Los genocidios no suceden súbitamente ni son algo nuevo. Son procesos con etapas, dirigidos a la eliminación de un pueblo, una etnia o una identidad. Y actualmente, suceden frente a nuestros ojos en cualquier dispositivo con acceso a internet:
Los recientes casos de violencia en Nagorno-Karabaj (Azerbaiyán y Armenia), la República Democrática del Congo, Manipur (India), o la situación en Gaza, intensificada tras el ataque terrorista del grupo Hamás a Israel en 2023, son ejemplos claros de genocidios en tiempo real.
En el pasado, las noticias sobre genocidios tardaban días, o incluso semanas en llegar a audiencias globales. Hoy, gracias a las redes sociales, tenemos acceso inmediato a videos, fotos y relatos que exponen estos eventos.
Sin embargo, ante esta visibilidad constante, ¿realmente somos capaces de identificar un genocidio frente a nuestros ojos? ¿Qué tan bien comprendemos estos procesos violentos y la manera en la que se llevan a cabo? ¿De quiénes depende la visibilidad de estos sucesos en redes sociales?
Aunque todos los actos de violencia son igualmente condenables, este texto no busca señalar culpables, sino reflexionar sobre cómo los eventos de violencia en Palestina pueden entenderse a través de las ideas propuestas por Gregory H. Stanton, para así fomentar soluciones pacíficas a los conflictos y prevenir futuros actos violentos.
Las diez fases del genocidio
El genocidio es un crimen definido en el derecho internacional, adoptado por la ONU desde 1948. Según esta definición, un genocidio es cualquier acto destinado a la destrucción total o parcial de un grupo nacional, étnico, racial o religioso.
Aunque la definición legal de genocidio es clara, su identificación y prevención son desafíos complejos. Debido a esto, en 1996 el académico y activista Gregory H. Stanton desarrolló una teoría que desglosa los genocidios en 10 fases que nos ayudan a identificarlos y comprenderlos. Es importante señalar que, aunque estas fases tienden a seguir un orden, pueden también ocurrir de manera simultánea. Las 10 fases son:
Clasificación y simbolización
A finales de la década de los 40, se produjo la Nakba, (“catástrofe” en árabe). Tras la victoria de Israel en la guerra árabe-israelí, alrededor de 750,000 palestinos fueron expulsados de sus hogares y más de 500 comunidades palestinas fueron destruidas.
Con el paso de los años, los palestinos desplazados se convirtieron en refugiados. Algunos se trasladaron a países vecinos como Líbano, Siria y Jordania, mientras que otros fueron confinados a los territorios de Palestina que Israel ocupa hoy en día: Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este.
La Nakba fue el inicio de una serie de políticas de clasificación que continúan hasta el presente. Una de las manifestaciones más notorias de estas políticas fue la promulgación de “La ley del retorno” (1950), que otorgaba el derecho a la ciudadanía israelí a cualquier judío que deseara migrar a Israel, mientras que se negaba este mismo derecho a los palestinos que fueron desplazados.
De acuerdo con Amnistía Internacional (2022), este sistema clasifica a los ciudadanos y comunidades, creando distinciones que otorga derechos y privilegios diferentes a cada grupo.
Desde 1981, las y los palestinos cuentan con tarjetas de identidad coloreadas de acuerdo con su lugar de procedencia, simbolizándolos para facilitar su identificación y segregación. Aún en 2017, un palestino que vivía en Cisjordania no podía viajar a Gaza o Jerusalén sin un permiso de viaje especial emitido por el Estado israelí.
Discriminación y deshumanización
“Estamos peleando con animales humanos“: Yoav Gallant, ex ministro de Defensa de Israel, 2023.
Durante décadas, las poblaciones árabes y palestinas han sido etiquetados como “animales”, “no-humanos”, “perros sedientos de sangre”, “serpientes”, “terroristas”, entre otros. Este lenguaje deshumanizante ha incentivado y justificado el trato inhumano hacia ellos, perdurando hasta el día de hoy.
Las redes sociales han contribuido a la amplificación y visualización de estos discursos. Estas plataformas moldean la percepción de los espectadores externos del conflicto, al describir a la comunidad palestina como “criminales” que deben ser controlados. Un ejemplo de esto se vio cuando las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) acusaron a Hamas de utilizar a civiles palestinos como “escudos humanos”. Sin embargo, investigaciones como las publicadas por The Guardian, han demostrado que esta táctica pudo haber sido empleada tanto por Hamas como por el ejército israelí.
Según Amnistía Internacional (2022), Palestina vive bajo un sistema de opresión de leyes y políticas discriminadoras. Estos sistemas se conocen como apartheid y se traduce en restricciones de movimiento impuestas mediante puntos de control y muros, acceso desigual a recursos como agua y tierra, y un sistema legal segregado, convirtiendo a los palestinos en ciudadanos de segunda clase dentro de su propio territorio.
Organización y polarización
En estas fases los actos genocidas son facilitados por estructuras de milicias que actúan impunemente. En el conflicto israelí-palestino distintos grupos de colonos han consolidado su presencia en territorios ocupados.
Estos grupos han impulsado la expansión de asentamientos ilegales en Cisjordania y Jerusalén Este, realizando acciones que incluyen la confiscación de tierras, la destrucción de viviendas y cultivos palestinos, así como actos de violencia física y el bloqueo de ayuda humanitaria destinada al pueblo Palestino.
El componente ideológico también es central en la organización de estos grupos, al considerarse a sí mismos como ejecutores de una misión divina. La propaganda de estos grupos utiliza un lenguaje mesiánico y nacionalista, justificando así la erradicación de cualquier comunidad opositora.
Detrás de cada “trending topic” o cuenta suspendida, existen políticas de contenido que determinan qué podemos ver. En su libro Manufacturing Consent: The Political Economy of Mass Media (1988), Noam Chomsky y Edward S. Herman introducen el concepto de “Fabricación del consentimiento”, un proceso en el que los medios de comunicación masiva son utilizados para moldear la opinión pública, favoreciendo los intereses de las élites económicas y políticas. Este mismo fenómeno se extiende hoy en día a las plataformas digitales, donde las grandes corporaciones tecnológicas y los gobiernos juegan un papel crucial en lo que se difunde y lo que se censura.
Ejemplos de este control narrativo son los casos reportados por Human Rights Watch en 2023 y The Intercept. Según estas investigaciones, Meta ha implementado prácticas de censura que afectan de manera desproporcionada el contenido pro-palestino.
Preparación y persecución
En el caso palestino, la preparación y la persecución se manifiesta en la consolidación de un control militar y administrativo asfixiante sobre sus territorios. La Franja de Gaza, a menudo descrita como “la prisión al aire libre más grande del mundo”, vive bajo un bloqueo terrestre, aéreo y marítimo por parte de Israel.
La ONU ha denunciado múltiples violaciones a los derechos humanos, incluidas prácticas de tortura y malos tratos por parte de fuerzas de seguridad israelíes contra detenidos palestinos, en muchos casos, menores de edad. Estas acciones incluyen métodos de interrogación extremos, confinamiento solitario prolongado y restricciones de acceso a necesidades básicas y asesoría legal.
Exterminio y negación
En el exterminio, la violencia se traduce en asesinatos sistemáticos y ataques dirigidos a comunidades enteras.
En el último año, de acuerdo con Al Jazeera, Gaza ha sido azotada por más de 75 mil toneladas de explosivos, cobrando más de 41 mil vidas, de las cuales 16 mil corresponden a menores de edad. Además, más de 97 mil personas han sido heridas.
La situación es aún más crítica para los niños, La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Medio (UNRWA) ha estimado que, cada día, 10 niños pierden una o ambas piernas, sometidos a amputaciones sin anestesia debido al bloqueo hacia esas comunidades.
La violencia indiscriminada también ha devastado la infraestructura de salud, con 114 hospitales y clínicas incapaces de operar, y 986 trabajadores médicos asesinados. El agua potable es ahora inaccesible, ya que 700 pozos han sido destruidos, dejando al 95% de la población sin acceso a este recurso básico.
Al menos 175 periodistas han sido asesinados y se han destruido 206 sitios culturales y 611 mezquitas, patrimonio cultural de la región.
A pesar de que las imágenes son crudas y explícitas, el negacionismo en torno a esta violencia se manifiesta de diversas maneras: minimizando el sufrimiento del pueblo palestino o enfocando totalmente la solución de este conflicto en la destrucción de Hamas.
Este negacionismo está siendo desmentido gracias a la documentación que grupos y civiles dentro y fuera de Palestina comparten con el mundo a través de redes sociales.
El genocidio de Gaza es el primero en la historia que se transmite en tiempo real. Sin embargo, esta exposición cruda no garantiza que estos actos se resuelvan con mayor rapidez.
La fuerza discursiva de grupos extremistas que perpetúan la violencia se alimenta del desinterés y la apatía, de esos clics en “mostrar menos” y de los “no me gusta” que silencian las realidades incómodas.
Cuando clasificamos a las comunidades y las deshumanizamos contribuimos con la maquinaria ideológica de la destrucción y nos volvemos cómplices de los genocidios.
En cada persona que se atreve a enfrentar las realidades incómodas de la violencia, a investigarlas y analizarlas con seriedad, reside una esperanza: la posibilidad de que estos eventos no queden en el olvido y que, a través del entendimiento, se generen soluciones que promuevan la paz.
Hoy es Palestina; mañana será muy tarde para actuar.
* Erick Ángel Guzmán Caballero es investigador cualitativo en LEXIA. Licenciado en Relaciones Multiculturales por la UDLAP, una mezcla singular de antropólogo y gestor empresarial. Ferviente creyente en que solo a través de la solidaridad y la empatía podremos construir las sociedades del conocimiento que el futuro demanda. A veces ingenuo, a veces mordaz, pero siempre con un espíritu crítico ante el abuso, la discriminación y la apatía en un mundo cada vez más polarizado.
Este blog es un espacio de participación donde los colaboradores de LEXIA expresan sus puntos de vista, análisis e interpretaciones de la realidad social. Los textos son responsabilidad de las y los autores no expresan un punto de vista institucional de LEXIA.
En virtud del acuerdo de cese al fuego en Gaza, entre Hamás y el gobierno de Israel, cuatro soldados israelíes fueron liberadas por Hamás.
Israel dejó a libertad a 200 prisioneros palestinos luego de que cuatro soldados israelíes fueron liberadas por Hamás en el marco de lo establecido en el acuerdo de cese al fuego en Gaza.
Las mujeres fueron entregadas, este sábado, a un equipo de la Cruz Roja en el corazón de la ciudad de Gaza.
El ejército israelí confirmó que la organización de ayuda humanitaria les entregó las soldados: Daniela Gilboa, Liri Elbag, Naama Levy y Karina Ariev.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) informaron que las cuatro mujeres ya se reencontraron con sus padres en territorio israelí.
En el acto de liberación, se les vio sonriendo, tomándose de la mano y saludando.
A cambio, el Servicio de Prisiones de Israel ha informado que liberó a 200 prisioneros palestinos. Se espera que 70 de ellos sean deportados.
Las soldados habían sido capturadas en una base del ejército en la frontera con Gaza cuando Hamás atacó a Israel en octubre de 2023.
Poco antes de la liberación, integrantes armados de Hamás y una multitud de civiles se reunieron en la Plaza Palestina en la ciudad de Gaza.
Se trata del segundo grupo de rehenes liberados por el grupo desde que se acordó un alto el fuego, la semana pasada.
Se espera que Hamás proporcione más información sobre los 26 rehenes restantes que está planeado sean liberados en las próximas semanas.
También está previsto que los soldados israelíes se retiren de posiciones clave de Gaza, lo que permitirá que más palestinos desplazados regresen a los territorios del norte.
En Tel Aviv, en la Plaza de los Rehenes, una multitud se reunió para seguir el acto de liberación. Algunas personas lloraban y aplaudían mientras veían los acontecimientos en una pantallas gigante.
El portavoz de las FDI, Daniel Hagari, indicó que la misión desde el 7 de octubre de 2023 ha sido regresar a los secuestrados a sus hogares.
Tras hacer referencia a las soldados liberadas, indicó que Israel “no puede olvidar y no olvidará” a “los 90 rehenes” que siguen en Gaza.
“Son heroínas en todos los sentidos de la palabra”, señaló Avichay Adraee, vocero en idioma árabe del ejército israelí.
“Se plantaron con valentía frente a un grupo de terroristas, con la cabeza en alto y orgullo”.
“A pesar de todas las tragedias y circunstancias difíciles por las que pasaron, se mantuvieron fuertes, firmes y no se derrumbaron.
“Estas mujeres son un símbolo de determinación y fuerza, que afrontan los desafíos con orgullo”.
Las FDI han difundido imágenes de los emotivos encuentros de las soldados con sus familias.
“El sentimiento de alivio y felicidad nos envuelve después de 477 largos e insoportables días de angustiosa espera”, señaló, en la red social X, la familia de Liri Elbag.
“Después de 477 largos y angustiosos días de dolor, preocupación y ansiedad sin fin, finalmente pudimos abrazar a nuestra querida Karina, escuchar su voz y ver su sonrisa que nos llena de luz nuevamente”, escribieron, también en X, los parientes de Karina Ariev.
“Estamos felices y emocionados de ver a Naama de pie y junto a nosotros”, señaló la familia de Naama Levy.
Los parientes de Daniela Gilboa también usaron la red social X para expresar su alegría: “Cuánto anhelábamos este momento”.
Rushdi Abualouf, periodista de la BBC que ha reportado sobre Gaza desde hace décadas y que se encuentra en Egipto, indicó que para Hamás, los rehenes israelíes son su principal ventaja estratégica y parece estar usándola lo mejor que puede.
“La escena de entrega (de rehenes) de hoy parece más disciplinada, organizada y menos caótica que las anteriores, en gran medida porque Hamás ha pasado la semana pasada –desde el comienzo del alto el fuego– preparándose para esta exhibición militar”.
Con ella, explica, Hamás pretende transmitir un mensaje claro: “Estamos aquí y somos nosotros los que decidimos lo que sucederá el día después de la guerra”.
Sin embargo, indica el periodista, estos momentos fugaces chocan rápidamente con la cruda realidad que la guerra ha dejado atrás, el sufrimiento de 2,3 millones de palestinos.
“Como es habitual, los palestinos están divididos por la entrega de rehenes en la Plaza Palestina. Quienes apoyan a Hamás sienten una sensación de victoria, mientras que quienes se oponen a ella lo ven como una forma de menospreciar el dolor de las familias en duelo”.
La mayoría de los 200 prisioneros palestinos dejados en libertad por Israel llegaron en autobuses con el símbolo de la Cruz Roja a Ramala, en Cisjordania, el resto será deportado a través de Egipto a otros países y algunos serán enviados a Gaza.
Jon Donnison, periodista de la BBC en Ramala, vio como los prisioneros fueron recibidos con gran alegría por una multitud de civiles, entre los que había familias, adolescentes y niños.
“A diferencia de la liberación de la semana pasada, en la que se trataba principalmente de personas que cumplían condenas relativamente menores, 121 de los presos liberados hoy han estado cumpliendo cadena perpetua; algunos fueron condenados por múltiples asesinatos, incluidos de civiles israelíes”, indicó Donnison.
“Hay una amplia gama de edades entre los liberados. El preso palestino más joven que se espera que sea liberado tiene sólo 16 años, mientras que el mayor tiene 69. Un preso ha pasado 39 años en una prisión israelí, habiendo sido arrestado por primera vez en 1986”.
Los prisioneros habían estado en los centros de detención de Ofer y Ktziot.
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