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Entre identidad y desigualdad: Emilia Pérez a la luz de la bioética y el derecho
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El Programa Universitario de Bioética (UNAM) desarrolla investigaciones interdisciplinarias, docencia y difusión que promuevan la... Continuar Leyendo
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Entre identidad y desigualdad: Emilia Pérez a la luz de la bioética y el derecho

La película Emilia Pérez expone cómo la identidad, los determinantes sociales de salud y la violencia estructural influyen en el acceso a la biomedicina y la justicia. A través de su protagonista se muestra cómo el privilegio permite ciertas transformaciones mientras la exclusión margina a otros.
16 de abril, 2025
Por: Claudia Orellana Robalino

La película Emilia Pérez (Jacques Audiard, director, 2024) puede ser examinada desde la óptica de la bioética y el derecho. La presente columna excluye el análisis de los aspectos narrativos, temáticos, técnicos, interpretativos y estéticos de la película; enfatiza la influencia de las determinantes sociales de salud en la transición de género, y la relación entre la vulnerabilidad social y la violencia estructural y estructurante que no se refleja de forma seria en la temática.

¿Por qué Emilia Pérez se relaciona con la bioética? Porque el tópico aborda cómo los avances biomédicos y biotecnológicos están al alcance de las personas en relación con las determinantes sociales de salud que expone las desigualdades en el acceso a tratamientos médicos, cirugías de afirmación, y transición social y legal de género, todo lo cual plantea dilemas bioéticos y jurídicos sobre justicia y no discriminación.

Así, el personaje principal Juan “Manitas” del Monte se somete a cirugías de afirmación de género en un tiempo récord, ya que cuenta con los medios económicos y la posibilidad de efectuarlas e incluso para contratar a la abogada que lo ayuda con las gestiones de su transición y la desaparición social del “Manitas”.

La película aborda el derecho a decidir sobre el propio cuerpo e identidad, reflejando principios bioéticos y legales de autonomía y libre desarrollo de la personalidad, al tiempo que expone la desigualdad de acceso a la salud, ya que sin el dinero suficiente es muy complejo que una persona pueda agilizar su transición, debido a que los costos aproximados de las terapias integrales (endocrinológicas, psicológicas, etcétera) y las operaciones de reasignación de sexo van desde los 400 000 pesos mexicanos en adelante.

En 2019, Gabriela Quiroga, diputada del Partido de la Revolución Democrática, presentó una propuesta de reforma al Artículo 24 de la Ley de Salud de la Ciudad de México para que las cirugías de reasignación de sexo se realicen de forma gratuita en hospitales públicos, siempre que se haya recibido, al menos, dos años de terapia hormonal y psicoterapia. Esta reforma propuesta incluía la realización de procedimientos quirúrgicos como la faloplastia, vaginoplastia, escrotoplastia, mastectomía bilateral (remoción de mamás) y gaginectomía (remoción de la vagina). Esta iniciativa no tuvo acogida, por lo que en la actualidad el acceso a dichas intervenciones está reservado para quien tiene los medios económicos. No obstante, en 2021, en la Ciudad de México (CDMX) se publicó la Ley para el Reconocimiento y Atención de las Personas LGBTTTI, que en sus objetivos señala la protección a la diversidad sexo-genérica y la prevención de la discriminación por transfobia. Además, existe en la CDMX la Unidad de Salud Integral para las Personas Trans (USIPT), inaugurada en 2021 con la misión de garantizar el acceso a la salud de la población trans, para lo cual brinda servicios de salud individual integral, por ejemplo de salud mental a través de psicoterapia y apoyo en la transición, y salud comunitaria mediante el apoyo de pares para población trans y sus familiares, que incluye actividades culturales y recreativas, asesoría legal y capacitaciones.

Otro aspecto que aborda la cinta es la relación del bienestar físico, psíquico y emocional de Emilia. Su transición mejora su salud y calidad de vida; sus decisiones están orientadas a su felicidad y autorrealización; cambia su personalidad y busca una nueva identidad con lo que busca reparar el daño que el anterior “Manitas” (como jefe de un cartel de narcotráfico) había ocasionado. Dicha transición es posible por su capacidad económica y sus conexiones, pero no es una opción para la mayoría de las personas afectadas por el narcotráfico o la marginalidad en América Latina, lo que invisibiliza la realidad de quienes no pueden huir del sistema.

Este renacimiento personal y resarcimiento social de Emilia se refleja en la creación de una fundación que apoya a los familiares de personas desaparecidas, una problemática real en México y que a nivel global se relaciona con la vulnerabilidad estructural social y la violencia, ya que el crimen organizado y la desaparición forzada afectan principalmente a personas en condiciones de vulnerabilidad socioeconómica, con poco poder de injerencia, incluso para el acceso a la justicia.

La película también refuerza la visión extranjera de México como un país dominado por el narcotráfico y la corrupción, sin profundizar en las causas estructurales de la violencia: contexto social, económico, político, gobernanza y gobernabilidad, los cuales se conjugan creando una estructura en la que la vulnerabilidad social es un producto evidente de las jerarquías políticas, socioeconómicas y culturales basadas en la discriminación. Además, no considera que el fenómeno del narcotráfico es global porque responde a la demanda internacional de drogas, financia corrupción y violencia transfronteriza, impacta la salud pública y debilita economías y gobiernos. Su alcance va más allá de México, afectando a países productores, distribuidores y consumidores en todo el mundo.

La falta de tutela judicial efectiva para los familiares de personas desaparecidas refleja una vulnerabilidad estructural vinculada a la corrupción en sectores públicos y privados, generando inseguridad jurídica y social. Sin embargo, la película presenta una visión simplista de las autoridades y el sistema judicial, reduciéndolos a figuras ineficaces o corruptas, sin mostrar los esfuerzos internos por combatir la impunidad. Al punto que plantea la paradoja en la cual un exnarcotraficante, con varios delitos cometidos, queda impune y se convierte en una “santa” al querer resarcir, de alguna manera, los crímenes de la identidad anterior de Emilia.

La película también aborda la muerte social a través de la desaparición forzada y la transformación del “Manitas” en Emilia, evidenciando qué vidas merecen ser reconocidas y cuáles son borradas. Esto refleja cómo los determinantes sociales generan privilegios y vulnerabilidades en un contexto de violencia estructural. Además, estos ejemplos resaltan el principio bioético de la solidaridad: mientras las familias de los desaparecidos luchan colectivamente por justicia, Emilia encuentra apoyo en quienes la validan y reconocen. Ambas narrativas subrayan el papel crucial de las redes de apoyo en escenarios de violencia y exclusión.

Por lo tanto, la película Emilia Pérez muestra cómo los avances tecnocientíficos en medicina y sociedad dependen de los determinantes sociales en salud, generando exclusión en el acceso a la biomedicina y biotecnologías. Además, evidencia cómo la violencia estructural —no sólo en México, sino a nivel global— refuerza la discriminación, desigualdad, pobreza e injusticia, y normaliza la violencia. Aunque la película no profundiza en ello, la solidaridad y las redes de apoyo son clave para resistir este sistema, donde los intereses de los grupos de poder no deben prevalecer sobre los derechos humanos, la dignidad y la justicia.

* Claudia Orellana Robalino es abogada políglota con cédula profesional en Ecuador y México; es asesora legal en temas de bioética y derecho; máster en Bioética y Derecho por la Universidad de Barcelona, y cuenta con estudios en Estados Unidos, Ecuador, México y España. Además, es autora de artículos académicos, profesora de bioética, editorialista en el diario digital Tiempo Real, miembro de asociaciones de bioética y derecho en América Latina, y activista por la libertad y principios de derechos humanos.

Las opiniones publicadas en este blog son responsabilidad exclusiva de sus autores. No expresan una opinión de consenso de los seminarios ni tampoco una posición institucional del PUB-UNAM. Todo comentario, réplica o crítica es bienvenido. 

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Imagen BBC
6 cardenales que podrían suceder al papa Francisco como pontífice de la Iglesia católica
10 minutos de lectura

Aunque siempre hay sorpresas, los nombres de algunos cardenales han comenzado a figurar como posibles sucesores de Francisco.

22 de abril, 2025
Por: BBC News Mundo
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Cardinal Peter Kodwo Appiah Turkson, cardinal Pietro Parolin, cardinal Luis Antonio Gokim Tagle, and cardinal Fridolin Ambongo Besunguge
Getty Images
De izquierda a derecha, los cardenales Peter Kodwo Appiah Turkson, Pietro Parolin, Luis Antonio Gokim Tagle, y Fridolin Ambongo Besungu.

Ha muerto el papa Francisco. Pero, ¿qué ocurre ahora en el Vaticano y la cúpula del catolicismo?

Tras el fallecimiento, ocurrido este lunes en la mañana en Roma, se dio inicio a una serie de acontecimientos protocolarios que terminarán en dos eventos clave: el entierro del sumo pontífice, que tendrá lugar este sábado, y la celebración del cónclave donde se elegirá a su reemplazante.

El primer acto de esa serie de eventos, coordinados por el camarlengo -la persona que gobierna el Vaticano cuando fallece el Papa- el cardenal Kevin Farrel, es declarar la sede vacante inmediatamente después de confirmar la muerte del Papa. Es decir, que hay que elegir a un nuevo sucesor del apóstol Pedro para liderar la Iglesia Católica.

Y es aquí cuando comienzan a jugar dos factores fundamentales para la elección del nuevo Papa: el legado del anterior sumo pontífice y la dirección que quiera tomar el catolicismo y su influencia espiritual en los próximos años.

Para que eso se resuelva tiene que haber un consenso mayoritario dentro del grupo de 135 cardenales (aunque existen 252 cardenales, solo los menores de 80 años pueden estar en el cónclave) que estarán encargados de elegir al nuevo pontífice.

“Hay que tener en cuenta que la Iglesia Católica que lega Francisco es una entidad global, que dejó de estar centrada en Europa”, le dijo a BBC Mundo Massimo Faggioli, experto en teología de la Universidad de Villanova, en EE.UU.

“Y eso se nota en el grupo de cardenales que se encargará de elegir al sucesor: es mucho más numeroso y, sobre todo, más diverso que el que eligió a Francisco en 2013”, añadió.

Los cardenales se distribuyen así: 14 de Norteamérica, 53 de Europa, 23 de Asia, 23 de América Latina, 18 de África y 4 de Oceanía.

De ese grupo de cardenales, la mayoría de ellos nombrados por Francisco, saldrá quien se convertirá en el Papa número 267 en la historia de la Iglesia Católica.

Estatua en Roma
Getty Images
La elección del nuevo Papa ocurrirá en los próximos días.

Y aunque hay algunos nombres que ya suenan como favoritos, lo cierto, como lo señalan varios expertos, es que como ocurre en cada elección las sorpresas estarán a la orden del día.

En BBC Mundo te presentamos los nombres de los cardenales que suenan para ser elegidos como nuevo Papa.

Linea gris
BBC

1. Pietro Parolin. 70 años. Italiano

El cardenal italiano Parolin, de 70 años y voz suave, fue secretario de Estado del Vaticano durante el gobierno del Francisco, lo que lo convirtió en el principal asesor del Papa.

Parolin también dirige la Curia Romana, la administración central de la Iglesia.

Habiendo actuado, de hecho, en reemplazo de Francisco en varios eventos -especialmente cuando el fallecido Papa estuvo incapacitado por enfermedad- Parolin es considerado un favorito.

Algunos lo consideran más propenso a priorizar la diplomacia y una perspectiva global de la institución que la pureza del dogma católico. Sus críticos lo consideran un problema, mientras que sus partidarios ven su postura como una fortaleza.

Sin embargo, a pesar de haber sido la mano derecha de Francisco, ha criticado la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo, al punto de calificar una votación histórica celebrada en 2015 en la República de Irlanda como “una derrota para la humanidad”.

Pietro Parolin con un ramo en la mano.
Getty Images
El cardenal Pietro Parolin se convirtió en la mano derecha de Francisco durante parte de su pontificado.

Las casas de apuestas pueden apoyarlo, pero el cardenal Parolin conocerá muy bien un viejo dicho italiano que subraya la incertidumbre del proceso de elección del Papa: “Quien entra en un cónclave como Papa, sale como cardenal”.

Ahora, hay que tener en cuenta que de los 266 Papas anteriores, 213 han sido italianos, pero no ha habido un sumo pontífice de ese país en 40 años, y el giro de las altas esferas de la Iglesia hacia fuera de Europa puede significar que no haya otro por ahora.

“Es muy dificil saber quién será el nuevo Papa. Ahora estamos muy influenciados por las políticas exteriores de Donald Trump, que será un factor fundamental. ¿Se adaptarán a esas políticas o continuarán con las ideas más progresistas de Francisco?”, señala Faggioli.

Para el experto, una de las razones por las que se volvería a elegir a un representante de Europa sería para estar en un mundo más acorde a lo que piensa Trump.

2. Luis Antonio Gokim Tagle. 67 años. Filipino

A diferencia de Parolin, cuenta con décadas de experiencia pastoral, lo que significa que ha sido un líder activo de la Iglesia entre el pueblo, en lugar de un diplomático del Vaticano o un experto concentrado solo en derecho eclesiástico.

La Iglesia tiene una enorme influencia en Filipinas, donde cerca del 80% de la población es católica.

El país cuenta actualmente con un récord de cinco miembros en el Colegio Cardenalicio, lo que podría constituirse como un importante grupo de presión si todos respaldan a Tagle.

Tagle es considerado un moderado dentro del catolicismo y se lo ha apodado el “Francisco asiático” por su dedicación a los problemas sociales y su empatía con los migrantes, valores que compartía con el difunto Papa.

Se ha opuesto al derecho al aborto, calificándolo de “una forma de asesinato”, una visión en consonancia con la postura más amplia de la Iglesia de que la vida comienza en la concepción.

Tagle cardenal filipino.
Getty Images
Luis Antonio Gokim Tagle podría convertirse en el primer Papa del suroeste asiático.

También se ha pronunciado en contra de la eutanasia.

Pero en 2015, cuando era arzobispo de Manila, Tagle instó a la Iglesia a reevaluar su postura “severa” hacia las personas homosexuales, las personas divorciadas y las madres solteras, afirmando que la dureza del pasado había causado un daño duradero y había dejado a muchos “marcados”, y que cada individuo merecía compasión y respeto.

El cardenal fue considerado candidato a Papa desde el cónclave de 2013, en el que Francisco fue elegido.

Cuando hace una década se le preguntó cómo veía las sugerencias de que él podría ser el próximo, respondió: “¡Lo tomo como una broma! Es gracioso”.

Para varios analistas consultados, la elección de Tagle o de un candidato no europeo estaría en línea con la tendencia de mirar hacia el Sur Global que ha tenido la Iglesia Católica en los últimos años.

“Las cifras indican la necesidad de un nuevo Papa que realmente entienda el significado y las implicaciones del hecho de que el 75% de los católicos viven en Asia, África, América Latina y Oceanía; para 2050, probablemente será el 80%”, le explicó a BBC Mundo Gina A. Zurlo, historiadora experta en temas religiosos de la Universidad de Harvard.

3. Fridolin Ambongo Besungu. 65 años. Congolés.

Es muy posible que el próximo Papa sea de África, donde la Iglesia Católica sigue sumando millones de fieles. El cardenal Ambongo, originario de la República Democrática del Congo (RDC), es uno de los principales aspirantes.

Ha sido arzobispo de Kinshasa durante siete años y fue nombrado cardenal por el papa Francisco.

Es un conservador cultural que se opone al avance del matrimonio igualitario, del que ha dicho que “las uniones entre personas del mismo sexo se consideran contradictorias con las normas culturales e intrínsecamente malas”.

Aunque el cristianismo es la religión mayoritaria en la RDC, sus adherentes han sufrido la muerte y la persecución a manos del grupo yihadista Estado Islámico y sus aliados.

En este contexto, el cardenal Ambongo es considerado un firme defensor de la Iglesia.

Cardenal Besungu.
Getty Images
Besungu, a pesar de sus ideas conservadoras, tuvo una buena relación con el papa Francisco.

Pero en una entrevista de 2020, se pronunció a favor de cierta forma de pluralidad religiosa: “Que los protestantes sean protestantes y los musulmanes musulmanes. Vamos a trabajar con ellos. Pero cada uno debe mantener su propia identidad”, declaró.

Tales comentarios podrían llevar a algunos cardenales a preguntarse si abraza plenamente su sentido de misión, en el cual los católicos esperan difundir la palabra de la Iglesia por todo el mundo.

Lo que sí es cierto es que África, como fue América Latina a mediados del siglo XX, se está convirtiendo en foco de crecimiento de creyentes católicos.

“Es donde vemos que está saliendo mayor número de vocaciones, es donde se están realizando más bautizos, más matrimonios”, le explica a BBC Mundo el presbítero Onésimo Díaz Hernández, experto en historia y doctor en teología de la Universidad de Navarra, en España.

De acuerdo con los datos oficiales del Vaticano, el continente africano pasó de tener 272 millones de católicos en 2022 a 281 millones en 2023. Un crecimiento de más del 3,3%, que supera ampliamente a otras regiones del mundo como Sudamérica o Asia.

4. Peter Kodwo Appiah Turkson. 76 años. Ghana.

Al igual que el cardenal Ambongo, ha afirmado no querer el cargo. “No estoy seguro de si alguien aspira a ser papa”, declaró a la BBC en 2013.

Al preguntársele si África tenía buenas razones para elegir al próximo líder religioso, basándose en el crecimiento de la Iglesia en el continente, respondió que creía que el Papa no debería ser elegido basándose en estadísticas, porque “ese tipo de consideraciones tienden a enturbiar las aguas”.

Fue el primero de su país en ser nombrado cardenal, en 2003 y bajo el papado de Juan Pablo II.

Cardenal Turkson saludando.
Getty Images.
El cardenal Turkson es un hombre carismático y ampliamente conocido por sus colegas del colegio cardenalicio.

Al igual que el cardenal Tagle, Turkson fue considerado un candidato con opciones una década después, cuando Francisco fue elegido. De hecho, las casas de apuestas lo consideraban el favorito antes de la votación.

Guitarrista que tocó en una banda de funk, Turkson es conocido por su enérgica presencia.

Como muchos cardenales africanos, tiene posturas más conservadoras. Sin embargo, se ha opuesto a la criminalización de las relaciones homosexuales en países africanos, incluyendo su Ghana natal.

En una entrevista con la BBC en 2023, mientras el parlamento ghanés debatía un proyecto de ley que imponía duras sanciones a las personas LGBTQ+, Turkson afirmó que creía que la homosexualidad no debía ser considerada un delito.

En 2012, fue acusado de realizar predicciones alarmistas sobre la expansión del Islam en Europa en una conferencia episcopal del Vaticano, por lo que posteriormente se disculpó.

5. Peter Erdo. 72. Hungría.

En términos de ideología, el actual arzobispo de Budapest sería una elección mucho más conservadora de lo que fue el último pontificado.

Hombre admirado por sus colegas europeos, quienes lo eligieron como presidente de la Conferencia Episcopal Europea en dos ocasiones -aunque ya no ocupa ese cargo-, se ha mostrado en contra de la apertura de la Iglesia en temas como el matrimonio homosexual o el sacerdocio de las mujeres.

CArdenal Peter Erdo.
Getty Images
El cardenal húngaro Peter Erdo es visto como un representante del ala conservadora dentro del grupo de cardenales electores.

También se opuso al llamado que hizo Francisco en 2015 para que las iglesias abrieran las puertas para albergar a los migrantes, señalando que eso podía aumentar “los casos de tráfico humano”, en una claro alineamiento con el presidente húngaro Viktor Orban, cuyas políticas antiinmigración han sido criticadas por organismos defensores de derechos humanos.

A pesar de ello, logró entablar una relación sólida con Francisco y con distintos líderes católicos en África, lo que le podría dar, junto a los votos europeos, una buena opción una vez comiencen las votaciones.

6. Matteo Maria Zuppi. 69 años. Italia.

El actual arzobispo de Boloña y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana se ha convertido en una figura emergente dentro de la Iglesia debido al enfoque social de su servicio pastoral.

Nombrado cardenal por el papa Francisco en 2019, Zuppi ha sido varias veces llamado “el Francisco Italiano” por su vocación para ayudar a los más necesitados, su apertura hacia los migrantes y su modo de vivir más modesto en comparación con otros arzobispos.

Cardenal Zuppi.
Getty Images
El cardenal Zuppi es visto como una versión europea de Francisco. Es la actual cabeza de la Iglesia Católica en Italia.

Muchos señalan que, si Francisco hubiera podido elegir un sucesor, habría sido el cardenal Zuppi.

De hecho, Francisco le encargó la tarea de coordinar las labores de ayuda humanitaria del Vaticano en Ucrania, especialmente en la asistencia y rescate de niños involucrados en la guerra.

Sin embargo, además de la reticencia del ala más conservadora del grupo de cardenales, Zuppi también ha sido criticado por la falta de resultados en las investigaciones de abuso sexual cometido dentro de la iglesia italiana, lo que podría restarle apoyos clave en este complejo proceso electivo.

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