En su más reciente informe de gestión al frente del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), José Antonio Romero Tallaeche señaló que, desde su designación como director interino, en 2021, recibió una institución “en una situación financiera y administrativa alarmante”, y que “grupos de interés” de esta comunidad educativa, así como de otras universidades públicas “se pusieron en su contra” lo que generó “una serie de problemas críticos que comprometían su viabilidad y estabilidad”.
El director, cuya designación ocurrió entre polémicas con la comunidad del CIDE, también reconoció que la suspensión de estímulos del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (CONAHCYT), dejó a esta institución sin dinero para pagar los servicios del comedor, el gas y el arrendamiento de equipos de cómputo, además de que tiene una deuda de más de 250 millones de pesos ante el SAT, otra de 22 millones por pago de predial y debe otros 21.11 millones de pesos a profesores por proyectos y estímulos.
El director apuntó que esta situación tuvo su origen en que, desde su fundación, la institución “había sido funcional al gobierno en turno y a condiciones particulares, sin embargo, en el caso del presidente Andrés Manuel López Obrador y su movimiento de transformación, la antipatía de la mayoría de los profesores, articulistas y personas relacionadas con el CIDE era evidente”.
“Esta comunidad académica, con inclinaciones neoliberales, se enfrentaba a un gobierno que privilegiaba la rectoría del Estado sobre la economía. El presidente López Obrador promovía una visión de fortalecer la intervención estatal para corregir desigualdades y promover el desarrollo social, enfoque que contrastaba con las perspectivas neoliberales dominantes en el CIDE“, señaló.
Por ello, expuso que, a finales de 2023, envió un oficio a la directora del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt), “para explicarle la gravedad de nuestra situación financiera y nuestra firme oposición a perder la sede de Aguascalientes”, lo que resultó en la autorización para el pago de profesores internos y un diálogo con el que “comenzamos a lograr avances significativos en la institución y logramos conservar la sede”.
De acuerdo con Tellaeche, la deuda con las que recibió al CIDE “no solo reflejaba una mala gestión financiera, sino que también generaba un profundo descontento dentro de la comunidad académica. Los profesores, esenciales para el funcionamiento y prestigio del centro, se encontraban desmotivados y frustrados por la falta de pagos. Ello, junto a diferencias ideológicas con el gobierno federal, o por pérdida de privilegios generó la denuncia de algunos investigadores”.
Y es que, según el director, el movimiento en su contra “contó con muchos apoyos de gente vinculada con el CIDE y otras interesadas en golpear al gobierno federal. Entre estos apoyos se encontraban algunos profesores de la UNAM (donde se exiliaron varios miembros de la División de Estudios Jurídicos del CIDE), el INE (miembro del órgano de Gobierno), la organización Mexicanos Unidos Contra la Corrupción e Impunidad (que financiaba la carrera de periodismo)”, así como de los medios El Universal y Reforma.
Aunado este descontento y a la la falta de recursos para cubrir “necesidades básicas”, como el comedor, el gas y el equipo de cómputo, también señaló que las condiciones de la cocina, los baños y centros de cómputo contaban con condiciones “inaceptables”, que “no solo afectaban la calidad de vida del campus, sino también el rendimiento académico y la moral del personal y los estudiantes”.
Aunque el director reconoció que los problemas presupuestarios comenzaron en 2012, cuando se publicó en el Diario Oficial de la Federación la pérdida del estatus de donataria autorizada del CIDE, y que en 2020 se publicó una reforma fiscal cuyas consecuencias obigaron a la institución a ser sujeto de pago de impuestos, afirmó que no se consiguió una estabilidad financiera porque fue hasta su administración, en 2021, cuando la institución implementó acciones para su recuperación.
En el documento sobre su gestión, el director del CIDE afirmó que la búsqueda de apoyo para el pago de profesores internos y la recuperación de la sede de Aguascalientes “generaron tensiones entre la dirección del CONAHCYT y yo”, sin embargo, comentó que tras aclarar los puntos de desacuerdo consiguió la autorización de recursos.
“Este cambio de rumbo permitió al CIDE iniciar un proceso de recuperación y fortalecimiento. Se implementaron medidas para mejorar la gestión financiera“, ya que presumió que se consiguieron saldar las deudas con académicos y el predial, se aprobaron lineamientos para estímulos y desarrollo de proyectos con recursos de terceros y se implementó una estrategia de adecuaciones presupuestarias y se reestructuró la estrategia para que el centro recupere su condición de Persona Moral con fines No Lucrativos ante el SAT.
Asimismo, aseguró que en 2022 se llegó a un acuerdo con todas las divisiones del CIDE, en el cual se estableció “que la Dirección General no intervendría en la orientación de sus programas ni en los métodos de selección de profesores. Este acuerdo también implicaba que el Consejo Académico apoyaría la creación de nuevas divisiones”.
“Estas transformaciones y expansiones representan un esfuerzo concertado por parte del CIDE para adaptarse a las necesidades cambiantes del contexto académico y socioeconómico, promoviendo así un entorno de investigación robusto y diversificado”.
“La historia del CIDE en estos años recientes es un testimonio de la resiliencia y determinación de su comunidad que, frente a enormes desafíos, logró dar un giro crucial hacia la recuperación y el éxito”, dijo.
El CDS fue descrito por primera vez en las décadas de 1960 y 1970, pero ¿por qué se considera un síndrome y no simplemente un rasgo peculiar de la personalidad?
¿Notas que sueñas mucho despierto? ¿Te sientes lento a menudo y tiendes a desconectarte fácilmente cuando realizas una tarea? Es posible que tengas síndrome de desvinculación cognitiva o CDS, por sus siglas en inglés.
El CDS fue descrito por primera vez por psicólogos en las décadas de 1960 y 1970, cuando notaron que algunas personas mostraban estos rasgos de manera más persistente que otras.
Pero ¿por qué se considera un síndrome y no simplemente un rasgo peculiar de la personalidad?
La distinción radica en el efecto. Para las personas con CDS, su comportamiento interfiere significativamente en su vida diaria, su rendimiento académico y sus interacciones sociales.
Si bien todo el mundo sueña despierto de vez en cuando, a las personas con CDS les resulta difícil concentrarse en las tareas durante períodos prolongados. No se trata sólo de falta de atención o pereza, el CDS es un patrón persistente que puede alterar la capacidad de una persona para tener éxito en diversas áreas de la vida.
A diferencia del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), que incluye hiperactividad e impulsividad, el CDS se caracteriza por su “ritmo cognitivo lento”, un nombre con el que anteriormente se conocía la afección.
El síndrome no está reconocido como un “trastorno de atención” distinto en el “Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales”, la clasificación estándar de trastornos mentales utilizada por los profesionales en Estados Unidos.
Sin embargo, un creciente número de investigaciones muestra que merece más atención y debe considerarse por separado del TDAH.
Una forma de distinguirlos es que, si una persona tiene TDAH, puede concentrarse en algo, pero probablemente se distraiga y cambie su atención a otra cosa. Si una persona tiene CDS, en primer lugar no puede concentrarse.
El diagnóstico es complicado porque no existen criterios oficiales. Sin embargo, algunos psicólogos utilizan una combinación de cuestionarios y observaciones de comportamiento para evaluar síntomas como ensoñaciones frecuentes, niebla mental y velocidad de procesamiento lenta.
Los padres y maestros observan con frecuencia este comportamiento en niños que parecen “estar en otra parte” o que tardan más en responder preguntas y completar tareas.
Una velocidad de procesamiento lenta significa que las personas tardan más en asimilar la información, darle sentido y responder.
Por ejemplo, en la escuela, un estudiante con una velocidad de procesamiento lenta puede tardar más en responder una pregunta o completar una tarea porque necesita más tiempo para comprender el material y pensar en su respuesta.
Esto no se debe a falta de inteligencia o esfuerzo: su cerebro simplemente procesa la información a un ritmo más lento.
El apoyo y el tratamiento para el CDS aún están evolucionando. La terapia cognitivo-conductual (TCC) se usa comúnmente para ayudar a las personas a desarrollar mejores formas de afrontar la situación y mejorar su concentración.
Algunos investigadores están explorando el uso de fármacos estimulantes, similares a los utilizados para el TDAH, pero la evidencia aún no es concluyente.
También se recomiendan cambios en el estilo de vida, como tener una rutina de sueño más estable e incorporar el ejercicio regular, para ayudar a controlar los síntomas.
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Una de las mayores dificultades es la falta de conciencia. Muchas personas, incluidos algunos profesionales de la salud, pueden descartar el CDS como mera pereza o falta de esfuerzo.
Este estigma puede impedir que las personas busquen ayuda y reciban el apoyo que necesitan.
A pesar de la falta de reconocimiento oficial, se estima que el CDS puede afectar a una parte importante de la población.
Los estudios sugieren que podría ser tan común como el TDAH, que afecta alrededor del 5% al 7% de los niños. Esto indica que un número sustancial de personas podrían estar lidiando con los síntomas del CDS sin siquiera saberlo.
Comprender el CDS es fundamental porque puede ayudar a los afectados a obtener el apoyo que necesitan.
Al reconocer que el comportamiento CDS no son sólo caprichos –o un intento de demostrar que eres demasiado genial para que te importe– sino indicadores potenciales de un problema más amplio, podemos ayudar mejor a las personas a controlar sus síntomas y mejorar su calidad de vida.
*Sofia Barbosa Boucas es profesora de psicología, Brunel University London.
*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic para leer la versión original.
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