El pene es una jungla. Lo tiene todo: humedad, temperatura, vellos creciendo como árboles y, bueno, en realidad hasta ahí llega la metáfora.
Lo cierto es que el pene es lo más cercano que tiene nuestro cuerpo a una selva tropical en escala humana y, como tal, es el hábitat perfecto para una gran diversidad de microorganismos que felizmente pueden habitar ese órgano y hacerlo suyo, incluso a costa de diversas molestias, picores y malestares.
El glande del pene, con su humedad y calorcito, es un precioso lugar para la cándida, un hongo que puede provocar candidiasis, una enfermedad que, si bien no suele ser grave, es muy molesta y muy común.
La bacteria haemophilus ducreyi es la responsable del llamado “chancro”. Y si trepamos más hacia arriba descubriremos un hábitat idóneo para que piojos (sí: piojos [sí, de esos piojos]) se muevan entre los vellos cantando a Guns n Roses o algo (o quizás Katy Perry???).
Es decir, el pene, como cualquier otro órgano del cuerpo, es susceptible a enfermarse.
En parte por eso es que las infecciones de transmisión sexual tienen la particularidad de transmitirse, eh, sexualmente: no es que sea un castigo de diosita o de la moral, sino que los genitales (y sus fluidos derivados) tienen condiciones muy específicas que permiten (y casi se podría decir: incentivan) la transmisión e incubación de ciertas infecciones.
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Un ejemplo: el virus del herpes tipo 2 se transmite con mucha facilidad durante el sexo debido a que la piel de la zona es muy sensible, lo cual provoca que la fricción del acto fácilmente genere microlesiones donde pueda entrar el virus y multiplicarse.
Después de un rato, algunos de los virus se irán del lugar de donde están todos (como yo, cuando me voy a esconder al baño de la fiesta) para irse a la base de la columna vertebral, que queda muy cerca, y permanecer en latencia (es decir: “escondido”; es decir: “sin presentar síntomas”; es decir: “como yo, no haciendo ruido para que nadie se dé cuenta que estoy en el baño de la fiesta).
Los virus pueden permanecer ahí durante meses y luego, de un momento a otro, realizar el recorrido por los nervios hacia el lugar donde comenzaron a multiplicarse y provocar una nueva lesión (como yo, cuando me animo a salir del baño de la fiesta y termino sorprendiendo a todos con datos curiosos no solicitados sobre el herpes). Los genitales son una jungla y una fiesta y todos están invitados (¡incluso yo!).
Además, como cualquier otro órgano, el pene incluso puede enfermarse sin necesidad de microorganismos que lo infecten: la “Enfermedad de Peyronie”, por ejemplo, es el nombre que se le da a la afección que ocurre cuando se forma un tejido cicatrizal en el pene que provoca que el pene se doble o curve hacia cualquier dirección, sobre todo durante una erección.
En palabras más sencillas: haz de cuenta que te lastimas el pene, se “rompe” y cuando cicatriza, cicatriza chueco. Entonces el pene agarra una forma curiosa, como curvo (pero no la curvita normal que tienen algunos penes, no, para nada, estamos hablando de curvo tipo la pista de arcoiris en Mario Kart).
En algunas ocasiones, esta curvatura será relativamente inocua e incluso se ha sabido que a algunas personas les “favorece” sexualmente en medida de que su pene es capaz de estimular de formas que otros no, sin embargo, en varias otras podría generar muchísimo dolor o, incluso, una curvatura tan marcada que vuelva muy difícil o imposible tener relaciones coitales.
El cáncer es otra enfermedad que puede afectar al pene. Aunque es relativamente raro que suceda, existen otros dos cánceres de la zona genital que son mucho más comunes: el cáncer de testículos y el cáncer de próstata.
El segundo lo tenemos más o menos presente cuando pensamos en adultos mayores (y por todos los chistes que se hacen entre hombres que sugieren que prefieren la muerte a que un doctor les introduzca un dedo en el ano por unos segundos), pero el primero casi no, algo un poco extraño cuando consideramos que 1 de cada 250 hombres padecerá cáncer testicular en algún momento de su vida y que el promedio de edad al momento de diagnóstico es de 33 años.
El resumen de todo esto es: el pene se enferma porque las personas con pene nos enfermamos. Y podemos aprender a prevenir esas enfermedades para que no afecten nuestras vidas.
Es sabido que los hombres solemos morir antes que las mujeres. Uno de los motivos por los cuales eso sucede es porque no atendemos nuestra salud adecuadamente.
Así que para eso publicamos este texto (y para tener un pretexto para volver a escuchar Guns n Roses porque, aceptémoslo, es 2021 y ya no se puede caer en tanto cringe ochentero sin justificación).
¿Cómo cuidarnos para que nuestro pene esté feliz y saludable, COMO LO MERECE EL CAMPEÓN? Aquí una guía con 3 sencillos pasos:
El paso más sencillo para evitar lesiones/enfermedades es prevenir que aparezcan. Para esto, puedes realizar algunas acciones muy sencillas:
Tu pene no necesita de jabones complejos, con agüita tibia y jabón neutro es suficiente. Y como dice Mario:
NO es necesario que te rasures al ras por propósitos de higiene. De hecho, un poco lo contrario: el vello púbico cubre una función necesaria en todos los cuerpos y rasurarte (con algunas excepciones) no necesariamente es un acto que te beneficiará en términos de salud (quizás estéticos, pero nada más).
Si decides recortártelo, hazlo de modo que no vayas a lastimar tu piel, sobre todo si vas a tener relaciones sexuales después: las microlesiones que puedan aparecer son vías de entrada para infecciones.
Se llama urólogo y en realidad puede hacer muchas otras cosas, como revisar que no tengas una próstata inflamada o diagnosticarte gripa (sólo en caso de que tengas gripa, aunque sería una consulta muy cara).
Se sugiere que a partir de los 40 años las personas con pene acudamos al urólogo para hacer revisiones rutinarias de prevención de cáncer, aunque se puede acudir en cualquier momento para otras cuestiones. Más adelante mencionaré algunas señales del cuerpo que avisan que es sugerible ir a revisión médica.
Las personas con pene no sólo somos portadoras del virus del VIH, sino también podemos desarrollar cáncer derivado del mismo. Por eso es importante vacunarnos. Aquí, más información.
El condón es esencial y también existen otros métodos que pueden complementarlo para la prevención de infecciones. Aquí, más información.
La masturbación puede ser algo más que un espacio de encuentro entre tú, tus deseos más profundos y la foto de tu abuelo colgada en tu cuarto que siempre te observa incómodamente, ¡también puede ser un espacio de cuidado!
Es muy sencillo: aprovecha cuando te vayas a masturbar para dedicarle unos segundos, antes o después, a observar tu pene. Sólo eso: observarlo. Mirarlo y que te mire de regreso. Hacerte uno con él. CONOCER SU VERDAD. Yyy también buscar señales de alarma: lesiones, granitos, manchas, verrugas, etc.
¿Cuáles son las características a las que hay que prestar atención porque podrían ser de importancia médica?
Tan simple como eso. No debería existir vergüenza en las enfermedades de nuestros genitales porque no son otra cosa más que uno de los varios testimonios que existen de que habitamos un cuerpo orgánico, que es al mismo tiempo el hogar de millones de microorganismos que existen junto a nosotros en esta tierra.
Ir al doctor puede ser algo que, en ocasiones, simplemente haga menos tortuosa una experiencia como podría ser también un acto que nos salve la vida.
Y no sólo eso: al revisar y atender los malestares de nuestro pene, estamos procurando que funcione adecuadamente para cuando queramos que, pues, funcione.
Así que, si quieres una vida sexual placentera y feliz, una primera acción que puedes realizar es simple: cuida tu salud.
Si te cuesta trabajo empezar una rutina de ejercicios, los movimientos isométricos pueden ser un gran punto de partida.
Pocas cosas cuestan más que empezar un nuevo programa de ejercicios.
Pero en el frenético mundo de 2025, quedarse quieto no es la mejor opción: la evidencia científica muestra que la actividad física regular resulta imprescindible para tener una buena salud física y mental.
Por eso, un número creciente de deportólogos y entrenadores personales está recurriendo a un recurso sencillo y versátil: los ejercicios isométricos.
Se trata de posturas que se mantienen durante al menos 30 segundos y que se pueden realizar en casa y sin equipamiento.
“Para quienes llevan años sin moverse, los isométricos son una puerta de entrada segura: fortalecen sin impacto y ayudan a reconectar con el cuerpo desde el primer día”, le dice a BBC Mundo la médica deportóloga Catalina Blanco.
La doctora Patricia Puiggròs, autora de Pausa tu dolor de espalda, coincide: “Son tan versátiles que una mujer posparto, un paciente con artrosis o un ejecutivo sin tiempo pueden usarlos como punto de partida y notar cambios reales en pocas semanas”.
A continuación, te contamos qué son los ejercicios isométricos, cómo integrarlos en tu rutina y cuáles puedes probar hoy mismo.
El término isométrico proviene del griego isos (igual) y metron (medida): hace referencia a una contracción en la que el músculo mantiene la misma longitud mientras genera tensión.
En un curl de bíceps típico la fibra muscular se acorta (fase concéntrica) cuando se sube la mancuerna y se alarga (fase excéntrica) cuando se baja.
La otra opción es sostener la pesa a medio camino, sin moverla, con lo cual el bíceps trabaja de forma isométrica: la articulación no se desplaza, pero las fibras siguen “encendidas”.
Esa quietud aparente reduce la carga sobre tendones y cartílagos, lo que convierte a estos ejercicios en aliados de la rehabilitación y en un punto de partida ideal para quienes salen del sedentarismo.
Pero los isométricos no son solo para novatos.
La entrenadora personal Paola Carbajal, quien trabaja en la zona de Roatán, Honduras, y le dijo a BBC Mundo que los atletas de élite incorporan los ejercicios isométricos para mejorar la salida en velocidad, reforzar la estabilidad de los músculos abdominales o afinar la técnica en movimientos explosivos.
“Mantener una zancada estática con peso sobre la espalda durante 45 segundos quema más que veinte sentadillas ligeras”, dice en base a su experiencia con ciclistas y velocistas de alto rendimiento.
En resumen: no se trata solo de “quedarse quieto”, sino de sostener la tensión en el ángulo exacto en el que el músculo puede ganar fuerza sin castigar la articulación.
Como está generando tensión sin desplazarse, el músculo está actuando como si fuera un amortiguador que estabiliza la articulación. Blanco lo compara con “poner el freno de mano y acelerar el motor al mismo tiempo”: el cuerpo trabaja duro, pero no hay sacudidas internas.
Ese “empuje silencioso” despierta fibras profundas —las mismas que protegen la columna y las rodillas— y crea una respuesta vasodilatadora que los cardiólogos están empezando a estudiar. Blanco cuenta que en hipertensos leves, practicar cuatro series de 30 segundos, cuatro días por semana, puede reducir la presión sistólica hasta 7 mm Hg.
“Cuando la articulación duele, el músculo tiende a apagarse; una postura isométrica lo reactiva sin irritar la zona sensible”, apunta Puiggròs.
Los ejercicios isométricos también mejoran la conexión mente-músculo: pasados veinte segundos en plancha, la conciencia se clava en el abdomen. Adquirir esa sensibilidad se convierte en un paso clave para poder llevar a cabo movimientos más complejos con estabilidad.
En definitiva, el músculo se vuelve en un aliado: gana fuerza donde más se necesita y “enseña” a las articulaciones a moverse con mayor control una vez que se reanudan las repeticiones tradicionales.
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Aunque integrar ejercicios isométricos a la rutina de ejercicios es fácil y seguro, hay ciertos grupos que deben tener cuidado y consultar con un médico antes de empezar a hacerlos.
“Personas con hipertensión arterial no controlada o con antecedentes cardiovasculares importantes deben consultar con su médico antes de realizar ejercicios isométricos”, dice la doctora Puiggrós, agregando que “lesiones musculares agudas o dolor intenso en la zona a trabajar requieren valoración previa antes de comenzar”.
Además, la doctora recuerda que los ejercicios isométricos solos no son una rutina completa: “No mejoran de forma directa la movilidad, la coordinación ni la capacidad cardiovascular. Por eso, no deben sustituir un programa completo, sino integrarse como parte de un enfoque más global, que incluya también ejercicios dinámicos, movilidad articular, estiramientos y descanso adecuado.”
Las especialistas consultadas por BBC Mundo sugieren empezar con tres sesiones semanales. Las posturas deben mantenerse un mínimo 30 segundos y se puede finalizar con estiramientos a la zona que se trabajó.
Es clave también mantener la atención en la respiración, inhalar por la nariz al acomodarse en la posición, exhalar de forma constante mientras se sostiene, y volver a inhalar al finalizar.
“Cuando la respiración fluye, el cuerpo entiende que la tensión es controlada y no dispara alarmas”, dice Puiggròs.
La columna debe permanecer neutra, las rodillas alineadas con los pies y la mirada fija en un punto para mantener el equilibrio. Un espejo o la cámara del teléfono ayudan a corregir ángulos indeseados.
“Para los atletas, los isométricos son oro: mejoran la rigidez del tendón y la capacidad de aplicar fuerza rápidamente”, recuerda Blanco. Por eso ciclistas y velocistas los usan para potenciar la salida o la cadencia de pedaleo.
Cuando los 30 segundos resulten cómodos, se avanza a 45 o 60 segundos o se añade carga externa (bandas, discos ligeros). Otra opción es preceder cada isométrico con 8-10 repeticiones dinámicas del mismo ejercicio: el músculo llega fatigado y la postura final produce un estímulo extra de fuerza y resistencia.
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Las expertas consultadas por la BBC coincidieron en cuatro ejercicios isométricos clave que pueden ayudar a alguien que quiera comenzar una rutina de ejercicios.
Con los antebrazos y puntas de los pies en el suelo, hombros sobre codos, abdomen activo.
Según Puiggròs, esta posición activa “la faja natural” que protege la zona lumbar y despierta el core profundo.
Con la espalda pegada a la pared y las rodillas en ángulo de 90°.
Blanco se la receta a hipertensos y oficinistas: refuerza los cuádriceps y glúteos sin impacto y ayuda a romper las horas de sedentarismo.
Boca arriba y con las rodillas flexionadas, se eleva la pelvis hasta alinear rodillas, cadera y hombros.
Es un ejercicio que ayuda a aliviar la zona lumbar y, en el posparto, ayuda a reconectar con el suelo pélvico.
Un paso largo al frente, ambas rodillas a 90 °; tronco erguido.
Carbajal lo define como “triple tiro” para cuádriceps, glúteo medio y core; en rehabilitación de tobillo, refuerza el control neuromuscular.
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