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12 museos para ir con niños en CDMX y divertirse en familia
12 museos para ir con niños en CDMX y divertirse en familia
Fotos: Museo Yancuic, Museo de Historia Natural, MIDE
7 minutos de lectura

12 museos para ir con niños en CDMX y divertirse en familia

Te dejamos una lista con 12 museos en CDMX ideales para ir con niños durante sus vacaciones de verano.
23 de julio, 2024
Por: Rogelio Loredo
@RogerVk93 

¡Que las infancias no se aburran! Si ya agotaste toda tu imaginación y las vacaciones no se terminan, aquí te dejamos varios planes divertidos en distintos museos para ir con niños en CDMX.

En estos espacios, las infancias se divertirán mientras continúan aprendiendo de toda clase de temas.

1. Museo Yancuic Interactivo y Juvenil

Este no solo es de los mejores museos para niños en CDMX, sino que además es de los más nuevos. Abrió sus puertas apenas en febrero y es un espacio abierto a la imaginación y la reflexión en comunidad.

Su nombre proviene del náhuatl donde yancuic significa “nuevo”. En sus 20 mil metros cuadrados convergen ciencia, arte, cultura y cuidado del medio ambiente.

museo yancuic que hay
Foto: Secretaría de Cultura de la CDMX

Dónde: Ermita Iztapalapa 2325, Los Ángeles en la alcaldía Iztapalpa, a unos pasos del Metro Constitución de 1917.
Cuándo: miércoles a domingo de 10:00 a 17:00 (último acceso a las 16:00)
Costo: entrada libre

2. Anfibium, Museo del Ajolote

Otro espacio relativamente y perfecto para las infancias es Anfibium, el museo del ajolote en Chapultepec y centro de conservación de anfibios.

Se inauguró en febrero del 20203 y el recinto es una pieza clave en la estrategia para conservar y proteger a los anfibios mexicanos, teniendo como residente estrella a los ajolotes.

Para las más pequeñas, en el museo Anfibuim se dan talleres, pláticas y otras actividades educativas.

Dónde: Zoológico de Chapultepec, en la Primera Sección.
Cuándo: martes a domingo de 09:00 a 15:30
Costo: entrada gratuita junto al acceso al zoológico

Lee: ¡Vámonos de escapada! Lugares para ir con niños cerca de CDMX y disfrutar en familia

3. MIDE

Este puede ser un clásico entre los museos para niños en CDMX, pero si no lo has visitado en un rato, vale la pena que te asomes al Museo Interactivo de Economía.

Y es que recientemente abrieron la experiencia Misión Cyborg: Y el universo de las finanzas digitales. A través de talleres, narrativas fantásticas y desafíos chicos y grandes aprenderemos sobre la importancia de proteger nuestras finanzas digitales.

museos para niños cdmx mide mision cyborg
Laberinto de Misión Cyborg. Foto: MIDE, Museo Interactivo de Economía

Igualmente siguen teniendo salas para ccrear tu propio billete o tarjeta de crédito, conocer el papel del Banco de México o ver cómo eran los precios y productos de los siglos XVI al XX.

Dónde: Tacuba 17, Centro Histórico.
Cuándo: martes a domingo de 10:00 a 18:00 (la taquilla cierra 17:30)
Costo: $120 general, $100 a estudiantes, profesores o INAPAM. Menores de 3 años entran gratis.

4. Museo casa de las mil muñecas

Este es un museo único en su tipo y es el plan perfecto si a tus infancias le gustan los juguetes y tienen curiosidad por lo antiguo.

Aquí econtrarás una colección de muñecas de todo el mundo y de distintas épocas acomodadas en exposiciones permanentes y temporales.

Cuentan también con una cafetería con la que puedes completar tu visita. Si solo quieres acceder a ella, el paso es gratuito (solo pagas el consumo).

Dónde: Avenida Chapultepec 420, Cuauhtémoc (muy cerca del Metro Sevilla)
Cuándo: martes a domingo de 10:00 a 17:00
Costo: $150 general; $120 infancias.

Te interesa: Parques acuáticos y balnearios cerca de la CDMX

5. Museo de Historia Natural y Cultura Ambiental

Desde finales del 2023, este lugar tiene una renovación espectacular donde ahora puedes ver su colección en bóvedas pimpeadas.

Pero lo mejor de todo, es que los fines de semana (y en vacaciones) tienen actividades especiales apra las infancias. Por ejemplo, en la cartelera de julio puedes ver que hay recorridos asistidos a las distintas bóvedas y al cárcamo.

museo de historia natural cdmx
Fotos: @SEDEMA_CDMX

O el 27 y 28 de julio habrá baile, un recorrido especial y la charla “juguetes conciencia”. La cartelera de agosto se publicará próximamente aquí.

Y ahorita no te puedes perder la exposición temporal Tiburones, en el Conjunto de Dos Bóvedas.

Dónde: Av. de los Compositores s/n, Segunda Sección Bosque de Chapultepec.
Cuándo: martes a domingo de 10:00 a 17:00 (cierre de taquilla a las 16:30).
Costo: solo efectivo. $36 general; $17 menores de 12 años, maestros y estudiantes

6. Museo Jumex

Aunque no lo parezca, este es otro de los museos para niños en CDMX, especialmente porque tienen su serie de visitas guiadas para las infancias llamadas: Mini Domingo.

Están impartidas por el equipo de educación del Museo Jumex  y están especialmente diseñadas para niños de 6 a 12 años. Realizarán ejercicios y actividades que les permitan descubrir nuevas formas de acercarse al arte.

Museo JUMEX niños visitas guiadas
Foto: Fundación Jumex Arte Contemporáneo

Ojo: que no están tooodos los domingos. Te recomendamos revisar su sitio web para ver fechas. Durante julio y agosto el Mini domingo se enfoca en la exposición Damien Hirst: Vivir para siempre (por un momento).

Dónde: Miguel de Cervantes Saavedra 303, Colonia Granada.
Cuándo: domingos a las 11:00 (revisar disponibilidad).
Costo: entrada libre, PERO tienes que llenar un registro previo porque hay cupo limitado.

No te pierdas: Parques de diversiones en CDMX (y alrededores) para el finde o las vacaciones

7. Museo de Arte Popular

Sus colores y objetos sumamente interesantes mantendrán interesados a las infancias durante todo el recorrido a través de las salas, donde podrán tomarse fotos increíbles y llenas de creatividad.

Para los niños, el museo les dará una hoja con retos con la que se mantendrán atentos durante el recorrido y así poner más atención a la exhibición.

Museo de Arte Popular
Foto: Museo de Arte Popular

Dónde: Revillagigedo 11, Colonia Centro, Centro, Cuauhtémoc.
Cuándo:
martes a domingo de 10:00 a 18:00 horas.
Costo: $60 adultos; menores de 18 años entran gratis. El domingo es gratis para todo el mundo.

8. Museo Estelar

Si tus peques son fans de Star Wars (y tú también), este es de los museos para niños en CDMX donde podrán sacar tu lado más geek y disfrutar miles de piezas del universo creado por George Lucas.

Acá encontrarás desde juguetes, cuadros, bustos, réplicas de cascos y espadas láser, estatuas y más. Verás que la edad no es una excusa para pasársela bien en este sitio.

El Museo Estelar es el único museo de Star Wars en Latinoamérica. Foto: Sharenii Guzmán.
El Museo Estelar es el único museo de Star Wars en Latinoamérica. Foto: Sharenii Guzmán.

Dónde: Santa Margarita #519, Insurgentes San Borja.
Cuándo: miércoles a sábado de 10:00 a 18:00 horas; domingo de 12:00 a 17:00 horas.
Costo: entrada gratuita, pero deberás hacer una reservación en este sitio para apartar tu espacio.

9. Universum

En este museo las infancias verán la ciencia como algo divertido. Hasta hay una zona de matemáticas donde pasarán un gran rato). También tiene una exhibición de dinosaurios, otra del cuerpo humano y un espacio infantil con juegos relacionados a la ciencia.

Lo mejor de todo es que tienen el programa de “Actividades para peques” enfocado en infancias.

Así durante julio y agosto los niños podrán entrenar como lo hacen los astronautas, explorar y descubrir fósiles de dinosaurios, investigar y experimentar como lo hacen los científicos, nadar en las profundidades del océano o viajar en el tiempo y ver cómo han evolucionado algunos animales.

Acá puedes ver la cartelera de Universum para peques para el verano 2024.

Dónde: Circuito Cultural de Ciudad universitaria, Coyoacán.
Cuándo: miércoles a domingo de 10:00 a 17:00; acceso al museo hasta las 16:00.
Costo: $90 general; $80 menores de 12, estudiantes docentes, Inapam, personas con discapacidad, exalumnos y trabajadores UNAM

Antes de irte: Go Skate Day: lugares para patinar en CDMX

10. Museo del Juguete Antiguo México

A lo largo de 6 salas encontrarán juguetes de muchas épocas que van desde carritos de madera, muñecas de tela, y hasta enormes robots que encantarán a niños y adultos por igual.

El museo cuenta con una exposición de más de 20 mil juguetes —con más de un millón de piezas en bodega— de los cuales la mayoría fueron rescatados de tianguis y mercados de pulgas.

museo del juguete cdmx
Foto: Facebook Museo del juguete MX

Dónde: Calle Dr Olvera 15, Doctores, Cuauhtémoc.
Cuándo: lunes a viernes de 09:00 a 17:00; sábado de 09:00 a 16:00 y domingo de 10:00 a 16:00.
Costo: $50 general; menores de 3 años entran gratis.

11. Museo de Cera y Museo de Ripley

Piensa en esta opción como un 2 en 1 ya que ambos museos están pegaditos y hasta encontrarás paquetes que te incluyen la entrada a ambos recintos.

En el Museo de Ripley podrás conocer sobre algunas de las personas más extraordinarias de la historia, animales únicos y objetos increíbles de todo el planeta. En el Museo de Cera, podrás ver réplicas de los personajes más famosos del mundo creados con cera.

Dónde: Londres #6. Col Juárez. Ciudad de México.
Cuándo: todos los días de 11:00 a 19:00.
Costo: $300 general para los dos museos; $240 niños e Inapam para los dos museos.

12. Papalote Museo del Niño

No podíamos hablar de museos para niños en CDMX sin mencionar al favorito de muchos: Papalote.

Cuenta con cinco zonas temáticas dode chicos y grandes puede tocar, jugar y aprender sobre distintos temas como el cuerpo humano, méxico, la ciudad, el hogar y la familia y más.

Además, actualmente tiene la exposición temporal Ruta 5rs elaborada casi en su totlaidad con materiales recilados. Precisamente busca enseñar las cinco rs: reutilizar, readaptar, reintegrar, reciclar y reducir residuos.

Foto: Museo del papalote

Dónde: Av. Constituyentes 268, Segunda Sección de Chapultepec
Cuándo: en temporada vacacional abre de lunes a jueves de 10:00 a 18:00; viernes a domingo cierra a las 19:00.
Costo: de $240 a $280, revisa tu paquete aquí.

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Imagen BBC
¿Por qué ‘Requiem por un sueño’ sigue causando polémica a 25 años de su estreno en el cine?
9 minutos de lectura

Esta película sobre la adicción a las drogas fue muy aclamada y criticada cuando se estrenó en 2000. Hoy, no es menos polémica.

10 de junio, 2025
Por: BBC News Mundo

Cuando el filme Réquiem por un sueño se estrenó hace 25 años, generó excelentes críticas y una acalorada polémica.

La proyección de medianoche en el Festival de Cine de Cannes culminó con una efusiva ovación de pie por parte de los 3 mil espectadores del auditorio.

Cuando se encendieron las luces y se vio a Hubert Selby Jr., autor de la novela de 1978 en la que se basó la película, las lágrimas corrían por sus mejillas.

La admiración de la crítica llegó pronto, y Peter Bradshaw, del diario británico The Guardian, dijo con entusiasmo que el director Darren Aronofsky había alcanzado las legendarias alturas de Orson Welles en cuanto a “energía, consistencia y dominio absoluto de la técnica”.

Sin embargo, la recepción fue muy distinta en el Festival de Cine de Toronto, donde algunos espectadores vomitaron de asco.

Con una clasificación para mayores de 17 años, la película recaudó apenas 7.5 millones de dólares con un presupuesto de 4.5 millones, y fue criticada duramente por algunos detractores por, como expresó Jay Carr en el Boston Globe, “refugiarse en una visión del infierno nacida de la comodidad burguesa”.

Lo que dividió la opinión de la crítica fue la forma en que Réquiem por un sueño retrataba a los drogadictos, con detalles desgarradores y en primer plano.

La película presenta a una viuda, Sara Goldfarb (interpretada por Ellen Burstyn), que se vuelve adicta a las pastillas para adelgazar con el objetivo de participar en un concurso televisivo.

Mientras tanto, su hijo Harry (Jared Leto) y su mejor amigo Tyrone (Marlon Wayans) traman un plan para enriquecerse vendiendo heroína. Cuando las cosas se complican, presionan a Marion (Jennifer Connelly), la novia de Harry, para que intercambie sexo por drogas.

La trama se arremolina como un torbellino que los arrastra hacia sus espantosos destinos: torturas con electrochoques, amputación de un brazo gangrenoso, reclutamiento en una cuadrilla de trabajo penitenciario supervisada por un guardia racista y explotación sexual.

Darren Aronofsky quiso ofrecer al público un bombardeo sensorial que imitara la experiencia de la adicción.

Pero terminó haciendo mucho más, provocando serios debates sobre el libre albedrío del adicto, la línea entre la observación compasiva y el voyerismo explotador, y el tóxico canto de sirena del propio sueño americano.

Veinticinco años después, estos debates siguen latentes.

La idea de la película surgió cuando el productor Eric Watson vio una copia de la novela de Selby en la estantería de Aronofsky en 1998.

“Darren me dijo que había tenido que dejarla a la mitad; era demasiado oscura e implacable, y eso me intrigó”, le dice Watson a la BBC.

“Le pregunté si podía prestármela para leer en un viaje de esquí con mis padres. Me arruinó las vacaciones por completo. Al volver, le dije a Darren: ‘Esta es la indicada; tenemos que hacer esta película’. Así que adquirimos los derechos de la novela por 1.000 dólares, y Darren escribió el guion”.

Jared Leto interpretando a Harry en la película
Alamy
La película provocó ovaciones y repulsión en la misma medida, y lo sigue haciendo.

Aronofsky y Watson enviaron el guion a todos los grandes estudios. ¿La respuesta?

“¡Silencio!”, recuerda Watson. “Nadie se molestó en llamarnos para rechazarlo”.

Sin desanimarse, consiguieron la mitad de la financiación que necesitaban de Artisan Entertainment y contrataron a un productor independiente, Palmer West, para que les ayudara a reunir el resto de un presupuesto ajustado.

El proceso de casting también resultó complicado.

“Tobey Maguire, Adrien Brody, Joaquin Phoenix, Giovanni Ribisi… todos exploraron el proyecto o se presentaron a la audición para interpretar a Harry, pero rechazaron el papel”, recuerda Watson. “Era un riesgo demasiado grande para sus carreras”.

Una vez elegidos, Leto, Connelly, Wayans y Burstyn se esforzaron por lograr autenticidad en sus interpretaciones.

Leto perdió 11 kg y convivió con heroinómanos sin hogar en el East Village de Nueva York.

Wayans recorrió sin camisa las gélidas calles de Brighton Beach, en Brooklyn, en febrero.

Al comenzar el rodaje, Burstyn simuló la pérdida de peso poco saludable de su personaje poniéndose un traje de 18 kg para sus primeras escenas, luego cambiándolo por uno de 9 kg y, finalmente, tomándose dos semanas de descanso y perdiendo 4.5 kg con una estricta dieta de sopa de repollo.

Representando la adicción a las drogas

Aronofsky, inspirado por los planos de Spike Lee en “Haz lo que debas”, utilizó tomas SnorriCam (cámaras acopladas al cuerpo del actor) para transmitir una sensación de disolución de la realidad externa.

A esto añadió pantallas divididas, aceleraciones y desaceleraciones, fundidos a blanco, tarjetas de título, espirales de cámara, lentes ojo de pez, planos generales extremos, pixelaciones y puestas en escena surrealistas.

Todas eran herramientas para imitar las distorsiones sensoriales inducidas por los opioides.

Pero aunque estos efectos visuales generaron entusiasmo, la visión de la película sobre la adicción a las drogas generó controversia.

Mientras que Trainspotting (1996) había sido criticada por glorificar la estética de la “heroína chic”, Réquiem por un sueño se percibía como un retrato incesantemente sombrío del consumo de sustancias.

Ewan McGregor, quien interpretó a Renton en la película Trainspotting
Getty Images
Ewan McGregor, quien interpretó a Renton en la película Trainspotting.

La imagen de una “espiral” se convirtió en la metáfora preferida de la crítica para describir la idea de la película de que los adictos, una vez enganchados, son arrastrados casi inexorablemente hacia finales horribles.

“Lamento decir que la forma en la que describe la trayectoria de la adicción a la heroína es notablemente precisa”, afirma David J. Nutt, profesor de neuropsicofarmacología en el Imperial College de Londres.

“La mayoría empieza a consumir por desesperación o desesperanza, pero muchos, como Harry y Tyrone, ven el narcotráfico como una aventura empresarial, como una forma de ganar dinero rápido y luego seguir adelante con sus vidas. Pero rara vez termina bien”.

Por otro lado, el profesor Nutt considera a Sara Goldfarb un símbolo de toda una generación de amas de casa de las décadas de 1950 y 1960 a las que se les recetaron anfetaminas sin supervisión médica adecuada.

En cuanto al destino de Marion, afirma que hoy en día “los proxenetas siguen controlando y abusando de las mujeres explotando sus adicciones”.

Pero lo fundamental de la película, añade Nutt, es que dramatiza la adicción como un trastorno químico cerebral que induce conductas compulsivas.

“No recurres a la reutilización de puntos de inyección extremadamente dolorosos a menos que seas presa de impulsos irresistibles”, afirma.

No todos los expertos en adicciones están de acuerdo.

Gene Heyman, profesor titular del departamento de Psicología y Neurociencia del Boston College, le dice a la BBC que Réquiem por un sueño describe admirablemente la euforia de la iniciación en las drogas, seguida de episodios de abstinencia cada vez más intensos y dolorosos.

Pero ahí termina su precisión.

“Esta película cuenta una historia conocida: una vez adicto, siempre adicto, y es necesariamente una trayectoria descendente de la que nadie se recupera”, dice Heyman.

“Y eso es completamente falso. Todos los datos epidemiológicos muestran que, a los 30 años, la mayoría de los consumidores habituales de drogas maduran y dejan de consumir, no vuelven a consumir, y lo hacen sin tratamiento ni intervención profesional. “Eso son solo los datos, no mi opinión. Están ahí para que todos lo vean”.

El sueño americano

Por su parte, Watson se exaspera al responder preguntas sobre la veracidad de la adicción en Réquiem por un Sueño.

“Hubert Selby fue muy activo en AA y NA [Alcohólicos Anónimos y Narcóticos Anónimos], pero nuestra película nunca tuvo la intención de ser un documental ni un panfleto sobre el camino a la recuperación”, dice.

“No, no es realista. Es surrealista. Relájense”.

El propio Selby siempre insistió en que consideraba la drogadicción solo una manifestación del poder seductor del sueño americano y de lo que consideraba sus efectos tóxicos.

Antes del estreno de la película, escribió un nuevo prólogo para su novela, que decía: “Obviamente, creo que perseguir el sueño americano no solo es inútil, sino autodestructivo, porque en última instancia lo destruye todo y a todos los que lo componen”.

Muchos críticos han llegado a considerar que Réquiem por un sueño está en la misma línea que El gran Gatsby (1925) y Revolutionary Road (1961), obras que exponen el lado oscuro del mito estadounidense.

Con su televisión y su comida basuras, la película se circunscribe en un ambiente de adicciones específicamente estadounidense, afirma Kevin Hagopian, profesor de Estudios de Medios en la Universidad Estatal de Pensilvania.

Los personajes transportando equipos en una calle
Alamy
Tyrone (Marlon Wayans) y Harry (Jared Leto) inicialmente ven el tráfico de drogas como una forma de ganar dinero rápido antes de seguir adelante con sus vidas.

“El concurso televisivo que cautiva a Sara se centra en crear una alegría ansiosa, exagerada y falsa”, dice.

“Aquí hay una búsqueda desmedida de panaceas irrealistas, un atajo hacia una solución rápida para no tener que pensar nunca en el propósito de la vida. Aquí, el sueño americano no es lo que hay que perseguir, sino el villano definitivo. Y esa crítica es tan devastadora para los mitos que nos sostienen que no es de extrañar que mucha gente no la acepte”.

Danny Leigh, ahora crítico de cine del diario Financial Times, elogió efusivamente Réquiem por un sueño en la revista Sight and Sound cuando se estrenó.

“Me cautivó lo que era: sin duda, una obra cinematográfica con estilo, con un crudo brío cinematográfico”, le dice Leigh a la BBC.

Trainspotting había sido un acontecimiento cultural trascendental, que desencadenó un momento de vértigo en la cultura británica del momento, y vi ‘Réquiem por un sueño’ como una poderosa corrección, una advertencia casi paródica que golpeó con fuerza”.

Sin embargo, con el paso de los años, Leigh ha desarrollado recelos sobre la obra de Aronofsky.

“He llegado a sentir que hay cierta lascivia en su cine, como si se entrometiera en situaciones emocionalmente desesperadas y aplicara una condescendencia desagradable, incluso voyerista, a circunstancias trágicas”.

Leigh señala que este impulso alcanzó su extremo más grotesco en La Ballena (2022) de Aronofsky, en la que un profesor de inglés solitario y con obesidad mórbida, interpretado por Brendan Fraser, come hasta morir.

Hagopian, en cambio, considera que Aronofsky ha demostrado una genuina curiosidad por comprender a las personas marginadas de la sociedad.

“Muchas películas experimentales crean lo que yo llamaría ‘pesadillas de distanciamiento psíquico'”, opina.

“Piensen en Terciopelo azul (1986) de David Lynch, La pianista (2001) de Michael Haneke o Tenemos que hablar de Kevin (2011) de Lynn Ramsay; en todas ellas, nunca sabemos qué piensan o sienten realmente los personajes”.

Réquiem por un sueño, añade, adopta el enfoque opuesto al lograr lo que él llama una “pesadilla de intimidad psíquica”.

“Nos vemos tan cerca de los personajes que, en algún momento, su dolor y trauma parecen filtrarse en nuestra conciencia.

“Puede resultar claustrofóbico, incluso invasivo. Pero para mí, ese es el tipo de cine más valiente, y explica por qué esta obra de arte, ya sea que la admires o la detestes, queda grabada para siempre en la mente de las personas”.

*Si quieres leer el artículo en inglés en BBC Culture, haz clic aquí

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