Tenemos mucha curiosidad por la película musical de Chicas pesadas, pero muchas personas no saben que ya tuvimos una secuela de este clásico del cine. Sin embargo, quienes sí la vieron intentan olvidarla. Aquí te contamos por qué Mean Girls 2 no brilló como la primera.
No hay duda de que con sus espectaculares personajes, icónicas frases y brillantes chistes, la película original sigue siendo una de las favoritas y muchas nos vestimos de rosa para celebarla cada 3 de octubre.
Aunque ojo, por más que nos preguntamos qué pasó con Regina George, Cady Heron y las demás, esta película no lo resuleve (para eso tenemos un comercial del super)
La primera película protagonizada por Lindsay Lohan y Rachel McAdams se lanzó en 2004 y desde entonces esta comedia adolescente se volvió un ícono de la cultura pop.
Con ese éxito, era de esperarse que se buscara repetir la fórmula y por eso se trabajó en una secuela simplemente llamada Mean Girls 2.
Hay un montón de secuelas que solo copian y pegan la trama de la primera, pero con personajes diferentes. Sin embargo, hacer eso con Mean Girls 2 no fue la mejor idea.
La historia sigue a Jo-Mitchell, quien en su primer día de clases se encuentra con “las plásticas”: Mandi Weatherly, Chastity Meyer y Hope Plotkin.
Y sí, también conoce a una chica nada popular que se dedica al arte y que tiene problemas con “las plásticas”.
Hasta aquí todo suena muy familiar; pero la gran diferencia es que en este caso la protagonista y su amiga deciden crear su propio grupo: “Las anti-plásticas”.
No basta con juntar a un grupo de chicas “populares” para hacer que la secuela funcione. La realidad es que ninguna de estas nuevas “plásticas” le llegan ni a Regina, ni a Gretchen ni a Karen.
Y en parte es porque Mean Girls 2 no contó con un guión desarrollado por la brillante comediante Tina Fey, quien sí desarrolló el de la primera y también desarrolló el musical (en el que se basa la nueva película).
Aunque la historia también se desarrolla en North Shore High School y el director sigue siendo el mismo; Mean Girls 2 no tiene ninguna clase de conexión con la primera.
Y la verdad es que es un insulto que nadie hable de Regina Geroge o Cady Heron considerando que fue algo grande lo que sucedió entre ellas.
Tampoco le pusieron tanto presupuesto a Mean Girls 2. Pues desde un inicio se definió que no sería lanzada en cines, sino que más bien tendría un estreno en TV (a través del canal ABC Family) y posteriormente un lanzamiento en DVD.
Este proyecto se anunció desde 2008; sin embargo, se lanzó en 2011 con la dirección de Melanie Mayron, quien tiene mucha experiencia en series y películas para la televisión.
Ya hablamos que Lindsay Lohan y Rachel McAdams se robaron la primera película. Pero tristemente Mean Girls 2 no contó con un elenco igual de atractivo.
Jo Mitchell, la protagonista, fue interpretada por Meaghan Martin quien salió en las películas Camp Rock y Camp Rock 2 de Disney Channel.
Su amiga Abby Hanover fue interpretada por Jennifer Stone, otra estrella de Disney Channel que salió en la serie Los hechiceros de Waverly Place.
Las “plásticas” fueron lideradas por Maiara Walsh como Mandi Weatherly. Y de hecho este fue de sus primeros papeles, pues antes solo había salido como invitada en The Vampire Diaries.
Nicole Gale Anderson le dio vida a Hope Plotkin en Mean Girls 2. Aunque antes había salido en series como Zoey 101, Hannah Montana o iCarly solo había sido en un episodio y como personaje secundario.
El trío de “plásticas” se completó con Claire Holt como Chastity Meyer. La actriz antes había tenido el protagónico en la serie australiana H20: Sirenas del Mar.
Mean Girls 2 también tiene a un interés amoroso llamado Tyler Adams, quien fue interpretado por Diego Boneta cuando apenas estaba intentado hacer una carrera en Estados Unidos.
Si sientes curiosidad por ver Mean Girls 2 no vamos a detenerte. En México está disponible en el catálogo de ViX Premium o puedes rentarla a través de Prime Video, Claro Video, Google Play o Apple TV.
Los minuciosos preparativos para lanzar la señal de humo que confirmará o no la elección de un nuevo Papa ya están en marcha.
Cuando la Iglesia católica elige a un nuevo Papa, el mundo no está pendiente de una rueda de prensa o de una publicación en las redes sociales, sino del humo que sale de una pequeña chimenea en lo alto de la Capilla Sixtina.
Si el humo es negro, no se ha elegido nuevo Papa. Si es blanco, se ha tomado una decisión: Habemus Papam – tenemos un Papa. Es un gran acontecimiento, retransmitido en directo a millones de personas.
Pero lo que los telespectadores no ven es la complejidad oculta de este centenario ritual: la chimenea cuidadosamente construida, la estufa diseñada y las recetas químicas precisas, cada parte minuciosamente diseñada para garantizar que una voluta de humo transmita un mensaje claro.
Expertos explicaron a la BBC que el proceso requiere “dos fuegos artificiales a medida”, ensayos de pruebas de humo y bomberos en estado de alerta.
Todo esto está meticulosamente organizado por un equipo de ingenieros y funcionarios de la Iglesia que trabajan al unísono.
El papa Francisco falleció el 21 de abril, lunes de Pascua, a los 88 años y, una vez finalizado el funeral, la atención se centró en el cónclave, una reunión privada en la que se elegirá a su sucesor.
El Vaticano confirmó que los cardenales se reunirán en la Basílica de San Pedro el 7 de mayo para celebrar una misa especial antes de reunirse en la Capilla Sixtina, donde comenzará la compleja votación.
La tradición de quemar las papeletas de votación de los cardenales se remonta al siglo XV y se convirtió en parte de los rituales del cónclave destinados a garantizar la transparencia y evitar la manipulación, sobre todo después de que los retrasos en la elección papal provocaran frustración y malestar de la opinión pública.
Con el tiempo, el Vaticano empezó a utilizar el humo como medio de comunicación con el mundo exterior, preservando al mismo tiempo la estricta confidencialidad de la votación.
Y hoy, a pesar de los innumerables avances en comunicación, el Vaticano continúa preservando la tradición.
“Desde la antigüedad, la gente ha visto el humo que sale -de los sacrificios de animales y granos en la Biblia, o de la quema de incienso en la tradición- como una forma de comunicación humana con lo divino”, le dice a la BBC Candida Moss, profesora de teología de la Universidad de Birmingham, Reino Unido.
“En la tradición católica, las oraciones ‘ascienden’ hasta Dios. El uso del humo evoca estos rituales religiosos y la estética de asombro y misterio que los acompaña”.
Moss señala también que el humo ascendente permite a las personas que se reúnen en la plaza de San Pedro “sentirse incluidas, como si estuvieran incorporadas a este asunto misterioso y secreto”.
Los motivos son simbólicos, pero hacer que funcione en el siglo XXI requiere ingeniería del mundo real.
En el interior de la Capilla Sixtina se instalan temporalmente dos estufas específicas para el cónclave: una para quemar las papeletas y otra para generar las señales de humo.
Ambas estufas están conectadas a un pequeño conducto -un tubo dentro de una chimenea que permite la salida del humo- que sube por el tejado de la capilla hasta el exterior.
Recientemente se vio a bomberos en el tejado, que aseguraban con cuidado la parte superior de la chimenea en su sitio, mientras los obreros montaban andamios y construían las estufas en el interior.
La Capilla Sixtina, construida hace más de 500 años, alberga uno de los techos más famosos del mundo. Adornado con los frescos de Miguel Ángel, no está precisamente diseñado para señales de humo, y la chimenea debe instalarse de forma discreta y segura.
Es un proceso complejo.
Los técnicos utilizan una abertura existente o crean una trampilla provisional por la que se introduce el conducto para que salga el humo, normalmente de un metal como el hierro o el acero.
La tubería va desde las estufas hasta el exterior, y emerge a través del techo de tejas sobre la plaza de San Pedro.
Cada junta se sella para evitar fugas y cada componente se somete a pruebas.
Los especialistas ensayan con humo en los días previos al comienzo del cónclave, asegurándose de que el tiro de la chimenea funciona en tiempo real. Incluso participan los bomberos del Vaticano, en alerta por si hay una avería.
“Se trata de un proceso muy preciso, porque si algo sale mal, no es sólo un fallo técnico, sino que se convierte en un incidente internacional”, le explica a la BBC Kevin Farlam, ingeniero de estructuras que ha trabajado en edificios patrimoniales.
“No es como poner una tubería en un horno de pizza. Cada parte del sistema tiene que instalarse sin dañar nada”.
Este montaje se construye días antes de la llegada de los cardenales y se desmonta una vez elegido el Papa.
Para que la señal sea visible, los técnicos del Vaticano utilizan una combinación de compuestos químicos.
“En esencia, lo que están construyendo aquí son dos fuegos artificiales a medida”, le explica a la BBC el profesor Mark Lorch, jefe del departamento de química y bioquímica de la Universidad de Hull, Reino Unido.
“Para el humo negro, se quema una mezcla de perclorato potásico, antraceno y azufre, que produce un humo espeso y oscuro.
“Para el humo blanco, se utiliza una combinación de clorato potásico, lactosa y colofonia de pino, que se quema de forma limpia y pálida.
“En el pasado se intentaba quemar paja húmeda para crear un humo más oscuro y paja seca para hacer un humo más claro – pero esto causaba cierta confusión porque a veces parecía gris”.
Lorch dice que estos productos químicos están “preenvasados en cartuchos y se encienden electrónicamente”, por lo que no hay ambigüedad.
El toque de campana -introducido durante la elección del papa Benedicto XVI- sirve ahora de confirmación y se utiliza junto a la señal de humo.
A lo largo de los años se han hecho propuestas para modernizar el sistema: luces de colores, alertas digitales o incluso votaciones televisadas.
Pero para el Vaticano, el ritual no es sólo una herramienta de comunicación: es un momento de continuidad con siglos de tradición.
“Se trata de tradición y secretismo, pero también tiene un peso teológico real”, afirma Moss.
“Además, ‘Iglesia católica’ y ‘vanguardia’ distan mucho de ser sinónimos: la innovación es casi antitética al ritual”.
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