¿A quién no le gusta un buen meme de Internet? Esta forma de comunicación ha ganado muchísima fuerza en los últimos años y ahora está prácticamente en todas nuestras conversaciones (sí, incluyendo esta nota).
El meme ha evolucionado con el paso del tiempo: inició como simples combinaciones de teclas, pero actualmente su forma de difusión más popular es a través de video en plataformas como TikTok, Instagram, X y más.
Pero el formato no es lo único que evolucionó, sino que también cambió la forma en la que los usamos. Ahora no solo sirve para expresarnos, sino que puede contener muchísimos subtextos y connotaciones.
En Animal MX platicamos con expertos creadores e investigadores de memes, así como con las personas que los hacen para difundir ideas políticas, quienes nos explicaron más para comprender más sobre su uso maravilloso para conectar, pero también conocer a fondo su función de difusión y explotación de ideologías políticas.
Aunque casi todas podemos relacionar la idea del meme con algo que hemos aprendido de forma empírica y cotorra (diríamos aquellas a las que ya nos truenan las rodillas), la descripción 100tífica se la podemos achacar a un biólogo llamado Richard Dawkins, quien usó el término por primera vez en su libro El Gen Egoísta, por ahí de 1976.
En ese texto, Dawkins coloca al meme como una unidad mínima de información cultural que se replica. Es decir, una costumbre, idea o creencia que se preserva en el colectivo.
Ya en el formato digital, otros estudiosos definieron a los memes como “una pieza de cultura, típicamente una broma, que gana influencia a través de la transmisión online”.
Entonces aquí contemplaremos a los memes, como toda expresión que busque replicarse a través de lo digital, y aunque primordialmente les conocemos como bromas inofensivas, no siempre lo son.
La estructura semántica de los memes está ligada con la ironía y funciona a través de “una cosa es la que se dice y otra cosa es la que se ve. Genera una comunicación para pocos, que puede convertirse en muchos, pero inicia de a pocos… Genera un sentido de comunidad”, explica Álvaro Pajares, profesor de Literatura y autor del libro Memeceno.
La fabricación de memes es una cuestión que parte, como lo señalamos antes, primordialmente del humor, pero como señala el profesor, está íntimamente ligado con la ironía y contextos únicos que apelan a la conexión y creación de comunidad. Así sea virtual.
“Ves un meme y te ríes. ¿Por qué te ríes? Porque hace referencia a algún contexto o aspecto cultural. Hace referencia a un “algo”, que es compartido”, cuenta Sandra Doroteo, periodista, consultora y memera.
“Cuando tú te pones a hacer memes, estás dándole un cachito de tus vivencias a una audiencia con la que puedo no empatar, pero siempre va a haber alguien que diga: ‘ajá, sí soy’”, agrega.
Checa: Murió Cheems, el perrito que nos hace llorar de la risa con sus memes
La experta menciona que los memes te pueden conectar con “un chorro de desconocidos” de una forma muy personal porque ellos sentirán lo mismo que pasa por tu mente.
Además de ayudarnos a conectar, muchas personas encuentran en los memes formas de afrontar las vivencias del día a día.
Un estudio realizado en Puerto Rico y publicado por la Biblioteca Nacional de Medicina de EU, encontró que durante la pandemia de COVID en el 2020, el uso de memes ayudó a las personas a mitigar los efectos del estrés.
Además puso en discusión cómo cuando una cultura enfrenta un problema, los memes pueden convertirse en una forma de reinterpretar la situación. Un ejemplo de esto podrían ser las imágenes cómicas que se difunden por usuarios luego de un sismo en México (levante la mano a quien le haya llegado un bolillo virtual después de que se mueve el suelo).
Otro estudio, realizado por la Universidad de Pensilvania, encontró que los memes también incrementan el sentimiento de pertenencia, aunque el contexto que rodea a las personas es fundamental para que estos tengan dicho impacto.
Pero el alcance de los memes no sólo se queda en Internet. Como relata Álvaro Pajares, los memes a veces pueden trascender la virtualidad y tener repercusiones muy reales.
“El Ecce Homo de Borja, es un caso internacional. A esa iglesia a la que nadie iba por no ser un pueblo turístico, empezaron a ingresar anualmente unos 80 mil euros por visitas luego del meme”, explica el experto.
Este acontecimiento ocurrió en el pueblo español de Borja en el 2012 y que se convirtió en uno de los memes más conocidos de internet.
Todo ocurrió luego de que una mujer llamada Cecilia Giménez intentó -y fracasó rotundamente- restaurar un cuadro del Ecce Homo.
El mal trabajo de Giménez se volvió viral en Internet y a pesar de volverse en blanco de burlas, causó que la obra física se convirtiera de un momento a otro en un atractivo turístico.
Según BBC, el primer año luego de la restauración, el pueblo fue visitado por alrededor de 40 mil turistas.
Como no podemos tener cosas bonitas, para hablar de memes es necesario tocar el tema de las “Guerras Meme”, una la lucha ideológica que existe entre la difusión de posturas liberales y conservadoras a través de estas unidades de cultura.
“Es una serie de luchas y peleas que son mucho más complejas y tienen que ver con dinámicas de derecha y de izquierda; tiene que ver con fuerzas conservadoras y progresistas”, menciona Álvaro.
Para él, esta lucha fue propiciada por personajes que habían encontrado una especie de “refugio” digital y que, al popularizarse el Internet, “pelearon” con memes las ideas progresistas.
“Con la llegada de las redes sociales, la comunicación empezó a fluir a otro ritmo y esto generó una serie de tensiones que tienen que ver con resistencia por parte de unas comunidades a perder su lugar”, señala Álvaro.
Álvaro menciona que comunidades muy masculinas aprendieron a ver en diferentes foros de Internet a las mujeres, minorías étnicas, colectivos LGBT+ y extranjeros, como enemigos o “invasores” de su espacio. Esto creó un caldo de cultivo que explotó con la campaña de Trump y su posterior llegada a la presidencia.
Este fenómeno se convirtió en una entrada al uso de memes políticos para difundir ideas partidistas y el impacto de esto en el mundo físico.
Basta con recordar el caso de alt-right, el movimiento blanco pro nacionalista que se originó en foros de la página 4chan (un sitio web donde es posible que los usuarios publiquen de forma anónima) y que se dedicó a defender a Donald Trump durante su campaña en el 2016.
Alt-right fue tomado inicialmente como solo un grupo radical digital, pero a través de ciberacoso y mensajes radicales disfrazados de memes, fue punta de lanza para la campaña de Trump en Internet, el aporte de este grupo se dio primordialmente a través de la difusión de los mensajes del entonces candidato y del ataque a Hillary Clinton en diferentes plataformas.
Aunque ya como presidente de Estados Unidos, Trump se desvinculó del grupo, varios periodistas lograron identificar mensajes antisemitistas publicados originalmente en foros de Alt-right que Trump replicó en sus redes sociales.
Alt-right incluso tomó a un personaje popular de memes como su “bandera”: Pepe la Rana.
El también conocido como Pepe the Frog fue apropiado por el grupo virtual para extender mensajes de odio y racistas.
Incluso el creador original de la rana detrás del meme, Matt Furie, expresó su preocupación y “mató” al personaje en las tiras cómicas debido a la vinculación con el supremacismo blanco y los discursos de odio.
Como Furie expresó en una entrevista con la National Public Radio (NPR), “no hay mucho que pudiera hacer con unos adolescentes publicando anónimamente en línea”.
Pero como lo explica el documental Feels good, man (donde se retrata la historia del meme de Pepe la Rana), cuando el personaje ganó popularidad, los fans originales intentaron empujar a los normies (personas no pertenecientes a su grupo y que recibían este apodo) con versiones más extremas de “Pepe”: Pepes racistas, Pepes homofóbicos, Pepes antisemitistas, y el personaje creado por Matt Furie terminó como símbolo de odio en la lista de la Liga Anti Difamación.
Estas guerras ideológicas también son replicadas en México por actores políticos que buscan difundir sus mensajes y conectar a través de este formato tan popular.
“Hoy por hoy y de cara al 2024, el meme es un arma política; es un arma política y además es un arma ideológica”, menciona Jesús Caudillo, consultor de estrategia y comunicación digital y organizador del festival FIMEME
A través de memes, los políticos buscan desacreditar o afectar a sus adversarios políticos.
“Yo creo que cada uno de los equipos de los partidos han ido entendiendo en su momento la necesidad de incluir en su batería de comunicación al meme”, agrega Sandra Doroteo.
Fernando y Antonio, expertos en mercadeo político y comunicólogos, quienes en el entorno digital difundieron con memes las actividades de su cliente y atacaron (también con memes) a sus adversarios políticos,
Fernando fue director creativo de una agencia dedicada al marketing político en el 2016. Su cliente, era un político que buscaba no solo difundir sus “logros”, sino también aprovechar las tendencias y acontecimientos para afectar a través de memes a sus adversarios políticos.
Pero no solo se expresaban a nivel usuario mediante cuentas falsas, dicha agencia utilizó las redes sociales para crear noticieros apócrifos y páginas de memes que buscaban conseguir públicos específicos de interés electoral:
Páginas que exacerbaban el machismo dirigidas a hombres, páginas con consejos de conducción que incitaban la crítica a las acciones del gobierno en la CDMX, páginas con temáticas LGBT+ que aprovechaban las acciones inclusivas del candidato para promoción y al mismo tiempo se beneficiaban de las problemáticas de estas poblaciones para atacar a los adversarios políticos y páginas que se hacían pasar por noticieros serios creadas con la única intención de poder realizar contención en situaciones de crisis. A todo esto ellos le llaman y se le conoce como “Campaña B”.
Fernando y Antonio relatan que no solo se trataba de atraer al público, sino también de exponerlos a los mensajes políticos de formas discretas. Con humor principalmente, pero también a través de apelar a la indignación y mensajes dirigidos a dividir opiniones; ya fuera con clasismo, racismo, colorismo o xenofobia.
“Quienes generan, publican y distribuyen esto, van a hacer lo necesario para que sus mensajes, su narrativa y su historia se cuente de la mejor manera para que abone a sus objetivos”, explica Jesús Caudillo.
Aunque ellos cuentan que salieron de esta agencia a inicios del 2017, justo antes de las elecciones de Coahuila, el Estado de México, Nayarit y Veracruz, sí vieron que su trabajo continuó durante todo el proceso electoral a través de las páginas y cuentas que habían desarrollado. Esta práctica no se detuvo para el 2018 con las elecciones presidenciales.
“En 2018 fue una de las campañas más aguerridas en desinformación. Facebook puso un pico rojo en la cantidad de noticias falsas que estaban circulando en México. Fue el uso indiscriminado de Facebook para sabotear una elección”, menciona Sandra Doroteo.
Todos los expertos consultados distinguen 2 formas del uso del meme dentro de la política: una es este golpeteo y uso “no oficial”, como en el caso de Antonio y Fernando, y el otro uso el “oficial”, mismo que los políticos replican de manera consciente y a su favor para, como decíamos al inicio, conectar.
“Es esa voluntad de querer tener un mayor impacto y ese impacto solo se logra, si de alguna manera te adaptas a los estándares y las tendencias comunicativas que en ese momento están funcionando mejor en la plataforma”, señala Álvaro Pajares.
Sandra Doroteo da ejemplos de memes que se popularizaron durante el proceso electoral del 2018: Bronco el “mochamanos”, la cartera de Ricardo Anaya, las comparaciones físicas de los candidatos con personajes de caricatura…
Y aunque estos memes surgieron principalmente en los debates entre los candidatos, sí ayudaron a permear en redes sociales los mensajes transmitidos por los mismos, de manera fácil y rápida.
“Ahí vemos lo poderoso del meme, porque la gente lo asimila muy rápido”, Sandra Doroteo.
Sandra y Jesús enfatizan que la intención de la política tradicional de hablar con memes no está necesariamente actualizada con su uso y no siempre sale bien. Para ejemplificar, recuerdan el reciente caso de Claudia Sheinbaum y Javier Ibarreche.
“Sheinbaum en un intento de parecer más accesible con la ‘chaviza loca’ le pide a Javier Ibarreche, -influencer de películas- que le diga qué tal su documental y quedó (🤡)”.
Para Sandra, la necesidad de los políticos de usar esta forma de comunicación no necesariamente tendrá buenos resultados.
Ella apunta a que veremos errores por parte de los equipos de campaña y que encontraremos constantes choques, pero será un modo de comunicación que no querrán dejar de lado.
“¿Qué los hace tan atractivos? Que el político que emocione, haga reír y entretenga va a tener posibilidades de éxito”, agrega Jesús.
Para todos los expertos consultados, el meme en la política se incrementará en los próximos años.
Sandra piensa que en 2024 será inevitable ver una “explosión de memes, noticias falsas y rumores”, mientras que Álvaro Pajares hace un apunte sobre los políticos que hacen del meme su principal forma de comunicación.
“El político meme es una singularidad que emerge y que viene como a generar un relato. En realidad esto no es bueno. El hecho de comunicar la política con memes nos habla muchas veces de una pobreza social, lingüística o política en un momento concreto de un país”, resalta Álvaro Pajares.
“A Samuel no le dio miedo ser un meme, hasta uno de sus spots decía –soy el de los memes-”, explica Sandra.
Los expertos refieren que centrarse en esta forma de comunicación con la intención de conectar, quita visibilidad a otros temas de importancia.
“Tengo cierto temor a que esto nos lleve a la idiotización de la política, es decir, eres político y tú decides sobre el presupuesto, pero ponte a bailar y yo me voy a reír”, explica Jesús Caudillo.
Por otro lado, Sandra cree que para la votación se está dando un “menú infantil”, ya que no se pide un razonamiento como tal, simplemente quieren caer bien, idiotizar la política y hacer de la democracia “una moneda de cambio”.
Ante todo este panorama, ¿qué se hace? Los expertos recomiendan ser mucho más conscientes en el uso que le damos a las plataformas y los contenidos que consumimos.
“Si pudiéramos decirle algo a las audiencias es: de cara al 2024, cuestiónalo todo. Dudemos de los memes, dudemos de las notas, dudemos de todo y seamos ciudadanos responsables y contrastemos la información de tal manera que lo que encontremos sea lo más acercado a la verdad”, enfatiza Jesús.
Álvaro también recomienda ser muy conscientes con el uso que le damos al celular, como dispositivo y parte de nuestras vidas, especialmente por la cantidad enorme de información a la que nos expone.
Por último, Sandra Doroteo resalta que debemos “centrar la atención en la promesa contra propuesta y estar muy pendientes como audiencia de todo lo que sale de la boca de los candidatos o candidatas”.
Los diferentes cardenales que forman el cónclave deben crear alianzas y acuerdos a lo largo del proceso. En la reunión que comenzará este 7 de mayo, se prevé que surjan nueva posiciones, especialmente después de que se cuenten los resultados de cada ronda de votaciones.
La elección del sucesor del papa Francisco es una decisión política, así siga ritos religiosos y sea fruto de una elección en la que los votantes son un selecto grupo de eminentes sacerdotes que, según la doctrina de la Iglesia católica, actúan bajo inspiración divina.
Para que el nuevo pontífice sea anunciado, los diferentes grupos de cardenales que forman el llamado cónclave -cada uno con sus intereses particulares-, deben formar alianzas y acuerdos a lo largo del proceso.
Cuando los 135 cardenales con derecho a voto —tienen derecho a voto hasta los 80 años— estén encerrados en la Capilla Sixtina, comenzarán las sesiones de votación y se consolidarán algunas convergencias y muchos desacuerdos, iniciados en reuniones anteriores o en contactos informales de los últimos días, semanas e incluso meses.
En la reunión secreta que empezará el 7 de mayo, se formarán nuevas posiciones, especialmente después de que se cuenten los resultados de cada ronda de votaciones.
En el cónclave, el papa sólo es elegido cuando dos tercios de los electores se ponen de acuerdo sobre el mismo nombre y, hasta que esto ocurra, habrá momentos en los que el encuentro estará abierto a la reflexión y al debate entre los cardenales, llamados así en referencia a sus vestimentas rojas.
“Como el papa estaba muy enfermo y anciano, es normal que los participantes en el cónclave ya estuvieran hablando muy discretamente sobre posibles sucesores y realizando sondeos, obviamente orales”, dice el teólogo, filósofo y periodista Domingos Zamagna, profesor de la Universidad Pontificia de São Paulo (PUC-SP) y del Colegio São Bento, en una entrevista con BBC News Brasil.
“Pero aunque no suelen dejar que estos manejos del poder eclesiástico se hagan evidentes”, añade, algunos “proporcionan pequeñas pistas a sus amigos y colaboradores más cercanos”.
“Francisco quería que el futuro papa estuviera alineado con él. Y esto no es un deseo personal, sino el deseo de una tendencia”, declaró a BBC News el teólogo e historiador Gerson Leite de Moraes, profesor de la Universidad Presbiteriana Mackenzie.
“Preparó, en el ámbito político, los cambios en el colegio cardenalicio para que el viento del cambio continuara después de su muerte.”
Pero esta visión de la sucesión como un juego de facciones partidistas está lejos de ser unánime.
El sociólogo Francisco Borba Ribeiro Neto, director del periódico O São Paulo, de la Arquidiócesis de São Paulo, no está de acuerdo con la visión del cónclave como una disputa meramente política.
“Imaginar [el proceso] como una gran asamblea donde los diputados eligen a su presidente […] no es adecuado”, enfatizó a BBC News.
En su opinión, los cardenales buscan un consenso sobre la “propuesta eclesial” más urgente para el mundo actual. Y, al analizar el escenario, ve dos líneas: por un lado, “la gran demanda de los sectores conservadores”; por otro lado, “la necesidad de una Iglesia más acogedora, más capaz de amar a los excluidos, a los que más sufren, a los que se sienten agraviados y marginados”.
“No creo que podamos pensar en el proceso de sucesión del Papa como una cuestión de líneas o partidos, de estar afiliados o no, de estar juntos en la misma estrategia o no. No es así como van las cosas”, explica.
Considerando que, entre los 135 cardenales elegibles para votar, 108 fueron nombrados por el propio papa Francisco, es natural imaginar que el “partido de Francisco” será el más fuerte en el cónclave. ¿Pero puede realmente usarse esta figura?
No hay consenso entre los expertos y las figuras religiosas de la jerarquía católica, ya sea porque no todos los nominados por el pontífice fallecido el 21 de abril estaban alineados con él, o porque rechazan la idea de que la elección se base únicamente en criterios políticos y circunstanciales.
“Lo que no sabemos es si los cardenales serán fieles a su proyecto iniciado hace 12 años. Porque el mundo ha cambiado en estos 12 años. La iglesia ha avanzado, pero, por otro lado, los reaccionarios también se han puesto manos a la obra”, dice Moraes.
Y hay matices a tener en cuenta. Aunque surgen nombres muy alineados con él, como el italiano Matteo Maria Zuppi o incluso el filipino Luis Antonio Tagle, los expertos coinciden en que Francisco no dejó a un único sucesor natural: en los pasillos de la Santa Sede, Benedicto XVI (1927-2022), por ejemplo, fue visto durante mucho tiempo como el sucesor de Juan Pablo II (1920-2005), debido al protagonismo que adquirió durante el pontificado de este último.
“Francisco ha nombrado más cardenales [entre los electores actuales] que los papas anteriores. Esto influirá en la sucesión”, señala Zamagna.
“Pero no veo al Papa planeando la sucesión de forma maquiavélica, como si se tratara de un tablero de ajedrez. Hizo lo que creyó necesario; nunca estuvo en su naturaleza querer incriminar a la gente, siempre pensando en el bien de la Iglesia y del pueblo”.
Lidice Meyer Pinto Ribeiro, profesora de la Universidad Lusófona, en Portugal, y autora del libro recientemente publicado “El cristianismo en femenino”, destacó que “Francisco esperaba que su sucesor mantuviera sus reformas y las llevara más lejos”.
Pero la iglesia actual no vive sólo del “partido de Francisco”. Señala que la antigua institución “se encuentra dividida en un grupo conservador opuesto” a las medidas implementadas en los últimos años.
El teólogo y escritor Frei Betto, fraile dominico, ve la situación con cautela y la califica de “impredecible”. Para él, “no todos los cardenales elegidos por Francisco son progresistas” y esto ocurriría también porque el papa no adoptó un criterio de selección “pensando en su sucesión”.
“El criterio fue dotar a las distintas regiones del planeta de obispos que llevaran la insignia de cardenalicio, un título meramente honorario”, le dijo a BBC News.
Betto dice que el papa argentino “también nombró cardenales conservadores”. Y lo habría hecho por la convicción de que era importante respetar “el consenso de los obispos locales”. “Nunca nombraría a un progresista en un país con un episcopado predominantemente conservador”, explica.
El sociólogo Ribeiro Neto señala también que el criterio de Francisco para elegir a los cardenales “no parece haber sido la línea pastoral, sino más bien la idea de descentralización en relación a una iglesia inicialmente italocéntrica, y después eurocéntrica”.
Cuando Francisco se convirtió en papa, había 28 cardenales italianos. Hoy quedan 17. “Fue el país que más representantes perdió”, señala.
“Él no nombró a todos los cardenales a su imagen y semejanza”, coincide Moraes. “Francisco respetaba el trabajo de otras tendencias”.
Betto pone como ejemplos de conservadores designados por Francisco los casos del italiano Marcello Semeraro, el chileno Fernando Natalio Chomali Garib y el peruano Carlos Castillo Mattasoglio.
La antropóloga Pinto Ribeiro también incluye en esta lista al congoleño Fridolin Ambongo Besungu. Entre los propuestos al cardenalato por Benedicto XVI hay también nombres fuertes de la oposición, como el estadounidense Raymond Leo Burke y el guineano Robert Sarah. El húngaro Péter Erdő es un raro superviviente de los nombrados por Juan Pablo II.
El ala conservadora del liderazgo de la iglesia puede ser pequeña en número, pero es bastante vocal. Entre los estadounidenses, el cardenal Burke, considerado uno de los mayores críticos del papa argentino, es visto como uno de los líderes de la oposición. “Todos sabemos que hubo y hay cardenales que desaprueban la renovación traída por Francisco”, afirma Zamagna.
Francisco lo sabía, por supuesto. Tanto es así que desalojó a Burke de su apartamento en el Vaticano y lo removió de algunas funciones administrativas que tenía en la Curia romana.
Ésta fue la principal táctica de Francisco para lograr gobernar en medio de la disidencia: colocar a amigos en puestos clave. Y mover hilos para que sus detractores tuvieran cada vez menos poder.
Aunque los nombres alineados con Francisco son mayoría, los analistas entienden que si en las primeras votaciones surge un adversario que termina concentrando los votos de todos aquellos que no están de acuerdo con el modelo de Francisco, ese candidato papal tiene posibilidades de ganar con un discurso de cambio, lo que en este caso supondría un retorno a las tradiciones.
Francisco se enfrentó a una oposición que hoy cuenta con el apoyo de la extrema derecha mundial. Sin duda, muchos católicos apoyan el regreso de una tendencia más conservadora.
Por lo tanto, este cónclave será muy interesante: determinará cómo se posicionará la Iglesia católica en los próximos años, afirma Moraes, profesor de la Universidad Presbiteriana Mackenzie.
“¿Podría formarse una coalición reaccionaria en torno a algún nombre de la oposición? Sí”, añade.
El propio papa Francisco dijo en su autobiografía “Esperanza”, recientemente publicada, que el proceso de escrutinio suele tener una primera ronda de “cortesía”. “Votas por un amigo, una persona respetada…”, dijo. En este sentido, es como un homenaje, una deferencia hacia alguien.
“Entonces comienza un mecanismo bien conocido y consolidado: cuando hay varios candidatos fuertes, los indecisos, como fue mi caso, dan su voto a quienes saben que no ganarán. Se trata esencialmente de votos de depósito, que esperan a que la situación se desarrolle y se desenvuelva con mayor claridad”, explicó, hablando de lo ocurrido tras bambalinas, relatando su experiencia en 2013.
El primer día del cónclave sólo se realiza una votación. A partir del segundo hay dos: uno por la mañana y otro por la tarde. A partir de estas, algunos nombres terminan volviéndose más fuertes que otros. Hasta que una inmensa mayoría deposita su confianza en una de las figuras religiosas y ésta termina siendo elegida.
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