Un año más ha pasado. Dejamos atrás 2024, “el súper año electoral”, del que México también fue parte y el que en términos de justicia reproductiva y reconocimiento de derechos vino a reconfirmar una de las pocas certezas con las que trabajamos desde los feminismos a nivel global: nuestros derechos siempre están en disputa. No podemos dar por sentadas nuestras victorias.
Por ese motivo y por la convicción que nos mueve día a día es que la apuesta de GIRE para este 2025 es continuar trabajando en sostener y profundizar los avances que desde distintos frentes hemos logrado en México en términos de justicia reproductiva.
En este año que inicia estamos convencidas de la necesidad de seguir impulsando la existencia de servicios de salud públicos, universales y de calidad, en los que la atención de la salud reproductiva, incluido el aborto seguro, es esencial para alcanzar un nivel adecuado de bienestar físico, mental y social, así como de la imperiosa necesidad de repensar los modelos de trabajo y cuidados.
Para 2025 nuestra apuesta por la eliminación total del delito de aborto de todos los códigos penales es parte fundamental del trabajo que llevaremos a cabo. Con ello buscamos que las mujeres y personas con capacidad de gestar puedan ejercer su derecho a decidir sin la sombra del castigo, y que se garantice realmente el dejar de criminalizar a quienes necesitan terminar con su embarazo y a quienes les auxilien en ese proceso, ya sea personal de salud, acompañantes y/o personas cercanas. Dicha exigencia está basada no únicamente en la experiencia de años que desde las organizaciones y colectivas tenemos acompañando dichas decisiones; en 2022 la Organización Mundial de la Salud recomendó a los Estados abandonar por completo la regulación penal del aborto, ello significa dejar atrás los modelos de causales y de plazos.
Además de lo anterior es fundamental que el Sistema Nacional de Salud de México garantice la atención universal del aborto seguro como un servicio esencial de salud. Para ello a nivel nacional se cuenta con un instrumento de política pública con cuya implementación efectiva se avanzaría sustancialmente en este sentido: el Lineamiento técnico para la atención del aborto seguro en México en donde se establece que la implementación de este servicio esencial de salud se basa en criterios de calidad que se despliegan durante el circuito de atención integrado por cuatro momentos distintos:
Todo ello lo impulsaremos sabiéndonos parte de la Marea Verde, esta movilización social latinoamericana intergeneracional y diversa que nos ha permitido avanzar, exigir y celebrar nuestra lucha por nuestros derechos y libertades.
Este año continuaremos el trabajo de acompañamiento de aquellas personas que han visto vulnerados sus derechos en casos de negativa de atención de salud reproductiva, violencia obstétrica y muerte materna.
Sabemos que 2025 será un año de enormes retos en términos de acceso a la justicia. Durante años GIRE ha impulsado la construcción de criterios jurídicos para el reconocimiento y reparación de violaciones de derechos a través de las vías jurisdiccionales y no jurisdiccionales disponibles en México.
Frente a la inminente reconfiguración del Poder Judicial continuaremos acompañando los procesos de búsqueda de justicia exigiendo la aplicación de los estándares más altos de protección de los derechos humanos. Nuestra apuesta es mantener lo ganado y avanzar en el reconocimiento y protección de los derechos reproductivos para que el Estado brinde servicios de salud accesibles, aceptables, disponibles, de calidad y libres de discriminación. Aunque sabemos que en el país todavía hay barreras significativas en materia de salud reproductiva, confiamos en que nuestro trabajo a través de las estrategias de acompañamiento de casos, la incidencia, la investigación y la comunicación en torno a los derechos reproductivos continuará rindiendo frutos.
En este año que inicia, además de continuar nuestra contribución para la visibilización del cuidado como un derecho humano que requiere ser considerado en sus tres dimensiones: cuidar, ser cuidado y el autocuidado, considerando que para garantizarlo realmente hay que tener en cuenta a quienes cuidan y las condiciones en que lo hacen, a través de nuestras estrategias de comunicación, investigación e incidencia, hemos decidido incorporar un enfoque de cuidados en la documentación y el acompañamiento de casos sobre salud reproductiva, incluidos los casos de aborto.
Sin lugar a dudas 2025 pinta para ser un año retador, tanto en México como a nivel global, pero, ¿qué año ha lucido fácil para nuestra lucha? Desde GIRE seguiremos trabajando convencidas de la importancia de nuestra causa, haciendo todo lo que está en nuestras manos para que el país entero se pinte de verde.
¡Feliz 2025!
* Rebeca Ramos Duarte (@rebecabouquets) es directora ejecutiva de @GIRE_mx.
En el remot asentamiento de Kapisillit, los groenlandeses le cuentan a la BBC que Trump puede visitar la isla “pero eso es todo”.
El sol se eleva sobre las montañas cubiertas de hielo del fiordo de Nuuk mientras viajamos por una de las últimas fronteras salvajes del mundo.
Pero hay sombras que se ciernen sobre este paisaje y sobre el resto de los espacios helados de Groenlandia.
Con Donald Trump a punto de convertirse en presidente de Estados Unidos, su negativa a descartar la toma de Groenlandia por la fuerza resuena en conversaciones de toda la isla.
“Será bienvenido si viene a visitarnos, por supuesto”, dice el patrón del barco pesquero reconvertido que nos lleva hacia el este. Consciente de que necesita relacionarse con gente de todos los colores políticos, pide que no se le nombre, pero utiliza una frase que se oye a menudo por aquí.
“Groenlandia pertenece a los groenlandeses. Así que Trump puede visitarla, pero nada más”.
Las aguas están en calma cuando llegamos al asentamiento aislado de Kapisillit, de unos 40 habitantes, donde unos cuantos cazadores salen en busca de focas.
La temperatura es de -16 ºC y, con el viento, la sensación térmica es de -27 ºC.
Pero cerca del puerto me encuentro con Kaaleeraq Ringsted, un bisabuelo de 73 años, que está secando filetes de bacalao pescados en las abundantes aguas junto a la puerta de su casa.
Cuando le pregunto si el presidente electo Trump comprará o invadirá Groenlandia, al principio se ríe. Luego su tono se vuelve serio.
“No se puede aceptar que diga esto. Groenlandia no está en venta”.
Luego me cuenta cómo aprendió a pescar y cazar aquí con su padre y su abuelo, y cómo quiere preservar esta vida para sus hijos y nietos.
Al cruzar la bahía, el barco se adentra en el hielo roto de la superficie. Dos águilas se posan en una roca en busca de peces en las aguas cristalinas.
Nos dirigimos a la granja de Angutimmarik Hansen, que cría ovejas y caza focas, aves silvestres y conejos.
Todo el alimento de invierno para las ovejas tiene que importarse de Dinamarca, un recordatorio de cómo el duro clima determina las condiciones de vida aquí.
En la puerta de su casa hay un estante con rifles de caza. Se da cuenta de que los miro.
“Son por si hay una invasión”, bromea.
Pero su actitud ante la retórica belicosa procedente de Mar-A-Lago dista mucho de ser tranquila.
“Menudo estúpido que es Trump”, afirma. “Jamás venderemos Groenlandia”.
Esta pequeña granja está a unos 4.828 km de Florida, donde el presidente entrante de EE.UU. dio su ya célebre rueda de prensa la semana pasada.
“Pero Trump no es EE.UU. Podemos entendernos con la gente de EE.UU.”, declara Hansen.
El efecto Trump se disparó con la llegada a Groenlandia de Donald Trump Jr, que se sumó a las declaraciones de su padre. Llegó a la capital, Nuuk, en el avión 757 de la familia, el Trump Force One, y permaneció allí durante cuatro horas y treinta y tres minutos.
“Ha sido un placer increíble conocer gente, y la gente estaba muy contenta de reunirse con nosotros”, dijo, después de almorzar en un hotel local. “Papá tendrá que venir aquí”.
Luego regresó a los climas más soleados de Florida.
Trump Jr fue recibido por el empresario local Jorgen Boassen, que en su día hizo campaña por el presidente electo.
Boassen declaró a los medios locales que era el “mayor fan” de Trump y que “por supuesto que están interesados en nuestro país, y pueden venir y ver cómo es nuestro país. También se trata de abrirse al comercio y la cooperación”.
La ciudad de Nuuk es la capital más septentrional del mundo. Tiene una próspera sociedad civil y una prensa potente. Y hay cierta satisfacción por que los comentarios de Trump hayan impulsado el debate sobre la independencia de Groenlandia a la escena internacional.
Debe haber una Groenlandia que no sea colonia de nadie, dicen activistas como Kuno Fencker, diputado de la coalición gobernante y miembro de la Comisión de Asuntos Exteriores y Seguridad del Parlamento local.
Nos reunimos en el puerto, bajo la estatua de bronce de Hans Egede, el misionero del siglo XVIII considerado aquí como el hombre que abrió el camino a la colonización.
“Donald Trump es un político”, dice Fencker.
“Es un duro hombre de negocios y conocemos su retórica, y esa retórica es algo a lo que nos hemos acostumbrado desde 2019, y solo se trata de hablar con un igual, un aliado, sobre cómo podemos resolver las cosas aquí en el Ártico y también en la OTAN”.
Fencker ofrece el argumento central de los independentistas.
“Lo que hace falta aquí es que Groenlandia, como Estado soberano, negocie directamente con Estados Unidos y no que Dinamarca lo haga por nosotros”.
La independencia de Dinamarca podría tener un coste financiero importante.
Groenlandia recibe subvenciones de Copenhague por valor de aproximadamente una quinta parte de su PIB cada año. Fencker sugiere, al igual que otras figuras destacadas, que la isla negocie con Estados Unidos y Dinamarca para obtener ayuda.
“No somos ingenuos. Necesitamos apoyo en defensa, seguridad y también desarrollo económico. Queremos una economía sostenible y autosuficiente”.
El director del periódico local Sermitsiaq, Maasana Egede, admite que le preocupó la amenaza implícita de fuerza de Donald Trump, pero quiere ver si la realidad coincide con la retórica.
En cuanto a la independencia, Egede se siente frustrado por lo que considera un debate polarizado en los medios de comunicación locales e internacionales.
“Estamos contando esta historia de que tiene que haber independencia o no independencia. Pero hay todo un relato intermedio, y es que la gente quiere la independencia, pero no a cualquier precio. Hay un nivel de vida que hay que mantener. Hay un comercio que hay que mantener. Hay formas de vida que hay que mantener”.
Existe la expectativa de que en algún momento -no en un futuro inmediato- se vote a favor y Dinamarca acepte el resultado.
El primer ministro de la isla, Mute Egede, ofreció una rueda de prensa conjunta con la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, a raíz de los últimos comentarios de Donald Trump.
“No queremos ser daneses, no queremos ser estadounidenses, queremos ser groenlandeses”, dijo. La primera ministra danesa se cuidó de no ofender a nadie, y menos al presidente entrante de Estados Unidos.
“El debate sobre la independencia de Groenlandia y los últimos anuncios de EE.UU. nos demuestran el gran interés que despierta Groenlandia”, declaró.
“Acontecimientos que ponen en marcha muchas reflexiones y sentimientos en Groenlandia y Dinamarca”, añadió.
Frederiksen sabe muy bien que este sentimiento viene de lejos en Groenlandia. El recuerdo de la injusticia y el racismo sigue fresco entre la población indígena inuit.
Escándalos como la campaña de inserción de dispositivos intrauterinos (DIU) para evitar embarazos en miles de mujeres y niñas inuit en los años 60 y 70 ensombrecen la relación entre Groenlandia y Dinamarca.
No se sabe cuántos de estos procedimientos se llevaron a cabo sin el permiso de las implicadas, pero las cifras son considerables. El objetivo era reducir la población groenlandesa.
Maliina Abelsen es exministra de Finanzas del gobierno de Groenlandia, y ahora asesora a empresas y organizaciones que trabajan en la isla. También ha trabajado para UNICEF Dinamarca y para importantes empresas groenlandesas, como el grupo marisquero Royal Greenland.
Abelsen cree que hay que hacer mucho más para corregir las injusticias del pasado.
“Creo que mucha gente está diciendo, quizá también el gobierno y el Estado daneses: ‘Oh, bueno, ya sabes que esto ocurrió en el pasado. Fue hace muchos años. ¿Cómo vamos a ser responsables de ello? Es hora de seguir adelante'”.
“Pero no puedes seguir adelante si no lo has superado y no has reconocido lo que te ocurrió. Ese es un trabajo que tenemos que hacer junto con Dinamarca, no algo que Groenlandia pueda hacer por sí sola”.
A pesar de su alto perfil en la sociedad civil y los círculos empresariales, Maliina Abelsen afirma que cuando se trata de racismo -por ejemplo, bromas sobre los inuit- ella puede hablar en nombre de la mayoría de los groenlandeses “ya que todos lo hemos experimentado en nuestra vida”.
Las cuestiones de la autodeterminación y de afrontar el pasado están íntimamente entrelazadas.
Ahora, la intervención de Donald Trump ha puesto ambas ante los ojos del mundo.
Pero el mensaje que escuchamos -desde los remotos asentamientos del fiordo hasta la capital, Nuuk- es que el destino de Groenlandia debe decidirse aquí, entre personas cuyas voces han sido ignoradas durante demasiado tiempo.
Con información adicional de Adrienne Murray y Kostas Kallergis.
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