El cine de terror está lleno de clichés que nos encantan, pero uno de ellos se sigue transformando para darnos protagonistas más poderosas: las famosas scream queens o reinas del grito.
En casi toda película del género no puede faltar la mujer atractiva con poderosos pulmones; sin embargo, esta figura ya no es solo una damisela en peligro.
Con los años, quienes reciben este título son aquellas mujeres que incluso son las últimas en quedar de pie y que tienen que hacer frente a sus adversarios sin importar si son humanos o no.
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El término “scream queen” o “reina del grito” no nace en el cine de terror, sino que podríamos irnos hasta la antigua Grecia donde en los relatos es recurrente la figura de la doncella que necesita ser rescatada o que tiene que ser sacrificada.
En los cuentos de la Edad Media continua la presencia de estas mujeres que aunque son protagonistas de sus historias, siempre huyen y se les retrata como indefensas, como Blancanieves o Rapunzel.
Así esta figura se repite una y otra vez en toda clase de historias; y por eso no es sorpresa que cuando se inventó el cine, se retomara a la damisela tímida e inocente para las historias.
Aunque es gracias al cine sonoro que las scream queens ganaron su característica más importante: el grito.
Aunque podemos ver ejemplos de estas mujeres en películas como El gabinete del Doctor Caligari (1920) o Nosferatu (1922), se considera que la primera reina del grito fue Fay Wray y su aparición en King Kong (1933).
En ella interpreta a Ann Darrow, quien es secuestrada y después rescatada por el enorme Kong. Y aunque no hayas visto la película, podemos asegurarte que Fay Wray gastó mucho su voz:
https://www.youtube.com/watch?v=DwawiQLsPe0&t=8s
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Ese arquetipo de una mujer joven e inocente se siguió usando durante décadas de la misma manera. Hacia los 70 ganó otras características como la de andar en ropa “sexy” aunque estuvieran en medio del bosque.
Pero es hacia los 80 cuando se marca el mayor de los cambios: estas mujeres ya no solo gritan y corren hasta que son rescatadas. Sino que muchas de ellas comienzan a hacerle frente a sus perseguidores.
Así es como las scream queens comienzan a tener más protagonismo en las historias, pues incluso son las últimas en quedar de pie y quienes dan el golpe final a la gran amenaza.
De hecho, aunque no dudamos que personajes como Michael Myers son los protagonistas de estas historias, la audiencia se comienza a identificar mucho más con estas supervivientes que, aunque todavía gritan a todo pulmón, agarran cualquier objeto a su alcance para convertirlo en un arma, pues harán cualquier cosa por sobrevivir.
Este tipo de personaje puede ser más común en las películas del subgénero slasher, pero la realidad es que puedes encontrarlas en cualquier tipo de historia de terror.
Algunas actrices que se han ganado el título de reina de terror es por aparecer en la misma franquicia y en el mismo papel, pero hay otras más que han dado vida a diferentes personajes.
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Aquí repasamos algunas de ellas:
Cuando hablamos de clásicos de terror, a cualquiera le viene a la mente Psycho (1960) de Alfred Hitchcock. Pero entre todos los elementos y momentos icónicos hay uno que siempre destaca: la famosa escena de la regadera.
Esta es protagonizada por Janet Leigh como Marion Crane, papel que marcó para siempre su carrera.
Quizás es de las reinas del grito menos conocidas de la lista por no ser actriz hollywoodense. Aunque ella es británica, su carrera estalló en la industria italiana.
El papel que le cambió la vida lo hizo en Black Sunday (1960), donde interpretó a Asa y la Princesa Katia Vajda.
Otras cintas de terror italianas en las que participó son The Horrible Dr. Hitchcock (1962), The Ghost (1963), The Long Hair of Death (1964), Castle of Blood (1964), Terror-Creatures from the Grave y Nightmare Castle (1965).
Cuando hablamos de scream queens sí o sí tenemos que mencionar a Jamie Lee Curtis y su papel como Laurie Strode en Halloween (1978) de John Carpenter.
Como dato curioso, su madre es la actriz Janet Leigh, quien también aparece en esta lista.
Aunque la actriz dice no disfrutar del terror, es de los géneros donde más la hemos visto, pues no solo realizó varias secuelas de Halloween –incluida la que se estrena este año–, sino que también apareció en cintas como The Fog, Prom Night y Terror Train que estrenaron en 1980.
Un papel bastó para que Shelley Duvall se uniera a la legión de las scream queens y no es para menos, ya que su interpretación como Wendy Torrance en El Resplandor (1980) de Stanley Kubrick.
La realidad es que la actriz sufrió mucho durante el rodaje de la película, ya que el director la hizo repetir más de cien veces una de las secuencias de la película hasta que saliera “perfecta”.
Una figura clásica dentro de las reinas del grito es esta actriz que se hizo famosa como Nancy Thompson en A Nightmare on Elm Street (1984) de Wes Craven.
Ella es de las que quedó muy marcada por su papel, ya que pudimos verla de nuevo como Nancy en otras secuelas de las películas de Freddy Krueger.
Ya te diste cuenta que las grandes sagas de terror sí o sí cuentan con su propia reina del grito. Es por ello que no es raro ver a Neve Campbell en la lista, pues dio vida a Sidney Prescott en Scream (1996).
De hecho, el persona no solo es protagónico en la primera cinta, sino que podemos ver a Sidney en las demás secuelas y obviamente regresará en la que será lanzada en 2022.
https://www.youtube.com/watch?v=-uY2kOP3abU
Las scream queens no solo luchan contra asesinos seriales o fantasmas, sino hasta con criaturas del espacio. Así lo demostró Sigourney Weaver cuando apareció en la saga Alien por primera vez en 1979.
Aunque nadie la escuchara gritar en el espacio, la actriz interpretó el papel de Ellen Ripley un total de cuatro veces.
Muchas personas la ubican por llevar el papel protagónico de la serie Buffy The Vampire Slayer, pero su inicio como reina del grito inició en la película Sé lo que hicieron el verano pasado (1997) como Helen Shivers.
Aunque ese mismo año, también salió en Scream 2 como Casy Cooper. Su carrera por el cine de terror no terminaría ahí, pues posteriormente la veríamos en las dos películas de La maldición.
¿Cuál es tu reina del grito favorita?
Los minuciosos preparativos para lanzar la señal de humo que confirmará o no la elección de un nuevo Papa ya están en marcha.
Cuando la Iglesia católica elige a un nuevo Papa, el mundo no está pendiente de una rueda de prensa o de una publicación en las redes sociales, sino del humo que sale de una pequeña chimenea en lo alto de la Capilla Sixtina.
Si el humo es negro, no se ha elegido nuevo Papa. Si es blanco, se ha tomado una decisión: Habemus Papam – tenemos un Papa. Es un gran acontecimiento, retransmitido en directo a millones de personas.
Pero lo que los telespectadores no ven es la complejidad oculta de este centenario ritual: la chimenea cuidadosamente construida, la estufa diseñada y las recetas químicas precisas, cada parte minuciosamente diseñada para garantizar que una voluta de humo transmita un mensaje claro.
Expertos explicaron a la BBC que el proceso requiere “dos fuegos artificiales a medida”, ensayos de pruebas de humo y bomberos en estado de alerta.
Todo esto está meticulosamente organizado por un equipo de ingenieros y funcionarios de la Iglesia que trabajan al unísono.
El papa Francisco falleció el 21 de abril, lunes de Pascua, a los 88 años y, una vez finalizado el funeral, la atención se centró en el cónclave, una reunión privada en la que se elegirá a su sucesor.
El Vaticano confirmó que los cardenales se reunirán en la Basílica de San Pedro el 7 de mayo para celebrar una misa especial antes de reunirse en la Capilla Sixtina, donde comenzará la compleja votación.
La tradición de quemar las papeletas de votación de los cardenales se remonta al siglo XV y se convirtió en parte de los rituales del cónclave destinados a garantizar la transparencia y evitar la manipulación, sobre todo después de que los retrasos en la elección papal provocaran frustración y malestar de la opinión pública.
Con el tiempo, el Vaticano empezó a utilizar el humo como medio de comunicación con el mundo exterior, preservando al mismo tiempo la estricta confidencialidad de la votación.
Y hoy, a pesar de los innumerables avances en comunicación, el Vaticano continúa preservando la tradición.
“Desde la antigüedad, la gente ha visto el humo que sale -de los sacrificios de animales y granos en la Biblia, o de la quema de incienso en la tradición- como una forma de comunicación humana con lo divino”, le dice a la BBC Candida Moss, profesora de teología de la Universidad de Birmingham, Reino Unido.
“En la tradición católica, las oraciones ‘ascienden’ hasta Dios. El uso del humo evoca estos rituales religiosos y la estética de asombro y misterio que los acompaña”.
Moss señala también que el humo ascendente permite a las personas que se reúnen en la plaza de San Pedro “sentirse incluidas, como si estuvieran incorporadas a este asunto misterioso y secreto”.
Los motivos son simbólicos, pero hacer que funcione en el siglo XXI requiere ingeniería del mundo real.
En el interior de la Capilla Sixtina se instalan temporalmente dos estufas específicas para el cónclave: una para quemar las papeletas y otra para generar las señales de humo.
Ambas estufas están conectadas a un pequeño conducto -un tubo dentro de una chimenea que permite la salida del humo- que sube por el tejado de la capilla hasta el exterior.
Recientemente se vio a bomberos en el tejado, que aseguraban con cuidado la parte superior de la chimenea en su sitio, mientras los obreros montaban andamios y construían las estufas en el interior.
La Capilla Sixtina, construida hace más de 500 años, alberga uno de los techos más famosos del mundo. Adornado con los frescos de Miguel Ángel, no está precisamente diseñado para señales de humo, y la chimenea debe instalarse de forma discreta y segura.
Es un proceso complejo.
Los técnicos utilizan una abertura existente o crean una trampilla provisional por la que se introduce el conducto para que salga el humo, normalmente de un metal como el hierro o el acero.
La tubería va desde las estufas hasta el exterior, y emerge a través del techo de tejas sobre la plaza de San Pedro.
Cada junta se sella para evitar fugas y cada componente se somete a pruebas.
Los especialistas ensayan con humo en los días previos al comienzo del cónclave, asegurándose de que el tiro de la chimenea funciona en tiempo real. Incluso participan los bomberos del Vaticano, en alerta por si hay una avería.
“Se trata de un proceso muy preciso, porque si algo sale mal, no es sólo un fallo técnico, sino que se convierte en un incidente internacional”, le explica a la BBC Kevin Farlam, ingeniero de estructuras que ha trabajado en edificios patrimoniales.
“No es como poner una tubería en un horno de pizza. Cada parte del sistema tiene que instalarse sin dañar nada”.
Este montaje se construye días antes de la llegada de los cardenales y se desmonta una vez elegido el Papa.
Para que la señal sea visible, los técnicos del Vaticano utilizan una combinación de compuestos químicos.
“En esencia, lo que están construyendo aquí son dos fuegos artificiales a medida”, le explica a la BBC el profesor Mark Lorch, jefe del departamento de química y bioquímica de la Universidad de Hull, Reino Unido.
“Para el humo negro, se quema una mezcla de perclorato potásico, antraceno y azufre, que produce un humo espeso y oscuro.
“Para el humo blanco, se utiliza una combinación de clorato potásico, lactosa y colofonia de pino, que se quema de forma limpia y pálida.
“En el pasado se intentaba quemar paja húmeda para crear un humo más oscuro y paja seca para hacer un humo más claro – pero esto causaba cierta confusión porque a veces parecía gris”.
Lorch dice que estos productos químicos están “preenvasados en cartuchos y se encienden electrónicamente”, por lo que no hay ambigüedad.
El toque de campana -introducido durante la elección del papa Benedicto XVI- sirve ahora de confirmación y se utiliza junto a la señal de humo.
A lo largo de los años se han hecho propuestas para modernizar el sistema: luces de colores, alertas digitales o incluso votaciones televisadas.
Pero para el Vaticano, el ritual no es sólo una herramienta de comunicación: es un momento de continuidad con siglos de tradición.
“Se trata de tradición y secretismo, pero también tiene un peso teológico real”, afirma Moss.
“Además, ‘Iglesia católica’ y ‘vanguardia’ distan mucho de ser sinónimos: la innovación es casi antitética al ritual”.
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