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“Esto debe cambiar, queremos trabajar”: personas con discapacidad luchan contra la discriminación y por empleos dignos
“Esto debe cambiar, queremos trabajar”: personas con discapacidad luchan contra la discriminación y por empleos dignos
FOTOS: Cuartoscuro
9 minutos de lectura

“Esto debe cambiar, queremos trabajar”: personas con discapacidad luchan contra la discriminación y por empleos dignos

En México, el mercado laboral pone obstáculos a las personas con discapacidad, quienes exigen ser vistas sin asistencialismo y contar con políticas de inclusión para acceder a trabajos dignos.
06 de julio, 2023
Por: Eréndira Aquino
@ere_aquino 

Juana Guerra piensa que en su nombre lleva el destino de ser una guerrera: desde que era niña ha tenido que derribar obstáculos, como cuando no la querían aceptar en la primaria por no tener un brazo y una pierna, y años después, en la búsqueda de trabajo, al pasar por una decena de entrevistas laborales en las que le negaron la oportunidad por su condición, o le ofrecían puestos con menor paga por hacer las mismas funciones que otras personas sin discapacidad.

Esta falta de opciones para el desarrollo personal la llevó a integrarse al Movimiento de Personas con Discapacidad, agrupación que se fundó en 2021 y actualmente tiene representación en todo el país, con el objetivo de dignificar a esta población y luchar por el ejercicio de sus derechos en condiciones de igualdad

“Como parte del movimiento, quiero que a las personas con discapacidad nos vean de manera igual, quiero dejar ese prejuicio del asistencialismo, porque no por darnos una beca vamos a poder vivir la vida de manera independiente, necesitamos trabajar y las personas con discapacidad queremos trabajar, lo que pasa es que tenemos muchos baches en el camino”, lamenta.

Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), siete de cada 10 personas con discapacidad en el mundo carecen de empleo, y en el caso de quienes sí cuentan con uno, las condiciones laborales son en su mayoría precarias y limitadas.

En México, las empresas con menos de 50 trabajadores no están obligadas a integrarlas a su personal ni a realizar modificaciones de infraestructura para su incorporación, por lo que una de las exigencias del Movimiento de Personas con Discapacidad es que se reforme la Ley Federal del Trabajo para que todos los centros laborales tengan las adecuaciones necesarias para su inclusión.

Cecilia Guillén, abogada integrante del Movimiento de Personas con Discapacidad, explica que en México las leyes laborales no están armonizadas con la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, de las Naciones Unidas, lo que deja fuera la exigencia de un diseño universal para todas las condiciones. “Entonces, estamos insertando a este mercado a un grupo poblacional con necesidades muy complejas sin que empleadores e, incluso, los órganos de justicia comprendan cuáles son los retos de garantizarnos el derecho al trabajo”, alerta.

Guillén agrega que deberán existir “protecciones muy específicas, y aunque la convención no habla precisamente de acciones por cada tipo de discapacidad, sí menciona estrategias que hoy por hoy no tiene la Ley Federal del Trabajo, por ejemplo, como el proporcionar apoyos en el proceso de la contratación o de la permanencia en el empleo, que van a ser distintos según cada condición, edad y escolaridad”.

Sin embargo, la Ley Federal del Trabajo vigente “no exige que haya diseño universal en el contexto laboral, sino habla de ajustes razonables para algunas empresas, y son pendientes que derivan de la falta de armonización integral de la convención, a lo que se suman otras dificultades, como la accesibilidad en el transporte público o las instituciones educativas”. Esto se traduce en obstáculos para su autonomía y crecimiento personal.

“Queremos que sea un ganar-ganar”

Héctor Ensástiga es reclutador de talento en Citibanamex e integrante del Movimiento de Personas con Discapacidad. Desde hace 32 años es usuario de silla de ruedas, luego de que un accidente le impidiera la movilidad de las piernas, lo que no lo detuvo para practicar deportes olímpicos y convertirse en una pieza clave de la inclusión en la empresa.

“Algo muy importante para el banco fue que, al momento en que incluyen a personas con discapacidad y se da la convivencia con colaboradores sin discapacidad, se hizo un match perfecto, porque conocieron nuestras capacidades y vieron la parte de las limitaciones, pero también la de las posibilidades. En las instalaciones, podemos decir ‘Aquí hace falta esto o es necesaria alguna adecuación’ y lo toman en cuenta”, explica.

Como parte de su trabajo, busca que más personas con discapacidad se integren a las distintas áreas del banco que ya están adecuadas en infraestructura y capacitación, con puestos que no se dan por una cuota, sino por la evaluación de las capacidades de los aspirantes, quienes son convocados a concursar por ellos en ferias del empleo inclusivas. Ahí pueden conversar con algunos empleados que les cuentan de sus experiencias.

“Queremos que esta iniciativa sea un ganar-ganar y que no sea un contratar por contratar, por tener un número y presumir que llevamos la cabeza en la cantidad de empleados; no se trata de eso, sino de que el colaborador que se integra con nosotros tenga un plan de desarrollo, un plan de vida y de carrera, y que la empresa también gane con el talento”, señala.

Juana es una de las personas con discapacidad que forman parte del banco, donde, a diferencia de otros lugares, no tomaron en cuenta su condición para decidir darle el trabajo. Al contrario, no supieron que vive con movilidad reducida hasta meses después de su contratación, debido a que fue entrevistada durante la pandemia y únicamente la conocían por videollamada; fue cuando volvieron a actividades presenciales que notaron que era usuaria de una prótesis.

Héctor y Juana forman parte de una red de personas con discapacidad dentro de la institución, en la que se reúnen todos los trabajadores que viven con alguna de estas condiciones y dialogan sobre sus inquietudes y necesidades. Además, organizan encuentros en los que visitan centros Teletón, para convivir con niñas y niños que reciben terapia y les motivan para mostrarles que pueden aspirar al desarrollo laboral.

“Eso me emociona mucho, porque luego también deben luchar contra la narrativa de sobreprotección que tienen algunas familias, lo que ha cambiado poco a poco gracias a otras como las que tenemos Héctor y yo”, celebra Juana. Sin embargo, advierte que “en México el acceso a la educación es bien complicado como persona con discapacidad”, lo que aún con apoyo familiar se convierte en un problema para su desarrollo.

Lee más: “De grande quiero ser bailarina”: una clase de ballet da a niñas y niños con discapacidad una puerta a nuevos sueños

Las limitaciones educativas

De acuerdo con datos del Censo 2020 del Inegi, en México hay 19 millones 927 mil 193 personas con discapacidad mayores de 12 años. De ellas, 15% no cuenta con estudios, 39% cursó la primaria y 23% terminó la secundaria. Solo el 28.5% de ellas pudo llegar a algún grado de bachillerato o nivel superior.

Martha García, fundadora del Movimiento de Personas con Discapacidad, advierte que la legislación laboral mexicana tampoco considera el aspecto educativo diferenciado de este grupo de la población, que enfrenta dificultades para prepararse debido a la falta de accesibilidad de los sistemas educativos.

“Trabajaba para una organización donde sí pedían ciertos perfiles laborales, como una persona usuaria de silla de ruedas de tal edad, que sepa hablar tres idiomas y eso es algo lamentable, en muchas partes tenemos esta misma realidad de que por la falta de accesibilidad y los ajustes que se deben hacer en la parte educativa no contamos con un nivel de escolaridad como el que buscan y las oportunidades de tener el puesto se ven muy limitadas”, comenta.

En opinión de Martha, hay mucho por hacer en términos de accesibilidad en centros laborales y escolares, desde considerar las necesidades de cuidados que requieren algunas personas, el ingreso de animales de asistencia, hasta la capacitación de todo el entorno laboral, saber qué hacer en situaciones de riesgo y exigir que todas estas consideraciones sean atendidas, para que el carecer de ellas ya no sea pretexto para dejar fuera a las personas con discapacidad.

Para atender estos rezagos, en algunas empresas se implementan acciones para que las y los trabajadores cuenten con oportunidades de desarrollo escolar y laboral. En el caso de Coca-Cola FEMSA, por ejemplo, los colaboradores con y sin discapacidad reciben oportunidades de continuar con sus estudios y concursar por puestos más altos.

Adriana, trabajadora en el Contact Center de Tlalnepantla de la compañía en México, desde hace 20 años, cuenta que dentro de la empresa tuvo la oportunidad de estudiar la secundaria y el bachillerato, ya que al ingresar solo tenía la primaria.

El edificio en el que se encuentra el Contact Center cuenta con rampas y espacios amplios para que Adriana, al igual que otros usuarios de silla de ruedas, puedan moverse con facilidad y llevar a cabo todas sus actividades.

“Estos años han sido de crecimiento entre todos. Yo no pude terminar la escuela, solo hice hasta la primaria y después me preparé, hice la secundaria abierta y en la empresa hubo un proyecto, como una escuelita, para poder acabar la preparatoria, y bueno, ahorita sigo con cursos en línea y tenemos proyectos que hacen interminable el crecimiento”, detalla.

Rosario Corona, colaboradora del área de recursos humanos de la embotelladora, explica que la empresa ha ido adaptando todas sus instalaciones para recibir a personas con distintos tipos de discapacidad, colocando luces en las alarmas de sismo e incendio para que quienes son sordos puedan recibir las alertas, y con infraestructura que facilite la movilidad de usuarios de aparatos de apoyo.

Además, han implementado desde hace una década los modelos de trabajo híbridos, que permiten a los colaboradores con discapacidad realizar sus funciones desde casa algunos días de la semana, para que no tengan que trasladarse hasta las instalaciones, lo que en este caso les ahorra los traslados entre calles que no están diseñadas para que puedan transitar.

44% ha sido discriminado al buscar empleo

Según la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) 2022, elaborada por el Inegi, el 22.8% de las personas en México está de acuerdo con que “las personas con discapacidad son de poca ayuda en el trabajo”, y un 15% dijo que estaría poco o nada dispuesto a contratar a alguien en esta condición.

En la misma encuesta, el 45% de las personas con discapacidad mencionó haberse sentido muy discriminado al buscar empleo y otro 18% dijo que sintió “algo” de trato discriminatorio.

Amairany González, maestra en Derecho Constitucional, cuenta con frustración que encontrar un empleo donde ejercer como abogada no ha sido sencillo. Actualmente trabaja en una asociación civil, pero antes de eso solo recibía oportunidades laborales como recepcionista, ya que como persona con discapacidad visual consideraban que solo era buena contestando teléfonos y tomando recados.

“Hubo vacantes a las que llegué a través de ferias de inclusión, pero desafortunadamente a veces en estos espacios las empresas ofrecen siempre los mismos perfiles. En varias ocasiones me llamaron porque vieron mi currículum, para ocupar el cargo de recepcionista, porque todavía existe el estigma de que una persona con discapacidad visual va a ser buena para ello, y yo con mi maestría y un montón de ganas por hacer cosas más grandes”, recuerda.

Jacquelinne Herrera señala con hartazgo que ha tenido que ocultar que tiene discapacidad auditiva para poder obtener empleos. Para algunas entrevistas ha tenido que quitarse el aparato para la sordera y ayudarse de interpretar el movimiento de labios de los reclutadores, con el fin de evitar que la rechacen, como ha ocurrido en algunas ocasiones.

“Al hacer eso, a donde iba a pedir trabajo me lo daban, pero porque no ponía en mi currículum que soy una persona con discapacidad, así que siempre me abrían las puertas porque la sordera no se ve, a menos que tenga el aparato. Tuve que hacerlo así, porque cuando decidí empoderarme y decir que soy así vi que no se puede, terminé ocultándome otra vez porque vi que no me abrieron las puertas”, comenta.

Ante este panorama, y luego de ser mamá, Jacquelinne dejó de buscar empleo formal, y actualmente hace trabajos freelance como traductora, además de estar terminando la licenciatura en Arte y Patrimonio Cultural para poder dedicarse a lo que realmente le gusta: la gestión cultural.

“Es triste, porque no podemos salir adelante, no podemos vivir una vida digna como todos. En mi caso, estuve buscando durante años el apoyo de las tarjetas de bienestar y nunca llegaron; entonces, ¿quién nos sostiene? El Estado no nos puede sostener y la discapacidad es una barrera enorme para acceder a un trabajo”, reflexiona.

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Imagen BBC
¿Se te perdieron las fotos de los 2000? Esto puedes hacer para cuidar las de ahora
12 minutos de lectura

Si usaste una cámara digital a principios de la década de los 2000, es muy probable que se hayan borrado capítulos enteros de tu vida. Una generación de fotos ha desaparecido en discos duros dañados y sitios web inactivos.

22 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
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Según estimaciones recientes, se calcula que se toman alrededor de 5.300 millones de fotografías digitales cada día en el mundo.

Para mi 40 cumpleaños, les pedí a mis amigos y familiares un regalo: fotos mías de mis veintipocos. Mi colección de fotos de esa época —aproximadamente de 2005 a 2010— es terriblemente escasa.

Hay un espacio en blanco entre mis álbumes de fotos impresas de la universidad y mi carpeta de Dropbox con las instantáneas de mis primeros años como madre. Lo único que pude encontrar de aquellos años fue un puñado de fotos de baja resolución de mí en un bar haciendo algo raro con las manos.

¿Y el resto? Quedaron atrás debido a una computadora muerta, cuentas de correo electrónico y redes sociales inactivas y un mar de pequeñas tarjetas de memoria y memorias USB perdidas en el caos de múltiples mudanzas internacionales. Es como si mis recuerdos no fueran más que un sueño.

Resulta que no soy la única. A principios de la década de los 2000, el mundo experimentó una transición repentina y drástica de la fotografía analógica a la digital, pero tardó un tiempo en encontrar un almacenamiento fácil y fiable para todos esos nuevos archivos.

Hoy en día, tu smartphone puede enviar copias de seguridad de tus fotos a la nube en cuanto las tomas. Muchas fotos capturadas durante la primera ola de cámaras digitales no tuvieron la misma suerte. A medida que la gente cambiaba de dispositivo y los servicios digitales prosperaban y decaían, millones de fotos desaparecieron en el proceso.

Hay un agujero negro en el registro fotográfico que se extiende por toda nuestra sociedad. Si tenías una cámara digital en aquel entonces, es muy probable que muchas de tus fotos se perdieran al dejar de usarla.

Incluso ahora, los archivos digitales son mucho menos permanentes de lo que parecen. Pero si tomas las medidas adecuadas, no es demasiado tarde para proteger tus nuevas fotos del mismo olvido.

Una par de tarjetas SD y un pendrive azul en el teclado de un laptop.
Getty Images
Tarjetas SD, pendrives y discos duros externos era el almacenaje favorito en la década de los 2000

Este año se celebra el 50º aniversario de la fotografía digital. La primera cámara digital era un dispositivo descomunal y poco práctico que parecía más bien una “tostadora con lente”, como explica su inventor Steve Sasson a la BBC.

Pasaron décadas antes de que se convirtieran en un producto de consumo viable, pero todos mis conocidos tenían una cámara digital a principios de la década de los 2000.

Tomamos miles de fotos y las compartimos en álbumes online con nombres como “¡Martes por la noche!” o “Viaje a Nueva York – parte 3”. ¿Seguro que alguien de mi círculo tenía estas fotos 20 años después? Cuando pregunté, resultó que muy pocos las tenían. Todos acumulaban los mismos problemas que yo. ¿Cómo podía haber tan poco de una época tan llena de fotos?

Al observar nuestra relación con las fotos, el período 2005-2010 se percibe como un microcosmos de la Era de la Información. Es toda una vida de innovación, disrupción y acceso condensada en un lapso de cinco años en la cronología de la historia humana.

La revolución digital

El año 2005 fue un buen momento para ser un usuario de cámaras digitales. Ese año, el auge digital arrasó con las ventas de cámaras de película, según datos de la Asociación de Productos de Cámara e Imagen (Cipa).

La feroz competencia redujo el precio de las cámaras digitales compactas básicas lo suficiente como para que se compraran por impulso. La calidad de las cámaras mejoró rápidamente, lo que dio a algunos consumidores una excusa para actualizar sus compactas una o incluso dos veces al año.

Piensa en esto: durante un siglo, la fotografía personal fue un proceso lento y deliberado. Tomar fotos requería dinero. Cada rollo de película ofrecía un número limitado de fotos. Y si querías ver tus fotos, tenías que dedicar tiempo a revelar la película o pagar a un laboratorio para que hiciera el trabajo, y luego repetir el proceso si querías copias.

Un dependiente sostiene una cámara digital Kodak en unos grandes almacenes de Pekín
Getty Images
Kodak lanzó muchos modelos de cámaras digitales en las décadas de 1990 y 2000.

Sin embargo, a partir de 2005, todas esas barreras se derrumbaron en un abrir y cerrar de ojos. Pronto, los consumidores producían millones de fotos digitales al año. Pero lo que parecía una época de abundancia fotográfica fue, en realidad, un momento de extrema vulnerabilidad.

“[Los consumidores] desconocían lo que no conocían”, afirma Cheryl DiFrank, fundadora de My Memory File, una empresa que ayuda a sus clientes a organizar sus bibliotecas de fotos digitales. “La mayoría de nosotros no nos tomamos el tiempo necesario para comprender a fondo las nuevas tecnologías. Simplemente descubrimos cómo usarlas para hacer lo que necesitamos hoy… y el resto lo resolvemos después”.

La gente no lo sabía en ese momento, dice DiFrank, pero no pudieron “averiguar el resto más tarde”.

La memoria del consumidor promedio se encontraba dispersa de forma precaria en una amplia gama de tecnología portátil de primera generación, susceptible a pérdidas, robos, virus y obsolescencia: cámaras, tarjetas SD, discos duros, memorias USB, cámaras Flip Cam, CDs y una maraña de cables USB que funcionaban con algunos dispositivos, pero no con otros.

Una persona con las uñas de color blanco mira fotos impresas en una mesa
Getty Images
La gran mayoría de las fotos hoy en día se hacen con smartphones.

Al mismo tiempo, las laptops comenzaban a superar a las computadoras de escritorio por primera vez en la historia. La gente podía almacenar y ver fotos exclusivamente en sus laptops, un dispositivo que, por desgracia, también era más fácil de romper o extraviar.

Las ventas de cámaras digitales se dispararon en 2005, alcanzaron su punto máximo en 2010 y luego se desplomaron, según la Cipa. El iPhone de Apple se lanzó en 2007, y pronto los teléfonos móviles revolucionaron por completo la incipiente explosión de las cámaras digitales. Los consumidores adoptaron rápidamente la nueva tendencia fotográfica, a menudo sin detenerse a proteger las fotos que ya habíamos tomado.

El “agujero negro”

El dolor de perder fotos es personal para Cathi Nelson. En 2009, le robaron de casa su ordenador y su disco duro externo de respaldo. Ante la falta de almacenamiento en la nube accesible en ese momento, perdió gran parte de los recuerdos de su familia para siempre. Es irónico, ya que Nelson se gana la vida ayudando a otras personas a recuperar sus fotos desaparecidas.

Ese mismo año, Nelson fundó The Photo Manager”, una organización de miembros para organizadores profesionales de fotos digitales. Para entonces, las colecciones de fotos ya estaban tan desordenadas que se despertó una enorme demanda de ayuda profesional, afirma. “La gente está abrumada por las opciones, la tecnología y los datos”, escribió Nelson en un informe técnico que detallaba el problema.

Los miembros de The Photo Managers ayudan a sus clientes con el “agujero negro” de 2005-2010 constantemente. “Lo veo una y otra vez, todo el asunto del ‘agujero negro’ digital”, dice Caroline Gunter, miembro del grupo. “Hubo un período, desde principios de la década de 2000 hasta 2013, en el que era muy difícil para la gente organizarse y se perdían fotos”.

Nelson, Gunter y otros miembros de The Photo Managers dicen que recuperan fotos pixeladas de bebés de teléfonos Nokia plegables, recuperan fotos de CDs de fotos y lidian con el servicio de atención al cliente en sitios web de álbumes de fotos en línea como Snapfish o Shutterfly.

“Nuestros miembros siempre dicen que es el único trabajo que hacen en el que la gente llora cuando les devuelven todo”, dice Nelson.

Primer plano de una cámara Kodak Instamatic 100, circa 1965, con formato 126, aislada sobre fondo blanco
Getty Images
En 1975, un joven ingeniero de la empresa que fabricaba la película Kodak tomó la primera fotografía con una cámara digital portátil.

Al mismo tiempo, se produjo otro cambio radical: el intercambio gratuito de fotos online. No solo teníamos la capacidad de generar millones de fotos, sino que también podíamos compartirlas con toda la humanidad, de una forma que parecía mucho más permanente de lo que realmente era.

En 2006, la plataforma de redes sociales MySpace era el sitio web más popular de Estados Unidos y, para muchos, se convirtió en el servicio predilecto para compartir y almacenar fotos. Pero su reinado duró poco.

Facebook se lanzó en 2004 y, para 2012, contaba con más de 1.000 millones de usuarios. Pronto, MySpace cayó en el olvido, dejando atrás innumerables fotos y otros recuerdos digitales.

En 2019, MySpace anunció que 12 años de datos se habían borrado en un fallo accidental del servidor. La compañía afirmó que “todas las fotos, vídeos y archivos de audio” publicados antes de 2016 se habían perdido para siempre, toda una generación de imágenes perdidas en el tiempo.

Sin embargo, MySpace no era el único centro para almacenar fotos. Kodak, Shutterfly, Snapfish, la cadena de farmacias Walgreens y muchas más apostaron por los servicios de fotografía en internet.

Los clientes obtenían galerías de fotos online gratuitas, y las empresas podían generar ingresos mediante impresiones y regalos. Al principio, el modelo fue un éxito rotundo. Shutterfly, por ejemplo, salió a bolsa en 2006 con una oferta pública de venta de acciones de gran repercusión que recaudó US$87 millones.

Perdidas para siempre

El resto de lo que sucedió queda para los libros de historia y para los estudios de casos de las escuelas de negocios. Kodak, por ejemplo, se declaró en quiebra (aunque la empresa resurgió tiempo después).

Shutterfly adquirió todas las fotos de la Galería Kodak EasyShare, pero mi propia experiencia demuestra que no fueron buenas noticias para mis fotos. Para transferir mis fotos de Kodak EasyShare a Shutterfly, necesitaba vincular ambas cuentas, una tarea que nunca completé a pesar de los múltiples correos electrónicos de Shutterfly instándome a hacerlo.

Los correos electrónicos de marketing de la empresa prometían a los clientes que Shutterfly nunca las eliminaría. Tiempo después, inicié sesión en mi cuenta y descubrí que las fotos estaban archivadas y eran inaccesibles.

Un portavoz de Shutterfly afirma que mi historia es conocida y que la empresa hizo todo lo posible para ayudar a los clientes con la transición a Kodak. Sin embargo, lamentablemente, algunas fotos se volvieron irrecuperables con el tiempo.

Shutterfly aún conserva algunas fotos, pero la empresa no las entrega. Según un portavoz, no se puede acceder, descargar ni compartir las fotos almacenadas en Shutterfly a menos que se compre algo cada 18 meses. Puedo usar esas fotos para crear un producto como un calendario de fotos que Shutterfly me vende con gusto, pero no puedo tener mis archivos a menos que haga compras regulares. Casi siento que mis recuerdos están secuestrados.

“Lo que la gente no comprende es que uno de los mayores gastos de los negocios en línea es el almacenamiento”, afirma Karen North, profesora de la Facultad de Comunicación Annenberg de la Universidad del Sur de California. “Había tanto entusiasmo por las nuevas tecnologías que no se prestó atención real —y mucho menos atención pública— a la necesidad de un modelo de negocio sostenible”.

Fotos al lado de una taza de café vacía.
Getty Images
La gran mayoría (más del 90 %) de estas fotos se toman con smartphones.

En la década de los 2000, el costo del almacenamiento digital era considerablemente mayor que en la actualidad. El almacenamiento en la nube externo para empresas apenas comenzaba a surgir en ese momento, y muchas compañías tenían que construir y operar sus propios servidores, lo que suponía un gasto enorme.

Los consumidores producían millones de fotos digitales, pero a largo plazo, las empresas en línea no podían permitirse almacenarlas, afirma North.

“A principios de la década de los 2000, se creía que si subías algo a internet, debía ser gratis”, dice North. “Todos vivíamos nuestras ‘segundas vidas’ gratis. Gmail era gratis. Ahora, al recordarlo, piensas en cómo una pequeña cuota de suscripción a Kodak, o a cualquiera de estos sitios, podría haber protegido nuestros recuerdos”.

En cambio, ahora los clientes pagan un precio diferente: todas esas fotos que se cargaron y compartieron rápidamente (pero no se imprimieron ni se hizo una copia de seguridad en un disco duro externo) entre 2005 y 2010 están gravemente comprometidas.

“Estamos maravillados con todo esto que nos dan gratis”, dice Sucharita Kodali, analista de mercado minorista de Forrester Research. “Nadie se pregunta: ‘¿Qué pasará en cinco o diez años?’. Perdimos por completo nuestro pensamiento crítico porque estábamos deslumbrados por el internet gratuito”.

Las soluciones actuales de almacenamiento de fotografías pueden parecer más permanentes, pero expertos como Nelson dicen que aún existen los mismos riesgos.

“Psicológicamente, la gente no entendía la diferencia entre los datos digitales y una fotografía física”, dice Nelson. “Creemos que estamos viendo una fotografía real. Pero no es así. Estamos viendo un montón de números”. Puedes tener una imagen en la mano, pero los datos están a un clic de desaparecer.

Cómo proteger tus fotos

“Todo se reduce a la redundancia”, dice Nelson. “Corremos un riesgo mucho mayor que cuando las fotos simplemente se imprimían”. Si los consumidores dependen demasiado de la nube, el destino de sus fotos está en manos de una empresa que podría quebrar o decidir borrarlas todas.

“O mi ejemplo del robo de un disco duro externo, que pensé que era la copia de seguridad ideal”, añade Nelson. “Por eso la redundancia es clave”.

Los administradores de fotos se adhieren a la regla del “3-2-1” para el almacenamiento de fotografías. Según esta lógica, siempre deberías tener tres copias de cada foto: dos almacenadas en diferentes medios (como la nube y un disco duro externo) y una copia guardada en una ubicación física separada (como un disco duro externo en casa de un familiar). Es la mejor protección contra fallas tecnológicas y desastres naturales.

Un técnico realiza una verificación en un quiosco de impresión de fotografías Kodak.
Getty Images
Imprimir fotografías tiene un coste muy bajo hoy en día.

Aprendí ese mensaje a las malas. Hoy, guardo todas las fotos que me envían por SMS o correo electrónico en mi dispositivo, que se respalda automáticamente en Google Fotos. Una vez al mes, hago una copia de seguridad de Google Fotos en mi disco duro externo.

También es buena idea editar tus fotos a diario. Sentir que tienes una cantidad manejable de fotos significa que es más probable que tengas el control. “El volumen [de fotos] ahora mismo es una locura”, dice Gunter. “La selección de fotos es lo que está metiendo a la gente en problemas, porque no tienen tiempo. Simplemente siguen acumulando el desorden”.

En cuanto a mi 40 cumpleaños, recibí algunas joyas que nunca había visto. Yo con un corte de pelo increíblemente corto, el extraño futón que no pudimos vender y lo abandonamos en la acera, los azulejos de un baño que ya no existe, bolsos enormes e innecesarios. Incluso descubrí un video granulado de mi perro grabado con un teléfono plegable mientras se oye a un amigo diciendo que estaba enamorado de “un chico cualquiera”, el mismo con el que se casó 15 años después.

Hay algo que sabemos ahora y que desconocíamos entonces: las redes sociales, o cualquier servicio online, podrían no ser guardianes fiables de nuestras fotografías. Somos los únicos que podemos asumir la verdadera responsabilidad de nuestros recuerdos y mitigar los riesgos asociados.

Línea gris de separación
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