesca abandonadas o perdidas en el mar.

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Vista al Cerro del Machorro, sitio donde buzos de Pesca ABC han localizado y extraído redes de pesca fantasma en desuso, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), señala a este sitio como uno de los límites para proteger a la totoaba. Foto Luis Madrid / Animal Político.

“Siempre tenemos que estar vigilando a nuestro compañero. Nos metemos con dos navajas y cuchillo para que, en caso de riesgo o atoro, podamos desatorar. La profundidad que usamos aquí son alrededor de 10 a 20 metros máximo, por lo mismo de que las redes llegan a ser un poco grandes y te entretienes en estarlas cortando. Entonces, tratamos de no bucear profundo”, añade.

Una red que lleva mucho tiempo abandonada en el mar puede contener lodo que se sedimentó en ella, o Incluso corales que se adhieren al material. Eso, más la densidad del mar, vuelve a las artes de pesca más pesadas y cuando hay corriente, los buzos corren el riesgo de ser arrastrados junto con ellas.

“A la hora de meternos [al mar] utilizamos bolsas de aire y eso nos ayuda a manipularlas [las redes] dentro del agua y no tener que cargar con el peso de la red. Las mismas bolsas con las que marcamos se inflan de aire y se elevan a la superficie. Ahí, dependiendo de las personas que manejan la panga o la embarcación se acercan, toman la red y la extraen”, describe Amparo.

Siguiente paso: Separar y tratar la redes

Una vez que las redes fueron extraídas continúa el siguiente paso: limpiar, separar y tratar. Juan Carlos y Saúl fueron pescadores y hoy en día son recolectores de redes. Su labor en este proyecto es tratar las artes de pesca que los buzos extraen del mar. 

Ambos se encargan de separar los materiales que conforman las redes y las tratan dependiendo de qué están hechas. Esto es una tarea fácil para ellos porque su conocimiento como pescadores les permite identificar sus compuestos; así como la pesquería para la que fue diseñada.

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Juan Carlos fue pescador y ahora se dedica a recolectar redes de pesca fantasma abandonadas o en desuso en la comunidad de San Felipe, Baja California, su conocimiento sobre los componentes de estas artes le permiten identificar los materiales y separarlos para ser reciclados de manera correcta. Foto Luis Madrid/Animal Político.

“Para nosotros no es difícil porque ya sabemos identificarla”, señala Juan Carlos, mientras separar los componentes de la red. 

Primero identifican los monofilamentos de la red que es un polímero de nylon y lo separan. Aunque ese material predomina en las redes, lo único que los hace diferentes es el grosor y el ancho y la especie a la que va dirigida, ya sea para camarón o pez sierra, por ejemplo.

Sin embargo, la red dirigida para pescar totoaba tiene una composición especial. Héctor Iñiguez explica que hasta ahora no les ha tocado sacar una red semejante cuando bucean.

“Es raro que esas redes las dejen o las tiren [para pescar] en lugares de riesgo debido al precio que tienen. Esas son de un material que le dicen spectra y está conformada por muchos hilos y es más resistente”, añade el buzo.

De acuerdo con las fuentes consultadas, las redes totoaberas también reciben el nombre de ‘totoabero’, ‘malludo’, ‘trapo’ y están hechas de tela o hilo de seda trenzado. “Son super resistentes y si se atora una ballena se batalla para sacarla”, explican.

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Sául también fue pescador y junto con Juan Carlos se dedican a limpiar e identificar los materiales de las artes de pesca de las diferentes pesquerías que usan en San Felipe. Foto Luis Madrid / Animal Político.

Para limpiar una red, quitan los materiales que en ella se encuentren estancados como puede ser algunas especies marinas. Después proceden a separar el cabo con plomo, la boya y clasifican la red según corresponda la pesquería. 

En seguida, esas redes se estiran y las enrollan hasta volverlas esferas que depositan en grandes sacos conocidos como barcinas. Las registran y después, las llevan a triturar con la Secretaría de Marina.

Triturar para crear

Para este proceso, y con apoyo de la Secretaría de Marina, según los entrevistados, entregan las redes que son trituradas con maquinaría de la Semar. 

El resultado son pequeños trozos o pellets que se utilizarán para reciclar y crear nuevos objetos, de esta manera se garantiza la circularidad y sustentabilidad de las redes.

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Después de limpiar las redes y separar cada uno de los elementos que la componen, el siguiente paso es darle forma esférica para después triturar y obtener pellets o pequeñas tiras de estas artes para después transformarlas en estructuras. Foto Verónica Santamaría / Animal Político.

Jania, técnico de economía circular en Pesca ABC, explica que un proyecto de reciclaje para redes de pesca fantasma que fueron extraídas del mar sí tiene un costo elevado, en especial cuando se obtiene una gran cantidad de redes recolectadas como fue en la edición de este 2024 al contabilizar diez toneladas en el torneo de recolección.

Juan Carlos, quien fuera pescador en San Felipe, considera que es importante la creación de programas para proteger a una especie como la vaquita marina y la totoaba que están en peligro de extinción pero también se debe pensar en las personas que se dedican a la pesca.

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Retrato de Héctor Iñiguez, buzo profesional y extractor de redes en el medio marino previo a la demostración de extracción de artes de pesca abandonadas en el medio marino. Foto: Luis Madrid / Animal Político.

“No solo son los 7 mil 500 pesos que nos pagan al año. También deben pensar en el pescador, de dónde va a vivir y todo antes de quitarle la red. Es muy fácil decir ‘le vamos a quitar las redes’, pero de qué va a vivir el pescador. Todo San Felipe es gente pescadora”, añade.

Por su parte, Héctor Iñiguez coincide que aunque se crean alternativas, esas no cubren a todos los pescadores. “No nada más se deben retirar las redes y ya, también se deben dar alternativas a los pescadores y no solo poner ‘Cero Tolerancia’ en todo el Alto Golfo, se necesita repensar en eso y en dar soluciones, no solo prohibirlas”, denuncia.

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Pesca ABC realiza el tratamiento de artes de pesca abandonadas y que fueron recolectadas en el Torneo de Colectas de redes de pesca fantasma en el puerto de San Felipe, el objetivo es reciclarlas y convertirlas en estructuras funcionales. Foto Verónica Santamaría / Animal Político.

Antes de que te vayas: Julieta Martínez, la activista medioambiental que lucha por el futuro de las mujeres en LATAM

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Imagen BBC
MAIA, la escuela pionera en Centroamérica que impulsa el talento de niñas indígenas en Guatemala
10 minutos de lectura

BBC Mundo viajó a Guatemala para visitar la escuela que transforma el futuro de cientos de niñas de pueblos mayas en situación de pobreza con una educación de alto rendimiento, liderazgo y acompañamiento familiar.

23 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
0

Cincuenta niñas de pueblos mayas ingresan cada año a una escuela que cambia no solo su futuro, sino también el de sus familias y el de una de las comunidades más desfavorecidas de Guatemala.

Para conocer su historia. BBC Mundo viajó a Sololá, un departamento bañado por el lago Atitlán con vistas privilegiadas al imponente volcán San Pedro.

Pese al frecuente flujo de visitantes en uno de los principales enclaves turísticos del país, la pobreza predomina en la provincia, donde el 96% de la población pertenece a comunidades mayas y el 75% vive con menos de US$2 al día.

En una de las carreteras que suben hacia las montañas desde el municipio cabecera de Sololá llegamos al Colegio Impacto MAIA, un oasis educativo en este entorno rural marcado por la falta de desarrollo y oportunidades.

En sus instalaciones, que incluyen un edificio de tres plantas con aulas, comedor, biblioteca y espacios deportivos, más de 300 alumnas de 40 comunidades indígenas reciben una educación de alto rendimiento que combina el currículo oficial con programas de liderazgo, acompañamiento familiar y formación socioemocional.

Cada estudiante permanece siete años en MAIA con la meta de alcanzar al menos 15 años de escolaridad y acceder a la universidad o a un empleo formal.

Los resultados son contundentes: en las pruebas nacionales de matemáticas, las alumnas alcanzan un 86% frente al 13% del promedio nacional, y el 60% ya estudia en la universidad.

Todo ello en el país con los peores datos educativos de América Latina: Guatemala invierte US$841 por estudiante cada año, la cifra más baja entre 56 naciones analizadas por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Solo un 35% de los jóvenes guatemaltecos finaliza secundaria y el ratio baja al 14,7% en el caso de las mujeres indígenas, de las que solo un 1,5% logra completar estudios universitarios.

En casa de Yazmín

Yazmín en su casa
BBC
Visitamos la casa de Yazmín, donde asistimos a una sesión de acompañamiento con su familia.

Más de la mitad de niñas indígenas guatemaltecas son madres antes de los 20 años, según datos de Unicef, y en áreas rurales como Sololá es frecuente que se casen y queden embarazadas a los 15 o 16.

MAIA trata de brindar un espacio para cambiar estas estadísticas y que las jóvenes no dejen los estudios a edades tempranas.

Es el caso de Yazmín, de 14 años, que cursa segundo grado en MAIA, donde llegó procedente de la escuela pública de su comunidad en Sololá donde “lo que enseñaban no era mucho”, y además “había estudiantes preferidos, que eran varones”.

“Ya tienes 15, estás lista para casarte” es un consejo habitual que los adultos transmiten a las jóvenes en su comunidad, afirma Yazmín.

Cuando la joven ingresó en MAIA un curso atrás estaba muy rezagada, con bajos niveles en comprensión lectora y ciencias, pero asegura haber avanzado mucho desde entonces.

No es un caso aislado: según explican las educadoras del colegio, la mayoría de alumnas ingresa a los 11, 12 o 13 años con un nivel equivalente al de tercero o cuarto de primaria, pese a que ya deberían estar en secundaria.

Para cerrar esa brecha, MAIA aplica un programa intensivo de nivelación y acompañamiento que, en cuestión de meses, permite a las jóvenes recuperar el terreno perdido y adaptarse a un estándar académico más alto.

Alumnas con un microscopio
MAIA
Las prácticas y experimentos son prioritarios en las clases.

La escuela también aplica dinámicas grupales y juegos didácticos para potenciar las habilidades sociales de las alumnas.

“Antes era una chica muy apagada, sin relacionarme con los demás. Ahora soy muy sociable, tanto con mis compañeras como con los profesores”, nos explica Yazmín.

Esa misma tarde acudimos con ella a una actividad extraescolar un tanto peculiar: Ana Yaxón, mentora de MAIA, visita su domicilio para una sesión de acompañamiento.

Para llegar hasta donde vive la joven con sus padres y sus dos hermanos caminamos ladera arriba durante 10 minutos por estrechas e intrincadas veredas de tierra entre plantaciones de maíz.

En su casa nos reciben Carlos, ayudante de albañil, y María, ama de casa, a quienes acompañamos en la sesión con su hija Yazmín y la mentora, Ana.

Familia de Yazmín y la mentora de MAIA
BBC
A través de juegos, la mentora de MAIA enseña la importancia de que las niñas estudien y se empoderen.

En una mezcla de español con su idioma ancestral, el kaqchikel, los cuatro participan en un juego de mesa que representa la vida de una joven guatemalteca: la casilla de completar estudios de secundaria permite lanzar de nuevo el dado; la de quedarse embarazada a los 15 devuelve la ficha casi al inicio.

Al finalizar, reflexionan sobre el resultado y debaten las enseñanzas que les ha brindado el tablero.

Los padres de Yazmín se casaron jóvenes -“yo estaba por cumplir 16”, dice María; “yo tenía 18”, añade Carlos- pero, a diferencia de otros vecinos en la comunidad, ellos visualizan un destino diferente para su hija.

“Queremos que nuestra hija se gradúe y que sea una profesional, que ella construya su propio futuro, que cumpla lo que yo no cumplí. No le voy a decir ‘no te cases’, pero lo primero es el estudio”, nos comenta su madre.

La familia reconoce que la economía siempre ha sido un obstáculo a la hora de recibir educación, e incluso a veces les ha faltado comida o dinero para el autobús que cada mañana lleva a Yazmín a la escuela.

Por eso, con el asesoramiento de MAIA, instalaron pequeños hábitos financieros: “Tenemos alcancías en la casa para guardar cada quetzal que nos sobra, y mi mamá abrió una cuenta para un ahorro familiar”.

Familia de Yazmín en la cocina
BBC
La escuela potencia la disciplina y la organización en la vida familiar, lo que multiplica el rendimiento académico de las alumnas.

Yazmín tiene claros sus dos objetivos: a medio plazo quiere ganar una beca para estudiar en el extranjero -aún no ha decidido qué carrera- y, como meta final, anhela “construir una nueva casa para que estemos cómodos y bien protegidos”.

Le preguntamos si ve posible prosperar sin salir de Guatemala.

“Es casi imposible, porque aquí hay pocas oportunidades y mucha corrupción”, responde.

Guatemala padece elevados niveles de corrupción -ocupa el puesto 146 de 180 países en el ranking de Transparencia Internacional-, un problema que según expertos distorsiona no solo la economía del país, sino también sus perspectivas de desarrollo y justicia social.

Una fábrica de líderes

MAIA nació en 2017 como el primer colegio en Centroamérica dedicado a ofrecer una educación de élite a jóvenes mujeres indígenas de áreas rurales deprimidas.

La organización, sin embargo, comenzó a gestarse mucho antes, tras la experiencia de un programa de microcréditos para mujeres.

“Las mujeres, cuando tenían acceso a microcrédito, invertían sus ganancias en la familia, en la educación de los niños, en la vivienda, en la salud… Y se preguntaron: ¿hasta dónde llegaría una mujer indígena con este talento si hubiera ido a la escuela? Entonces, nace MAIA”, resume Andrea Coché, su directora ejecutiva.

El Colegio Impacto MAIA abrió sus puertas en 2017 y este año superó las 400 alumnas procedentes de 40 comunidades indígenas.

Cada año ingresan unas 50 nuevas estudiantes, que permanecen siete años para alcanzar al menos 15 de escolarización.

El colegio selecciona cada año a niñas indígenas de entre 11 y 13 años que vivan cerca de Sololá, con buen rendimiento escolar, motivación personal y apoyo familiar.

Tras un proceso de casi un año que incluye solicitudes, evaluaciones académicas, entrevistas y estudios socioeconómicos, las admitidas reciben una beca completa y sus familias se comprometen a participar activamente en sesiones y asumir parte de los costos de transporte.

Sostener este modelo tiene un costo elevado: “en cada niña invertimos US$4.000 anuales. Incluye todo: el programa académico, el acompañamiento familiar, el programa de liderazgo, más la nutrición y la salud preventiva”, detalla Coché.

Esta cantidad, que contrasta con el dato ya mencionado de US$841 anuales que el Estado guatemalteco invierte por alumno, no incorpora fondos públicos.

“Vivimos de donaciones individuales y de grandes fundaciones cuando salen proyectos. Siempre estamos en búsqueda constante de recursos”, afirma la directora.

En su breve historia, MAIA ha ganado prestigio internacional: en 2023 fue incluido en el Top 10 de los mejores colegios del mundo (World’s Best School Prizes) y ha recibido otros reconocimientos, como el premio Zayed de Sostenibilidad de Emiratos Árabes.

Sus estudiantes han representado a Guatemala en foros internacionales, desde Japón hasta Nueva York, y el propio Ministerio de Educación ha comenzado a interesarse en replicar algunas de sus estrategias.

“De hecho, este año estamos en un programa donde compartimos con ellos las mejores prácticas que son viables en un sistema público”, añade Coché.

Alumnas de MAIA
BBC
Cada año MAIA abre oportunidades para 50 nuevas estudiantes.

Unas 150 alumnas ya se han graduado del colegio, mientras el equipo de la organización -formado en su mayoría por mujeres de pueblos indígenas- ha crecido y se ha profesionalizado hasta contar con 15 mentoras y un cuerpo docente local que recibe más de 50 horas de capacitación profesional cada año.

“Empoderamos a mujeres jóvenes indígenas a través de la educación para transformar su historia, su comunidad y su país. De ahí nuestro lema: ‘Una mujer empoderada es un impacto infinito'”, sentencia la directora.

La historia de Dulce

A diferencia de Yazmín, que lleva menos de dos años en MAIA, Dulce es toda una veterana a punto de completar su sexto curso en la institución.

Conversamos con esta joven de 17 años, cuya elocuencia denota un alto nivel de preparación académica.

Explica con nostalgia que en unos meses se graduará y dejará atrás MAIA: “Ha sido más que un colegio. Es más como mi segunda casa. Por mí, me quedaría a vivir aquí”, afirma.

Dulce con un laptop
BBC
Dulce está a punto de graduarse tras 6 años en la escuela.

Siendo la hija mayor de tres hermanos, su infancia estuvo marcada por la ausencia de su padre -que se fue a Ciudad de Guatemala- y los precarios trabajos de su madre en casas ajenas.

“Fue un poco duro, porque mi mamá tenía que trabajar de casa en casa y a mí me tocaba también. Cuando ingresé a la escuela lo consideré mi salvación, porque no me gusta trabajar fuera”, recuerda.

A Dulce siempre le apasionó estudiar: en primaria fue abanderada, distinción otorgada a los mejores promedios académicos, y princesa maya, un reconocimiento escolar ligado a la representación cultural de su comunidad, además de figurar en el cuadro de honor de su escuela pública.

Sin embargo, sus recuerdos de aquella etapa están marcados por una enseñanza casi robótica: “Siempre era como un ‘copia y pega’, copia lo que tú tienes en el libro, te dictamos lo que tú tienes en el libro y pega, y frustraba un poco”.

Dulce y su familia
BBC
Los parientes de Dulce la apoyan en su plan de ser la primera universitaria de la familia.

La diferencia con lo que encontró al ingresar en MAIA fue abismal.

“Creo que se expandió mi cerebro. Mi forma de pensar se volvió mucho más crítica. Antes no era así; sinceramente, no me importaba mucho. Ahora pienso más, analizo mejor”, resume.

Para Sofía Cuc, educadora del área numérica del colegio, esa evolución responde a una metodología distinta.

“Aquí no decimos ‘Vamos a ver esto, háganlo’. Usamos la exploración, juegos, experimentos, problemas… Las jóvenes van descubriendo el nuevo conocimiento, van asentando todos los procesos y al final les confirmamos: ‘Sí, se hace de esta manera'”, nos explica.

El nivel académico con el que llegan muchas estudiantes es bajo: “muchas ingresan sin poder sumar, dividir o restar. Nosotros esperamos que lleguen a dominar trigonometría y combinatoria, y puedan aplicar todo ese aprendizaje en su vida cotidiana, en la toma de decisiones”, señala.

Dulce confirma que la exigencia en MAIA va más allá de repetir lo escrito en un libro: “Cuando me enfrento a un examen aquí es totalmente diferente que en mi escuela anterior. Es más de análisis. En matemáticas no es solo practicar, es pensar”, relata.

Experimentó el mismo contraste en la sexualidad, un gran tabú en Guatemala, donde predominan las doctrinas conservadoras de las iglesias evangélicas, implantadas con especial fuerza en las zonas rurales e indígenas con bajo nivel educativo y socioeconómico.

“En mi escuela de primaria sacaban de la clase a los niños para enseñar el aparato reproductor femenino y viceversa. Aquí nos enseñan todo sin tabús y nos dicen que vayamos a nuestras casas, a nuestras comunidades, y les mostremos que todos tenemos los mismos derechos”, indica.

Alumnas con laptop
MAIA
A diferencia de las escuelas rurales, las clases de MAIA cuentan con equipos informáticos.

Tras graduarse, su propósito es comenzar la carrera de contabilidad “para ser auditora y hacer todo justo y legal, ya que no me gusta la corrupción ni la idea de que el dinero puede comprar todo”, afirma.

Al igual que Yazmín, Dulce quiere expandir sus horizontes fuera de Guatemala.

“Escuché hace un año de la beca She Can (un programa para mujeres guatemaltecas que desean cursar estudios de licenciatura en una universidad de Estados Unidos) y me enamoré”, expresa.

“Dan una oportunidad a las mujeres indígenas como yo. Tengo un potencial y necesito expandirlo; no lo voy a dejar aquí”, concluye.

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