Ya había pasado la medianoche del sábado 28 de mayo, cuando los habitantes del barrio C’ani’ de la cabecera municipal de San Juan Cancuc, en Chiapas, salieron a la calle para ver qué estaba pasando. Alguien gritaba desde el fondo de un barranco y no los dejaba dormir en paz.
Al asomarse al acantilado, descubrieron con estupor que el hombre borracho de posh que estaba causando tanto escándalo era un policía municipal de San Juan Cancuc. Los vecinos del barrio decidieron organizarse para rescatarlo y entregarlo a sus colegas. Fue poco más tarde que el policía municipal Antonio Aguilar Pérez falleció.
Tras el rescate de Aguilar Pérez, mucha gente del barrio se congregó en la calle. Entre ellos estaba Manuel Sántiz Cruz, presidente del Comité de Derechos Humanos San Juan Evangelista de Cancuc, colectivo que es parte del Pueblo Creyente, un movimiento católico cercano a la teología de la liberación. Ahora, él y cuatro compañeros suyos —todos indígenas tseltales— están acusados del asesinato del policía, a pesar de que no hay pruebas en su contra.
En más de una asamblea, Sántiz Cruz se ha opuesto al presidente municipal, José López López (PRI). En algunos casos fue por un conflicto relacionado con la invasión de unos potreros, en otros casos fue por oponerse a la presencia de una base de la Guardia Nacional en su territorio o por criticar un megaproyecto llamado Carretera de las Culturas.
En su primera elaboración, hace unos 20 años, la Carretera de las Culturas quería conectar a las ciudades de San Cristóbal de Las Casas y Palenque para beneficio del turismo. La oposición de las comunidades indígenas, preocupadas por la intención de Fonatur de transformar Chiapas en una “nueva Cancún”, llevó al congelamiento del megaproyecto en 2008, pero la actual administración decidió retomarlo y ampliarlo unos 300 kilómetros. Aprobada por el Congreso de Chiapas en diciembre de 2019, la nueva Carretera de las Culturas pretende conectar los balnearios y sitios arqueológicos de la zona de Palenque con las playas de Pijijiapan, y funcionaría como bisagra entre el Tren Maya y el Corredor Transístmico.
Ante esto, 45 comunidades de San Juan Cancuc se declararon en resistencia civil en contra de la autopista y en muchos municipios de Chiapas la resistencia al megaproyecto se ha revitalizado, al mismo tiempo que se ha reactivado la represión en su contra.
“Es preocupante la situación de los defensores comunitarios, lo que está pasando en San Juan Cancuc lo podemos vincular con la situación de José Luis Gutiérrez Hernández y César Hernández Feliciano de Chilón”, afirma Victórico Gálvez Pérez del Centro de Derechos Humanos Frayba (CDH Frayba).
Se refiere al caso de otros dos defensores tseltales que también se oponen al paso de la Carretera de las Culturas en sus comunidades, ubicadas en el municipio de Chilón, y que fueron detenidos en octubre de 2020 durante una manifestación en contra de la presencia de un cuartel de la Guardia Nacional en su territorio.
La mañana después del accidente con el policía, a las 7:00 horas del domingo 29 de mayo, un operativo conjunto de tres patrullas de la Guardia Nacional, tres del Ejército y dos de la policía municipal detuvo en San Juan Cancuc a Manuel Sántiz Cruz. Con él fueron arrestados Agustín Pérez Domínguez y Juan Velasco Aguilar, también integrantes del Pueblo Creyente.
Durante 24 horas, los tres hombres estuvieron desaparecidos e incomunicados y, cuando sus abogados lograron dar con su paradero, obtuvieron una carpeta de investigación donde la Fiscalía Especializada de Justicia Indígena relata una detención por posesión de mariguana que supuestamente ocurrió en la mañana del lunes 30 de mayo, en el barrio San Diego de San Cristóbal de Las Casas. Sus defensores buscaron testigos que declararan que la detención había ocurrido el día antes y en San Juan Cancuc, y finalmente los tres detenidos quedaron en libertad. Fueron liberados en la misma noche del martes 31 de mayo e inmediatamente arrestados por el homicidio del policía de San Juan Cancuc.
“La Fiscalía Indígena solicitó orden de aprehensión el día 31 de mayo a las 15:41 y el Juez de Control les otorgó la orden esa misma fecha a las 15:40, un minuto antes de que existiera formalmente la solicitud ministerial”, escribe el Frayba en un comunicado. “Esto corrobora la premeditación de la criminalización de las autoridades de justicia en el proceso de fabricación de delitos a las personas defensoras y la falta de imparcialidad del órgano de justicia, así como la colusión existente entre ambas instancias con el objetivo de convertir la maquinaria penal en un instrumento de criminalización de las personas defensoras de derechos humanos”.
El martes 31 de mayo, Agustín Pérez Velasco y Martín Pérez Domínguez atestiguaron que sus tres compañeros habían sido detenidos el domingo en San Juan Cancuc, y no el lunes en San Cristóbal de Las Casas, como señalaba su carpeta de investigación. Al día siguiente, los dos se encontraban en una camioneta frente al Juzgado de Control de San Cristóbal de Las Casas, junto con los familiares de los tres detenidos y dos acompañantes del Movimiento Sueco por la Reconciliación (SweFOR), esperando a que sus abogados salieran del juzgado.
Tres camionetas de la policía estatal y tres vehículos particulares con integrantes de la Policía Especializada de la Fiscalía Indígena, que iban de civiles, se estacionaron a su lado. Unos 30 hombres armados bajaron y, entre jalones y gritos, detuvieron a los dos campesinos.
“Soy su abogado y me tienen que notificar adónde se los llevan”, les dijo su representante legal, aterrado por la desmesura del operativo.
“Tienen orden de aprehensión y los llevamos”, le contestó un policía, que le mostró un documento sin darle tiempo para leerlo.
Las seis camionetas arrancaron rumbo a San Cristóbal de Las Casas, y los dos detenidos aparecieron horas después donde se los habían llevado, en el Juzgado de Control.
Hay otras tres órdenes de aprehensión en contra de pobladores de Cancuc, que se encuentran resguardados en sus comunidades. Ahora, Agustín Pérez Velasco y Martín Pérez Domínguez están detenidos en el Centro Estatal de Reinserción Social para Sentenciados (CERSS) número 5 de San Cristóbal de Las Casas, con sus tres compañeros Manuel Sántiz Cruz, Agustín Pérez Domínguez y Juan Velasco Aguilar.
Esto, a pesar de que las acusaciones en su contra están basadas sobre los señalamientos de un solo policía y que no existe una autopsia que compruebe científicamente la causa de muerte. Solo existe una valoración médica donde se habla de “fallecimiento por paro cardiorrespiratorio por choque hipovolémico”. Están acusados del homicidio de un hombre sin que haya prueba de que fue asesinado.
El sábado, el Pueblo Creyente abrazó a sus cinco compañeros detenidos en el CERSS número 5. Lo hizo con una peregrinación: una marcha que rodeó los muros del penal. Personas expusieron pancartas que pedían libertad para los cinco y cantaron letanías leves, que en parte sonaban a rezo y en parte a lucha. “No es posible encerrar la verdad”, decía una.
La peregrinación dibujó un anillo alrededor de la cárcel y concluyó frente al portón de entrada, donde los peregrinos prendieron copal y velas blancas a lado de una Biblia en tzeltal. Leyeron salmos y gritaron consignas, mientras una joven pastaba ovejas a su alrededor, los policías del otro lado de las rejas les sacaban fotos y los carros transitaban en la carretera como si nada estuviera pasando.
“Estamos aquí para exigir justicia para nuestros hermanos presos y por esto decimos: los miramos de enfrente porque caminamos con la verdad”, dijo el padre José Luis de San Juan Cancuc, que como sus compañeros está en espera de la audiencia. La tarde de este lunes, un juez decidirá si vincular a los cinco detenidos a proceso y dejarlos en prisión preventiva, o no vincularlos y ponerlos en libertad.
En 2024 Sudamérica rompió varios récords de incendios y sequías que impactaron a sus ecosistemas, pero de manera inédita afectan cada vez más a las ciudades.
Sudamérica rompió varios récords en 2024: Chile tuvo el incendio forestal más mortal del mundo en al menos un siglo; en Bolivia, las llamas devoraron proporciones del país nunca antes vistas, y en Venezuela y Brasil hubo sequías más prolongadas que lo usual.
Ese mismo año se quemaron más de 79 millones de hectáreas (790.000 km²) en la región, el mayor daño en al menos una década, lo que dejó cientos de muertos y miles de viviendas afectadas.
Temporadas secas más largas, incendios descontrolados y nubes de humo visibles desde el espacio son fenómenos cada vez más comunes en gran parte de Sudamérica, advierten los expertos.
Lo más sorprendente del año pasado fue que algunos incendios forestales se propagaron a distancias sin precedentes, llegando incluso a centros urbanos.
“Esto de que los incendios sean capaces de matar gente en la ciudad es algo que no lo teníamos contemplado antes”, le dice a BBC Mundo Raúl Cordero, científico del clima y académico de la Universidad de Santiago de Chile.
“Lamentablemente es una nueva tendencia que estamos viendo”.
Cordero es el autor principal de un estudio que analizó datos de las últimas cinco décadas en el que identificaron una acelerada alza en la combinación de más días calurosos, más secos y con mayor peligro de incendios forestales que podrían causar catástrofes en Sudamérica.
La investigación se enfocó en tres áreas que han sido particularmente afectadas por el calor y la disminución de lluvias: las regiones del norte del Amazonas en Brasil, Maracaibo en Venezuela y el noreste del Gran Chaco, la zona de bosque tropical seco más grande del mundo, que cubre partes de Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay.
El estudio considera “calurosos” los días en que la temperatura máxima supera ciertos niveles, que varían según la ubicación geográfica y la época del año.
Por ejemplo, en São Paulo (Brasil), un día de verano se considera caluroso si la temperatura supera los 30 °C, mientras que en ciudades como Guayaquil (Ecuador) el umbral es de 32 °C.
En décadas pasadas, estos umbrales se superaban típicamente durante 36 días al año, pero en años recientes se han registrado hasta 100 días calurosos adicionales al año en algunas regiones.
Los autores del estudio consideran “secos” aquellos días en los que las lluvias están por debajo del promedio habitual, lo cual varía según la ubicación geográfica y la época del año.
Por ejemplo, enero se considera “seco” en Buenos Aires (Argentina) si las lluvias no superan los 120 milímetros, mientras que en ciudades como Bogotá (Colombia) agosto se considera “seco” si las precipitaciones no alcanzan los 50 mm.
Hace 50 años, en la región había unos 180 días secos al año, pero ahora en algunas zonas se registran cerca de 240 días secos.
En otras palabras, actualmente hay unos 60 días secos más al año en comparación con hace 50 años.
La combinación de temperaturas más altas y las sequías están contribuyendo a un mayor riesgo de incendios en Sudamérica, especialmente en las regiones de color más oscuro en los mapas.
En el período de 1971 a 2000, estas condiciones de alto riesgo estuvieron presentes menos de 40 días al año, en términos generales. Mientras que en la última década se registraron hasta 120 días por año en el norte de la región amazónica y Maracaibo.
“Desgraciadamente, vemos que la situación continúa empeorando y el ritmo en el que está empeorando es exponencial, lo cual es todavía más preocupante”, explica Cordero.
Además, aunque la región en general se ha vuelto más seca y calurosa, hay lugares en donde se han registrado lluvias más intensas.
Esto se debe a que, en época de precipitaciones, el aumento de la temperatura hace que el aire se cargue con más humedad y se produzcan lluvias más copiosas, que aumentan el riesgo de inundaciones.
A nivel mundial, 2024 fue el año más cálido desde que se tienen registros.
Además, científicos de la NASA estimaron que durante más de la mitad del año las temperaturas promedio superaron en 1,5 °C el nivel de la última mitad del siglo XIX (1850-1900).
En paralelo, a principios de 2024 El Niño, un fenómeno climático natural asociado al calentamiento de la superficie oceánica en las zonas central y oriental del Pacífico tropical, exacerbó las sequías y las altas temperaturas en algunas partes de Sudamérica.
Marangelly Fuentes, directora científica del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, un instituto que usa satélites para estudiar el clima y la atmósfera del planeta, explica que los aumentos de temperaturas impactan en el mundo de diferentes maneras.
“Lo que significa es que los fenómenos meteorológicos pueden ser más intensos”, le dice Fuentes a BBC Mundo.
Por ejemplo, cuando hay ciclones tropicales o huracanes, hay mayor probabilidad de que se conviertan en categoría 3 o más.
En el caso de Sudamérica, el calentamiento global contribuye a prolongar los periodos de sequía, lo que marchita la vegetación y vuelve el terreno más árido.
Fuentes explica que la principal razón detrás del aumento de la temperatura global es el incremento de los gases de efecto invernadero por el uso de combustibles fósiles como petróleo y gas, entre otros.
Cada año, los satélites registran cientos de miles de incendios en el continente, a veces por causas naturales o accidentales.
Sin embargo, en muchos casos son incendios intencionales (legales o ilegales). Por ejemplo, en algunos países es común quemar bosques para crear zonas de agricultura y/o ganadería.
“El que enciende la mecha usualmente no es el cambio climático, sino un ser humano. Hay gente que utiliza el fuego como herramienta de deforestación, eso existió toda la vida”, dice Cordero. “Entonces, ¿qué está pasando ahora? Bueno, lo mismo: más cambio climático, desgraciadamente”.
Independientemente de la causa, el gran problema no es la ignición en sí, sino las condiciones secas que hacen que el fuego se salga rápidamente de control.
“No es la cantidad de incendios, sino que esos incendios van a ser más extremos, van a acaparar más terreno y van a destruir más áreas”, agrega Fuentes.
Un caso claro de la destrucción sin precedentes fueron los incendios forestales en la región de Valparaíso en febrero de 2024, que arrasaron parte del área urbana en ciudades como Viña del Mar, Limache, Villa Alemana y Quilpué.
Estos fuegos se convirtieron en los más mortales a nivel mundial en al menos un siglo.
Al menos 383 personas fallecieron, según EM-DAT, una base de datos internacional de desastres naturales.
Hasta entonces, los incendios forestales más mortales de los últimos 100 años habían sido los de Sumatra y Kalimantan en Indonesia, en 1997, donde murieron 240 personas.
En 2024 se quemó 15% del territorio en Bolivia, más de 16 millones de hectáreas (160.000 km², una área mayor que Nicaragua).
En comparación, entre 2012 y 2023 se había quemado -en promedio- un 5% por año.
Bolivia fue el país con mayor proporción del territorio arrasado por llamas en todo el continente americano, según el Sistema Mundial de Información sobre Incendios Forestales (GWIS, por sus siglas en inglés).
La temporada de incendios empezó antes de lo usual, y varias zonas sufrían de extrema sequía y récords históricos de temperaturas, que afectaban particularmente a los departamentos de Santa Cruz, Beni y Pando.
Las emisiones de carbono provenientes de los incendios forestales fueron las más altas registradas en el país en las últimas dos décadas, según estimaciones del Servicio de Monitoreo de la Atmósfera de Copernicus, de la Agencia Espacial Europea.
En septiembre de 2024, el Ministerio de Salud y Deportes de Bolivia emitió una alerta sanitaria a nivel nacional por los altos niveles de contaminación en el aire debido a las llamas.
Más de la mitad de los incendios forestales que sufrió Sudamérica en 2024 ocurrieron en Brasil, según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) del país.
En 2024 se quemaron más de 592.000 km² (59,2 millones de hectáreas, un área más grande que Paraguay). Esta cifra es la más alta del siglo XXI, desde que el INPE tiene datos.
En junio del mismo año se registró un nivel inusualmente intenso de incendios en Pantanal, una zona de humedales de alta biodiversidad que sufrió extensos daños y contaminación como resultado de las llamas.
Venezuela también registró condiciones secas y calientes fuera de lo normales.
En 2024 se quemó un 9% del territorio nacional, según GWIS.
Los satélites de la NASA detectaron un número récord de incendios en el país especialmente en la primera parte del año.
La cuenca de Maracaibo es una de las regiones que más se han secado y calentado desde 1971, según el estudio liderado por Cordero.
Más de un tercio de la cuenca todavía está cubierta de bosque, lo que -en las actuales condiciones climáticas- pone en riesgo a las poblaciones que viven cerca, en particular la segunda ciudad más grande del país, Maracaibo.
Después de los incendios que sufrió Los Ángeles este año, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) hizo un llamado para que los países se enfoquen en la reducción de riesgos y la preparación antes de que los incendios sucedan.
“Históricamente se ha prestado mucha atención a la extinción, pero hay que invertir mucho más en la prevención”, dijo Amy Duchelle, de la FAO, el 16 de enero de 2025.
En el caso de la prevención de incendios forestales intencionales, el organismo recomienda una combinación de educación comunitaria, programas eficaces que integren avances científicos y tecnológicos con conocimientos tradicionales, y regulación y prácticas ambientales sostenibles.
Por el momento no hay una solución rápida ni sencilla o una receta única que pueda evitar los incendios en todas las circunstancias, advierten los expertos.
“Lo que sigue a largo plazo es tratar evitar que empeore la situación, lo cual implica a mitigar el calentamiento global”, dice Cordero.
Por su parte Margelly Fuentes, de la NASA, cree que las comunidades no pueden solo esperar a que se reduzcan los gases de efecto invernadero, porque eso puede tomar mucho tiempo.
“Las comunidades deben pensar en cómo pueden volverse más resilientes. Tienen que preguntarse, ¿qué podemos cambiar o hacer para proteger nuestra área?”.
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