En México la eutanasia sigue siendo ilegal, aunque algunos estados han permitido que las personas en situaciones terminales reciban cuidados paliativos. La eutanasia implica la intervención activa de un médico para acabar con la vida de un paciente que está sufriendo de manera irreversible. El dilema ético radica en que la autonomía de un paciente para decidir sobre su propia vida debería prevalecer frente a las creencias religiosas y la moral pública, que generalmente ven la vida como inviolable.
Consideremos como argumentos a favor de la eutanasia:
En contra de la eutanasia están los siguientes argumentos:
De esta forma, la eutanasia y el suicidio asistido son prácticas relacionadas con el fin de la vida, pero presentan diferencias clave en su definición y en la forma en que se llevan a cabo. En la eutanasia, un tercero (médico o profesional de la salud) lleva a cabo la acción que provoca la muerte, como la administración de una sustancia letal; sucede por ejemplo cuando un médico inyecta una dosis letal con el consentimiento del paciente que padece una enfermedad terminal.
En el caso del suicidio asistido, el acto implica que un paciente, en pleno conocimiento y con capacidad para decidir, reciba asistencia de un profesional para llevar a cabo su decisión de terminar con su vida. Éste sería el caso de un médico que proporciona al paciente una receta para una sustancia letal, pero el enfermo es quien decide cuándo y cómo tomarla.
A diferencia de la eutanasia, donde el médico toma la acción directa, en el suicidio asistido el paciente es quién realiza el acto final, pero con la ayuda del médico. En México el suicidio asistido también es ilegal, aunque se sigue debatiendo en el ámbito público. El derecho a decidir sobre la vida propia es similar al argumento de la eutanasia: sostiene que cada persona debería tener el derecho de decidir sobre su vida y su muerte. No obstante, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la ética médica se centra en el respeto a la dignidad, a la autonomía y a los derechos del paciente; y sostiene que los profesionales de la salud tienen el deber ético de preservar la vida. Sin embargo, la OMS no establece una posición oficial sobre la legalización de la eutanasia, ya que ésta dependerá de las leyes y valores culturales de cada país.
En los Países Bajos, Bélgica y Canadá tanto la eutanasia como el suicidio asistido están permitidos bajo regulaciones estrictas; mientras en otros, como Suiza, el suicidio asistido es legal, pero la eutanasia no. En estos lugares, el debate se ha centrado en los controles legales para asegurar que estas prácticas se realicen de manera ética, evitando abusos y respetando la voluntad de los pacientes. Sin embargo, en México, el tema sigue siendo polémico debido a la fuerte influencia de la iglesia católica y las creencias tradicionales sobre la vida y la muerte. Aunque algunos grupos activistas abogan por la legalización de la eutanasia y el suicidio asistido, las barreras culturales y religiosas siguen siendo significativas, la discusión sobre la muerte digna y el derecho a decidir sobre el cuerpo continúa tomando fuerza, especialmente con el avance de las campañas en torno a los derechos de los pacientes.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos ha promovido los derechos de los pacientes a decidir sobre su propio cuerpo, abogando por el respeto a la autonomía personal en situaciones de sufrimiento extremo; sin embargo, no apoya directamente la legalización de la eutanasia ni del suicidio asistido, aunque en su posición general se enfoca en los derechos de los pacientes a recibir atención digna y a evitar el sufrimiento innecesario.
Por otro lado, la Congregación para la Doctrina de la Fe, con la aprobación expresa del papa Francisco publicó la Carta Samaritanus bonus sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida que ilumina la reflexión y el juicio moral sobre este tipo de legislaciones. También la Conferencia Episcopal Española, con el documento Sembradores de esperanza. Acoger, proteger y acompañar en la etapa final de esta vida, ofrece unas pautas clarificadoras sobre la cuestión. Por su parte, la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió en 2021 un caso que involucraba el derecho a morir con dignidad en el contexto de la necesidad de tratamiento paliativo y la autonomía; este fallo reflejó un cambio hacia un mayor enfoque en la dignidad humana y la autonomía de las personas, lo que ha sido un punto de referencia en la discusión sobre el derecho a morir.
Organizaciones como Por el Derecho a Morir con Dignidad A. C. han trabajado para visibilizar la necesidad de reformar las leyes mexicanas para permitir la eutanasia y el suicidio asistido en condiciones controladas. Estos grupos enfatizan el derecho de los pacientes a decidir sobre su propia vida, especialmente en casos de enfermedades terminales.
La falta de un marco legal claro sobre la eutanasia y el suicidio asistido en México ha dejado a muchos pacientes con enfermedades terminales en una situación de desamparo, sin alternativas legales claras para aliviar su sufrimiento, y la disponibilidad de cuidados paliativos es insuficiente en muchas regiones del país, y el acceso a tratamientos adecuados es muy desigual, especialmente en las zonas rurales.
El sistema de salud mexicano, aunque ha mejorado en algunos aspectos, todavía enfrenta serias deficiencias en términos de cobertura, calidad en atención y acceso a servicios especializados para pacientes con enfermedades terminales. Esta falta de infraestructura adecuada hace que muchas personas recurran a opciones desesperadas no reguladas.
En conclusión, la eutanasia y el suicidio asistido son temas profundamente complejos que invitan a cuestionar los valores fundamentales de la sociedad mexicana, como la autonomía de las personas, el valor de la vida y el rol de la medicina en la gestión del sufrimiento humano. Aunque la legalización de estas prácticas aún enfrenta grandes obstáculos en México, la creciente discusión sobre la muerte digna y los derechos de los pacientes está abriendo la puerta a un debate más amplio sobre cómo responder éticamente al sufrimiento humano en el contexto de enfermedades terminales. A medida que avanzan las conversaciones sobre estos temas, será crucial que se encuentren soluciones que respeten tanto la dignidad humana como la integridad de los principios médicos y legales en el país.
* Lidia Rosaura Santoyo Castro es médico veterinario zootecnista por la UNAM, y cuenta con una maestría en Dirección y Monitorización de Ensayos Clínicos, Santa Cruz de Tenerife, España. Promueve las buenas prácticas clínicas y la protección ética de los participantes en proyectos de investigación.
Las opiniones publicadas en este blog son responsabilidad exclusiva de sus autores. No expresan una opinión de consenso de los seminarios ni tampoco una posición institucional del PUB-UNAM. Todo comentario, réplica o crítica es bienvenido.
1 Gómez Álvarez, J. E. “La eutanasia y el suicidio asistido”. Medicina y Ética 34, núm. 1 (2023): 250-266.
2 Revista Bioética, vol. 26, núm. 2 (2018). Doi: 10.1590/1983-80422018262242.
Mientras las manifestaciones contra medidas migratorias de Donald Trump crecen, en Paramount, donde el 36% de los vecinos nació en otro país, reivindican el rol de estos en la comunidad.
“¿Van para la guerra, con todas esas armas?”, interpela un hombre a los miembros de la Guardia Nacional que lo observan impasibles, fusiles en mano, desde el otro lado de la verja.
Estamos en Paramount, una localidad del sur de los Ángeles en la que el sábado se registraron enfrentamientos entre agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) y un grupo de manifestantes que habían llegado tras correrse la voz de que se estaban llevando a cabo redadas de deportación en la zona.
Disturbios como aquel llevaron al presidente Donald Trump a intervenir, tras dos días de protestas aisladas por las operaciones migratorias, ordenando el envío de 2.000 uniformados como los que tenemos enfrente para ayudar a “restaurar la ley y el orden” en la metrópolis californiana.
“Es una maniobra que solo escalará la tensión”, advirtió el gobernador de California, el demócrata Gavin Newsom, adelantándose a lo que un día después se registraría en el centro de Los Ángeles, con cientos de manifestantes bloqueando accesos, agentes tratando de dispersarlos con gas lacrimógeno y granadas aturdidoras, y quema de vehículos.
“Ustedes están haciendo su trabajo, pero nosotros no somos el enemigo”, grita el hombre apostado en la valla ante los soldados a horas de que se den esas escenas de caos.
Puede que su voz destaque entre la decena de personas que se ha congregado este domingo para hacerle saber a la Guardia Nacional que su presencia no es bienvenida.
Pero su sentir es ampliamente compartido en este municipio de unos 51.000 habitantes en los que uno de cada ocho es de origen latino y el 36% nació en otro país, según datos del censo.
“Aquí solo hay gente trabajadora, porque este barrio lo levantaron los inmigrantes”, reivindica, mientras otro vecino ondea la bandera mexicana, dos jóvenes alzan unas pancartas en repudio a ICE y varios coches tocan la bocina al pasar.
Como cada fin de semana, tres de esos inmigrantes que contribuyeron a que Paramount sea el municipio que es se reúnen al otro lado de la calle para charlar de las novedades familiares y de la actualidad.
Apostados en sus vehículos de trabajo, la conversación de Juan, Rogelio y Héctor se centra este domingo en cómo en ese mismo lugar, en el parqueo de la tienda Home Depot, fue donde la víspera se encendieron las tensiones entre manifestantes y agentes federales.
“Se ve que se habían surgido informaciones de que estaban haciendo redadas justo aquí”, explica Juan, mexicano de 63 años que llegó desde Jalisco a Estados Unidos cuando tenía 17.
“Y eso trajo a gente que, en la confusión, terminó armando disturbios”, explica.
En un mensaje enviado a la BBC, el Departamento de Seguridad Nacional negó que ICE hubiera realizado operaciones en la zona el sábado.
Aunque informó que en las llevadas a cabo en Los Ángeles en la última semana detuvieron a 118 indocumentados, el golpe migratorio más duro contra esta ciudad considerada “santuario” desde que Trump llegara al poder con la promesa de llevar a cabo “la mayor deportación de la historia del país”.
Sea como fuere, los tres amigos dicen estar tranquilos — “no tenemos ningún problema, tenemos todos los papeles en regla”–, aunque reconocen que son muchos los vecinos indocumentados que viven el contexto con miedo.
“Es por eso que hoy no ves a nadie aquí”, sigue Juan, quien aun así prefirió no dar su apellido. “Generalmente, aunque más entre semana, puedes ver aquí 20 o 30 camionetas de jornaleros a la espera de que los contraten”, explica.
Uno de los pocos que este domingo llegó a ofrecerse para trabajar es Pedro, quien pidió ser identificado con seudónimo.
“Techos, reparación, pintura”, se lee en el cartel que ha pegado en el parabrisas de su vieja pick-up azul, aparcada discretamente en una esquina.
“La vida aquí es muy cara y mi pensión no alcanza”, dice este salvadoreño que lleva cinco décadas en EE.UU. y que con sus 70 años bien cumplidos está en edad de jubilarse.
“Por eso tengo que venir a rebuscarme cada día”, cuenta.
Lo hace con la tranquilidad que le da el haber regularizado su situación migratoria en el año 2000, pero sin poder evitar la angustia que le genera ver a sus vecinos sufrir.
“Esto no va a acabar aquí. Las redadas van a seguir. Se está volviendo invivible con este presidente”, dice, y añade que está valorando volverse a El Salvador.
Algunos de los vecinos buscaron consuelo y acompañamiento ante la adversidad en la iglesia cristiana a la que acuden cada domingo, Chapel of Change, situado a apenas unos metros del Home Depot y del escenario de los enfrentamientos.
Unas 200 personas, la mayoría familias de origen hispano, escuchan con atención el sermón en el que los llaman a abrazarse a la fe.
“Aquí buscamos unidad y rezamos por todos”, le dice a BBC Mundo Irene Ramírez, una de las pastoras de la iglesia, que describe a la comunidad como “vibrante, unida y orientada a la familia”.
El pastor principal de la iglesia, Bryan Worth, lo suscribe.
“Con los años Paramount se ha vuelto un municipio muy vibrante”, le explica a la BBC.
“En los 80 Paramount solía ser una de las peores ciudades pequeñas de la nación, pero los líderes cívicos, del sector educativo y los que estamos al frente de las iglesias se aliaron para transformar la comunidad, para que estuviera más unida, fuera más pacífica en general”, subraya.
“Nunca pensé que las escenas que echaban en la tele íbamos a tenerlas aquí”, se lamenta Dora Sanchez, quien ayuda en las labores de la iglesia.
“Todo es muy impactante”, añade, sin imaginarse lo que aún estaba por llegar.
A medida que las horas avanzan, la tensión este domingo sigue escalando, las escenas volviéndose más caóticas en las calles del centro de Los Ángeles y la fricción entre el gobierno federal y el estatal profundizándose.
Ante el llamado de Newsom para que retire a la Guardia Nacional de las calles y las duras críticas de gobernadores demócratas que subrayan que la medida es “un alarmante abuso de poder”, Trump se mantiene firme en su postura.
“Turbas violentas e insurrectas acosan y atacan a nuestros agentes federales para intentar detener nuestras operaciones de deportación. Pero estos disturbios ilegales solo refuerzan nuestra determinación”, la explicó en su red social TruthSocial.
“Se restablecerá el orden, los inmigrantes indocumentados serán expulsados y Los Ángeles será libre”.
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