Al fin estamos listos para uno de los espectáculos más grandes del año: el show de medio tiempo del Super Bowl 2025. Tras meses de preparación y de espera Kendrick Lamar al fin dará su actuación.
Luego de que Usher diera un repaso por su carrera, Kendrick Lamar se encargará de prender el Super Bowl 2025 dando un repaso por su carrera.
Aunque este “mini concierto”, que dura aproximadamente 15 minutos, es el más televisado del mundo, la realidad es que nunca les pagan a los artistas del medio tiempo del Super Bowl.
¿¡Kháaa!? Así es, aunque desde 1991 hemos visto a las y los artistas más importantes del momento (Michael Jackson, The Rolling Stones, Madonna, Beyoncé, Katy Perry y Lady Gaga) ninguno ha recibido las cantidades millonarias que imaginamos.
Tan solo el año pasado, el Super Bowl generó un impacto económico mil millones de dólares para el área de Las Vegas.
Este año, casi 50 marcas se anunciarán durante el partido y, de acuerdo con Forbes, pagaron entre 7 y 8 millones de dólares por un comercial de 30 segundos.
Y sí, aunque el costo sigue aumentando, muchas marcas de todas forman le apuestan a este evento porque ningún otro evento les garantiza que puedan llegar a tantas personas.
Con todo eso en cuenta, podríamos pensar que artistas como Kendrick Lamar, Usher o Rihanna se llevaron al menos unos cuántos millones de dólares.
Pero prácticamente no se les paga nada por ser el show del medio tiempo del Super Bowl.
¿¡Y como por qué pasa eso?! El vicepresidente de comunicación de la NFL, Brian McCarthy, comentó a Newsweek en 2022 que la empresa “cubre todos los gastos asociados al show y les paga a los artistas de acuerdo a la escala sindical”.
Eso quiere decir que únicamente pagan sus viajes, hospedaje, y otros gastos que pudieran tener.
Pa’que tengas mejor contexto: la escala sindical es la cantidad mínima que se les debe pagar a los artistas e intérpretes de acuerdo a sus contratos con su sindicato (esto incluye a las y los bailarines y músicos).
En el caso de Usher, eso equivalió a 671 dólares por la actuación en sí, según dijo un portavoz del sindicato a Business Insider.
Si bien no salen con un cheque millonario del show del medio tiempo, la ganancia para las y los artistas es la de estar en uno de los eventos más vistos del mundo.
Basta decir que el Super Bowl LVIII (2024) rompió récord de audiencia. De acuerdo a datos de Nielsen y Adobe Analytics, este vento fue visto por un promedio de 123.4 millones de personas en televisión y plataformas de streaming.
Esto superó por mucho la marca del 2023 (cuando Kansas City venció a Philadelphia) que fue de 115.1 millones, pues aunque las vistas han aumentado gradualmente los últimos años, este fue un sorpresivo incremento del 7%.
La abogada de entretenimiento Lori Landew le explicó a Forbes en 2019 que muchos artistas no ven esta aparición como una declaración política o algo cultural, “sino que ven su presentación en vivo como una oportunidad para entretener a una multitud entusiasta y compartir su música y talento con millones de espectadores“.
Y es que posteriormente esas presentaciones se convierten en ganancias reales.
Simplemente el año pasado, Usher tuvo un aumento del 550% en reproducciones de Spotify tan solo en Estados Unidos después de su actuación de medio tiempo, con su canción de apertura “Caught Up” aumentando un 2000%.
Otro ejemplo es cuando Lady Gaga apareció en 2017 ella venía de promocionar su disco Joanne, el cual no estaba generando las mismas ganancias que otros materiales.
Sin embargo, varios medios reportan que luego de su espectáculo del medio tiempo, sus ventas en catálogos digitales aumentaron, así como las búsquedas para sus conciertos.
Billboard menciona que ese mismo domingo 5 de febrero del 2017, “vendió alrededor de 150 mil álbumes y canciones digitales en Estados Unidos”.
USA Today reportó (con datos de Nielsen Music) que Lady Gaga vendió 125 mil canciones digitales, “eso es aproximadamente un 960% más que el día anterior al partido“.
Incluso después de su actuación en el Super Bowl, la cantante anunció su Joanne World Tour.
Así es como para Kendrick Lamar el medio tiempo del Super Bowl se convierte en un comercial propio de alrededor de 15 minutos.
El artista lanzó en noviembre de 2024 GNX, su sexto álbum de estudio. Aunque viene de ganar dos grandes Premios Grammy (Grabación del año y Canción del año), el Super Bowl será una gran plataforma para seguir promocionando su material discográfico.
Además, en abril empieza su Grand National Tour junto con SZA, que ya está confirmada como artista invitada en el Super Bowl. ¿Así o una mejor promoción para ambos?
Quizás a artistas como Beyoncé o The Weeknd no les moleste actuar de a gratis en este espectáculo, pero ¿qué sucede con las y los bailarines que igualmente hacen lucir a este show?
En 2021, la NFL fue señalada y criticada por no pagarles a bailarines de forma justa. Se dio a conocer que casi la mitad de los bailarines que salieron junto a The Weeknd eran “voluntarios” no remunerados.
Uno de esos bailarines habló con Los Angeles Times criticando cómo tenían tanto “voluntarios” como bailarines a quienes sí se les pagó.
De acuerdo a su testimonio, los bailarines a los que se les pagó recibieron 712 dólares por la actuación en el Super Bowl, 45 más por hora de ensayo, así como 30 dólares de viáticos y una retribución de 250 por si se les pedía hacerse una prueba COVID en una clínica en un día no laborable.
Los bailarines no remunerados solo recibieron el atuendo con el que actuaron ese día en el show de medio tiempo y ya.
En 2022 se estaba repitiendo la misma pesadilla. Taja Riley, coreógrafa y bailarina profesional, denunció en redes sociales que nuevamente estaban reclutando a voluntarias para bailar en el evento sin recibir algún pago.
De acuerdo con información que le fue enviada por otras personas, en este caso a las y los “voluntarios” ni si quiera se les cubriría el costo del transporte ni las comidas a pesar de tener que acudir a ensayos constantes y que duran entre ocho y nueve horas.
Jana Fleishman, vice presidenta ejecutiva de estrategia y comunicación para Roc Nation (empresa que produce el show), dijo a Los Angeles Times que “los bailarines profesionales están completamente separados del elenco de voluntarios y sin coreografía”.
Además, argumentó que “como en años anteriores, depende completamente de los candidatos voluntarios participar“, y añadió que a los voluntarios no se les pide que aprendan ninguna coreografía.
De hecho, el mismo medio confirma que los artistas que no sean miembros de SAG-AFTRA solo recibirían un pago de 15 dólares por hora por trabajar como “participante del elenco de campo”.
Como ya comentamos, este espectáculo es de los que más dinero involucra, pues no solo se trata de poner a una persona a cantar, sino que hay todo un montaje de luces, instrumentos, escenario, bailarines, vestuarios y demás.
Los patrocinadores normalmente ayudan con los gastos. Anteriormente era Pepsi quien presentaba el show de medio tiempo del Super Bowl, y desde el 2022 es Apple Music.
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Un portavoz de la NFL le dijo a Forbes en 2023 que Apple Music les iba a ayudar a “pagar la factura” de la actuación de Rihanna.
Lou Taylor, veterano gerente comercial de espectáculos, explicó a Billboard en 2021 que la NFL “te permite un presupuesto de producción; casi nunca es suficiente para satisfacer los costos de producción reales. Sin embargo, normalmente el sello interviene y cubre el déficit“.
El mismo texto explica que cuando Bruce Springsteen actuó en el Super Bowl de 2009 “la NFL le dio un presupuesto de producción de 1 millón de dólares, que fue más que suficiente para su conjunto relativamente básico”.
Sin embargo, hay espectáculos que han costado hasta 10 millones de dólares y ahí es donde las y los mismos artistas han puesto de su dinero.
Por ejemplo, Forbes menciona que The Weeknd puso 7 millones de dólares en su presentación del 2021. Dr. Dre gastó también más o menos lo mismo en su show de medio tiempo del 2022.
Sin embargo, esto no lo hace el show de medio tiempo más caro de la historia. Simplemente, el del 2020 con Shakira y Jennifer López tuvo un costo estimado en 13 millones de dólares.
El conflicto entre India y Pakistán tiene sus orígenes en la independencia del imperio británico. Te contamos cómo se forjó la enemistad histórica entre estos dos países poseedores de armas nucleares y qué papel tiene la disputada región de Cachemira.
El ataque con misiles de India contra Pakistán ocurrido en la madrugada de este 7 de mayo es el episodio más reciente de un largo conflicto, cuyas raíces se extienden por más de siete décadas.
Hasta 1947, India y Pakistán eran parte de un mismo territorio sometido al dominio colonial británico.
Al declararse la independencia de India, el territorio se dividió en dos partes: una de mayoría musulmana (Pakistán) y otra de mayoría hindú (India).
Fue un proceso que desató una ola de violencia que produjo aproximadamente un millón de muertos y 15 millones de desplazados. Sus consecuencias se extienden hasta hoy.
Este miércoles, India lanzó ataques contra varios objetivos en Pakistán, según reconocieron funcionarios de ambos países. Al menos 7 personas murieron, según Pakistán.
La zona de Cachemira, donde ocurrieron parte de los bombardeos, es el corazón de la enemistad entre los dos países.
A continuación, te contamos en tres preguntas el origen de este conflicto, que preocupa especialmente al mundo por tratarse de dos países con armas nucleares.
La India bajo control británico abarcaba 4.3 millones de kilómetros cuadrados, más del doble del tamaño de México.
Sus entonces 400 millones de habitantes se repartían en un complejo entramado de antiguos reinos con una amplia diversidad religiosa.
Los hindús conformaban aproximadamente el 65 % de la población, mientras los musulmanes eran la principal minoría con el 25 %, por delante de sijes, jainas, budistas, cristianos, parsis y judíos.
Estos colectivos coexistían con la mayoría hindú en las regiones del sur, centro y parte del norte, y con la mayoría musulmana en provincias del noreste y noroeste del país.
Con el Imperio Británico inmerso en la II Guerra Mundial (1939-45), el movimiento pacifista por la independencia de India liderado por Mohandas Karamchand Gandhi ganó protagonismo.
Una India soberana y emancipada de Londres era cuestión de tiempo. Pero, ¿cómo sería?
Además de Gandhi, dos figuras marcaron el devenir del país: Jawaharlal Nehru y Mohamed Ali Jinnah.
Nehru, de ascendencia hindú, aunque agnóstico declarado, era un popular líder independentista que, al igual que Gandhi, anhelaba una India unida en la que convivieran personas de distintos credos.
Jinnah, por su parte, presidía la Liga Musulmana, el partido político que demandaba una nación separada para los indios seguidores del Islam y que gozaba de un fuerte respaldo popular en las provincias donde se profesaba esa religión.
“A medida que veían más cerca la independencia, a más musulmanes indios les preocupaba vivir en un país gobernado por una mayoría hindú”, explica el académico Gareth Price, del instituto de política exterior Chatham House de Reino Unido.
En aquellos años los colonizadores británicos acostumbraban a dividir a la población local por grupos religiosos, destaca la profesora Navtej Purewal, miembro del Consejo de Investigación de Artes y Humanidades de India.
“Por ejemplo, creaban listas separadas de votantes musulmanes e hindúes para las elecciones locales. También había escaños reservados para políticos musulmanes y para hindúes. La religión se convirtió en un factor en la política”, apunta.
Tras varios motines en sus destacamentos militares en India, en 1946 Londres accedió a abandonar el país y organizar una transición pacífica del poder a las autoridades locales en un plazo máximo de dos años.
El Imperio, urgido a zanjar el asunto cuanto antes por la creciente inestabilidad social en la colonia, decidió que la mejor opción era dividir India en dos.
“Llegar a un acuerdo sobre cómo funcionaría una India unida habría llevado mucho tiempo”, por lo que la partición “parecía ser una solución rápida y sencilla”, explica Price.
Y, para trazar las nuevas fronteras entre hindúes y musulmanes, Londres designó al abogado británico Cyril Radcliffe.
Radcliffe, que nunca antes había estado en India y desconocía su complejo crisol cultural y religioso, viajó al país con el cometido de diseñar las líneas divisorias en solo 5 semanas.
Fue así que el 15 de agosto de 1947 nacieron India, de mayoría hindú, y Pakistán, de mayoría musulmana.
Nehru fue primer ministro de India hasta fallecer en 1964 y Jinnah gobernó Pakistán también hasta su muerte, aunque esta ocurrió solo un año después de la independencia, en 1948.
La nueva frontera de unos 3 mil kilómetros delimitaba dos territorios separados: el que ocupa actualmente Pakistán y Pakistán del Este, que en 1971 se desvinculó políticamente de Islamabad para convertirse en la República de Bangladesh.
Tras la partición en 1947 se produjo la mayor migración en masa de la historia, con una cifra estimada de 15 millones de desplazados.
Hindús y sijes que vivían en el territorio asignado a Pakistán emprendieron el camino hacia un futuro incierto en India, mientras musulmanes hacían el recorrido opuesto.
En muchos casos se trataba de distancias de miles de kilómetros que por lo general las mayoritarias clases bajas recorrían a pie, las clases medias en trenes y las clases acomodadas en vehículos privados y aviones.
Los meses posteriores a la independencia estuvieron marcados por una radicalización del conflicto, que produjo un enorme derramamiento de sangre en medio de un ambiente de caos e impunidad.
Grupos de soldados acostumbraban atacar trenes y puntos de concentración de desplazados.
“La Liga Musulmana formó milicias, al igual que los grupos hindúes de extrema derecha”, explica Eleanor Newbigin, profesora de historia del sur de Asia de la Universidad de Londres SOAS.
“Los grupos terroristas expulsaban a la gente de sus aldeas para ganar el control para su bando”, afirma.
Gran parte de la violencia ocurrió en el estado fronterizo de Punjab, donde las turbas se ensañaron especialmente con las mujeres, que sufrieron violaciones y mutilaciones.
Solo en ese estado se estima que unas 100 mil mujeres fueron secuestradas, violadas y en muchos casos forzadas a casarse con sus captores.
Además, la casi impenetrable alambrada que separa a los dos países dejó a millones de familias divididas de forma permanente.
Las fronteras siguen siendo objeto de disputa entre India y Pakistán hasta hoy.
Cachemira, una región del Himalaya conocida por la belleza natural de sus paisajes y también por su diversidad étnica, ha sido el principal foco de conflicto desde la independencia hasta hoy.
Según el plan de reparto contemplado por el Acta de Independencia de India, Cachemira podía elegir libremente si ser parte de India o de Pakistán.
En 1947, el gobernante local, maharajá Hari Singh, eligió India, lo que provocó el estallido de una guerra que duró dos años.
Desde entonces India mantiene el control de aproximadamente la mitad de la región, mientras Pakistán domina algo más de un tercio en las áreas del noroeste, y China administra los territorios restantes, en el norte y noreste.
Tanto Pakistán como India reclaman la totalidad de Cachemira.
Los habitantes de la parte de Cachemira que es administrada por Pakistán relataron a la BBC cómo en los ataques de este miércoles fueron despertados por las explosiones inesperadamente.
“Antes de que pudiéramos siquiera procesar lo que estaba pasando, más misiles caían”, señaló un residente de Muzaffarabad.
En 1965 y 1999, India y Pakistán ya habían protagonizado choques bélicos por la región.
India también luchó contra Pakistán en 1971, cuando intervino para apoyar la independencia de Bangladesh.
Ambos países son potencias nucleares.
Actualmente, un 14 % de la población india es musulmana, mientras solo un 2% de los pakistaníes practica el hinduismo.
“Pakistán se ha vuelto cada vez más islámico”, afirma Price. E India, “está cada vez más bajo la influencia del nacionalismo hindú”, agrega.
Las minorías en ambos países “se han vuelto más pequeñas y vulnerables”, señala Newbigin.
Para la profesora Navtej Purewal, la división del país podría haberse evitado.
“Crear una India unida pudo haber sido posible en 1947. Habría sido una federación flexible de estados, incluidos aquellos donde los musulmanes eran mayoría”, dice.
“Pero tanto Gandhi como Nehru insistieron en construir un estado unificado, controlado desde el centro. Realmente no tuvieron en cuenta cómo podría vivir una minoría musulmana en ese modelo de país”.
Esas decisiones de hace 78 años tienen todo que ver con la escalada actual del conflicto entre dos rivales armados con armas nucleares.
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