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“No recomiendo trabajar como conductor de plataformas digitales”; choferes exigen mejores tarifas y seguridad
“No recomiendo trabajar como conductor de plataformas digitales”; choferes exigen mejores tarifas y seguridad
Manifestación de conductores de plataformas digitales. Foto: Sharenii Guzmán
5 minutos de lectura

“No recomiendo trabajar como conductor de plataformas digitales”; choferes exigen mejores tarifas y seguridad

Conductores de plataformas exigen tarifas más justas y medidas de seguridad para evitar que sean asaltados o secuestrados mientras trabajan.
24 de octubre, 2024
Por: Sharenii Guzmán

Hace ocho años Magda entró a trabajar como conductora de Uber y luego Didi. Al inicio era redituable, hacía turnos de siete horas al día y con eso le bastaba para pagar sus necesidades básicas, y un poco más. Sin embargo, las condiciones laborales cambiaron y la inseguridad incrementó. 

“Empecé a principios del 2017, este es mi octavo año. Las condiciones en las que estamos trabajando, han ido en decadencia en cuanto a la seguridad y precios que las aplicaciones nos están pagando”, refiere Magda. 

A Oscar, también conductor de aplicaciones, le robaron a punta de pistola su camioneta. Pide tarifas justas y mayor seguridad. Relata que ahora tiene que conducir  entre 10 y 13 horas para poder saldar sus cuentas.  

“Yo vengo a apoyar a los compañeros, porque estamos exigiendo unas tarifas más justas hacia nosotros los choferes que no nos descuenten tanto dinero de impuestos y comisiones”.

Lee | Reforma laboral para trabajadores de aplicación: te decimos en qué consiste y cuáles son las condiciones

Después de la pandemia, relatan, las aplicaciones les comenzaron a cobrar una comisión de hasta el 50 por ciento.

“A ti como usuario te cobran 100 pesos y a nosotros, como conductores, nos reportan, que nada más te van a cobrar 60 pesos y a esos 60 nos descuentan los impuestos y comisiones de la plataforma, entonces nos van quedando ya un promedio como de 50 pesos. Me afectan, porque no es la misma cantidad de dinero que me ingresaba a lo mejor al principio cuando todo eso era su boom”, refiere Oscar. 

Además, pide mayor seguridad para los usuarios, exigiendo una correcta identificación y registro en la plataforma. Señala que muchos delitos, como asaltos, robos y secuestros, se deben a que algunas personas se registran con nombres falsos, lo que facilita la comisión de estos actos.

Oscar considera que se percibía más seguridad cuando los pagos se realizaban directamente con tarjeta. No había tanto robo, porque ya estaba el usuario bien registrado. 

“Cuando se hace la flexibilidad a pagos en efectivo se empiezan a registrar un montón de cuentas y usuarios que ponen nombres extravagantes. No sabes si puedes llegar y estar con un usuario bien o puedes estar con el ratero”. 

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Foto: Sharenii Guzmán

 

Hay un millón de conductores de aplicaciones a nivel nacional. Las plataformas no están reguladas, por lo que organizaciones junto con el gobierno federal presentaron una iniciativa de reforma a la Ley Federal de Trabajo que busca garantizar los derechos de los trabajadores. 

Aunado a ello, conductores de diversas plataformas se manifestaron en el Ángel de la Independencia, así como en instalaciones de las empresas transnacionales Uber y Didi, ambas ubicadas en la calle de Hamburgo en la colonia Juárez, en donde entregaron un oficio con el pliego petitorio. 

“La inseguridad es tremenda”

Magda indica que actualmente, debido al clima de inseguridad, no recomendaría a nadie trabajar como conductor de plataformas de aplicación. 

“La inseguridad es tremenda. Yo no sé si la gente no ve las noticias, pero nosotros que estamos en grupos de compañeros, que están unidos todos los días nos enteramos de alguien que desapareció”. 

Cuenta que hace 8 años, que ella empezó, no había grupos ni redes ni esa comunicación constante entre compañeros cuidándose, “pero ahora si tú dices voy a ir, por ejemplo a Naucalpan, al Molinito, los compañeros te dicen es una zona roja”. 

En relación a las comisiones que cobran las plataformas, Magda señala que nunca han sido transparentes con las cuentas, y eso da pauta a que abusen. 

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Foto: Sharenii Guzmán

 

“En cuanto a los precios creo que es ya muy injusto lo que las plataformas se están quedando por ejemplo, en un viaje de 200 pesos, que a ti te cobraron con tarifa dinámica y todo lo demás a mí me dan aproximadamente 80 pesos y de esos 80 pesos. Yo voy a  asumir el IVA que le tengo que pagar a las plataformas y el ISR”. 

Para muchos conductores trabajar en estas plataformas es su única fuente de ingreso, a pesar de la inseguridad y condiciones, sigue siendo una opción, tal es el caso de Joel González, conductor de plataformas, quien relata que a partir de la pandemia tuvo la necesidad de ingresar a las aplicaciones. 

“Yo traigo un historial de más de 7 mil viajes, hay compañeros que llevan mucho más, compañeros que trabajan más de 12 horas. Y para poder tener un ingreso razonable, yo manejo, aproximadamente entre 8 y 10 horas”.

Salvador Rodríguez González, dirigente de la Unión de Trabajadores Plataformas Digitales (Sutram) informa que están construyendo una Alianza Nacional de organizaciones para defender los derechos laborales, incluyendo la ley. Explica que como parte de las demandas dentro del pliego petitorio es que solicitan transparencia en sus ganancias y revisión de las tarifas

Además, exigen seguro contra riesgos de trabajo, así como solicitar a los usuarios utilizar su nombre real y verificación del 100 por ciento de las cuentas de los usuarios, específicamente, en las zonas más apartadas de las ciudades.

La respuesta de Uber, Didi, Cabify y Rappi

En un comunicado de prensa, las plataformas Uber, Didi, Cabify y Rappi anunciaron que analizan las implicaciones en el modelo de negocio e impacto “sobre todo el ecosistema”: conductores, repartidores, empresarios, restauranteros y usuarios, con la propuesta de reforma, a cuyo borrador tuvieron acceso.

“Es indispensable continuar el diálogo con todas las partes involucradas antes de enviar una iniciativa al Congreso, ya que esto podría poner en riesgo la existencia de estas oportunidades y los beneficios que estas tecnologías brindan a la población en general”, apuntaron en un comunicado conjunto.

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Foto: Sharenii Guzmán
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Imagen BBC
Radio Venceremos: el venezolano que logró montar una radio clandestina durante la guerra civil en El Salvador
12 minutos de lectura

Carlos Henríquez Consalvi llegó en 1980 a El Salvador para crear Radio Venceremos con el objetivo de amplificar los objetivos del FMLN.

14 de octubre, 2024
Por: BBC News Mundo
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El asesinato del monseñor Romero, el 24 de marzo de 1980, desató el interés del periodista venezolano Carlos Henríquez Consalvi por El Salvador.

“La noticia me afectó profundamente. Para mí, monseñor Romero era una voz valiente de libertad frente a la opresión. Eso hizo que pusiera mi atención en El Salvador”, le contó Henríquez Consalvi al programa a BBC Outlook.

Antes del asesinato del sacerdote, Carlos era un periodista de izquierdas nacido en Venezuela que, al igual que muchos otros jóvenes de América Latina en aquella época, había viajado a Nicaragua para acompañar a la revolución sandinista de 1979.

Pero el disparo que terminó con la vida de monseñor Romero cambió su vida para siempre.

“Después de aquel asesinato, sentí que en El Salvador se estaba escribiendo la historia. Y creo que todos los periodistas tenemos este deseo de estar cerca de donde ocurre la historia”, recuerda sobre aquellos años.

Era principios de 1980. El país atravesaba por una guerra civil sangrienta, entre las Fuerzas Armadas y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), una coalición de guerrillas de izquierda.

El enfrentamiento armado, que había empezado un año antes y que se prolongaría hasta la firma de los Acuerdos de Paz en 1992, dejaría un saldo de 75.000 civiles muertos, 350.000 heridos y más de un millón de exiliados.

Carlos Henríquez Consalvi.
Museo de la Palabra y la Imagen
Henríquez Consalvi dejó Nicaragua para involucrarse en la guerrilla salvadoreña.

Años más tarde, la Comisión de la Verdad, encabezada por las Naciones Unidas, determinó que 9 de cada 10 violaciones de derechos humanos las llevaron a cabo el Ejército y sus paramilitares.

Henríquez Consalvi pensaba, a sus 33 años, que la mejor manera de combatir la represión que imperaba en aquel país era informar a los salvadoreños sobre lo que estaba pasando.

Fue así que, una semana después del asesinato del monseñor Romero, decidió dejar Nicaragua para sumarse a las filas del FMLN y crear Radio Venceremos, la mítica emisora clandestina de la guerrilla salvadoreña que, durante más de 11 años, transmitió desde las montañas.

Esta es la historia de Carlos Henríquez Consalvi, más conocido por su nombre de guerra, Santiago.

El origen en Venezuela

Cuando la familia Henríquez Consalvi se vio forzada a dejar Venezuela para huir al exilio, el pequeño Carlos, de 3 años, vivió por primera vez y de primera mano los efectos de la represión.

Era 1953 y el régimen de Marcos Pérez Jiménez (1952-1958), que gobernó con mano dura hacia la disidencia, terminó por empujar a sus padres al exterior.

Debido a la persecución política en contra de su padre, junto a su familia viajaron hacia México. Pero al poco tiempo, su padre decidió volver a Venezuela para luchar contra la dictadura, pasando cinco años en prisión.

“Era pequeño, pero recuerdo ver a mi madre llorar en el aeropuerto, despidiendo a mi padre y sentir que lo que estaba pasando cambiaría nuestras vidas”, recuerda Hanríquez sobre la época en la que vivió con su madre, los dos solos, en México.

Carlos Henríquez Consalvi.
Carlos Henríquez Consalvi.
Henríquez Consalvi de niño con una máquina de escribir de su padre.

Durante años, Carlos no volvió a ver a su padre. En su lugar, había quedado una máquina de escribir en la que se pasaba largas horas jugando. Así se despertó su interés por contar historias.

“En la foto más antigua que tengo de nuestro exilio, estoy parado frente a una máquina de escribir, intentando escribir. Por supuesto que a esa edad no podía hacerlo, pero era como un objeto mágico para mí”, recuerda.

Después de tres años viviendo en el exilio, Carlos y su madre regresaron a Venezuela, esperando el día en que su padre finalmente pudiera unirse a ellos.

La dictadura cayó en 1958 y, finalmente, se abrieron las puertas de la prisión.

A sus 18 años pudo saber de las torturas de las que había sido víctima su padre estando en prisión. Esa información, así como su historia familiar, sembraron la semilla rebelde en Carlos, quien formó parte de los movimientos estudiantiles en Venezuela.

La antesala de Nicaragua

En diciembre de 1972, Managua sufrió los efectos de un terremoto que destruyó gran parte de la ciudad.

Carlos, que estaba en Caracas pero quería ver de cerca la tragedia, viajó con un grupo de jóvenes en un avión militar que llevaba médicos, alimentos y medicamentos a Centroamérica para asistir a los heridos.

“Esa experiencia marcó mi vida”, dice Henríquez Consalvi.

Nicaragua, que en ese momento estaba bajo la dictadura militar de Somoza, fue su puerta de entrada a la convulsionada realidad política que vivía por aquellos años Centroamérica.

Fue ahí cuando se enamoró de una mujer vinculada al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), un movimiento de resistencia que luchaba contra Somoza, a través de la cual se fue acercando a los grupos rebeldes de Centroamérica.

Carlos no se quedó en el país, se fue a París a estudiar Historia. Pero la lucha contra Somoza lo llevó de regreso Managua.

En 1977 empezó a escribir en el periódico de Pedro Joaquín Chamorro, en el que denunció los crímenes cometidos por la dictadura, utilizando el seudónimo de “Carlos Gallo” para crear una identidad secreta.

Militantes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) de Nicaragua.
Getty Images
Henríquez Consalvi volvió a Nicaragua para acompañar a la revolución.

Dos años después, mientras la carrera como periodista encubierto de Carlos crecía, decidió abandonar sus estudios para mudarse a Nicaragua y contribuir a la resistencia.

Era 1979, los sandinistas habían derrocado a Somoza y tomado el poder. Fue durante ese “momento luminoso”, como él lo describe, que Carlos comenzó a acercarse a la realidad política de El Salvador.

Todos los domingos, sintonizaba una estación de radio salvadoreña para escuchar la voz del monseñor Romero, arzobispo de San Salvador, que en sus misas denunciaban las violaciones de los derechos humanos.

Pero el 24 de marzo de 1980, mientras daba un misa, un hombre mató al monseñor Romero de un disparo en el corazón, lo que despertó la indignación de miles de militantes de izquierda, no solo en Nicaragua sino en el resto de la región.

A la semana siguiente, Henríquez Consalvi ya estaba hablando con un periodista venezolano vinculado al FMLN sobre la posibilidad de fundar una radio clandestina en El Salvador.

En unos pocos días, decidió que viajaría desde Nicaragua a El Salvador para crear la emisora de radio de la resistencia, una tarea que muchos creían que era imposible en un país dominado por los militares.

“Decidí dejar la comodidad de mi vida en Nicaragua para fundar una emisora de radio clandestina en El Salvador bajo ataques y bombardeos”, recuerda.

La llegada a El Salvador

En diciembre de 1980, Carlos llegó a El Salvador.

Había salido desde Nicaragua con el objetivo de unirse al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional para, con la creación de una emisora de radio, combatir contra la represión de los grupos paramilitares y del Ejército.

En el recorrido desde el aeropuerto de San Salvador hacia las montañas del oeste del país, Henríquez Consalvi recuerda haber visto un grupo de cuerpos, tirados al costado de la carretera, víctimas de los llamados “escuadrones de la muerte”.

“Estaba muy nervioso, era una dictadura muy sangrienta”, dice.

Guerrilleros del FMLN en El Salvador durante la guerra civil salvadoreña, 1983.
Getty Images
Los guerrilleros del FMLN se mantenían ocultos en las montañas de El Salvador.

Durante noches enteras, tuvo que caminar acompañado de un pequeño grupo de rebeldes hasta encontrar uno de los campamento guerrilleros escondido en las profundidades de los montes.

Carlos estaba convencido de la importancia de crear una radio clandestina que fuera capaz de difundir la información de lo que estaba pasando.

“Al llegar, me sentí vivo y lleno de entusiasmo”, recuerda sobre esos días.

Sin embargo, en el momento, se dio cuenta que no tenía más que un antiguo transmisor de la II Guerra Mundial, un pequeña consola, una grabadora con cassette y un micrófono. Eso era todo.

Y así, con un equipo muy modesto, nació Radio Venceremos.

El lanzamiento de la radio

“Radio Venceremos ha comenzado a transmitir desde las montañas de Morazán para acompañar la lucha social que hoy se inicia”, dijo frente al micrófono Carlos el 10 de enero de 1981, en la primera transmisión en vivo de la emisora.

La fecha de lanzamiento de la emisora no fue elegida al azar. Radio Venceremos hizo su primera transmisión después de que la guerrilla lanzara su ofensiva, como parte de una estrategia para ganar apoyo social.

En aquel momento, había mucho en juego. El Ejército estaba bien financiado y entrenado. Los guerrilleros eran muy apasionados pero estaban mal equipados. La mayoría de sus simpatizantes eran agricultores que nunca antes habían tomado las armas.

Pero Carlos no podía salir al aire usando su nombre real, necesitaba un nombre de guerra, con el que pudiera transmitir. Así pasó a ser Santiago.

Carlos Henríquez Consalvi.
Museo de la Palabra y la Imagen
En El Salvador, Carlos Henríquez Consalvi empezó a ser apodado Santiago.

“Me pusieron mi apodo el primer día que conocí a una guerrilla. Allí también había un cura y cuando le preguntaron qué nombre me debían poner, dijo: llámalo Santiago, el apóstol más rebelde. ¡Y quedó! Hoy nadie me llama Carlos aquí en El Salvador”, dice.

Pasó un tiempo hasta que la radio empezó a tomar contacto directo con los frentes guerrilleros de todo el país. Hasta que finalmente empezaron a informar sobre el estados de los grupos rebeldes.

Pero no sólo informaban sobre el conflicto. También transmitían música. Generalmente desde una granja abandonada, hacían entrevistas a agricultores y contaban cosas sobre las fiestas religiosas.

“El lugar iba cambiando porque cuando el Ejército invadía la región teníamos que movernos rápido. Jugábamos al gato y al ratón para que no nos capturaran”, recuerda.

La misión de Radio Venceremos era transmitir todos los días, incluso aunque estuvieran bajo bombardeos, “para que la gente supiera que había gente luchando por la democratización del país”.

La radio, en un país donde muchos no podían leer ni permitirse un televisor, se convirtió en una fuente de noticias vital, lejos de la censura de la dictadura y la propaganda del gobierno. La prensa internacional también la estaba escuchando.

Pero, poco a poco, la percepción idealizada de Carlos empezó a tomar el color real que podía tener una vida que transcurre en una zona de guerra y que incluía la posibilidad de morir.

Múltiples ataques

De esa manera, Radio Venceremos se convirtió en el objetivo principal del Ejército, y Santiago y sus compañeros de equipo, principalmente agricultores locales sin educación formal, se vieron sumergidos en el calor de la guerra civil.

En los 11 años de enfrentamiento armado, muchas veces fueron atacados. Las Fuerzas Armadas querían silenciar la radio y matar a quienes la manejaban, así como a todos los que siguieran esa causa.

“El miedo que sientes es indescriptible cuando escuchas los motores de los aviones acercándose o los helicópteros sobrevolando sobre tu cabeza”, recuerda.

En 1981 el Ejército lanzó una operación llamada “Yunque y Martillo”, que derivó en la muerte de tres de sus compañeros y la confiscación de su aparato transmisor.

Soldados del ejército salvadoreño durante una ofensiva del FMLN en 1989.
Getty Images
La masacre de El Mozote es recordada como una de las más trágicas de América Latina.

“Tal vez fue el momento más difícil de la guerra. Perder el transmisor era perder la posibilidad de seguir existiendo como medio de comunicación alternativo”, recuerda Carlos, quien realizó una larga caminata, de varios kilómetros, hasta el mar para ir a buscar el otro transmisor que tenían oculto.

El 11 de diciembre de 1981 recibieron la noticia de que las Fuerzas Armadas habían cometido una masacre. Cientos de personas habían sido asesinadas en El Mozote, en lo que se consideró una de las masacres más importantes de la historia de América Latina.

“Pensamos que era una exageración, pero cuando llegamos a las ruinas de El Mozote nos dimos cuenta de la espantosa escala de lo sucedido. Entramos al pueblo y vimos los restos de cientos de niños, mujeres y ancianos asesinados. Ese fue el momento más terrible de la guerra, ver la crueldad hacia la población civil”, recuerda.

La Comisión de la Verdad infomró años más tarde que 978 personas murieron, 553 de ellas menores de edad. Pero no fue hasta después de la guerra, cuando finalmente se exhumaron las fosas comunes, que Estados Unidos, cuyo ejército había entrenado al batallón responsable de la masacre, reconoció lo sucedido.

La tragedia no detuvo ni a Carlos ni al FMLN.

“Lo que sentimos fue una responsabilidad mayor de seguir informando a la gente y al mundo de lo que estaba pasando”, dice.

La emboscada

Los militares estaban decididos a terminar con Radio Venceremos.

Ante la presión, en octubre de 1984, los guerrilleros decidieron colocar una bomba dentro del equipo transmisor de la radio para que cuando el jefe militar Domingo Monterrosa lanzara su ofensiva, fueran los militares los que lo encontraran.

“Escuchamos en la radio a Monterrosa anunciar que él iba a viajar personalmente a Morazán a buscar el transmisor. Él había dicho que Radio Venceremos había sido destruida, el equipo había sido aniquilado y que era una de las mayores victorias de toda la guerra para el gobierno salvadoreño”, recuerda Henríquez Consalvi.

Carlos Henríquez Consalvi.
Museo de la Palabra y la Imagen
Henríquez Consalvi recuerda sus 11 años al frente de Radio Venceremos.

“Recuerdo que esa tarde, vimos a lo lejos, a unos 3km de distancia, el helicóptero de Monterrosa elevándose entre las montañas y luego una enorme bola de fuego. ¡La trampa había funcionado!“, dice.

Como si fuera obra del destino, el helicóptero fue derribado muy cerca de El Mozote. Pero el ataque de la guerrilla no solo mató a Monterrosa sino también a otras 14 personas.

“La adrenalina corría por mis venas. Inmediatamente después del derribo del helicóptero, instalamos la antena de radio y todo el equipo, encendimos el generador para obtener energía e hicimos sonar una alarma, de las que usábamos para indicar noticias importantes”, recuerda.

De esa manera, informaron al mundo de que la operación de los militares había fracasado, que las noticias que daban los medios internacionales sobre la destrucción de la radio no eran ciertas y que en realidad eran los militares quienes habían sido atacados.

La noticia apareció inmediatamente en las portadas de todos los periódicos del mundo y fue una gran victoria para el FMLN.

Pero el día más feliz en la vida de Henríquez Consalvi no fue ese sino cuando finalmente bajaron de las montañas y pusieron el transmisor de radio en lo alto del campanario de la Catedral de San Salvador ante miles de salvadoreños.

Desde allí informamos al mundo, el 16 de enero de 1992, que la guerra en El Salvador había terminado. Finalmente se celebrarían elecciones democráticas y libres.

“Ganamos”, recuerda Carlos que dijo ese día, después de 11 años de luchar por lo que consideraba un futuro mejor para El Salvador.

*Este artículo está hecho en base a dos episodios del programa radial Outlook, del Servicio Mundial de la BBC, Is Anybody Out There? Rebel radio, presentado y producido por Louise Morris. Puedes escucharlo en inglés en BBC Sounds.

Línea.
BBC
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