
Amnistía Internacional advirtió que en México existe un patrón de represión y estigmatización de la protesta social por parte de autoridades, orientado a deslegitimar las causas que la motivan, particularmente visible en los últimos meses y documentado durante este año en al menos 14 estados del país, que afecta de manera principal a personas racializadas no blancas, integrantes de pueblos originarios y mujeres.
La organización señaló a través de un comunicado que estos hechos “afectan de manera importante el derecho de las personas a la reunión o protesta pacífica”, un derecho que calificó como una vía legítima para “llamar la atención sobre hechos violatorios de derechos humanos, cuando otras formas de negociación con el Estado no han dado resultado”.

Subrayó además que la actuación de las autoridades en contextos de manifestaciones pacíficas “no está guiada por los estándares internacionales de derechos humanos”, lo que deriva en “uso excesivo de la fuerza, detenciones arbitrarias y otras violaciones graves de derechos humanos”.
Amnistía Internacional alertó que la criminalización de la protesta se apoya en figuras penales ambiguas.
En los hechos, señaló, “delitos como la obstrucción a las vías públicas y oposición a la obra pública y otros de tipo ambiguo como motín, pandillerismo e incluso secuestro —incluidos en los Códigos penales federal y estatales— son utilizados para criminalizar a las personas que ejercen su derecho a la manifestación pacífica”.
En ese sentido, enfatizó que “el mero ejercicio del derecho a la libertad de reunión pacífica no debe tratarse como un delito penal”.
El comunicado también destacó que las autoridades deben facilitar las manifestaciones, no tratarlas como una amenaza y evitar prácticas como el encapsulamiento. Asimismo, recordó que “las detenciones arbitrarias están prohibidas en todo momento” y que el uso de la fuerza solo puede darse como último recurso y bajo los principios de legalidad, necesidad y proporcionalidad.

El organismo recordó que la protesta pacífica está protegida por el derecho internacional de los derechos humanos y que el Estado mexicano tiene la obligación de respetar y garantizar este derecho sin discriminación.
También subrayó que las autoridades deben abstenerse de estigmatizar a quienes protestan y que las manifestaciones “no deben ser vistas desde el principio como violentas”.
La represión de protestas sociales, indicó el organismo, se ha observado este año en Chiapas, Chihuahua, Ciudad de México, Coahuila, Estado de México, Guanajuato, Hidalgo, Michoacán, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, San Luis Potosí, Veracruz y Yucatán.
Amnistía Internacional destacó además que estas prácticas tienen un impacto diferenciado, pues “va dirigida principalmente a personas racializadas no blancas, a personas de pueblos originarios, o mujeres que reclaman el ejercicio pleno de sus derechos humanos”.
Entre los ejemplos de movilización social mencionados se encuentran las marchas del 8 de marzo, por el Día Internacional de la Mujer; del 10 de mayo, “Por la dignidad nacional, Madres buscando a sus Hijos, Hijas, Verdad y Justicia”, y la del 25 de noviembre, por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Asimismo, señaló que las personas de comunidades originarias recurren a la protesta pacífica para defender sus tierras “de la invasión de grandes empresas que buscan explotar sus recursos naturales en detrimento de poblaciones enteras”.
Amnistía Internacional documentó que el 8 de marzo de 2025 mujeres que participaron en las marchas fueron agredidas en diversos estados. Según el comunicado, se reportaron “al menos 16 detenciones arbitrarias en Hidalgo, Chihuahua y Coahuila; el uso de gas lacrimógeno en los estados de Yucatán, Estado de México, Ciudad de México, Oaxaca, Chihuahua e Hidalgo”, así como “golpes y encapsulamientos a mujeres” en Hidalgo. En Veracruz, San Luis Potosí y Nuevo León, agregó, hubo “diversos tipos de agresiones, incluso por redes sociales, en contra de las mujeres que protestaban”.
La organización también recordó detenciones y agresiones contra mujeres que protestaban en Puebla en agosto, así como la detención de 105 estudiantes de la Escuela Normal Rural Carmen Serdán en septiembre, “por al menos 400 elementos policiales estatales y municipales, con uso excesivo de la fuerza”.
Además, señaló hechos de represión en manifestaciones conmemorativas del 2 de octubre en el Estado de México, agresiones contra periodistas documentadas en noviembre y actos para impedir protestas estudiantiles en Guanajuato y Chiapas, así como el uso excesivo de la fuerza en manifestaciones del 15 de noviembre en la Ciudad de México.

Aunque se ha dicho muchas veces que es mejor consumir la fruta entera y no su jugo por el aporte de fibras, no faltan estudios que le encuentran virtudes. interesantes a esta bebida.
En concreto, una investigación reciente ha demostrado que el consumo regular de jugo de naranja puede influir en la actividad de miles de genes dentro de nuestras células inmunitarias.
Muchos de estos genes ayudan a controlar la presión arterial, calmar la inflamación y regular la forma en que el cuerpo procesa el azúcar, lo que contribuye a mejorar la salud cardíaca a largo plazo.
Los investigadores realizaron un seguimiento a adultos que bebieron 500 ml de jugo de naranja pasteurizado puro cada día durante dos meses. Después de 60 días, muchos genes asociados con la inflamación y la hipertensión arterial se habían vuelto menos activos.
Entre ellos, NAMPT, IL6, IL1B y NLRP3, que suelen ponerse en marcha cuando el cuerpo está sometido a estrés.
Otro gen conocido como SGK1, que afecta a la capacidad de los riñones para retener sodio (sal), también redujo su actividad.
Estos cambios coinciden con hallazgos previos que indican que beber jugo de naranja a diario puede reducir la presión arterial en adultos jóvenes.
El hallazgo ofrece una posible explicación a por qué el jugo de naranja se ha relacionado con una mejor salud cardíaca en varios ensayos.
El nuevo trabajo muestra que, a la vez que eleva el azúcar en sangre, esta bebida cítrica desencadena pequeños cambios en los sistemas reguladores del cuerpo que reducen la inflamación y ayudan a relajar los vasos sanguíneos.
Tiene sentido si pensamos que los compuestos naturales de las naranjas, en particular la hesperidina, un flavonoide cítrico conocido por sus efectos antioxidantes y antiinflamatorios, pueden influir en los procesos relacionados con la hipertensión arterial, el equilibrio del colesterol y la forma en que el cuerpo procesa el azúcar.
La respuesta varió en función del tamaño corporal: las personas con más peso tendían a mostrar mayores cambios en los genes implicados en el metabolismo de las grasas, mientras que los voluntarios más delgados mostraban efectos más fuertes sobre la inflamación.
Una revisión sistemática de ensayos controlados en la que participaron 639 personas de 15 estudios descubrió que el consumo regular de jugo de naranja reducía la resistencia a la insulina y los niveles de colesterol en sangre. La resistencia a la insulina es una característica clave de la prediabetes, y el colesterol alto es un factor de riesgo establecido para las enfermedades cardíacas.
Otro análisis centrado en adultos con sobrepeso y obesidad encontró pequeñas reducciones en la presión arterial sistólica y aumentos en las lipoproteínas de alta densidad (HDL), a menudo denominadas colesterol bueno, tras varias semanas de consumo diario de jugo de naranja.
Aunque estos cambios son modestos, incluso las mejoras leves en la presión arterial y el colesterol pueden marcar una diferencia significativa si se mantienen durante años.
A esto se le suma que, según una revisión reciente, el jugo de naranja influye en las vías relacionadas con el uso de energía, la comunicación entre las células y la inflamación. También puede afectar a la microbiota intestinal, que cada vez se considera más importante para la salud cardíaca.
Si nos decantamos por jugo de naranja sanguina, basta consumirlo durante un mes para que aumente el número de bacterias intestinales que producen ácidos grasos de cadena corta. Estos compuestos ayudan a mantener una presión arterial saludable y a reducir la inflamación.
Las personas con síndrome metabólico son las que más pueden salir ganando. Una investigacion con 68 participantes obesos demostró que el consumo diario de jugo de naranja mejoraba el funcionamiento del revestimiento de los vasos sanguíneos (función endotelial), esto es, la capacidad de los vasos sanguíneos para relajarse y dilatarse.
Y eso se asocia directamente con un menor riesgo de ataques cardíacos.
Otro estudio, realizado con 129 trabajadores de una fábrica de jugo de naranja en Brasil, reveló concentraciones sanguíneas más bajas de apolipoproteína B, o apo-B, un marcador que refleja el número de partículas portadoras de colesterol relacionadas con el riesgo de sufrir un infarto.
Sin embargo, un análisis más amplio de las concentraciones de grasas en sangre reveló que, aunque los niveles de lipoproteínas de baja densidad (LDL) –colesterol malo– suelen descender, otras mediciones lipídicas, como los triglicéridos y el HDL, no varían significativamente.
En cualquier caso, parece que beber jugo de naranja no solo aporta azúcar: aunque la fruta entera sigue siendo la mejor opción debido a su fibra, un vaso diario de jugo de naranja puro podría tener efectos beneficiosos para la salud que se acumulan con el tiempo.
Estos incluyen aliviar la inflamación, favorecer un flujo sanguíneo más saludable y mejorar varios marcadores sanguíneos relacionados con la salud cardíaca a largo plazo.
*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic aquí para leer la versión original.
*David C. Gaze es profesor de Patología Química de la Universidad de Westminster, en Reino Unido.