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Hablemos de cáncer de mama desde el feminismo

El cáncer de mama es la primera causa de muerte por tumores en las mujeres mexicanas, con un promedio de 10 decesos al día. Y aunque hoy existe mayor información, los recursos del Estado destinados a la prevención y a la atención de esta enfermedad aún son insuficientes.
16 de octubre, 2023
Por: Giselle Yáñez Villaseñor

Y entonces estás ahí, en el hospital, asustada pero conteniendo el llanto, estás a punto de perder tu seno o tus senos porque tienes cáncer, convencida –o no– de que es la mejor opción porque no quieres morir de cáncer como tu hermana y como tantas otras, y escuchas a médicos hablando de tu seno como si fuera solo una masa cancerosa, como si no fuera tu cuerpo, fuente de placer propio y de vida… pero sabes que al salir del quirófano no serás la misma, que estarás mutilada también del alma. Aunque tienes ganas de vivir, tienes mucho miedo a lo que viene y al rechazo, a tu propio rechazo, al de tu pareja, al de la sociedad.

Luego vendrá el post operatorio, ese momento doloroso en el que verás que se ha ido una parte importante de tu cuerpo, que durante décadas has entendido como tu feminidad, y llorarás de la impresión de ver tu amado cuerpo mutilado, de ver que tu mama se ha ido y te ha dejado una profunda herida y que en lugar de tu seno y su redondez ahora hay una enorme cicatriz. Tal vez justificarías tu llanto diciendo que no es vanidad, pero que se siente feo, que sabes que fue lo mejor, buscarás calmarte para que “los tuyos”, esas personas a las que cuidas o hayan cuidado, no te vean débil y no se preocupen, porque sí. Te enseñaron que tu cuerpo se trata más del cuidado de los otros que del tuyo; te enseñaron, como a todas, que una mujer vale por su belleza y su sacrificio por los demás. Y además tienes que escuchar frases optimistas, pero vacías: qué importa perder un pedazo de cuerpo cuando está de por medio la vida; al fin ya estás grande, ¿ya para qué los quieres?; no eres la única que ha pasado por esto; échale ganas…

Y si, es fácil decir “qué importa”, pero ¿podemos realmente entender lo qué siente una mujer al pasar por una o dos mastectomías por cáncer? ¿Las campañas que vemos en medios el 19 de octubre representan la realidad que viven las mujeres con cáncer de mama que enfrentan tratamiento quirúrgicos, radioterapias y quimioterapias o es una estrategia para incrementar ventas y/o aumentar su prestigio? Sinceramente, creo que solo las mujeres y personas que han pasado por ese proceso tendrán derecho, aquí solo abordo mi opinión desde el feminismo y la vivencia como hija de una superviviente de cáncer de mama y sobrina de una mujer que murió por la misma enfermedad.

El cáncer de mama es la primera causa de muerte por tumores en las mujeres mexicanas, con un promedio de 10 decesos al día. Sin embargo, hasta hace apenas unas décadas seguía siendo un tema poco abordado en la sociedad mexicana, y fueron grupos de mujeres que lucharon por el derecho a salud de todas, presionaron nacional e internacionalmente, no fue una dádiva del Estado. Actualmente, aunque existe mayor información y recursos del Estado destinados a la prevención y a la atención de esta enfermedad, los recursos han sido insuficientes e ineficientes. Según datos del INEGI, en el año 2021 se registraron 7,973 muertes por cáncer de mama en México, de las cuales la mayoría se registró en mujeres de más de 60 años de edad.

La incidencia del cáncer de mama representa un problema de salud a gran escala en el que se conjugan muchos factores como la cosificación del cuerpo de las mujeres, la pobreza, otras comorbilidades, las profundas desigualdades en el acceso al sistema de salud, la carencia de un sistema público de cuidados, las cegueras de género tanto para presupuestos como para políticas públicas y los estigmas socioculturales que imperan acerca del cuerpo como “objeto” al servicio de otros, incluso de la ciencia, la industria farmacéutica y de la campañas de publicidad que utilizan esta enfermedad para cuestiones de imagen de marca.

Hablar del cáncer de mama no debería ser solo un día en el marketing, no es un dia “Día Rosa”, son 365 días de lucha contra la enfermedad, de esfuerzos por sanar, estamos hablando del derecho humano a la salud de las mujeres, no de campañas “románticas” de publicidad ni de falsa filantropía. La prevención y atención con calidad a esta enfermedad es un deber estatal, es parte de la defensa por los derechos humanos de las mujeres. Un moñito rosa no es suficiente, así como no lo es un discurso gubernamental sin presupuesto; ni siquiera las campañas de prevención con mastografías gratis lo son, el problema de atención a la salud de las mujeres es estructural, comenzando por la falta de acceso al sistema de salud. Si una mujer no tiene seguridad social, como lo sería la atención del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), es realmente caro poder acceder a servicios particulares para atender el cáncer de mama desde los grados primarios y mucho más cuando se trata del pago de quimioterapias o radioterapias, tratamiento quirúrgicos y de reconstrucción. Claro que existen otras opciones como lo es actualmente el INSABI, pero no por ello los trámites son sencillos, además del desabasto y la alta demanda que enfrentan instituciones como el Instituto Nacional de Cancerología (INCAN) y otros hospitales de primer nivel.

Según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) 4 de cada 10 mujeres tienen dificultades en el acceso a los sistemas de salud en México. Entonces, recortar presupuesto a la salud y, en este caso, a la atención de enfermedades como el cáncer de mama o el cervicouterino es una omisión estatal. Una tarjeta con ayuda social no va a reparar la falta de maquinaría institucional para atender estas enfermedades ni va a dar una estructura fuerte al sistema de salud; no atender con presupuestos eficientes y suficientes a este problema público de salud es también violencia de género. Organismos internacionales han remarcado la importancia de un sistema de salud fuerte, ya que “los países con sistemas sanitarios más débiles son los menos capaces de gestionar la creciente carga del cáncer de mama. Supone una enorme carga para las personas, las familias, las comunidades, los sistemas de salud y las economías, por lo que debe ser una prioridad para los ministerios de salud y los gobiernos de todo el mundo”.

Las mujeres no sólo se enfrentan a problemas para el acceso a la salud, también en la calidad de los servicios y sobre todo a la atención médica sin perspectiva de género. Todavía se trata a las mujeres como objetos, se les considera culpables de de haberse enfermado, se les “infantiliza” y en muchas ocasiones ni siquiera se les da la opción de decidir sus tratamientos. Además se resaltan las fallas estructurales, falta de personal y de aparatos para detección y tratamiento, donde el personal médico no tiene capacidad para atención de calidad y persiste el desabasto de medicamentos oncológicos e incluso de mastógrafos, así como carencia de perspectiva incluyente ya que tanto hombres trans como mujeres trans son discriminadas incluso de los programas y de la atención para cáncer de mama, además de menores recursos de prevención y posibilidades de atención a mujeres indígenas, migrantes y de zonas rezagadas . Pero también intersecta la labor de cuidados, las mujeres en este país sostienen el cuidado no sólo de la infancia, ya sean hijxs, nietos, sobrinxs, sino también de personas de la tercera edad, de personas enfermas y con discapacidad e incluso de adultos varones en perfecto estado de salud. Cuándo se enferman, ¿quién cuida de ellas?

Barron Lerner explicaba que el cáncer de mama se singulariza por afectar de lleno a la imagen corporal femenina. Por su asociación con la sexualidad, la intimidad y la maternidad, el pecho ha sido calificado como el signo más obvio de femineidad. 1 Las mujeres con cáncer de mama también tienen miedo al rechazo: históricamente los estándares de valor de las mujeres tienen que ver con su cuerpo, con los estándares de belleza impuestos. Como mujeres no enseñan que debemos “agradar”, que nunca somos suficientes, y por supuesto que ese mandato impuesto lo vemos no sólo en la gran cantidad de cirugías estéticas para aumento de senos o de modificaciones a los cuerpos, sino también en un estándar donde el cuerpo de las mujeres es para el placer del otro, en su mayoría de hombres cisgénero. Parecería que nuestro senos sólo son valorados como adornos u objetos de placer sexual y al igual que nuestro peso, nuestra cabellera o nuestros glúteos, se les da una connotación donde mujeres sin esos atributos son consideradas “menos valiosas” y entonces el rechazo, la mirada morbosa, las frases vacías y las campañas de publicidad que vanalizan la enfermedad afectan directamente el sentimiento de valía y autoestima, sobre todo en mujeres con mastectomías y en tratamiento de quimioterapia.

Seguramente un cambio cultural y social en los estándares de lo “que debe ser el cuerpo de las mujeres” no cambiarán los índices de cáncer de mama, ni tampoco el dolor físico, pero podría ayudar a que la enfermedad y sus tratamientos no se lleven también el autoconcepto, la imagen y el amor propio de las mujeres. Ayudaría también a que el miedo al rechazo no te impida hacerte una mastectomía que salve tu vida; que sepas que vales más que dos senos, sin importar lo que tu pareja o la sociedad opinen. Si dejamos de hablar socialmente del cuerpo femenino como un objeto de servicio y placer para terceros, si borramos la idea del amor como sacrificio, si dejamos de vigilar y castigar el cuerpo de las mujeres y comenzamos a fomentar el autocuidado, contribuimos a terminar con el cáncer social llamado patriarcado.

* La autora agradece a Samanth García y a Karin Salazar por su trabajo para lograr este texto.

 

1 Tumas, Natalia (2013). Feminismo y cáncer de mama, una estrecha relación. Memoria académica. UNLP-FaHCE.

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Imagen BBC
Condenan al actor francés Gérard Depardieu a 18 meses de prisión suspendida por agresión sexual
5 minutos de lectura

El actor francés había sido acusado por dos mujeres de agredirlas sexualmente durante un rodaje.

13 de mayo, 2025
Por: BBC News Mundo
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El actor francés Gérard Depardieu fue declarado culpable de agredir sexualmente a dos mujeres en un rodaje y fue condenado a 18 meses de cárcel con suspensión de la pena.

Las dos mujeres acusaron a Depardieu, de 76 años, de haberlas manoseado durante la filmación de una película en 2021. El actor había negado las acusaciones en su contra y su abogado afirmó que apelaría la sentencia.

El tribunal de París consideró que una de las víctimas, una escenógrafa llamada Amélie, había aportado pruebas coherentes, mientras que las versiones de Depardieu habían cambiado con el tiempo.

Amélie declaró a la prensa que estaba “conmovida” y satisfecha con el veredicto, que para ella era una victoria.

El actor también fue condenado por agredir a una ayudante de dirección llamada Sarah.

Depardieu no acudió al tribunal para escuchar la sentencia, sino que se encontraba trabajando en el rodaje de una película en las Azores.

Carine Durrieu-Diebolt, abogada de las dos mujeres, le dijo a la prensa que espera que el veredicto marque el fin de la impunidad para un artista de la industria cinematográfica.

“Es una victoria para dos mujeres en un plató de cine, pero es una victoria para todas las mujeres que están detrás de este caso y pienso en todas las demás víctimas de Depardieu”, señaló.

La abogada también afirmó que el caso había llegado a su fin horas antes de que comenzara el festival de cine de Cannes.

El primer juicio contra Gérard Depardieu

Las supuestas agresiones tuvieron lugar en septiembre de 2021, cuando Depardieu rodaba una película titulada Les Volets Verts (Las persianas verdes) sobre un actor que envejece y se enfrenta a la decadencia de sus facultades.

Este es el primer juicio contra Depardieu por agresión sexual. Varias otras mujeres han hecho acusaciones similares en los medios de comunicación, y un presunto caso de violación podría llegar a los tribunales en el futuro.

Al final del juicio, celebrado en París a fines de marzo, el fiscal Laurent Guy declaró que “es perfectamente posible ser un excelente actor y un gran padre, y aun así cometer un delito”.

“No están aquí para juzgar al cine francés. Están aquí para juzgar a Gérard Depardieu, como harían con cualquier otro ciudadano”.

El fiscal había solicitado una pena de prisión suspendida de 18 meses, así como una multa de 20 mil euros y la inclusión en la lista de delincuentes sexuales.

Claude Vincent, representante de una de las dos denunciantes, describió a Depardieu como un “misógino” y un “ejemplo de sexismo”.

Por parte de la defensa, Jérémie Assous pidió la absolución y calificó al equipo de demandantes de ser “más militantes que abogados”.

“No soportan que haya siquiera una defensa. Creen que cualquier defensa es una agresión suplementaria”, declaró ante el tribunal.

Un boceto de Depardieu durante el juicio.
AFP via Getty Images
“Mi nombre ha sido arrastrado por el barro con mentiras e insultos”, dijo Depardieu al final de las audiencias.

“Mi nombre ha sido arrastrado por el barro con mentiras e insultos”

La primera demandante —una escenógrafa llamada Amélie— dijo ante el tribunal que, tras una pequeña discusión con Depardieu, el actor la agarró entre sus piernas y la sujetó por las caderas.

La segunda mujer, una ayudante de dirección llamada Sarah, declaró que Depardieu le tocó las nalgas y los pechos a través de la ropa en tres ocasiones distintas.

El actor negó las acusaciones, limitándose a decir que podría haber tocado a las mujeres accidentalmente o para mantener el equilibrio.

“Mi nombre ha sido arrastrado por el barro con mentiras e insultos”, afirmó Gérard Depardieu al final de las audiencias.

“Un juicio puede ser una experiencia muy especial para un actor. Ver toda esta ira, la policía, la prensa. Es como estar en una película de ciencia ficción, salvo que no es ciencia ficción. Es la vida”.

Depardieu dio las gracias a los equipos de la acusación y la defensa por haberle enseñado cómo funcionan los tribunales. “Estas lecciones pueden servirme de inspiración algún día si llego a interpretar a un abogado”, dijo.

El actor afirmó que llevaba tres años sin trabajar desde que empezaron a circular las acusaciones sexuales contra él.

Sin embargo, a principios de este mes se informó de que había empezado a trabajar en las Azores en una película dirigida por su amiga, la actriz Fanny Ardant. Según los medios de comunicación, Depardieu interpreta a un mago en una isla misteriosa.

Ardant trabaja con Depardieu en Les Volets Verts y habló en su defensa en el juicio.

“El genio, sea cual sea su forma, lleva en sí un elemento de extravagancia, indomabilidad y peligro. (Depardieu) es el monstruo y el santo”, dijo.

Otra veterana actriz francesa se puso el lunes del lado de Gérard Depardieu.

En una inusual entrevista con la televisión francesa, Brigitte Bardot, de 90 años, deploró cómo “las personas con talento que tocan las nalgas de una chica son relegadas a la mazmorra más profunda”.

“El feminismo no es lo mío”, dijo Bardot. “Personalmente, me gustan los hombres”.

Línea gris.
BBC

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