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Metro CDMX: Cerrarán tres estaciones de la Línea 9 durante cinco meses por obras de renivelación
Metro CDMX: Cerrarán tres estaciones de la Línea 9 durante cinco meses por obras de renivelación
La renivelación de Línea 9 del Metro costará 220 mdp. Foto: Cuartoscuro Archivo
3 minutos de lectura

Metro CDMX: Cerrarán tres estaciones de la Línea 9 durante cinco meses por obras de renivelación

Durante los cinco meses que estarán cerrada las tres estaciones de la Línea 9 del Metro se habilitará servicio emergente para que los usuarios cuenten con todo el apoyo para trasladarse.
14 de septiembre, 2023
Por: Redacción Animal Político

Las estaciones Ciudad Deportiva, Puebla y Pantitlán de la Línea 9 del Metro de Ciudad de México cerrarán debido a las obras de renivelación, informó este jueves el jefe de Gobierno, Martí Batres.

Los trabajos de renivelación de la Línea 9 del Metro (Tacubaya-Pantitlán) iniciarán una vez que se entregue el primer tramo rehabilitado de la Línea 1 (Pantitlán a Salto del Agua) para que no afecte a los usuarios y no cierren al mismo tiempo, informó Jesús Esteva Medina, secretario de Obras y Servicios.

Apenas en agosto, las autoridades del Sistema de Transporte Colectivo Metro reconocieron el hundimiento que hay en el tramo elevado de la Línea 9.

Te puede interesar: Autoridades de la CDMX refuerzan tramo elevado de la Línea 9 del Metro; afirman que la estructura es segura

Sin dar una a conocer una fecha exacta del inicio de las obras, el funcionario informó que las obras de renivelación tendrán un costo de 220 millones de pesos y demorarán aproximadamente cinco meses.

Del total del dinero, la Secretaría de Obras y Servicios (Sobse) aportará 180 millones de pesos y el resto, 40 millones, el Sistema de Transporte Colectivo (STC).

“Vamos a tener obras en la Línea 9, en las estaciones que vienen de Pantitlán hacia el centro en tres estaciones y en esas estaciones vamos a renivelar las vías del tren, que es una petición que ha habido de manera constante de los usuarios del Metro”, dijo el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres.

Servicio emergente por el cierre de estaciones en la Línea 9

Durante los cinco meses, se habilitará servicio emergente para que los usuarios cuenten con todo el apoyo necesario para trasladarse del oriente al poniente y regresar hacia el oriente de la Ciudad de México.

Se habilitará una línea de Metrobús que saldrá del Canal de San Juan, sobre Avenida Zaragoza, hasta Lázaro Cárdenas, sobre el Eje 3. Esta línea de Metrobús va a replicar el recorrido de la Línea 9 del Metro.

Adicionalmente, se contará con el servicio de apoyo que dará la RTP de Pantitlán a Velódromo, en un servicio de frecuencia intensiva.

Cierre estaciones línea 9 metro
Durante 5 meses se apoyará a usuarios con el servicio emergente. Foto: Cuartoscuro.

También se hará una prolongación de la Línea 9 de Trolebús, de Villa de Cortés hasta Tepalcates.

“En el caso de la Red de Transporte de Pasajeros tendremos en operación una flota 80 autobuses, un intervalo de dos a tres minutos, con una velocidad promedio de 14 kilómetros por hora y un tiempo de recorrido de alrededor de 20 minutos, es decir, de Pantitlán a Velódromo ahí las personas podrán hacer el transbordo gratuito al Metro, como operamos en otros servicios en el mismo horario del Metro”, detalló Andrés Lajous, secretario de Movilidad.

Cierre estaciones línea 9 metro
Tramo elevado de la Línea 9. Foto Archivo Cuartoscuro.

El calendario que se ha establecido indica que se iniciará un proceso licitatorio el 21 de septiembre.

Los tiempos estimados de trabajo para las obras de renivelación son dos semanas de desmantelamiento en noviembre. La obra se estima entre noviembre y febrero, y finalmente en marzo de 2024 se sustituirán los aparatos correspondientes.

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Imagen BBC
Los “trenes de la felicidad”: el proyecto solidario que llevó a 70 mil niños pobres a vivir con familias acomodadas en Italia
8 minutos de lectura

El plan organizado por la Unión de Mujeres y el Partido Comunista supuso un esfuerzo por aliviar la situación de los niños más pobres en plena posguerra.

24 de agosto, 2025
Por: BBC News Mundo
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“Ese día fue un día de desesperación para los niños y para las madres”.

Es el contradictorio recuerdo que Bianca D’Aniello tiene del momento en el que, con 10 años, se subió a uno de los “trenes de la felicidad”.

Era 1947 y los estragos de la Segunda Guerra Mundial en la otrora Italia fascista de Benito Musolini eran patentes.

La pobreza arreciaba principalmente en el sur en plena posguerra.

En un intento por mejorar la situación de la infancia que vivía literalmente en la miseria, como ella, otros 70.000 niños pobres viajaron en tren a lo largo del país entre 1945 y 1952 para pasar una estancia con familias que tenían una mejor situación y podían darles -al menos por un periodo- una vida mejor.

Es lo que se conoció en Italia como Treni della felicità, un plan organizado por la Unión de Mujeres Italianas y el Partido Comunista Italiano, y que supuso un esfuerzo por aliviar la situación de esa infancia golpeada.

Y aunque entonces Bianca no lo sabía, el viaje que emprendió en el “tren de la felicidad” ese día cambiaría su vida para siempre.

“No teníamos agua para beber”

Bianca creció en la ciudad de Salerno, a 55 kilómetros al sureste de Nápoles. La zona fue una de las más afectadas por la Segunda Guerra Mundial.

Ahora, a sus 88 años, dice que al pensar en esa época se le vienen “recuerdos de miseria y suciedad”.

“No teníamos agua, ni siquiera había agua para beber. Y mucho menos para lavarnos. En todas las familias no había nada que comer, yo casi me moría, mis pulmones enfermaban, porque no comíamos. No había nada. Y los niños enfermaban de tuberculosis”, rememora en el podcast Witness History de la BBC.

Su padre había muerto a los 40 años, dejando a su madre viuda y con otros siete hijos a cuestas.

“Nadie llevaba un sueldo a casa… lo sorteábamos como podíamos”.

“Y en el peor de los casos, sólo esperabas la muerte. Porque entonces las madres tenían la sensación de que sus hijos muertos ya no sufrirían”.

Mujeres cargan a sus niños.
Getty Images
El sur de Italia fue una de las zonas más afectadas por la pobreza de la posguerra.

El hambre era otra constante.

Bianca dice que antes de terminada la guerra los niños incluso comían césped, si es que podían encontrarlo.

“Había un gobierno fascista en la época de Mussolini, y cada familia, según la cantidad de hijos que tuviera, recibía un trozo de pan. Había un carro con cupones, ibas a la tienda y, de acuerdo con los cupones que tenías, te daban una rebanada de pan”, cuenta.

“Cuando había agua, en esa época, los niños corrían hacia la fuente, porque el pan empapado en agua se expandía”.

Esa miseria trascendería a la caída del régimen. Y el doctor del pueblo, Mario del Santo, traería las buenas noticias: la posibilidad de un viaje que podría sacar a los niños de su precaria situación.

Sólo debían tomar un tren hacia el norte.

La iniciativa

Teresa Noce, una de las figuras líderes del Partido Comunista italiano fue una de las promotoras de esta campaña de solidaridad.

“Las peticiones llegaban de todas partes. Había muchos niños hambrientos. El clima se estaba volviendo frío y húmedo, y no había carbón. Había muchísimos casos lamentables. Los niños dormían en cajas de serrín para calentarse, sin sábanas ni mantas. (…) Niños sucios, llenos de costras y piojos”, contó sobre el proyecto, según il Mulino.

La idea de “los trenes de la felicidad” nació así en Milán de la mano ella y la Unión de Mujeres Italianas y se volvió una realidad con el apoyo de quienes, desde distintas localidades, estuvieron dispuestos a recibir a miles de niños.

La ciudad de Reggio Emilia fue la primera en ofrecerse para acoger a 2.000 niños, seguida luego por Parma, Piacenza, Módena, Bolonia y Rávena.

El primer tren, con 1.800 niños, salió el 16 de diciembre de 1945 desde Milán a Reggio Emilia.

Y sería el primero de muchos. En los años posteriores, la iniciativa se amplió por toda Italia -con especial énfasis en el sur, donde vivía Bianca- con la ayuda mancomunada de distintas organizaciones civiles y políticas.

La despedida

Como muchas madres, la madre de Bianca vio así en los “trenes de la felicidad” una oportunidad para dar a sus hijos una mejor vida.

Un día de 1947 la preparó a ella y a su hermana menor, Ana María, para emprender el viaje.

“Mi madre mandó a hacerme un vestidito. Y llevaba unas sandalias que estaban hechas de cartón”.

En la estación de trenes, Bianca recuerda que niños y madres sufrían por la despedida.

“Incluso los trabajadores del tren lloraban, porque los niños no querían separarse de sus madres. Pero las madres los dejaban partir con la esperanza de un futuro mejor, de una realidad distinta para ellos”, afirma.

Niños pobres en la posguerra.
Getty Images
El primer “tren de la felicidad” salió en diciembre de 1945 desde Milán hacia Reggio Emilia, con 1.800 niños a bordo.

Bianca recuerda ese viaje en tren: “Por primera vez vi árboles, casas, villas, que pasaban rápido. Ese sentimiento me atrapó por completo”.

“Yo pensaba que el tren no existía, nunca lo había visto”, recuerda entre risas.

La ahora octogenaria dice que su cara y la de su hermana terminaron negras por el hollín que se colaba por esa ventana de la que no podían despegar sus ojos.

Pero luego pasó algo inesperado.

“Treinta niños se bajaron en Belluno, pero no me di cuenta de que mi hermana era una de ellos”.

Cuando Bianca despertó recién se percató de que su hermana ya no estaba a su lado.

“Y lloré mucho por Ana María, porque mi mamá me había confiado su cuidado. Pero yo también era pequeña”.

No se volverían a ver por muchos años.

“Comí como nunca”

Tras más de 700 kilómetros recorridos, La lluvia recibió a Bianca y a otras decenas de niños que llegaron ese día a Mestre.

Sus sandalias de cartón quedaron echas pedazos por efecto del agua.

La noche no había sido fácil ni para ella ni para los otros pequeños que viajaban en el tren.

“Todos esos niños pasaron la noche en los trenes sin sus padres, con miedo de que los comunistas les comieran las manos, porque el cura de mi pueblo nos decía: ‘No deben ir a Mestre, porque los comunistas les comen las manos a los niños'”.

Las cuidadoras que viajaban en el tren les dieron algo caliente al llegar, mientras las familias que habían decidido adoptar a un niño o niña comenzaban a aparecer.

No se trataba necesariamente de familias ricas. Según expertos que han estudiado el tema, las familias que acogieron a niños y niñas eran más bien de hogares obreros. Y, si bien tenían una situación mejor respecto a la de los campesinos del sur, tampoco les sobraba el dinero.

“Una señora, que se llamaba Rosa, se me acercó y me dijo: ‘Qué niña tan bonita, ¿cómo te llamas?'”, recuerda Bianca.

“Intentó ser amable y dulce para que yo no tuviera miedo. Me dijo: ‘¿Quieres venir conmigo? Tenemos animalitos, patos, un gato, un perro…’. Y me tomó de la mano”.

Bianca emprendió el viaje a su nueva casa con Rosa y Luigi, a quienes comenzó a llamar “tía” y “tío”.

Al llegar, se dio cuenta de que lo que le habían dicho era cierto.

“Había un perro, un gato, y conejitos recién nacidos…Toda esa distracción fue buena para mí, porque así no pensaba en nada más”.

“Vi esa casa bonita y limpia, con agua en la mesa, polenta, pan, servilletas… cosas que nunca había visto en mi vida. Comí muchísimo. Comí demasiado”.

Una nueva vida

Los cuatro meses que Bianca vivió con Rosa y Luigi pasaron volando. Y era hora de volver.

“Yo lloraba, lloraba, gritaba, no quería volver con mi mamá. Tenía que regresar, porque la regla era que después de cuatro meses debíamos volver con nuestras familias. Pero yo no quería volver. Y no era solo yo; todos los niños lloraban porque no querían regresar a Salerno”.

Bianca no era la única que se resistía a su partida. Rosa y Luigi se habían encariñado con ella al punto de que no querían dejarla ir.

Pero la niña volvió con su madre.

Niños se reúnen alrededor de una olla de comida.
Getty Images
Los niños a menudo no tenían para comer en el sur de Italia tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.

No pasaría mucho tiempo antes de que Luigi tomara la decisión de ir a buscarla y hacer lo posible para que la madre de Bianca le dejara adoptarla y llevarla de vuelta con ellos.

“Cuando vi a Luigi, me aferré a su mano y no la solté. No solté esa mano hasta que volvimos a Mestre”.

Bianca vivió una vida totalmente diferente a la que tenía en Salerno.

Estuvo en casa de sus nuevos padres hasta que cumplió 21 años, cuando se casó.

La historia de los “trenes de la felicidad” ha sido rescatada en diversas investigaciones y libros.

La novela de Viola Ardone, “El tren de los niños” (2019), que cuenta la vida de un pequeño que como Bianca fue acogido por otra familia, fue llevada a la pantalla por Netflix en una película homónima el año pasado.

*Con información de Natasha Fernandes y el equipo de Witness History.

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