La oposición, que reclama un triunfo del exiliado Edmundo González Urrutia sobre el presidente Nicolás Maduro en las elecciones del pasado 28 de julio, calificó el viernes de “golpe de Estado” la juramentación del gobernante socialista para un tercer mandato.
“Con la usurpación del poder por parte de Nicolás Maduro (…), apoyado por la fuerza bruta y desconociendo la soberanía popular expresada contundentemente el pasado 28 de julio, se ha consumado un golpe de Estado“, expresó en un comunicado la principal coalición opositora, la Plataforma Unitaria.
“González Urrutia es quien debe ser juramentado”, agregó, anunciando que ahora “comienza una nueva fase en la lucha por la democracia”.
El pronunciamiento llega luego de que este viernes Maduro tomara posesión como presidente por tercera ocasión, tras haber sido proclamado ganador de las elecciones por el Consejo Nacional Electoral (CNE) con 52% de los votos, sin que hasta el momento se haya publicado un escrutinio detallado, como exige la ley. La oposición, por su parte, publicó en una web copias de actas electorales que dicen prueba su victoria con más del 70% del sufragio.
En respuesta, el presidente de Venezuela aseguró que su juramentación para un tercer mandato es “una gran victoria de la democracia”, al rechazar las acusaciones de fraude en su reelección por parte de la oposición, que tildó su toma de posesión de “golpe de Estado”.
“Digan lo que quieran decir, hagan lo que quieran hacer, pero esta toma de posesión (…), constitucional, no la pudieron impedir y es una gran victoria de la democracia venezolana (…). Paz, paz, paz. No pudieron ni podrán”, afirmó Maduro, quien se dijo blanco de una “conspiración” de “Estados Unidos y sus satélites y esclavos en América Latina y en el mundo”.
Tras la toma de posesión, el gobierno de Estados Unidos subió este viernes a 25 millones de dólares la recompensa por información que permita capturar al mandatario venezolano Nicolás Maduro y su ministro del Interior, Diosdado Cabello, para que se les juzgue por “narcotráfico y corrupción”, informaron funcionarios estadounidenses.
Además el gobierno del presidente saliente, Joe Biden, añadió una nueva recompensa por el ministro de Defensa Vladimir Padrino, por quien ofrece 15 millones de dólares, añadieron los funcionarios que pidieron el anonimato tras la investidura de Maduro, que calificaron de “farsa”.
Asimismo, EU impuso sanciones a ocho altos cargos venezolanos, incluido el presidente de la petrolera PDVSA, el ministro de Transporte y el jefe de Conviasa, la aerolínea estatal, informó este viernes el Departamento del Tesoro.
Los sanciona porque “permiten la represión de Nicolás Maduro y la subversión de la democracia en Venezuela”, añade tras la investidura de del líder chavista.
Al respecto, la Unión Europea anunció la adopción de nuevas sanciones a funcionarios venezolanos a través de una nota, en la que también afirmó que el tercer mandato de Maduro carece de legitimidad.
“Las autoridades venezolanas perdieron una oportunidad clave para respetar la voluntad del pueblo (…) Por lo tanto, Nicolás Maduro carece de la legitimidad de un presidente elegido democráticamente”, apuntó el bloque de 27 países en un extenso comunicado.
El Ministerio de Relaciones Exteriores británico también anunció sanciones contra 15 altos cargos del gobierno del mandatario venezolano, al que calificó de “fraudulento”.
“La reivindicación del poder por parte de Nicolás Maduro es fraudulenta. El resultado de las elecciones de julio no fue ni libre ni justo y su régimen no representa la voluntad del pueblo venezolano”, afirmó el ministerio en un comunicado.
Por su parte, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, expresó este viernes su desacuerdo con la “criminalización de la oposición política” al ser consultada sobre el presunto arresto de la líder opositora venezolana María Corina Machado, caso sobre el que evitó pronunciarse hasta saber qué pasó.
“Nunca hemos estado a favor de la criminalización de la oposición política, no estamos de acuerdo con ello”, afirmó la mandataria izquierdista en su habitual conferencia matinal.
“Esta es nuestra opinión y lo hacemos en México, nosotros no perseguimos a nadie ni por sus ideas ni por sus opiniones (…) tiene que haber libertades”, agregó Sheinbaum.
🗣️”Nosotros nunca hemos estado a favor de la criminalización de la oposición política”, dice la presidenta @Claudiashein sobre la situación en Venezuela y la toma de posesión de @NicolasMaduro.
Señaló que serán los venezolanos quienes decidan sobre su soberanía. pic.twitter.com/7NMn6N88L3
— Animal Político (@Pajaropolitico) January 10, 2025
La oposición venezolana denunció el jueves un breve arresto de Machado ocurrido luego de que la dirigente comandó una marcha contra la nueva investidura del presidente socialista Nicolás Maduro, quien asumió este viernes su tercer mandato consecutivo entre acusaciones de fraude y bajo aislamiento internacional.
El incidente fue tachado por el gobierno venezolano como un “invento” y “mentira”, mientras que el equipo político de Machado sostiene que su líder fue “retenida por la fuerza” brevemente y luego liberada.
Este incidente fue condenado por países como Chile, Colombia, España e Italia y portavoces de la Unión Europea, entre otros, en tanto que la líder opositora informó en redes sociales que este viernes iba a explicar lo ocurrido.
La corresponsal de BBC Mundo en Los Ángeles narra cómo se están viviendo los históricos incendios que afectan a la ciudad californiana.
“Sube a la terraza. Dicen que el fuego es ya visible desde Santa Mónica”.
Al mediodía del martes, recibí la llamada de mi marido con incredulidad.
A pesar de que las condiciones climatológicas auguraban ya desde el domingo una receta para el desastre —los “vientos endemoniados” de Santa Ana con rachas de hasta 160km/h y una sequedad extrema por meses sin lluvias—, parecía una alerta más en una ciudad acostumbrada a ellas.
Poco podía imaginar que estaba a punto de presenciar la primera de una serie de escenas apocalípticas; una de las muchas que desde entonces siguen dejando los que ya son los peores incendios de la historia de Los Ángeles.
Subida al techo de mi bloque de apartamentos, avisté en las montañas de Santa Mónica una tímida llama.
A los cinco minutos, era ya una mancha naranja que se expandía a toda velocidad desde las colinas boscosas hacia Pacific Palisades, un área residencial de clase alta densamente poblada y salpicada de mansiones de famosos.
Una espesa y negra columna de humo se inclinaba hacia el Pacífico, borrando de la vista viviendas, palmeras, arena, el icónico muelle de Santa Mónica y su parque de atracciones que, con 10 millones de visitantes anuales, es uno de los grandes focos del turismo de Los Ángeles.
En menos de 24 horas los incendios serían ya cuatro, unos monstruos llamados Palisades, Woodley, Eaton y Hurst que acorralaban la ciudad por distintos frentes, avanzando sin precedentes en zonas urbanas y dejando a su paso escenas dignas del peor infierno imaginado por Hollywood.
Y para la tarde del miércoles otro, bautizado Sunset, empezaría a arder en las colinas de Hollywood, cerca de donde se ubica el famoso cartel.
“Es un momento trágico en nuestra historia, algo nunca antes visto”, le dijo a los periodistas el jefe del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD), Jim McDonnell, el martes por la noche.
Mientras, los medios locales repetían las imágenes caóticas de las primeras horas de evacuación en Pacific Palisades: un cuello de botella de cinco kilómetros en la principal vía de entrada y salida a la zona, por vecinos que huían despavoridos y bomberos que trataban de acceder.
Maquinaria pesada empujando, amontonando y dejando para el desguace los vehículos que otros residentes habían dejado atrás, obstaculizando el paso a los camiones cisterna.
Gente huyendo a pie, cargando niños y mascotas, y arrastrando maletas, con álbumes de fotos bajo el brazo.
También estaba la resistencia, aquellos que, a pesar de la orden de las autoridades, se negaban a abandonar sus hogares y los defendían —ilusos e imprudentes— de Goliat con sus mangueras desde el jardín.
“Por favor, prioricen su seguridad y el bienestar de quienes les rodean”, tuvo que repetir en una rueda de prensa el jefe de bomberos del condado de Los Ángeles, Anthony Marrone, un mensaje en el que ya habían insistido otros funcionarios, incluido el gobernador Gavin Newsom.
Empezaron a reportar muertos, heridos por quemaduras, más de 1.000 edificaciones destruidas. Los evacuados se contaban ya por decenas de miles.
Algunos, como los residentes de un centro para la tercera edad de Altadena, fueron sacados en sus sillas de ruedas, muchos de ellos confundidos y asustados, para ser reubicados en un lugar seguro.
Mis redes sociales y mi WhatsApp se llenaron de videos con el fuego avanzando por la Autopista de la Costa Pacífica (PCH), la carretera estatal que bordea California a lo largo de cientos de kilómetros.
Por ella regresé el sábado de surfear la icónica ola de Malibú, una de las mejores del mundo cuando las condiciones acompañan.
Observando desde el auto las mansiones suspendidas sobre el océano, volvimos a uno de nuestros comentarios más recurrentes: “Con el cambio climático, en 50 años esas casas no estarán ahí”.
Muchas ya no están. Pero no fue el mar el que se las llevó por delante. Vivienda tras vivienda quedaron reducidas a cenizas, el esqueleto a la vista.
La misma suerte corrió el Reel Inn, restaurante especializado en pescado a pie de carretera y que ocupa un lugar en el corazón de muchos angelinos.
“Tuve varias citas preciosas en el Reel Inn tras un día de playa. Terrible que ya no exista”, escribió en Instagram una antigua compañera.
Y las llamas llegaron a amenazar la Villa Getty, situada también sobre la PCH, réplica de una casa de campo sepultada en el año 79 d.C. por una erupción del Vesubio que el multimillonario petrolero y mecenas J. Paul Getty mandó a construir en los setenta.
Museo y centro de arte, es también conocido por acoger veladas de Hollywood y reuniones políticas de alto nivel.
En contraste a ese glamour, pensé en las autocaravanas aparcadas a la orilla de la carretera que sirven de vivienda a aquellos que no tienen techo y que he visto multiplicarse desde que llegué a Los Ángeles en marzo de 2022.
“Hablé con Jose (el tipo que vive en una RV con su familia) y están bien, lejos de la zona (de Palisades)”, escribió en un story de Instagram un fotógrafo e instructor de surf que recorre cada mañana las playas desde Malibú a Sunset.
“Randy decidió quedarse, pero uno de los centros de comando (de los bomberos) está en el cruce de PCH con Sunset (Boulevard) y espero que lo hagan evacuar”, añadió.
Sin embargo, con varios frentes abiertos, los servicios de emergencia no dan abasto. “Lo estamos haciendo lo mejor posible pero no tenemos suficiente personal”, le reconoció a Los Angeles Times el jefe de bomberos del condado, Anthony Marrone.
El condado de Los Ángeles cuenta con 9.000 efectivos, entre el departamento de bomberos y otras agencias.
Pero apenas pudieron descansar desde mediados de diciembre, cuando un incendio llamado Franklin devoró durante nueve días las colinas de Malibú. Noviembre fue otro mes de apagar fuegos.
Y es que Los Ángeles es particularmente vulnerable a los incendios,ya que los barrios ricos y suburbios se encuentran con la naturaleza y se extienden cual laberinto entre cañones y cadenas montañosas.
Para asistirlos esta vez, departamentos de bomberos de condados vecinos mandaron refuerzos, y Marrone pidió ayuda más allá del estado, llamado al que ya respondieron Nevada, Oregón y Washington.
Mientras, decenas de voluntarios se lanzaron a colaborar.
Iniciaron colectas para aquellos que tuvieron que correr a albergues, para los que se quedaron sin nada, los que sacaron de residencias de ancianos o centros para menores.
Yo seguí revisando cada 10 minutos la página del gobierno estatal que refleja el avance de los incendios a tiempo real en California, especificando daños y marcando zonas de evacuación: en amarillo cuando es sugerida, en rojo cuando es ya obligatoria.
Y viendo la línea de desalojo acercarse a la calle en la que vivo con mi familia, empacamos los enseres básicos en el coche.
Precavidos y para evitar atascos, el miércoles al mediodía dejamos atrás Santa Mónica.
De camino al hotel leí que ya habían empezado el desalojo obligatorio de mi barrio.
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