El Gobierno de Italia devolvió a México 101 piezas arqueológicas provenientes de diversas partes y culturas nacionales, luego de que se hicieran varias investigaciones en domicilios del país europeo.
De acuerdo con un comunicado de prensa italiano, las piezas mexicanas se recuperaron tras diversas investigaciones en las ciudades de Roma, Udine, Perugia, Ancona y Cosenza.
33 de las piezas fueron encontradas en Roma luego de que las autoridades del país registraran el domicilio de un traficante de hallazgos arqueológicos. A dicho personaje se le incautaron “numerosos hallazgos arqueológicos”, principalmente de la cultura precolombina.
En Consenza, se encontraron piezas arqueológicas al interior del equipaje de dos pasajeros italianos que llegaban de México, producto de un control aduanero en el aeropuerto de Reggio Calabria.
Por su parte, las autoridades de Perugia detectaron un mercado online de hallazgos arqueológicos de México listos para ponerse a la venta. En el mismo sentido, también se confiscaron piezas en Udine que poseía un coleccionista que había comprado las piezas en el territorio italiano.
Finalmente, en Ancona se incautaron algunas piezas luego de se denunciara un intento de robo al interior de una vivienda.
Una vez recuperados los objetos estos fueron sometidos a estudios técnicos por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para verificar su autenticidad y procedencia.
El director general del INAH, Diego Prieto Hernández, detalló que la mayoría de las piezas son figuras antropomórficas, “lo que evidencia el enorme valor que nuestros antepasados otorgaban al cuerpo humano”.
Aunque, el funcionario también señaló que entre los objetos entregados por Italia a México había también elementos decorativos y objetos de uso cotidiano.
“Provienen de diversas regiones de Mesoamérica y sus temporalidades abarcan un horizonte que parte del año 900 antes de nuestra era, y llega hasta los momentos más cercanos a la ocupación española del actual territorio mexicano, en el siglo XVI”, explicó.
El gobierno italiano detalló que los hallazgos eran miniaturas de arcilla, estatuillas antropomorfas y zoomorfas de piedra dura, entre otros. Destacó un jarrón de cerámica negra en miniatura con la figura de Tláloc, el dios de la lluvia, la cual pertenecería al periodo posclásico (900-1200 de la era común).
Entre los hallazgos hay una pintadera de arcilla de forma triangular con una escena de sacrificio humano y un mango en forma de cabeza de serpiente de origen Azteca.
También se encontró una figura masculina de cerámica con cabeza y extremidades pintada de rojo proveniente de la cultura Olmeca, así como una figura con tocado de banda frontal y orejeras circulares.
El valor económico de los objetos arqueológicos se estimó en “varias decenas de miles de euros”. El INAH destacó que desde el 2018 se han conseguido la restitución de casi 800 piezas arqueológicas confiscadas por las autoridades en Italia.
La entrega de las piezas se llevó a cabo en una ceremonia en la embajada de México en Italia encabezada por la subsecretaria de Relaciones Exteriores, María Teresa Mercado Pérez y autoridades del INAH. Asimismo, se encontraba presente el embajador y autoridades italianas.
La pereza, el miedo a no hacerlo perfecto o la desidia nos apartan de hacer un montón de actividades, pero con algunos métodos se puede solucionar.
Piensa: ¿cuántas veces demoraste en arrancar con esa tarea pendiente? O en, por fin, apuntarte a ese curso que te encanta.
En ocasiones, la pereza, el miedo a no hacerlo perfecto o la desidia nos apartan de hacer un montón de actividades, o las retrasamos tanto que al final perdemos un valioso tiempo en el que podríamos estar disfrutando.
Hay muchos motivos que nos pueden llevar a esto. Pero también soluciones.
Para ello, los japoneses tienen un montón de técnicas que nos pueden ayudar a superar la pereza y encontrar una motivación. Acá te las contamos.
Sin traducción directa del japonés, este término representa la idea de la felicidad de vivir. Es, esencialmente, la razón por la que te levantas cada mañana.
Para quienes en Occidente están más familiarizados con el concepto, se le asocia frecuentemente con un diagrama de Venn con cuatro cualidades que se superponen: lo que amas, para lo que eres bueno, lo que necesitas y por lo que te pueden pagar.
Ken Mogi, neurocientífico y autor de “Awakening Your Ikigai”, dice que el ikigai es un concepto antiguo y familiar para los japoneses, que puede traducirse simplemente como “una razón para levantarse por la mañana” o, más poéticamente, “despertarse con alegría”.
Y la psicóloga japonesa Michiko Kumano (2017) ha dicho que el ikigai es un estado de bienestar que surge de la devoción a las actividades que uno disfruta, lo que también trae consigo una sensación de plenitud.
En pocas palabras: busca algo que te motive cada día, que sea una razón para moverte. Puede ser desde tener un pequeño espacio con plantas, cuidar una mascota a aprender cada día algo nuevo.
La filosofía de Kaisen se basa en realizar pequeños cambios y mejoras constantes en todas las áreas de la vida.
Esto va contra el pensamiento de querer manejar con destreza algo desde el primer día. Algo que, además de imposible, genera mucha frustración y puede hacer que abandonemos aquello que nos proponemos hacer.
El modo de aplicar esto es establecerse pequeñas metas diarias, fijarte en las pequeñas mejoras. El secreto es comprometerte a dar al menos un paso que te acerque a esto.
Estos pequeños pasos te ayudarán a vencer la inercia y crear un impulso constante hacia la productividad. Y también encontrar los detalles a mejorar poco a poco.
Esta técnica se remonta al periodo de posguerra en Japón y, por ejemplo, en la página web de la conocida empress Toyota reconocen este sistema como uno de sus principios básicos del sistema de producción.
La traducción al español es, a grandes rasgos, mejora continua. “Kai” significa “cambio” y “zen” significa “para mejor”. Es una filosofía que ayuda a garantizar la máxima calidad, la eliminación de desperdicios y mejoras en la eficiencia, tanto en equipos como en procedimientos de trabajo.
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Cuando una tarea se nos hace complicada de hacer, bien porque nos es pesada o porque requiere concentración, esta técnica puede servirnos.
Si bien la técnica la inventó el italiano Francesco Cirillo a finales de la década de 1980, es algo muy usado en Japón para aumentar la productividad y llevar de un modo más ameno las tareas diarias. Se conoce como” pomodoro”, en referencia a unos aparatos con forma de tomate para contar los minutos.
Matthew Bernacki, profesor asociado de la Facultad de Educación de la Universidad de Carolina del Norte (UNC), en Estados Unidos cuenta a la BBC que esta técnica, por bloques, es buena para no sufrir distracciones.
Por ejemplo, marca 25 minutos en el reloj y, en ese periodo, dedícate exclusivamente a estudiar un contenido o a hacer una tarea, ya sea intelectual o física, y desconectándote de todas las distracciones.
Después, tienes cinco minutos para recompensar a tu cerebro con alguna distracción, por ejemplo, tomando un tentempié o consultando tus mensajes. Y luego vuelves para otro bloque de 25 minutos de estudio.
Esta técnica ayuda no sólo a evitar la pérdida de tiempo con distracciones, sino también a mantener el cerebro motivado con la perspectiva de una “recompensa”.
“No pongas en la panza -Hara- más del 80 % de lo que querrías comer (Hachi Bu)”.
Eso es lo que, más o menos, significa esta técnica que, básicamente consiste en que no te hinches de comer hasta llenarte.
Y, ¿qué tiene esto que ver con la productividad y la pereza? Solo piensa en cómo te sientes después de una comida copiosa, en la que quedaste lleno. Con ganas de una siesta, ¿cierto?
La solución sería esta técnica, que tiene su origen en la ciudad de Okinawa, donde la gente usa este consejo como una forma de controlar sus hábitos alimenticios.
La psicóloga Susan Albers, PsyD, dice que este enfoque es útil porque te indica que dejes de comer cuando te sientas apenas lleno.
Cuando mires tu plato, explican desde la Cleaveland Clinic, decide qué cantidad te haría sentir lleno y luego calcula cómo sería el 80 % de esa cantidad. Quizás sean dos tercios de la comida de tu plato. Intenta sentirte satisfecho y no tener hambre, en lugar de sentirte lleno.
Este concepto proviene del budismo zen y significa “mente de principiante”.
Esta idea proviene del monje Shunryū Suzuki, quien escribió: “En la mente del principiante hay muchas posibilidades. Pero en la del experto hay pocas”.
Esta técnica se trata de tomar cada cosa que hagamos con una actitud abierta, sin prejuicios o preconcepciones independientemente del nivel de experiencia que ya tengamos en ese tema. Exactamente igual que como haría un principiante.
Esto, por un lado, permite que aceptemos que no sabemos todo. Varios estudios científicos han demostrado que esta postura de modestia es muy beneficiosa para la persona que la adopta, según reporta Forbes India.
¿Por qué? Porque el acercarse a algo con curiosidad y con la mente abierta también nos lleva a perseverar en algo, ser innovador y atrevernos.
El término wabi-sabi no solo es intraducible, sino que es considerado indefinible en la cultura japonesa.
Es un término que se originó en el taoísmo durante la dinastía Song en China (960 -1279) y luego se transmitió al budismo zen.
Inicialmente se vio como una forma de apreciación austera y restringida. Hoy, el término encapsula una aceptación más relajada de lo transitorio, la naturaleza y la melancolía, que da cabida a lo imperfecto y lo incompleto en todo, desde la arquitectura hasta la cerámica y los arreglos florales.
“Mientras nos esforzamos por crear cosas perfectas y luego luchamos por preservarlas, negamos su propósito y nos perdemos de la alegría que viene con el cambio y el crecimiento”, escribe Lily Crossley-Baxter en un artículo de BBC Mundo.
Y, a la hora de centrarnos en la productividad o en hacer alguna tarea o hobbie, se basa en abrazar la imperfección en vez de estresarnos con los detalles. O, en otras palabras: “lo perfecto es enemigo de lo bueno”.
Porque mientras nos empeñamos en que algo quede perfecto, fijándonos en cada pequeña minucia, posiblemente estamos perdiendo un tiempo precioso.
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