¿Te has preguntado cuánta agua desperdicias cada que le jalas al WC? Sabemos que el cómodo inodoro parece el mejor lugar para eliminar nuestros desechos, pero hoy hablaremos del baño seco, una opción mucho más ecológica.
La OMS dice que, idealmente, un máximo de 100 litros de agua al día son suficientes para cubrir las necesidades básicas de una persona. Y sí, eso incluye la que usas en el baño, para cocinar y para tu consumo.
De acuerdo a la revista ¿Cómo ves?, de Divulgación de la Ciencia UNAM, una persona en promedio va seis veces al baño por día. En cada descarga ensucia y desperdicia entre seis y 13 litros de agua potable. ¡Eso es entre 36 y 78 litros de agua desperdiciada al día!
Es demasiada agua potable tirada al caño, ¿no crees?
Sabemos que hay tips para ahorrar agua en el baño. Por ejemplo, poner botellas rellenas de arena en el tanque para que se cargue con menos agua o reutilizar agua de lluvia o de la lavadora para jalarle.
Sin embargo, hay una solución que no usa agua y que muy pocas personas se han animado a usar debido a prejuicios y mitos.
Funciona prácticamente igual que un inodoro con agua: te sientas, haces lo que tienes que hacer, depositas el papel. La única y enorme diferencia es que “en lugar de jalar una palanca que desperdicia y contamina el agua, cubres lo que hayas hecho con una alguna cobertura vegetal”, platicó Jeinny Solís Saucedo, directora de WCEco, a Animal MX en entrevista.
El baño seco fermenta y convierte los restos fecales en composta. Así no solo se evita la contaminación del agua, sino que se aprovechan nuestros residuos para nutrir la tierra.
Esa composta no se genera por si sola en tu baño seco. Tienes que vaciar el contenido en una compostera que puedes construir en tu propia casa.
Para eso necesitarías espacio de dos metros cúbicos para crear dos cámaras de 1 metro cúbico cada una. Ambas llevan una tapa o un techo.
El proceso es sencillo, hasta abajo pones una capa de ramas más o menos gruesas y luego una pones una capa de hojarasca o de paja. Ahí vacías el contenido de tu baño seco y vuelves a cubrir con hojarasca o paja. “Lo más importante de este proceso es cubrir completamente, que nunca quede nada del material expuesto”, explica Jeinny Solís.
Así seguirás hasta llenarla, cosa que te llevará tiempo pues la misma experta nos explicó que una familia de cinco personas tardaría un año en llenar una cámara.
Cuando esté a su capacidad máxima, la dejas en reposo y el siguiente año te dedicarías a llenar la segunda cámara. Para cuando pase ese otro año, el contenido de la primera ya se habrá procesado.
El metro cúbico original se reduce a un 30% del volumen inicial, sea sea a 30 centímetros de tierra fértil que puedes usar en árboles frutales y ornamentales o en arbustos.
Aunque se vuelve un fertilizante de alta calidad y libre de patógenos, esta tierra NO debe usarse en hortalizas y en tubérculos.
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Si vives en departamento o no tienes el espacio y presupuesto para crear las cámaras de composta, también ya hay soluciones que te facilitan el usar un baño seco.
Una de las más famosas es el servicio que proporciona WCEco, una empresa que se encarga de difundir y desmitificar el uso de este tipo de baños.
Para eso, Jeinny Solís y su equipo han creado distintos retretes de baño seco que se ven como cualquier otro inodoro. Tal cual cuenta con ese “cuerpo” de inodoro y una cubeta de hasta 20 litros.
Cada que hagas del baño es el mismo proceso: haces tus necesidades y cubres con aserrín (que el servicio de WCEco también te proporciona).
El chiste es que la uses hasta que se llene y tranqui, que Jeinny dice que dos personas llenan una de esas cubetas entre cinco y siete días.
Ya que está llena, la retiras, la tapas y pones otra cubeta limpia (que igual te da WCEco) y la preparas poniendo una capa de unos 3 o 4 cm de aserrín ¡y liso! Ya puedes usarla.
El servicio de baño seco de WCEco se encarga de ir por tus desechos del baño seco y ellas mismas se encargan de llevarlas a una compostera donde convierten tus desechos en fertilizante que usan en la reforestación de bosques.
Así, en cada visita, te dejan cuatro nuevas cubetas con más aserrín y se llevan las que ya llenaste. En su página oficial puedes consultar las áreas de cobertura y todos los detalles de costos y preguntas frecuentes.
El servicio de WCEco tiene un costo de $400 cada recolección y existe en CDMX, Atizapán, Naucalpan, Tlalnepantla, Cuautitlán Izcalli y su zona conurbada, Santa Fe e Interlomas, Tepotzotlán, Monterrey y su área conurbada, Ciudad de Oaxaca, Metepec, Valle de Toluca, Querétaro, San Miguel de allende, Cuernavaca, Tepotzotlán, Puebla, Guadalajara.
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Una de las mayores preocupaciones de un baño seco es saber que nuestra popó se queda ahí varada (a diferencia de un inodoro de agua, que se lo lleva por la tubería). Ante esto, muchas personas se preguntan si no hay olores desagradables.
La respuesta es NO. La cobertura de aserrín evita el paso de olores. Lo importante es que justo cubras muy bien tus desechos cada que uses el baño.
Si haces tu compostera en casa, pasa lo mismo con la capa de hojarasca; no deja pasar los olores siempre y cuando cubras muy bien los desechos.
Lo ideal es que nunca mezcles los desechos y que más bien tengas una compostera aparte para tus mascotas. De hecho, WCEco también tiene el servicio de recolección de heces de mascotas.
¡Anímate y prueba el baño seco! Así ahorrarás muchos litros de agua al día.
Desde 2001, el colectivo artístico chileno Casagrande ha lanzado lluvias de poemas sobre ciudades como Santiago, Madrid, Guernica, Londres y Dubrovnik transformando memorias dolorosas en momentos de belleza reflexión.
Sus ojos estudian atentamente el cielo con expectativa.
Esta vez, sin embargo, no observan con una sensación de miedo, ansiedad ni urgencia, sino con intriga y emoción.
Y su entusiasmo queda bien recompensado. Un helicóptero que sobrevuela en lo alto lanza una gran nube de cientos de miles de coloridas papeletas que se esparcen en el aire y caen revoloteando lentamente sobre la muchedumbre.
Hay gritos de asombro, muchos saltan para agarrar las esquivas papeletas, otros alzan a sus niños para alcanzarlas o esperan a que caigan al suelo para recoger todas las que puedan y ver qué contienen.
Son poemas. 100, para ser exactos -50 escritos por poetas contemporáneos chilenos y 50 por poetas de la localidad donde sucede el evento- impresos en 100.000 tarjetas del tamaño de un marcador de libro.
Esta lluvia de versos, en lugar de explosivos, transforma los dolorosos recuerdos del pasado en un momento de belleza y reflexión y convierte el espacio público en un ambiente de arte y literatura.
Ese es el propósito del colectivo artístico chileno Casagrande, que ya lleva más de dos décadas realizando estos eventos en diferentes ciudades del mundo, cuyas poblaciones civiles han sido víctimas de bombardeos aéreos.
El más reciente sucedió este miércoles 14 de mayo, en Rotterdam, para coincidir con el 85 aniversario del bombardeo nazi que devastó esa ciudad de Países Bajos.
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Casagrande está conformado por tres artistas chilenos: Julio Carrasco, Joaquín Prieto y Cristóbal Bianchi, todos nacidos en 1973, el año en que Chile sufrió el cruento golpe militar contra el gobierno democrático de Salvador Allende.
Surgieron como un colectivo cultural en torno a una revista que hacía arte interpretativo en espacios públicos, un género conocido como performance.
En 2001, decidieron aprovechar la apertura al público del Palacio de la Moneda, en la capital de Santiago -la sede presidencial que fue bombardeada por las fuerzas militares el 11 de septiembre de 1973- para “hacer un nuevo bombardeo, pero esta vez con poemas de poetas chilenos de nuestra generación”, expresó Joaquín Prieto a BBC News Mundo.
“Fue toda una experiencia liberadora”, relató. “Fue un momento en que volvíamos a reconocer un espacio simbólico, como el Palacio de la Moneda bombardeado, en una nueva instancia, en una nueva imagen, viendo caer estos poemas”.
La reacción fue tan grande que decidieron reproducir el proyecto en otras ciudades con la idea de lanzar poemas sobre los lugares que han sido bombardeados en el pasado sin ser objetivo militar.
Eso los llevó a Dubrovnik, Guernica, Varsovia, Berlín, Londres, Milán y Madrid. El más reciente evento lo realizaron este miércoles en Róterdam, la segunda ciudad de Países Bajos.
El 14 de mayo de 1940, a la 1:27 de la tarde (hora local), la Alemania nazi inició un bombardeo sobre Rotterdam que devastó la ciudad. La mayoría de los edificios históricos quedaron aplastados, salvo la catedral de San Lorenzo.
Contrario a la reconstrucción de otros cascos antiguos europeos tras los conflictos bélicos, Rotterdam se erigió de cero, con diseños de vanguardia y posteriormente la creación de la gran esplanada Binnenrotte, seleccionada por los artistas para su bombardeo poético.
“Es un lugar bien emblemático porque se volvió a reconstruir la ciudad con una arquitectura moderna, con las casas cubo y el edificio lápiz, pero al mismo tiempo está la catedral, como un recuerdo de lo que quedó en pie”, señaló el artista Prieto.
El lanzamiento de los poemas se realizó el mismo día del indiscriminado bombardeo alemán hace exactamente 85 años, sin embargo, es la única vez que los artistas de Casagrande hacen coincidir las fechas de sus eventos.
“Queremos que los bombardeos de poemas se inscriban también en la historia con otra fecha en la que las ciudades recibieron, no bombas, sino poemas”.
El colectivo chileno trabajó en esta ocasión en coordinación con el festival de poesía de Róterdam Poetry International que inicia la celebración de su 25.ª edición.
“Ellos han sido clave. Nos invitaron y comisionaron para hacer esto”, explicó Prieto.
El proyecto está armado con varios elementos. Como en ocasiones anteriores, Casagrande seleccionó poemas de 50 poetas chilenos de diferentes ciudades “avalados por sus publicaciones”.
Esta vez, la contribución local vino de otros 50 poetas neerlandeses escogidos por Poetry International, que también se encargó de hacer las traducciones correspondientes del y al español.
La temática de la poesía es variada y la única limitación es la longitud, pues los versos tienen que caber en un lado de un marcapáginas de 7 cm x 22 cm, y por el otro viene la traducción.
“Este año le hicimos un guiño a Gabriela Mistral [la premio Nobel de Literatura chilena] que recibió el galardón hace 80 años en 1945”, contó Prieto.
Los marcapáginas también vienen con un diseño especial que también se repite en la publicidad que se hace a través de las redes sociales y los medios locales y nacionales, además de en pancartas en sitios públicos.
El objetivo es que por lo menos asistan mil personas para que no quede un solo marcapáginas en el suelo. “Es algo bien importante”, dice Joaquín Prieto, “no sólo en términos de obtener los permisos sino también para darle sentido al proyecto”.
Pero en ninguno de los eventos han tenido problema con eso, ya que han contado con una asistencia de público entusiasta.
“Las reacciones son maravillosas, en primer lugar porque llega como una sorpresa”, dice Joaquín Prieto del evento que suele empezar cerca del crepúsculo y dura aproximadamente una hora.
Un helicóptero, en el que van Cristóbal Bianchi y Julio Carrasco con media tonelada de poemas, sobrevuela el lugar donde se congrega la multitud mirando al cielo.
Joaquín está en tierra, comunicado con sus colegas para indicarles por dónde mejor arrojar los marcapáginas con los poemas expertos.
De pronto se ve una nube que se expande y los marcadores de libro van cayendo lentamente sobre su eje, revoloteando y brillando con luces que se apuntan a la nube.
“Lo que me motiva es que al estar abajo veo esa sensación, esos gritos, esos aplausos cuando cae la nube”, describe Prieto. “La gente empieza a comportarse en verdad como niños”.
Saltan para agarrar los primeros poemas, alzan a sus hijos para que los alcancen, otros niños corren tras los poemas que flotan más lejos. Algunos sacuden los árboles para soltar los versos que han quedado atrapados. Incluso hay unos que abren los paraguas al revés para atrapar la mayor cantidad.
Cuando los empiezan a leer se dan cuenta de que hay muchos distintos y se dan a la tarea de coleccionar todos los que puedan. “Cuando por algún motivo tienen uno repetido, entonces lo intercambian con otra persona”.
Así, un lugar que en una época fue devastado por un bombardeo militar es transformado en lugar de paz, de intercambio cultural, de conexión y de reflexión.
A pesar de que el despliegue dura sólo una hora, el éxito del evento depende de una cuidadosa y larga preparación.
Joaquín Prieto señala irónicamente que es casi como preparar un operativo militar. “En un proyecto en general nos demoramos como tres años en realizarlo”, dice.
Deben entrar en contacto con las municipalidades e instituciones culturales locales. Además de comisionar y seleccionar los poemas, diseñar los marcapáginas, crear una estrategia de publicidad, está todo el análisis logístico.
Se estudian los espacios que se van a utilizar, se adquiere la autorización para usar drones de observación y luego para sobrevolar con el helicóptero, y deben adherirse a los estándares de seguridad. “En algunas ciudades han llegado a ser 12 permisos los que se requieren”, comentó Prieto.
Fuera de eso, el tema meteorológico es fundamental.
“Nuestro gran enemigo es el viento, cuando cambia”, reconoce el artista de Casagrande. “Pero ya tenemos experiencia y siempre hemos hecho que la mayoría de los poemas caigan donde está la gente”.
El grupo ahora trabaja con climatólogos que les entrega los pronósticos del tiempo, las temperaturas y el viento.
En la mira de Casagrande están las ciudades que representan las situaciones más dramáticas donde se lanzaron bombas sin ser un objetivo militar. Específicamente Dresde, Hiroshima y Nagasaki.
“Esos son lugares que nos interesaría hacerlos en el futuro”, afirmó Joaquín Prieto.
Sin embargo, son casos delicados, ya sea por el debate histórico que continúa sobre los autores, motivos y efectos de esos bombardeos, o por la manera en que esas ciudades prefieren conmemorar esos hechos.
“Hay una manera como conmemoran esto en Japón, que es con una ceremonia en silencio”, explica. “Es posible que tengan que digerir el proyecto más, cuál es el sentido, etc”.
Pero un miembro de Casagrande ya estuvo en Japón y siguen las conversaciones.
“Es un proyecto-arte. Lo importante aquí es la realización y las lecturas se lo dan las propias personas y los que les interesa darle la vuelta a lo que ha sucedido”, concluyó.
Las imágenes del Colectivo Casagrande y Poetry International tienen derechos reservados
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