Pareciera que vivimos en una gran época para los cómics. Hollywood sigue sobreexplotándolos para el cine de superhéroes, y la popularidad del manga y el anime sigue en aumento. ¿Pero qué pasa con el cómic mexicano? Aunque algunas personas piensan que está muerto, la realidad es otra: la narrativa gráfica en México actual es diversa, auténtica y resiste a toda clase de adversidades.
Para entender un poco más del panorama actual y cuáles son los retos a los que se enfrentan los y las diferentes autoras, platicamos con expertas del tema y creadoras.
La historia del cómic mexicano tiene al menos 100 años y se remonta a finales del siglo XIX.
De acuerdo con Laura Nallely Hernández Nieto, investigadora y profesora de cómic en México, muchas investigaciones dicen que la primera historieta mexicana es Rosa y Federico; una historia que tenía cuadros con las ilustraciones y una especie de nota al pie de cada imagen donde narraba la acción.
Sin embargo, fue hasta las primeras 3 décadas del siglo XX cuando se empieza a configurar la historia moderna del cómic nacional con retratos de “lo mexicano” como Don Catarino y su apreciable familia (1921), Mamerto y sus conocencias (1927) o Chupamirto (1927).
Para la Época de Oro surge la revista Paquín, fundada por Francisco Sayrols en 1934, donde se agrupan varias historietas de distintas series en una sola revista. En 1936 aparecen títulos similares como Pepín, de José García Valseca, y Chamaco de Ignacio Herrerías.
Los cómics se convirtieron en otra de las grandes industrias culturales y de entretenimiento, junto al cine y la radio.
Carolina González Alvarado –profesora e investigadora en narrativa gráfica– platica, en entrevista con Animal MX, que la historieta llegaba a “distintos lectores de distintos estratos sociales”.
De esa época también destaca la salida de Memín Pinguín (1945 ) de Yolanda Vargas Dulché y Sixto Valencia, o La Familia Burrón (1948) de Gabriel Vargas, entre otros
A mediados de los 50, varios autores se independizaron y crearon su propia editorial. José G Cruz, que publicaba en Pepín, creó su propia editorial donde sacó Juan sin miedo y Santo, el enmascarado de plata; Yolanda Vargas Dulché creó Editorial Argumentos (más tarde Editorial Vid) donde sacó la revista de historietas Lágrimas, risas y amor; o Gabriel Vargas que se independizó hasta mediados de los 70 y se llevó a La Familia Burrón.
En los 60 y 70 inicia una decadencia que en parte fue provocada por el auge de la televisión, la cual se convirtió en el gran medio de masas y arrinconó también a otras industrias, como el cine y la radio.
Ya para los 80 entra una especie de cambio, pues Nallely Hernández explica que las personas que habían sostenido la industria se retiraron o fallecieron. Además, llegó una crisis económica a México junto a la entrada de nuevos productos de consumo y entretenimiento, como los videojuegos o incluso otro tipo de revistas.
Sumado a esto, varias editoriales se enfocaron en el material importado, como los cómics de superhéroes de Estados Unidos y el manga.
Todo eso también chocó con que “los jóvenes ya no veían una una identificación con esta historieta industrial”, dice Laura Hernández.
“En la década de los 90, efectivamente el cómic mexicano ya no tuvo esas grandes producciones; sin embargo, empezó a cobrar mayor relevancia la historieta de autor y el cómic independiente”, menciona Carolina González.
“Hasta que llegamos a ahora, que no podemos hablar de una industria, pero tampoco podemos decir que la historieta mexicana ha muerto.”
Para Viridiana los cómics combinan 2 cosas que ama: las historias y los dibujos. Desde su infancia se acercó a ellos gracias al maga Ranma ½ o a cómics de Rico McPato. En la escuela empezó a hacer sus propias historietas con cosas que le pasaban a sus amix o a sus maestros.
Y aunque estudió diseño gráfico, “porque en esos tiempos no había ninguna carrera relacionada” a la narrativa gráfica, decidió ejercer diseño y de todas formas seguir creando cómics.
Virus Visal, como se hace llamar Viridiana, es una creadora de cómic en México que comenzó en 2009, con su webcómic Melita en coma. “Era una historia de fantasía sobre una niña que la atropellan, queda en coma y está atrapada en el mundo de los sueños viviendo aventuras sin sentido”, cuenta en entrevista a Animal MX.
Ella tiene muy en claro que hacer cómics en México no es algo con lo que cualquier persona pueda vivir. “En los cómics es muy difícil ganar dinero. No digo que no se pueda. Hay gente que sí vive haciendo cómics, pero son muchas cosas, muchas piezas que tienen que caer en los lugares adecuados, conocer a las personas adecuadas…”, explica.
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También está Richard Zela, ilustrador que estudió diseño en la ENAP con especialidad en ilustración. Aunque amaba el mundo de los cómics, fue hasta 2012-2013 que le entró de lleno a este mundo.
Y es que Rich recibió la beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes FONCA en la categoría narrativa gráfica. “Tuve la suerte de quedar seleccionado”, relata a Animal MX.
“Empecé a entrar al mundo del cómic y me di cuenta de que no sabía nada”. Y es que hasta ese momento reflexionó que para hacer cómic no basta con dibujar, “tienes que saber de escritura, de narrativa, de cómo hacer esas secuencias de imágenes interesantes… yo estaba en pañales”.
Así es como empezó a tomar varios talleres de diferentes disciplinas y su novela gráfica Cosas que nunca cambian ganó el premio SecuenciArte de Pixelatl 2017 y tiempo después Editorial Océano le compró los derechos.
A pesar de que la suerte lo acompañó, reconoce que la publicación de cómics en México es un reto muy grande.
Como explicó Richard Zela (@richzela), hacer cómics no es nada más dibujar monitos y acompañarles de texto. Así como hay muchas personas con distintos trabajos que crean una serie o película, lo mismo aplicaría al cómic.
Pero Virus, al igual que muchas y muchos otros creadores en México, no solo es escritora y dibujante, es también colorista, diseña los personajes y los fondos, es editora, su propia community manager y hasta su propia vendedora.
Todo esto es un enorme reto, pues Virus Visal tiene un trabajo de tiempo completo, que aunque trabaja desde su casa, en Puebla, tiene que estar muy pendiente de la computadora todo el día.
Eso le dificulta mucho ir a eventos donde puede vender directamente sus cómics. “Sí tienes que estar como que muy activa, moviéndote y no solamente en tu estado, sino ir a diferentes lugares a distribuir tu trabajo para que realmente llegue a otras personas”, menciona.
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Claro que hay varias editoriales independientes enfocadas en el cómic mexicano y aunque las grandes también tienen su propia línea priorizan traer cosas de otros países.
Entonces las y los autores tienen que buscar formas de autopublicación que pueden ir desde lanzar campañas en Kickstarter, buscar becas o publicarlos a través de concursos.
Sin embargo, imprimir es algo sumamente caro y más si lo quieres a color o en una calidad que te dé para hacerle la competencia a otros productos que hay.
Pero suponiendo que vas e imprimes un tiraje o haces una producción casera, el siguiente problema es que seguro no es un tiraje lo suficientemente grande para dárselo a una distribuidora. Y si decides venderlos tú misma, necesitas tiempo (y más recursos) para moverte a ferias, bazares o abrir tu página web.
“Es una serie de círculos viciosos”, como bien señala Nallely Hernández.
Y sí, no todo tiene que ser físico. También están los webcómics, que se pueden publicar desde en redes sociales como Instagram, hasta en sitios especializados como Tapas.
Pero Virus Visal (@VirusVisal) señala que “incluso con las redes sociales estamos en un punto en el que ya no son tan confiables. Ya no es tan fácil hacerte de una audiencia como digamos en los dos miles”.
Jorge Tovalín, quien es editor y cocreador de la revista Comikaze (especializada en cómics y que existe desde 2008), ha platicado y entrevistado a varias personas dedicadas a la narrativa gráfica en México y coincide en que esto es un reto constante.
Igual pone sobre la mesa la problemática de los puntos de distribución. “Ya no está el escaparate de antes que era el puesto de revistas y entonces la gente piensa que ya no hay cómic mexicano”, explica.
“Uno podría pensar que el (escaparate) ideal serían las tiendas especializadas. Pero son pocas, y por lo mismo no tan conocidas por el público en general”, menciona.
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Jorge Tovalín, Virus Visal y Richard Zela coinciden en que lo ideal es que existiera un ambiente de publicación y distribución que le diera un trato y reconocimiento justo a las y los autores.
“Que el dolor de cabeza de estar tocando puertas, de ver si ya se vendió y cobrar fuera más sencillo. Luego ese es el gran reto: perseguir las ganancias que tuviste en alguna tienda”, dice Jorge Tovalín, quien también lo sabe de primera mano, pues Comikaze es una revista autogestiva que se va publicando conforme a las ganancias de anteriores números.
Igualmente, han lanzado un par de campañas en Kickstarter para su sello Comikaze Books, centrado en la publicación de libros de arte (artbooks), novelas gráficas y otros volúmenes coleccionables.
Laura Hernández añade que el problema con la narrativa gráfica mexicana actual no es una cuestión de falta de productos de calidad. “Hay cosas muy buenas, pero son todas estas dificultades que realmente generan un clima muy adverso y me parece muy admirable lo que hacen los autores actuales que lo que realmente hacen es resistir.”
Sí, la industria de la época de oro está muuuuy lejana de regresar, pero Carolina González, quien también reseña toda clase de cómics en su columna El Conejo Blanco en Marvin, nos recuerda que tampoco hay que ver esos años con una añoranza que nos ciegue a la oferta nacional que tenemos hoy en día.
Para ella, toda la narrativa gráfica en México “está ofreciendo obras muy disruptivas, con lenguajes propios, con una búsqueda autoral y una búsqueda artística muy diferente”.
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Por mencionar algunos ejemplos, Carolina González recomienda Ecatepunk de Joshua Hernández. “Es una obra de ciencia ficción, distópica, que hace una crítica muy interesante sobre la contaminación, dinámicas sociales y sobre la figura del cyborg o nuestra relación con la máquina”.
Igual habla de Tormenta de mayo de Pau Márquez, “que es una obra que tiene un poquito un tono más infantil, pero habla de la muerte y también de la identidad”.
“Hay una búsqueda autoral muy auténtica y eso me parece valiosísimo, porque no vemos lo mismo, el mismo tema, el mismo chiste, los mismos personajes repetidos infinidad de veces en infinidad de tomos. Al contrario. vemos una gran gran diversidad”, explica.
Virus Visal personalmente recomienda seguir a los antes mencionados Joshua Hernández y Pau Márquez, así como a Luis Castillejos, SayonaraDreams, Alejandra Gámez, A. Yépiz y Alba Glez.
Ante esta falta de reconocimiento sobre quienes hacen cómics en México, han nacido proyectos y grandes esfuerzos para hacerles justicia.
Uno es la Lista de comiqueras mexicanas, creada por Virus Visal luego de cansarse del poco interés en las autoras en México.
“Quería tener esta lista con los géneros que hace cada autora y decir «aquí está la evidencia de que sí hay mujeres que hacen estos géneros, entonces invítenlas a sus antologías, a sus mesas redondas, etc.»”, platica a Animal MX.
Primero empezó publicándola en su blog, alimentándola en redes y también en los mismos eventos a los que ella asistía. Actualmente puedes encontrar la Lista de comiqueras mexicanas en su sitio web, que fue actualizado por última vez en agosto del 2023 y cuenta con 187 autoras de cómic.
Para nombrarlas a todas: Conoce el Mapa de escritoras mexicanas contemporáneas
Otro gran proyecto es el de Richard Zela, quien junto a su amiga Anahí H. Galabis (quien es gestora cultural) y luego de inspirarse en la lista de Virus Visal y en un proyecto extranjero, decidió empezar en 2020 el Almanaque de Narrativa Gráfica Mexicana.
Como ya mencionamos, él mismo es creador de cómics y sabe perfectamente el enorme trabajo que involucra hacer uno y le dio coraje pensar que muchas veces ese material, sobre todo el digital “se pierde, se pierde, se olvida en el mundo de información y de oferta” y pensó que era importante tener “como un archivo, un acervo” de cómics hechos en México.
Así es como cada año abren una convocatoria para recibir trabajos y compartirlos en este almanaque, que por ahora es digital (lo encuentras en Instagram y Facebook), aunque eventualmente esperan poner una página con toda la información de cada autor que han recibido.
Para la edición del 2023, por ejemplo, recibieron 79 proyectos de 72 artistas de distintas partes de México: CDMX, Aguascalientes, Morelos, del Estado de México, Guanajuato, Puebla, Jalisco, Veracruz, y más.
La convocatoria para el Almanaque 2023 está abierta hasta el 28 de abril y aquí puedes revisar las bases por si eres o conoces a alguna creadora de cómic.
Además, Almanaque también ya prepara círculos de lectura de cómic, donde las y los mismos autores podrán platicar con asistentes; así como talleres y laboratorios para creadores para responder a la necesidad de que “no hay una carrera en específico” para hacer cómic.
Puedes conocer más de estas actividades en sus redes sociales.
Para simplemente conocer más títulos y/o autores y autoras, te recomendamos leer Tándem Cómics, una plataforma digital especializada en cómic mexicano.
Este sitio recopila toda clase de información tanto de la escena actual, como de hechos e información histórica. Revisa sus entrevistas con autoras actuales, reseñas de cómic independiente y artículos que nos adentran más a este mundo.
Igual reiteramos la labor de revista Comikaze, quienes también hacen reseñas, artículos, entrevistas, noticias y hasta pódcast, todo relacionado a este mundo.
Todas las personas que entrevistamos coinciden en que lo mejor que puedes hacer es ir a cualquier feria de libro que te quede cerca.
Estos espacios cada vez cuentan con más espacios dedicados a la narrativa gráfica en México y la mejor prueba de ello es la FIL Guadalajara, que ya cuenta con su Salón del Cómic + Novela Gráfica.
En la CDMX, Jorge Tovalín nos cuenta que donde ha visto más presencia de creadores de cómic mexicano es:
En la CDMX también existe la Librería RIUS, ubicada dentro del Metro Zapata, que vende un montón de cómic mexicano y latinoamericano.
Antes de irte: Detrás de las voces de tus personajes favoritos; así es el mundo del doblaje mexicano
Carolina González igual recomienda visitar la Comicteca del Museo Nacional de Arte (MUNAL), que si bien tiene mucho material en español de las colecciones de Marvel y DC Cómics, también te da sorpresas.
Pero de verdad, basta con que te asomes a cualquier feria de libro, o también eventos geek como La Mole o la TNT, donde también tienen espacios para creadores de cómics e ilustradores.
Igual si descubres cualquier creador de cómic en redes sociales, mándales un mensaje para ver cómo les puedes comprar directamente. Quizás tengan página, hagan envíos o te digan dónde puedes encontrar su trabajos.
Eso sí, Laura Hernández recalca la importancia de NO regatear. Después de leer toooodo esto debes saber que detrás de cada obra, por más sencilla que parezca, hay un enorme trabajo.
El expresidente uruguayo sobre sus tiempos de guerrillero, su fuga de una prisión por un túnel, cómo conoció a su esposa, la tortura y el retorno a la libertad.
José Mujica escuchó con buen humor las disculpas: la entrevista se extendió por casi dos horas, bastante más tiempo de lo previsto.
“Yo no tengo la culpa si tuve una vida que es una novela”, comentó luego, con una leve sonrisa cómplice.
La charla transcurrió el 7 de abril de 2023, un día soleado del otoño austral.
Mujica estaba dentro de un pequeño cuarto precario instalado frente a su casa en la zona rural de Montevideo, un lugar donde abundan el aire limpio, los cantos de pájaros y los ladridos de perros.
Con 87 años de edad entonces, Mujica rememoró para el podcast Witness History de BBC World Service varias etapas de su vida, todas previas a ser electo presidente de Uruguay en 2009 y volverse una figura reconocida de la izquierda latinoamericana a nivel internacional.
Los recuerdos incluyeron sus años de lucha armada en el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), la guerrilla urbana uruguaya que en las décadas de 1960 y 1970 practicó asaltos, secuestros y ejecuciones influida por la revolución cubana y el socialismo.
En aquel tiempo los tupamaros usaban la violencia contra un gobierno constitucional, por lo que muchos los responsabilizan por el espiral de violencia que condujo al golpe de Estado militar de 1973, aunque según Mujica había en Uruguay una “democracia enferma” que reprimía cada vez más e iba hacia una dictadura inevitable como en otros países en la región.
El hombre apodado “Pepe” también sostuvo que nunca llegó a matar a alguien. “Yo no tengo ningún asesinato. De pura casualidad, pero no tengo ninguno”, dijo durante la entrevista.
Narró episodios como su fuga con otros 105 tupamaros y algunos presos comunes de la cárcel montevideana de Punta Carretas en 1971 por un túnel, un hecho impactante que llevó al gobierno a transferir de la policía a los militares el comando del combate a la guerrilla.
También se refirió a su período más largo y duro en prisión, así como al recuerdo de su primer encuentro con Lucía Topolansky, quien mucho después se volvería su esposa y en 2010 lo investiría como presidente por ser la senadora más votada, una vieja tradición en Uruguay.
Lo que sigue es un resumen de cinco de esos momentos en la vida de Mujica, relatados por él mismo, junto a un pedido que indicó para su muerte.
En esa época yo era el jefe militar de una columna (del MLN-T). Estábamos preparando una operación que al final se hizo legendaria.
Había un grupo económico en Uruguay que guardaba riqueza clandestinamente para eludir impuestos. Tenía reservas en monedas de oro, libras esterlinas… Teníamos la información y estábamos preparando esa operación (para robarlo).
Estábamos en un café con compañeros legales, que no eran clandestinos. Llegó una patrulla y ahí anduvimos a los tiros. Traté de resistir y recibí algunos balazos en el suelo a causa de los cuales perdí el bazo, me hirieron el páncreas y fui a dar a un hospital militar que estaba muy cerca.
Me operaron. Y yo no sabía nada: el que me operó era un médico compañero que yo ni conocía. Fue una desgracia con suerte.
La primera fuga, que se llamó “El Abuso”, está precedida por un montón de intentos.
La idea era que los compañeros de afuera de la cárcel hicieran un túnel hacia adentro. Pero tuvo enormes inconvenientes que causaron alarmas y la hicieron peligrar.
En esas condiciones surgió la idea de intentar un túnel de adentro de la cárcel hacia afuera. Pero había que solucionar una multitud de problemas. Uno de ellos: ¿cómo agujerear las paredes en una cárcel vieja de ladrillos enormes, muy duros?
Nos enteramos por los presos comunes que las paredes se serruchan con una cadena. Hicimos un primer ensayo en la celda en que yo estaba con otros compañeros. Robamos una cadena de los baños, hicimos un agujerito de un lado al otro y empezamos a serruchar. Pero las cadenas no resistían. Entonces decidimos cortar por la mezcla, el material más blando, con los alambres de las camas.
Mediante sobornos, convencimos a algunas autoridades para que las requisas fueran una mirada desde afuera y nada más.
Estábamos en un piso arriba y el piso de más abajo era de presos comunes. Necesitábamos atravesar las paredes de tal manera que se sacaban unos paneles cuadrados y se ponían.
Hacíamos entrar portland blanco (un tipo de cemento) entreverado con harina. Con eso hacíamos un revoque que después ensuciábamos con café y yerba, para que quedara con la impresión general que tenían las celdas. Entonces estábamos en condiciones de sacar los pedazos y comunicarnos.
Habíamos logrado convencer a un preso común que estaba abajo, a partir de cuya celda íbamos a iniciar el túnel hacia afuera, con la promesa de que cuando lográramos la libertad también lo íbamos a llevar. Y así fue.
Fue una obra que llevó más de un mes. Organizamos a los compañeros más fuertes para que fueran haciendo el túnel. Tuvimos que solucionar el problema del aire con unos fuelles que fabricamos.
Cuando llegamos al cimiento había que bajar más y ahí nos encontramos con un pedazo de roca que nos trancó. El plan estuvo a punto de fracasar, pero logramos superarlo. Y atravesamos la calle.
Sacábamos la tierra en bolsitas y la íbamos poniendo debajo de las camas. Quedamos casi atorados de tierra, pero disimulamos.
Pudimos aprontar la infraestructura para una noche determinada en la que los compañeros tenían que ocupar las casas de enfrente, por donde íbamos a salir.
Teníamos algunos compañeros que eran ingenieros que inventaron un aparato para podernos guiar bajo tierra. Le erramos por un metro más o menos al lugar por donde teníamos que salir.
Los compañeros que ocuparon la casa, con un estetoscopio, averiguaban los golpes.
Estábamos contentos, pero muy preocupados. Esto estuvo acompañado con una fiesta que hicieron otros compañeros en una parroquia que había al lado, con baile y todo, que distraía.
Paralelamente en otro extremo de la ciudad, en La Teja, los compañeros que estaban afuera hicieron una cantidad de operaciones que tenían la función de tratar de llevar el aparato policial hacia los disturbios, para que hubiera menos capacidad represiva en la zona donde estábamos.
Salimos en dos camiones que se habían conseguido en una barraca.
A mi esposa la conocí la noche que nos escapamos de la cárcel. Ella estaba con la gente que apoyaba desde afuera. Habían ocupado una de las casas en las cuales nosotros emergimos de abajo de la tierra para salir de la cárcel luego de haber hecho el túnel.
La vi casi accidentalmente y seguimos la vida.
Era una estudiante avanzada de arquitectura que trabajaba en una financiera paralela de un banco. Era muy bonita y joven.
Dentro de los trabajos que tenía en la financiera, la mandaban con un bolso de dinero a algunas avionetas que paraban en Carrasco. Era un negocio de economía financiera clandestina. Y decidió denunciarlo.
Pero el banco estaba muy conectado a los intereses de un ministro de Economía de la época. Se dio cuenta que los recursos legales que se podían hacer iban a fracasar y decidió pasarle la información a los tupamaros.
Unos compañeros fueron a esa oficina. Se llevaron un montón de documentación e hicieron la denuncia pública. Los dueños de la financiera no tuvieron mejor idea que hacer un incendio para tratar de disimular la cosa. Fue un escándalo.
Yo fui preso de vuelta y me volví a escapar. Esta segunda fuga fue al revés: un túnel de afuera hacia adentro.
Y nos encontramos una noche en que andábamos muy perseguidos. Yo ocupaba un cargo de relativa dirección y ella tenía contactos con parte del aparato clandestino.
Los humanos, aunque no lo sabemos, cuando vivimos una atmósfera de peligro donde está en juego a cada paso la libertad y la vida, nos aferramos al amor porque la naturaleza biológica nos lo impone.
Y nos juntamos una noche, en la costa de un arroyo.
Estuve en una especie de sótano muy húmedo en un cuartel de (la ciudad de) Paso de los Toros años después, cuando ya habían dado el golpe de Estado los militares.
Recuerdo que mantenía seis, siete ranitas en el calabozo. Les ponía un vasito con agua, para que se bañaran. Ranitas de zarzal.
Allí fue donde registré que las hormigas gritan cuando tú las agarras y las pones en el tímpano de la oreja.
Era como un corredor largo. En la parte de adelante siempre había un guardia, que caminaba de un lado al otro. Una larga escalera salía a un lugar donde estaba la guardia de soldados. Cuando había que ir al baño teníamos que llamar y nos llevaban.
En esa época, cada siete u ocho meses nos cambiaban de cuartel. Aprendimos una cosa: siempre se puede estar peor. Yo estuve siete años sin poder leer, sin libros, sin nada.
Muchos plantones y torturas varias al principio. Todo es relativo.
Por ejemplo, en el cuartel de Minas, cuando me sacaron de la cárcel y empezaron el peregrinaje por los cuarteles, estuve seis meses atado con alambre, esposado atrás. Tenía que pasar el día sentado en un banquito contra la puerta, en un calabozo.
Ahí me enteré que estaba cayendo Saigón en la guerra de Vietnam.
Yo salí en la primera tanda de compañeros, dos días antes, porque los que no tenían delitos de sangre salimos primero.
Pero salí con una misión: tenía que conseguir un local para que nos pudiéramos juntar. Y así fue.
Fui a mi casa, le di un abrazo a mi madre y salí inmediatamente a conseguir ese local. Logramos un convento en el cual nos juntamos y estuvimos casi un mes, donde decidimos lo que íbamos a hacer en esa etapa.
La noche que salí habían liberado a las compañeras también. Y alguna mano amiga la trajo (a Lucía) a mi casa. Nos dimos un abrazo y nos juntamos hasta hoy.
Manuela vivió 22 años. Es un récord. Se murió de vieja y está enterrada debajo de un secuoya. Cuando yo me muera, les he pedido que me calcinen y que me entierren ahí.
La vida es hermosa. Y triunfar en la vida es levantarse y volver a empezar cada vez que uno cae, en todos los órdenes.
El único milagro que hay es haber nacido. Por lo tanto, hay que darle una causa al milagro de haber nacido.
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