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“Así fue”, la historia que Juan Gabriel escribió para la española Isabel Pantoja
“Así fue”, la historia que Juan Gabriel escribió para la española Isabel Pantoja
Foto: captura de pantalla YouTube Juan Gabriel, concierto en Bellas Artes.
3 minutos de lectura

“Así fue”, la historia que Juan Gabriel escribió para la española Isabel Pantoja

Cualquier oportunidad es buena para hablar de nuestro Divo de Juárez, así que aprovechando que en la mañanera el presidente López Obrador recordó "Así fue", una de sus más grandes canciones, acá aprovechamos para hablar de la historia de Juan Gabriel e Isabel Pantoja.
03 de mayo, 2023
Por: Animal MX
@animalmx 

En México hablamos (y cantamos) de nuestro Divo de Juárez a la menor provocación. Hoy no fue la excepción: el presidente López Obrador puso la canción “Así fue” en la mañanera, una de las canciones más reconocidas de Juan Gabriel, misma que compuso para una de sus compañeras más queridas: Isabel Pantoja.

Por eso vamos a aprovechar para hablar de la historia de “Así fue”, escrita por Juan Gabriel, e interpretada por la cantante española.

Juan Gabriel y su musa Isabel Pantoja

Empecemos por el principio: Isabel Pantoja es una cantante y actriz de Sevilla, España, reconocida como una de las intérpretes más importantes de los 70, 80 y 90 de ese país.

A finales de los 70, Juan Gabriel e Isabel se conocieron y, desde ese momento, se hicieron grandes amigos, ¡inseparables! y justo esta amistad y cercanía se dio poco después de que Rocío Dúrcal y el Divo de Juárez se distanciaran.

Después de años de amistad, en 1988, Juanga le compuso un álbum completo a Isabel, el afamado Desde Andalucía que contiene varios éxitos (por ejemplo “Hazme tuya una vez más” y “Cuántos días más”), pero la rola que más destaca es, precisamente, “Así fue”.

Mira: Nadie es como él: lo que aprendimos de las canciones de Juan Gabriel

Así es: Isabel Pantoja fue la primera intérprete de “Así fue” y fue íntima amiga de Juan Gabriel hasta el final de sus días.

Juanga le pidió matrimonio a Isabel… ella lo rechazó

Así como lo lees: a inicios de 1988, nuestro Divo le pidió a Pantoja que se casaran. Pero ella lo rechazó.

Resulta y resalta que en 1983, Pantoja se casó con el torero Francisco Rivera Pérez, conocido como Paquirri, con quien tuvo a su hijo Kiko Rivera.

Peeeeero al año siguiente, el torero murió corneado en una plaza de toros en Andalucía. La cosa fue tan impactante en esos tiempos (por la fama tanto de la cantante como del torero) que a Isabel Pantoja la apodaron La viuda de España.

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Fue al año siguiente que Pantoja volvió a cantar y salir en público.

Entoooonces, en ese contexto, en 1988 Juan Gabriel le pidió matrimonio, hecho que ella misma confirmó en 2019, en una entrevista para el canal español Telecinco.

“Cuando mi hijo tenía cuatro años, él (Juan Gabriel) quería que yo fuera su esposa y yo le dije: «no puede ser»”, confesó la cantante. “Y te lo confieso, Alberto, donde quiera que estés: muchas veces me he arrepentido de no haberlo hecho“.

Tanto el cantautor como la española se mantuvieron cercanas a lo largo de sus vidas, tanto así que en el concierto de Juan Gabriel en Bellas Artes en 2013, una de las invitadas de honor fue Isabel Pantoja quien interpretó la canción tan famosa.

Te recomendamos mucho ver el video, sobre todo la parte final, cuando se reúnen en el escenario y se abrazan con cariño:

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Imagen BBC
¿Cuál es el origen científico de la risa? (y la enorme cantidad de especies animales que emiten sonidos similares)
6 minutos de lectura

La risa no es solo un pasatiempo agradable ni un lujo ocasional. Es un pilar fundamental en nuestra salud.

25 de junio, 2025
Por: BBC News Mundo
0

¿Alguna vez se ha puesto a reír con alguien que apenas conoce? Tal vez fue por una broma tonta o, incluso, por el simple hecho de oír el sonido de esa persona riendo.

No importa si es la primera vez que la vemos o si no compartimos intereses con ella, porque en ese momento estamos conectados por una simple y poderosa reacción: la risa.

La risa como reflejo biológico se confirma en diversos estudios que muestran que los bebés ya sonríen hacia el primer mes de vida y empiezan a reír alrededor de los tres meses, incluso antes de comprender las dinámicas sociales que los rodean.

De forma similar, las personas sordociegas, que nunca han visto ni oído una risa, también ríen de manera espontánea, lo que subraya el carácter innato de este comportamiento.

Sorprendentemente, la risa no es un rasgo exclusivo de nuestra especie.

Investigaciones recientes han descubierto que al menos 65 especies de animales —como vacas, loros, perros, delfines o urracas— emiten sonidos similares cuando juegan o incluso cuando les hacen cosquillas, como les ocurre a los simios y a las ratas.

Dos chimpancés riendo
Getty Images
Al menos 65 especies de animales emiten sonidos similares a la risa cuando juegan o incluso cuando les hacen cosquillas.

Esto sugiere que la risa no es algo exclusivamente humano, sino que tiene raíces evolutivas muy antiguas, compartidas con otros animales.

De hecho, las carcajadas de los simios al jugar podrían ser el origen evolutivo de nuestra risa. A diferencia del habla, que requiere un lenguaje complejo, la risa es instintiva y contagiosa, lo cual refuerza el sentimiento de pertenencia al grupo.

Los científicos creen que esta función social surgió probablemente con el Homo ergaster hace unos dos millones de años, ya que generaba cohesión grupal sin necesidad del lenguaje.

Los tres factores clave del humor

Pero ¿por qué ciertos estímulos nos resultan graciosos? La gelotología, la ciencia que estudia la risa, lleva años buscando una respuesta a esta pregunta. Y pese a las más de veinte teorías que intentan explicarlo, no existe un consenso definitivo.

Sin embargo, la mayoría de los modelos actuales coinciden en tres factores clave: la percepción de una violación de expectativas (incongruencia), la evaluación de esa violación como inofensiva y la simultaneidad de ambos procesos.

Es decir, la risa aparece cuando algo desafía nuestras expectativas de forma repentina pero inofensiva, y lo procesamos de manera inmediata.

Por ejemplo, si alguien tropieza con una cáscara de plátano y se levanta riendo, nuestro cerebro registra la sorpresa (“¡qué inesperado!”) y, al comprobar que no hay riesgo (“solo es una caída tonta”), libera esa tensión con una carcajada de alivio porque no existe una amenaza real.

Este mecanismo explica por qué un chiste fallido no causa gracia (falta sorpresa) o por qué un accidente real no es cómico (el suceso no es inofensivo).

Sin embargo, no todos los estímulos humorísticos son universales.

Las diferencias culturales, personales y contextuales afectan profundamente lo que se considera gracioso. Un mismo chiste puede resultar cómico en una cultura, ofensivo en otra o completamente irrelevante en una tercera.

Bebé riendo
Getty Images
Los bebés empiezan a reír alrededor de los tres meses.

Resortes cerebrales de la risa

Pero ¿qué ocurre en nuestro cerebro desde que percibimos algo gracioso hasta que nos reímos?

Diversos estudios han demostrado que el procesamiento del humor involucra múltiples regiones. Así, mientras la incongruencia se detecta en la corteza prefrontal dorsolateral, la unión temporo-occipital evalúa su carácter inofensivo.

Una vez confirmada esta ausencia de riesgo, se producen cambios en la sustancia gris periacueductal y se activa el circuito de recompensa (liberando el neurotransmisor dopamina), lo que finalmente desencadena la risa.

Curiosamente, no todas las risas son iguales.

La risa emocional ligada a un estado de placer genuino es innata y espontánea, activando principalmente estructuras cerebrales asociadas a la recompensa emocional, como el núcleo accumbens y la amígdala.

En cambio, la risa voluntaria es aprendida y funciona como una herramienta social para imitar o reforzar vínculos emocionales y depende de áreas cerebrales responsables de movimientos conscientes.

Así, cada tipo de risa refleja mecanismos neuronales distintos: lo automático frente a lo social.

Una mujer riendo junto a una amiga
Getty Images
La risa aparece cuando algo desafía nuestras expectativas de forma repentina pero inofensiva, y lo procesamos de manera inmediata.

Además, se ha observado que los jóvenes tienden a mostrar una mayor activación en las zonas vinculadas al placer emocional, lo que refleja una experiencia más intensa y primaria del humor.

En cambio, en los adultos se encienden más aquellas áreas relacionadas con el procesamiento complejo, la reflexión asociativa y la memoria autobiográfica.

Esto explicaría cómo debido a la experiencia acumulada, los adultos contextualizan el humor mediante la memoria y prefieren estilos complejos (como el sarcasmo), mientras que los jóvenes, con menos experiencias vitales, buscan estímulos inmediatos (como el humor físico o absurdo).

Carcajadas terapéuticas

Más allá de su dimensión emocional y social, la risa tiene también un potente efecto terapéutico.

Cuando reímos, el sistema opioide endógeno —relacionado con sensaciones de placer y calma— se activa, promoviendo la liberación de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, sustancias clave en el bienestar psicológico y en la reducción del estrés.

Diversos estudios avalan la eficacia de la risa para mejorar la calidad de vida, especialmente en personas mayores, donde la frecuencia de la risa se asocia a menor riesgo de discapacidad funcional.

La llamada risoterapia ayuda a reducir niveles de cortisol (hormona del estrés), aliviar la depresión y la ansiedad, mejorar la calidad del sueño e incluso a aumentar la tolerancia al dolor.

Los efectos positivos de la risa se extienden también al ámbito hospitalario: en niños y adolescentes sometidos a procedimientos médicos, la presencia de payasos ha demostrado reducir significativamente la ansiedad, el dolor y el estrés.

En definitiva, la risa no es solo un pasatiempo agradable ni un lujo ocasional. Es un pilar fundamental en nuestra salud y en el bienestar social. Aprender a reír más, a buscar motivos de alegría en lo cotidiano, puede ser tan crucial para nuestra vida como cuidar la alimentación o hacer ejercicio físico.

La risa tiene la capacidad de transformar nuestra biología, nuestra mente y nuestras relaciones. Quizá el humorista Victor Borge (1909-2000) tenía razón cuando dijo que es la distancia más corta entre dos personas.

*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic aquí para ver la versión original.

**Marta Calderón García es investigadora en cognición, comportamiento y neurocriminología de la Universidad Miguel Hernández en España.

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BBC

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