El ataque en Querétaro, perpetrado por sujetos armados contra civiles en un bar de la capital, que dejó 10 muertos, se suma a una serie de hechos violentos ocurridos en los últimos dos meses. Junto con el ataque del sábado pasado, estos incidentes han dejado un total de 24 asesinatos, según reportes periodísticos y datos de las autoridades locales.
La entidad del Bajío, gobernada por Mauricio Kuri (PAN), ha registrado al menos cinco ataques en los que sujetos armados disparan contra civiles en bares, calles, estacionamientos o casas particulares, para luego emprender la huida.
Estos hechos han ocurrido en un estado donde, al menos en su capital, la población percibe menos inseguridad en comparación con la cifra nacional o la de otros estados y ciudades como Colima, Michoacán, Chiapas o su vecino Guanajuato.
En la ciudad de Querétaro, capital del estado homónimo, el 38.3% de la población mayor de 18 años consideró, durante el tercer trimestre de 2024, que vivir actualmente en su ciudad era inseguro, un descenso respecto al 42.2% registrado en el trimestre previo, de acuerdo con datos del INEGI en su Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU).
A nivel nacional 58.6% dijo sentirse inseguro entre julio y septiembre de este año, una baja respecto al 59.4% de abril y junio pasado.
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Aunque también 63% de los queretanos mayores de edad consideran que la inseguridad es el principal problema que enfrenta su estado, según datos del Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2024, también del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
De enero a septiembre de este año, Querétaro registra 129 homicidios dolosos, de acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema de Seguridad Pública (SESSP). En el mismo periodo de 2023, la entidad registró 139 homicidios dolosos y cerró ese año con un total de 179 casos.
Entre los asesinados hay personas originarias de Guanajuato, algunas con antecedentes de ataques y con carpetas de investigación abiertas en su estado o empresarios que trasladaron su negocio a Querétaro, ante la violencia que afecta a Guanajuato.
Previo a lo ocurrido en el bar Los Cantaritos, donde un comando ingresó al bar y rafagueó a los asistentes, el viernes 4 de octubre pasado dos hombres integrantes de un grupo musical de narcocorridos llamado “Emiliano Cuevas y Grupo Penumbre” fueron asesinados tras dar un show en el bar “El Mezcalito”, en Querétaro. De acuerdo con reportes periodísticos, los asesinados eran originarios del municipio de Villagrán, Guanajuato.
El miércoles 9 de octubre, un total de ocho personas fueron asesinadas en Querétaro en dos hechos distintos, pero con sólo unas horas de diferencia entre ambos hechos.
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El primero ocurrió cuando sujetos armados mataron con armas de fuego a tres personas y dejaron un herido grave en una casa de la capital queretana.
Después, cinco personas (cuatro mujeres y un hombre) fueron asesinados también en una vivienda de Jesús María del municipio de El Marqués. En su momento, la Fiscalía local informó que las víctimas eran originarias de Guanajuato, que tenían carpetas de investigación abiertas y que en su estado natal ya habían sufrido un ataque, por lo que se mudaron a Querétaro.
El 14 de octubre en un ataque directo, una mujer fue asesinada con arma de fuego cuando iba a bordo de una camioneta en compañía de dos menores, quienes resultaron heridos. Los hechos sucedieron frente a una escuela primaria de la comunidad de San Clemente en el municipio de Pedro Escobedo, Querétaro.
Llegó noviembre y los ataques y homicidios continuaron. El jueves 7 de noviembre tres hombres fueron asesinados y tres más heridos en el municipio de Querétaro al interior del restaurante-bar Mr. Barbas en el fraccionamiento Centro Sur. De acuerdo con medios locales, las víctimas eran originarias de Guanajuato y se mudaron a Querétaro para abrir el bar que cerraron en su estado natal por la violencia.
En medio de ataques contra bares donde han sido asesinadas personas originarias de Guanajuato, las autoridades de Querétaro destacaron que aplicarán medidas “para defender su ciudad”, como la clausura de establecimientos “operados por foráneos” en caso de incurrir en faltas.
El alcalde del municipio de Querétaro, Felipe Fernando Macías (PAN), calificó el ataque del sábado pasado por la noche en “Los Cantaritos” como un hecho “insólito” y derivado de la violencia nacional.
“Hechos insólitos como el de ayer nos ponen en máxima alerta (…) el ataque dirigido a delincuentes, que es derivado de la violencia que se vive a nivel nacional, nos preocupa, nos indigna y nos duele”, dijo Macías en un video publicado en sus redes sociales este domingo.
Además, el alcalde dijo que se llevarán a cabo “inspecciones y, en su caso, clausuras, dirigidas a establecimientos relacionados con operadores foráneos” que llegasen incumplir alguna regla.
También habrá un programa de supervisión permanente de bares, antros y lugares concurridos de esa ciudad. Se implementarán retenes vehiculares y operativos de revisión aleatorios más la promoción de la denuncia anónima.
“Vamos a defender nuestra ciudad para continuar viviendo en paz”, agregó.
Les comparto el siguiente mensaje sobre el trabajo, colaboración y medidas que estamos implementando para fortalecer la seguridad de Querétaro. pic.twitter.com/JZWrZY2CoR
— Felipe Fernando Macías (@FeliFerMacias) November 10, 2024
En Querétaro se tiene registro de la presencia de tres grupos del crimen organizado: Cártel Jalisco Nueva Generación, Cártel de Sinaloa y Cártel de Santa Rosa de Lima, de acuerdo con una ficha obtenida por el colectivo Guacamaya, tras el hackeo de correos electrónicos de la Secretaría de la Defensa Nacional.
La presidenta de México Claudia Sheinbaum visitó Querétaro el 13 de octubre pasado y fue recibida por el gobernador Mauricio Kuri para el banderazo de inicio de obras de la construcción del Tren México-Querétaro. En la ceremonia, estuvo presente la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez.
El gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri, ofreció su apoyo a Sheinbaum.
“Usted como presidenta va a tener todo mi apoyo incondicional (…) cuente con todo nuestro apoyo”, dijo Kuri.
Sheinbaum dijo que trabajaría con los gobernadores de los estados, pero el diálogo con la oposición quedaba en manos de la secretaria de Gobernación.
“Desde mi perspectiva, para eso está la secretaria de Gobernación. Ella tiene ese papel, esa tarea de hablar con, si es necesario, grupos parlamentarios, pero también tiene que haber una relación de respeto mutua. Hay proyectos distintos y eso no tiene que asustarle a nadie”, respondió Sheinbaum en un encuentro con medios junto al gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri, de extracción panista.
Sheinbaum dijo en esa visita que el diálogo y encuentros serán “con el pueblo” de México.
“La secretaria de Gobernación ahí está para cualquier tema. Personalmente, yo voy a estar dialogando con el pueblo de México, viendo a todo el País”, precisó.
Los soldados ucranianos en el campo de batalla no creen que la guerra contra Rusia vaya a terminar pronto.
Mientras Moscú considera un alto el fuego temporal, su maquinaria militar sigue presionando en el frente. Las negociaciones diplomáticas pueden ser lentas y difíciles, pero en el campo de batalla, se pueden medir en vidas perdidas.
A un hospital militar en el este de Ucrania, los heridos llegan en oleadas en ambulancia. Aquí, hay una desconexión obvia entre la diplomacia que tiene lugar lejos de los combates y la brutalidad de la batalla, en la que los cuerpos humanos todavía están siendo destrozados, despedazados y marcados por las bombas y las balas.
Vemos a otras dos docenas de soldados ucranianos heridos que se suben a un autobús para ser llevados a un hospital en Dnipro; algunos están heridos pero caminan, otros son llevados en camillas. El autobús está provisto de equipos médicos para monitorear a los heridos mientras son trasladados a toda velocidad por carreteras llenas de baches.
Los hombres a bordo son los menos gravemente heridos. La mayoría fueron alcanzados por metralla. La causante es a la ahora más prolífica y temida arma en el frente: los drones.
Ninguno de los soldados que entrevistamos cree que esta guerra vaya a terminar pronto. Maksym, de 30 años, está en una camilla conectado a un medicamento intravenoso para aliviar algo del dolor de las múltiples heridas de metralla que tiene en todo el cuerpo. Dice que ha oído hablar de un alto al fuego temporal de 30 días, pero añade:
“Considero a Putin un asesino y los asesinos no se ponen de acuerdo tan fácilmente”.
Vova, quien está sentado cerca, dice refiriéndose a la posibilidad de un alto al fuego: “No me lo creo”. Señala que cerca de la ciudad de Pokrovsk, que se encuentra bajo asedio, se estaban enfrentando a ataques rusos todos los días. “Dudo que haya una tregua”, me dice.
Otro soldado llamado Maksym dice que esta es la segunda vez que resulta herido. “No creo que haya un alto al fuego”, afirma. “Tenía muchos amigos que ya no están con nosotros”.
“Me gustaría creer que todo va a estar bien, pero no se puede confiar en Rusia. Nunca”.
El autobús médico es operado por el Batallón Médico del Ejército de Voluntarios de Ucrania, conocido como los Hospitalarios. Transportan a decenas de soldados heridos todos los días.
Sofiia, una estudiante de medicina de 22 años, ha estado trabajando con ese equipo durante los últimos 18 meses. Ella también es escéptica sobre las posibilidades de un alto al fuego: “No puedo creérmelo, pero realmente desearía que sucediera”, dice.
Me cuenta que cuando se enteró de que Estados Unidos y Ucrania habían acordado presionar para lograr un alto al fuego, los drones rusos sobrevolaban su base y eran interceptados por las fuerzas de defensa aérea ucranianas. Para ella, hablar de paz es como hablar de un universo paralelo.
Sofiia dice que “al menos es bueno que Ucrania y Estados Unidos vuelvan a hablar”. Pero en cuanto a las esperanzas de un alto al fuego, se remite al pasado reciente.
“Si nos fijamos en todos los intentos de alto al fuego que hemos tenido en el pasado, no funcionaron. ¿Cómo va a funcionar este?”, pregunta.
Su colega médico, Daniel, se unió a los Hospitalarios desde Suecia. Dice que entiende lo que se siente cuando una nación más pequeña es atacada por su vecino gigante. Su abuelo luchó por Finlandia contra Rusia durante la Segunda Guerra Mundial.
Cuando Daniel llegó a Ucrania, solía preguntarles a los soldados heridos qué querían hacer después de la guerra. Ya no lo hace. “Nadie quiere responder eso”, dice, “porque no quieren decepcionarse. No se atreven a tener esperanzas”.
Daniel no descarta un alto al fuego. Pero añade: “No se puede confiar en que Putin vaya a hacer algo que no le beneficie”.
Ucrania tiene mucha experiencia negociando con Rusia.
Francia y Alemania mediaron en los altos al fuego de 2014 y 2015, cuando las fuerzas respaldadas por Moscú tomaron por primera vez partes del este de Ucrania y Crimea.
Esa negociación no funcionó. Tampoco impidieron que Rusia llevara a cabo su invasión a gran escala de Ucrania ocho años después.
Puede que haya conversaciones de paz, pero los hombres de la 68ª Brigada Jaeger de Ucrania siguen preparándose para la guerra. Miramos cómo ensayan sus maniobras para evacuar a un soldado herido bajo fuego enemigo. La mayoría ya ha tenido que hacerlo en la vida real.
A lo lejos, oímos los estruendos de la artillería. Estamos a solo 16 kilómetros de la línea del frente, adonde pronto regresarán.
Han recibido pocas noticias positivas en los últimos días. Las fuerzas ucranianas están siendo superadas en Kursk. En agosto del año pasado, esa ofensiva sorpresa en territorio ruso parecía una jugada de brillantez táctica, que elevaba la moral. Ahora corre el peligro de convertirse en un importante revés estratégico.
Es posible que Kursk deje de ser pronto una moneda de cambio para futuras negociaciones, y se convierta en una pesada carga, por la pérdida de valioso equipamiento y vidas ucranianas.
Uno de los pocos aspectos positivos es que Estados Unidos ha reanudado su apoyo militar. Eso es importante para la 67ª Brigada, que opera con equipos fabricados en Estados Unidos. Realizan sus entrenamientos con un vehículo blindado MaxxPro suministrado por Washington.
Ivan, el conductor que lleva una pequeña bandera estadounidense en su uniforme, dice que le alivia que la administración Trump haya accedido a revertir el bloqueo. Su vehículo necesita reparaciones con regularidad. “Me gustaría que siguieran ayudando”, dice.
Pero Ivan aún no está seguro de si se puede confiar en el presidente Trump.
“Tengo dudas”, dice. En cuanto a confiar en el presidente Putin, responde: “No. Nunca”.
Aquí, incluso un alto al fuego temporal parece estar muy lejos.
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