Home
>
Internacional
>
Red tokuryu: la nueva generación de criminales en Japón desplaza a los yakuza
Red tokuryu: la nueva generación de criminales en Japón desplaza a los yakuza
Foto: AFP
8 minutos de lectura

Red tokuryu: la nueva generación de criminales en Japón desplaza a los yakuza

Los Tokuryu, que significa "anónimos y fluidos", operan formando "equipos de proyecto" para cometer delitos puntuales y luego dispersarse, según autoridades, esto impide ubicar a los líderes y autores intelectuales durante las detenciones.
20 de diciembre, 2025
Por: AFP
@AFP 

Cuando Takanori Kuzuoka empezó a ascender en el mundo del crimen, nunca pensó en unirse a los yakuzas, histórica mafia japonesa conocida por sus tatuajes, su jerarquía rígida y su código de honor.

Prefirió integrar la red “tokuryu”, más joven, más tecnológica y más opaca, donde jefes anónimos reclutan en las redes sociales a soldados rasos para hacer el trabajo sucio durante una misión concreta, desde el fraude hasta el atraco.

Esta nueva forma de criminalidad, que permite a los capos permanecer ocultos tras mensajes cifrados, eclipsa hoy a los delincuentes de la vieja escuela.

A lo largo de una correspondencia de cinco meses desde su celda de prisión, Kuzuoka brindó a la AFP una visión extraordinaria del interior de los “tokuryu”, un universo violento y sin escrúpulos donde gran parte de los millones se obtiene estafando a la envejecida población de Japón.

Práctica y filosofía que los yakuzas desprecian, mafiosos de antaño que presumen de no atacar a los pobres ni a los débiles, pero cuyo imperio de varios miles de millones de dólares se reduce tras años de estrictas leyes antimafia.

“Los yakuzas pierden atractivo entre los jóvenes”, admite un delincuente de alto rango, aliado de un clan importante de los yakuzas.

Quienes “llegan a nosotros fantaseando con el lujo y el glamour descubren rápidamente que la realidad no es la que imaginaban”, prosigue este capo durante una entrevista telefónica que la AFP tardó meses en organizar.

La generación Z y los milenial no están dispuestos a empezar desde lo más bajo de la jerarquía. “No les gusta estar encadenados” por las restricciones propias de los yakuzas, estructurados según un código rígido, “prefieren unirse a los tokuryu”, flexibles, descentralizados y sin reglas, explica.

japon yakuza criminales
Foto: AFP

Lucha contra la nueva red criminal 

“Nunca entendí el interés de ser yakuza hoy en día”, confiesa Takanori Kuzuoka, a quien la AFP logró contactar en el norte de Japón tras escribir a más de 30 centros penitenciarios de todo el país.

Con buena caligrafía, el joven de 28 años relata cómo fue escalando en el mundo del crimen organizado. Primero como miembro de los bosozoku, esas bandas de moteros adolescentes rebeldes, antes de convertirse en un perfil “multitarea” dentro de los tokuryu como reclutador, coordinador y ejecutor.

Dice haber trabajado en ocasiones en estrecha colaboración con jefes cuya identidad le era desconocida incluso a él. Y haber captado en línea a reclutas en el mercado negro de los pequeños trabajos, el yami baito.

Si los candidatos suelen ser jóvenes marginados y en busca de dinero fácil, otros son presas más ingenuas, arrastradas casi contra su voluntad a la delincuencia.

“Cada día innumerables personas picaban el anzuelo de los anuncios dudosos que publicaba” en X para empleos “muy bien pagos”, relata, citando a un ludópata, una trabajadora sexual o incluso a un miembro de una boy band.

Un funcionamiento cercano al del sector del crimen en China, que dirige estafas a escala industrial hasta en Camboya o Birmania.

Las autoridades japonesas estiman que el fraude organizado, actividad principal de los tokuryu, costó a la sociedad nipona 72.200 millones de yenes (unos 470 millones de dólares) entre enero y julio, superando ya el récord histórico del año pasado.

La lucha contra esta nueva red criminal constituye la “máxima prioridad en materia de mantenimiento del orden público” para la policía de Tokio, que en octubre creó una nueva unidad de 100 agentes para “destruirla”.

 

 

La estafa del “¡Soy yo!”

Los tokuryu, literalmente “anónimos y fluidos”, operan de una manera cambiante que impide “remontar hasta los autores intelectuales durante las detenciones”, explica un detective antimafia retirado, Yuichi Sakurai.

Se forman “equipos de proyecto” ad hoc exclusivamente para cometer un delito específico y puntual, detalla. Los ejecutores de menor rango se dispersan y se reagrupan con una fluidez “similar a la de una ameba”, añade.

Su especialidad son las estafas, en particular la del “¡Soy yo!”. Consiste en que los delincuentes llaman a personas mayores haciéndose pasar por sus hijos o nietos, suplicándoles que les entreguen dinero para reparar un error que avergonzaría a la familia.

También son los reyes de la estafa disfrazada. Vestidos con trajes elegantes se hacen pasar por policías, banqueros o funcionarios para despojar a sus víctimas.

Tampoco dudan en llevar a cabo atracos violentos.

Eso fue lo que condujo a Takanori Kuzuoka a prisión, condenado por robo con secuestro de menores. Blandiendo tijeras, el joven dirigió en 2022 a un grupo de ladrones que atacó a una madre y ató a sus hijos con cinta adhesiva para obligarla a entregarles 30 millones de yenes (unos 194.000 dólares) en efectivo.

Tokuryu yakuzas crimen Japón
Foto: AFP

Deriva del código de honor

El fraude y la brutalidad contra personas vulnerables son modos operativos que contradicen las reglas de los yakuzas. Estos últimos reivindican el uso de la violencia para defender sus principios, pero se honran de perdonar a los ciudadanos comunes, afirma un exmiembro en la ciudad de Gifu (centro del país).

“Peleé mucho e incluso maté a un hombre, pero nunca maltraté a los débiles”, declara el septuagenario que pasó 15 años entre rejas por el asesinato de un rival. “Es una gran desviación con respecto a nuestro tradicional código de honor”, destaca.

Te puede interesar: Sanae Takaichi, la baterista de heavy metal que se convierte en la primera mujer en liderar el gobierno de Japón

Los yakuzas han ocupado durante mucho tiempo un lugar particular en la sociedad japonesa.

Conocidos por sus tatuajes y por la amputación de falanges a los culpables, proceden de los bakuto, organizadores de juegos de azar ilegales activos hace dos siglos.

Surgidos en el caos del Japón de la posguerra, dominaron durante años el hampa gracias al tráfico de drogas, los garitos clandestinos, el comercio sexual, la extorsión o el cobro de protección, llegando incluso a aventurarse en sectores legales como el inmobiliario, el entretenimiento o la gestión de residuos.

A diferencia de la mafia italiana o de las tríadas chinas, los yakuzas no son ilegales y operan a la vista de todos. Reivindican un papel social activo y hacen cumplir el orden en zonas marginadas.

Enalteciendo el “deber y la humanidad”, el más poderoso de los tres grandes clanes, el Yamaguchi gumi, prestó ayuda tras varios terremotos, en particular el de 1995 que golpeó Kobe, ciudad donde tiene su base.

Como los demás clanes, este se rige por una estricta jerarquía en la que el oyabun (jefe supremo) mantiene relaciones cuasi paternales con sus jikisan (fieles directos), generalmente llamados a dirigir sus propias organizaciones secundarias, que a su vez se ramifican en estructuras terciarias, formando así una pirámide.

Más fuerte que la sangre

Una casta aparte, compuesta por hombres de cabello engominado y trajes llamativos, omnipresentes en la cultura popular, del manga a las series de televisión.

“Dondequiera que iban los yakuzas, la gente se inclinaba ante ellos”, cuenta Yoshiro Nishino, exmafioso de 47 años.

Se unió a sus filas siendo un adolescente marginado, estableciendo lazos seudofamiliares “más fuertes que la sangre, que me hacían sentir aceptado”, explica, evocando los ritos de iniciación como el intercambio de copas de sake con el patriarca de su clan.

Recuerda su deslumbramiento ante criminales nadando en el lujo, con coches caros y bolsos de marca, detalla quien hoy dirige un hogar para exdelincuentes cerca de Tokio.

Durante mucho tiempo tolerados como un mal necesario, su declive comenzó a medida que aumentaba la violencia y disminuía la tolerancia de la sociedad.

La sangrienta guerra interna del Yamaguchi gumi, concluida en 1989 tras cuatro años, más de 20 muertos y cientos de heridos, llevó al gobierno a adoptar en 1992 una primera ley antigánster que puso a los yakuzas bajo vigilancia.

Un informe de la policía nacional señalaba en 2007 que recurrían a “la violencia para amenazar a los ciudadanos”. Luego nuevas leyes en 2011 buscaron erradicarlos, privándolos de servicios básicos como abrir cuentas bancarias, alquilar una vivienda o contratar un plan telefónico.

Su prestigio se vio mermado el año pasado, y su número alcanzó un mínimo histórico de 18.800 miembros, una caída de casi 80% desde 1992.

quienes son Yakuzas japon
Foto: AFP

Mentes pensantes

El vacío fue ocupado en los últimos diez años por las bandas hangure, jóvenes criminales independientes y menos estructurados, pero calificados por la policía como “casi yakuzas”.

Como muchos otros, Takanori Kuzuoka pasó por estos grupos, donde los vínculos no están regidos por la jerarquía sino por la camaradería.

Los hangure pueden “pasar fácilmente por simples ciudadanos”, explica. A diferencia de los yakuzas “pueden lanzarse a negocios legales como la organización de combates de artes marciales, salones de belleza o marcas de moda”, anade.

La mayoría de los tokuryu están dirigidos por estos hangure, estiman las autoridades. Se trata de mentes pensantes que observan cierta lealtad entre ellas, a diferencia de los reclutas en línea, que son “perfectos desconocidos entre sí y cuyas relaciones pueden desintegrarse fácilmente y dar lugar a traiciones”, según Takanori Kuzuoka.

A pesar del desprecio que manifiestan hacia estos jóvenes arribistas del crimen, la codicia empuja a algunos yakuzas a asociarse con los tokuryu.

“Tenemos la confirmación de que parte de los ingresos obtenidos de los delitos tokuryu va a parar a organizaciones yakuzas”, precisa la policía de Tokio, estimando que la vieja mafia sigue siendo “una amenaza seria para la seguridad pública” en Japón.

Cooperación

Los yakuzas no siempre participan activamente en las estafas o en los robos de los hangure, pero se quedan con una parte de las ganancias, según el exdetective Yuichi Sakurai.

“Les advierten: ‘ni hablar de que ganen dinero a nuestras espaldas’ y, a cambio, los yakuzas ofrecen su protección a los jefes tokuryu”, prosigue.

La cooperación puede ir más lejos. En ocasiones los yakuzas ayudan a los tokuryu a reclutar e incluso a cometer delitos, según Yukio Yamanuchi, exabogado del clan Yamaguchi gumi, que cuenta con 6.900 miembros y asociados.

“Algunos yakuzas de rangos inferiores recurren a la estafa porque tienen serias dificultades para llegar a fin de mes. Eso demuestra hasta qué punto las oportunidades son escasas para ellos”, añade.

Y ello a pesar de que los jefes de los clanes ordenan a sus subordinados no involucrarse en el fraude, señala el abogado.

“Ganar dinero engañando a la gente no es lo que se supone que deben hacer los yakuzas”, insiste el alto cargo yakuza con el que la AFP habló por teléfono.

En el barrio de su clan los habitantes siguen contando con los yakuzas para protegerlos de otras organizaciones criminales, en particular de bandas del sudeste asiático, afirma. “La sociedad nos necesita”, asegura, convencido de que la mafia histórica “no desaparecerá”.

En la prisión donde cumple una condena de nueve años, Takanori Kuzuoka tuvo tiempo para reflexionar sobre lo que hizo “a sangre fría” y sobre la infancia difícil que lo llevó hasta allí.

La vida en el hampa “me deformó y me dejó casi desprovisto de toda emoción. Ahora veo hasta qué punto lo que hicimos fue cruel, demoníaco e inhumano. Cargaré con mis pecados hasta el final de mis días”, detalló por escrito a la AFP.

Etiquetas:
ciberdelincuencia
Japón
yakuzas
Iniciar sesión

Registrate
Suscribete para comentar...
Imagen BBC
Qué es “futtitinni”, la filosofía de los sicilianos para que la vida sea más liviana
5 minutos de lectura

Un concepto sencillo, nacido en la isla del Mediterráneo, puede cambiar cómo ves lo cotidiano.

14 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
0

“En Sicilia tenemos una palabra mágica con un sabor propio: Futtitini“, cuenta el actor italiano Giusepppe Capodicasa en un video de BBC Reel.

“No es una mala palabra, es una bendición”, declara.

Recordemos que en Sicilia se habla italiano como en el resto de Italia, pero suena distinto porque detrás hay siglos de historia trenzada en la lengua.

Antes de que el italiano se adoptara como la voz común del país, los sicilianos ya hablaban el siciliano, una lengua romance marcada por las sucesivas conquistas y dominaciones de la isla: griegos, árabes, normandos, españoles… cada uno dejó alguna huella en el acento y en las palabras.

Cuando el italiano estándar empezó a imponerse en el siglo XIX, no borró esa base, sino que se mezcló con ella.

Por eso, aunque alguien como Capodicasa, quien se identifica “100% siciliano”, habla italiano, se notan tonos, giros y palabras que vienen de esa mezcla antigua.

Futtitinni es una de esas palabras.

Una que, según Capodicasa, encierra “una filosofía de vida, una forma de concebir nuestra existencia”.

Futtitinni… cuán hermoso suena”, dice el filósofo siciliano Pietro Briguglio, pronunciando la palabra gustosamente.

“Cuando la dices, descargas un peso que tenías y quedas ligero”.

El término está muy presente en el lenguage común pues “se presta a ser usado en muchas situaciones”, afirma Briguglio.

Podría entenderse como “no te preocupes demasiado”, “déjalo pasar”, y su sentido se mueve entre “no te amargues”, “no te enredes” -o el mexicano “no te claves”, el colombiano “no te compliques”, el caribeño “no te calientes la cabeza” o el sureño “no te hagas drama”.

Pero según Capodicasa, “es más matizado, más elegante”.

¿Elegante?

La raíz de futtitinni es el verbo siciliano futtíri, que no es particularmente elegante: es una manera vulgar de decir “copular”.

Proviene del latín futūere, que en español evolucionó como ‘follar’, esa forma coloquial para hablar de las relaciones sexuales que aún se escucha en España.

Decoración con baldosas, y floreros repletos de limones y naranjas sicilianas
Getty Images
Una expresión tan típica como sus cítricos y baldosas.

En siciliano, así como ocurrió en muchas lenguas romances con verbos de origen sexual, futtíri se ha amplió a significados figurados como engañar, fastidiar, robar o tomarse libertades, dependiendo del contexto.

De ahí que futtitinni tenga un matiz entre despreocupado y un poco irreverente, algo así como “que te importe un carajo”, pero con ese tono siciliano que lo vuelve más filosófico que agresivo.

Y es que no se trata de que nada importa, ni de eludir problemas o responsabilidades, ni siquiera de resignación.

Futtitinni no es superficialidad”, aclara Capodicasa. “Es la capacidad de atravesar las situaciones de la vida con conciencia y ligereza”.

En ocasiones, llama a desprenderse de lo inmutable y seguir viviendo plenamente, como explica el sitio web Entendiendo a Italia.

En esos casos, sirve para para consolar un amigo ante una decepción, para sobrellevar un revés económico, o simplemente para poner en perspectiva un incidente cotidiano.

Es además una herramienta existencial, que sirve para separar lo esencial de lo superfluo, para no cargar con cada contrariedad, y priorizar lo que de verdad importa.

Futtitinni encierra una modo de enfrentar la adversidad con ligereza, dignidad e incluso humor… un sentido que los sicilianos tienen muy desarrollado.

Como notó el político y escritor romano Cicerón, ya en el siglo I a. C., los sicilianos eran “una raza inteligente, pero desconfiada y dotada de un maravilloso sentido del humor”.

“Por terrible que sea una situación, los sicilianos siempre tienen un comentario ingenioso que hacer al respecto”, añadió.

Esa cualidad los ha acompañado a lo largo de sus 3.000 años de historia, a menudo difíciles de sobrellevar.

Solo adoptando una actitud reflexiva, observa Il Italoamericano, pudieron superar la constante tentación de convertirse en figuras trágicas.

Esa actitud se expresa en esa exhortación que los sicilianos usan cuando las cosas se vuelven demasiado abrumadoras: futtitinni.

Y, aunque la palabra existe en dialecto siciliano desde hace generaciones, en los últimos años ha tenido un resurgir notable.

Competiciones de memes, camisetas con la inscripción “Futtitinni“, artículos y blogs que rescatan su significado como “pedagogía de lo esencial”.

Futtitini, una revolución

Imagen de mujer con problemas mecánicos del auto
Getty Images
Desesperante… pero futtitinni.

Futtitini “no es superficialidad, sino el arte del discernimiento”, señala Francesco Mazzarella en la revista Paese.

Aclara que ese arte del discernimiento es el “que distingue entre lo urgente y lo ruidoso, entre lo que nos edifica y lo que nos consume”.

Explica que cuando un siciliano dice futtitinni, a menudo está diciendo:

“No dejes entrar en tu corazón aquello que no merece habitar allí”.

“No le des poder a quien quiere quitarte el aliento”.

Para Mazzarella, el tradicional término no sólo no ha perdido relevancia sino que, en esta época en la que todo exige atención, y “cada opinión se convierte en guerra, cada imperfección en fracaso (…), futtitinni se ha convertido en revolución”.

Invita a practicar “el buen desapego”, a despreocuparse por lo periferal y centrarse en lo realmente importante.

“¿Tu pareja te dejó?… quizás no era la ideal. ¿Perdiste tu trabajo?… tómatelo como un nuevo comienzo”, ejemplifica Capodicasa.

“Hay quienes hacen yoga, meditación, respiran con el diafragma. Hay quienes van a India a encontrarse a sí mismos”, dice Capodicasa.

“En Sicilia hacemos todo esto con una sola palabra.

“Se dice que un viejo sabio, mientras explicaba las leyes de la filosofía siciliana a un joven discípulo, en cierto momento se detuvo, lo miró a los ojos y le dijo:

“Hijo, si no puedes cambiar lo que te hace sufrir, entonces futtitinni“.

Quizás ese sabio, al pronunciar la palabra, hizo el gesto típico que suele acompañarla para enfatizar: levantando la mano de abajo hacia arriba, como arrojando las preocupaciones al aire.

La intención es distender, dejar de enfocarse en lo negativo.

“La vida te estresa… tómatela con calma.

“Atascado en el tráfico… Paciencia”…

línea
BBC

Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.

Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.

También puedes seguirnos en YouTube, Instagram, TikTok, X, Facebook y en nuestro canal de WhatsApp.

Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.

Etiquetas:
ciberdelincuencia
Japón
yakuzas
Iniciar sesión

Registrate
Suscribete para comentar...