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Migrantes en México: movimiento es vida, o por lo menos se intenta
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Migrantes en México: movimiento es vida, o por lo menos se intenta

Los migrantes que cruzan el territorio mexicano están expuestos a la violencia que ejercen las autoridades, aun cuando ingresar de manera irregular al país no es un delito, sino una falta administrativa; también son presa del crimen organizado y son objeto de discriminación y agresiones de parte de la ciudadanía.
04 de octubre, 2023
Por: Nancy Angélica Canjura Luna

Movimiento es vida es una frase de la película “Guerra Mundial Z”, de 2013. En la escena en la que se menciona, el protagonista señala que, en los lugares peligrosos, las personas que se movían eran las que tenían oportunidad de sobrevivir. Aun cuando el contexto de este metraje trata de miles de zombis que amenazan al mundo, la realidad que involucra la idea de que moverse en busca de mejores condiciones de vida ha acompañado a la humanidad desde que ésta existe.

Es importante entender que nadie que se encuentre cómodo, seguro y que tenga oportunidades para salir adelante, desarrollarse y criar a sus hijos dejaría ese lugar por la incertidumbre de un país desconocido. En México conocemos muy bien ese sentimiento de nostalgia por nuestra tierra, solo superado por la necesidad de buscar mejores oportunidades. La Unidad de Política Migratoria, Registro e Identidad de Personas de la Secretaría de Gobernación señala que la diáspora mexicana es la segunda más grande del mundo (solo superada por la de la India), con 13 millones de personas migran­tes, de las cuales 11 millones se encuentran en Estados Unidos (2017).

Dicho esto, se esperaría que la población y las autoridades mexicanas fueran más empáticas a la migración, en línea con los discursos de solidaridad y respeto a los derechos humanos de los migrantes mexicanos. No obstante, la crisis ocasionada por el tránsito masivo de migrantes provenientes de países de Centro y Sudamérica, así como de otras nacionalidades, ha evidenciado la falta de una política migratoria humana, de protocolos de atención y en general, de voluntad por proteger la vida y la integridad física de quienes entran al país en su búsqueda de mejores oportunidades.

Según el Servicio Nacional de Migración de Panamá, en 2023 se ha registrado una cifra récord de personas migrantes que cruzan la peligrosa selva del Darién desde Colombia. Al 23 de septiembre, fueron más de 390 mil. Solo en agosto, 82 mil personas migrantes (la mayor cifra mensual registrada hasta el momento) cruzaron por la selva. La mayor parte de esas personas migrantes son de Venezuela, Ecuador y Haití.

Cruzar el Darién es uno de los desafíos a los que se enfrentan los migrantes provenientes de Sudamérica. Muchos de ellos se preparan mental y físicamente para soportar las caminatas, el clima y los peligros que implica pernoctar en la selva. Sin embargo, la mayoría de quienes superaron ese reto atinan a decir que cruzar el territorio mexicano es más duro y más difícil, ya que además de las características geográficas del país hay que lidiar con la corrupción, la delincuencia, la discriminación y la violencia.

De enero a septiembre de 2023, Causa en Común ha documentado al menos 68 casos de violencia contra migrantes, con alrededor de 4 mil víctimas. La mayoría de estos eventos están relacionados con el tráfico ilícito de personas, secuestro y privación de la libertad de un gran número de personas. El seguimiento de estos casos es a través de medios de comunicación locales, ya que las estadísticas oficiales solo registran el total de delitos contra la Ley Nacional de Migración, que es materia del fuero federal y que de enero a agosto de 2023 reporta 645 casos registrados en carpetas de investigación.

Dentro de los actos violentos contra migrantes más recientes hay que destacar el caso de las 39 personas muertas y 27 más heridas en el incendio de la estación migratoria de Ciudad Juárez, Chihuahua, ocurrido a finales del mes de marzo de 2023. La escena de los cuerpos recuperados y colocados al exterior del inmueble es la postal que exhibe la indolencia de los funcionarios, la incapacidad de las instituciones y la negación del gobierno federal sobre el tamaño y la complejidad de esta crisis.

Sobra decir que no es el único ejemplo de esas dimensiones. Entre los casos más cruentos están la masacre de 17 migrantes extranjeros y 2 mexicanos en Santa Anita, Tamaulipas, en enero de 2021, por la cual se declaró la culpabilidad de 12 policías estatales recientemente; y el asesinato de 72 migrantes en San Fernando, también en Tamaulipas, en agosto de 2010, presuntamente por narcotraficantes que operan en esa zona.

Los migrantes que cruzan el territorio mexicano están expuestos a la violencia que ejercen las autoridades, aun cuando ingresar de manera irregular al país no es un delito, sino una falta administrativa; también son presa del crimen organizado que igualmente los extorsiona como los secuestra, recluta de manera forzada o los desaparece, y en el menos terrible de los escenarios, son objeto de discriminación y agresiones de parte de la ciudadanía. Bajo esa premisa, es entendible que los migrantes sientan mayor temor a cruzar el territorio mexicano que El Darién, y aún con ello, lo intentan.

Hay que decir que esta crisis no es exclusiva de México ni corresponde solo a nuestro país atenderla. No hay nación en el planeta que pueda afrontar sola los retos de lidiar con las problemáticas internas y brindar alternativas dignas a aquellos que buscan un mejor futuro que el que ofrece su país. El 9 de octubre Causa en Común participará del Dialogo Constructivo de Naciones Unidas sobre Tráfico de Migrantes, con representantes de los gobiernos y organizaciones civiles de todo el mundo. Esperemos escuchar de buenas prácticas y escenarios promisorios que nos den alternativas para abordar la crisis y recordar que movimiento es vida, o por lo menos se intenta que así sea.

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Imagen BBC
“¿A dónde debemos ir?”: el terror de los miles de libaneses que huyen tras bombardeo de Israel
5 minutos de lectura

Miles de personas han huido del sur del Líbano hacia el norte. Las últimas cifras hablan de 558 muertos y más de 1.800 heridos.

24 de septiembre, 2024
Por: BBC News Mundo
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A lo largo de todo el sur de Líbano, miles de familias tuvieron que juntar sus pertenencias y dirigirse al norte del país en automóviles, camiones y motocicletas, mientras Israel atacaba objetivos que, según informó, estaban vinculados al grupo armado chiita libanés Hezbolá.

Algunos residentes contaron que recibieron mensajes de texto y grabaciones de voz del ejército israelí con advertencias para que abandonaran las zonas cercanas a los lugares donde se concentra la milicia respaldada por Irán.

Zahra Sawli, una estudiante de la ciudad sureña de Nabatieh, dijo al programa Newshour de la BBC que el bombardeo de Israel en sur de Líbano fue intenso.

“Me desperté a las 6 de la mañana con el sonido de las explosiones. A mediodía se intensificó, vi muchos bombardeos en mi zona. Escuché muchos cristales rotos.”

A diferencia de muchos otros, ella y los que la acompañaban no salieron de casa. Dice que no se atrevieron.

“¿A dónde se supone que debemos ir? Mucha gente sigue atrapada en las calles. Muchos de mis amigos siguen atrapados en el tráfico porque mucha gente está intentando huir”, explica.

Una familia de cinco personas llegó a Beirut en bicicleta
Hassan Harfoush
“¿Qué quieres que digamos? Simplemente tuvimos que huir”, le dijo este hombre a la BBC.

A mediodía del lunes, las carreteras hacia el norte en dirección a Beirut estaban congestionadas, con vehículos que se dirigían hacia la capital por ambos lados de una autopista costera de seis carriles.

Otras imágenes mostraban a personas caminando por la playa en la ciudad sureña de Tiro a la vez que se veía humo elevándose al cielo por todos los ataques aéreos en el interior del país.

La BBC habló con una familia de cinco personas que llegó a Beirut en una sola motocicleta. Venían de un pueblo del sur y se dirigían al Trípoli, en el norte. Estaban exhaustos.

“¿Qué quieres que te digamos? Tuvimos que huir”, relató el padre.

Mapa que muestra las zonas atacadas en el conflicto entre Israel y Hezbolá.
BBC

Para el martes en la mañana, el Ministerio de Salud libanés informó de que 558 personas habían muerto y más de 1.800 habían resultado heridas en los bombardeos. Añadió que entre los muertos había al menos 50 niños.

Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) afirmaron haber llevado a cabo 1.100 ataques en las últimas 24 horas.

Esto incluyó un ataque aéreo en el sur de Beirut que, según las FDI, tenía como objetivo a un alto comandante de Hezbolá.

También en Beirut reinaba la inquietud: a medida que la gente del sur llegaba a la capital en coches con maletas atadas en el techo, algunos de los habitantes de la ciudad se marchaban.

Israel ha advertido a la población que evacúe las zonas donde, según dice, Hezbolá almacena armas, pero también envió advertencias grabadas a la población de los distritos de Beirut que no se consideran bastiones de Hezbolá, incluida Hamra, una zona donde se encuentran ministerios gubernamentales, bancos y universidades.

Los padres se apresuraron a recoger a sus hijos de la escuela después de recibir más advertencias para que abandonaran el área.

“Están llamando a todo el mundo y amenazando a la gente por teléfono. Así que por eso estoy aquí, por eso vine a sacar a mi hijo del colegio. La situación no es tranquilizadora”, contó a la agencia de noticias Reuters Issa, un padre que estaba en ese momento sacando a su hijo de la escuela.

La gente lleva sus pertenencias a través de una playa mientras salen de Tiro, una de las ciudades del sur del Líbano afectadas el lunes.
Reuters
La gente lleva sus pertenencias mientras abandona la ciudad costera de Tiro, una de las ciudades del sur del Líbano afectadas el lunes.

Mohammed, un hombre palestino que viajaba con su esposa, habló con la BBC al salir de Beirut.

Cuando se le preguntó si se quedaría en la capital, respondió: “En el Líbano no hay ningún lugar seguro. Israel dice que va a bombardear todo. Ahora amenazan este barrio, así que ¿a dónde debemos ir?”.

“Da miedo, no sé qué hacer: trabajar, volver a casa, no tengo idea de qué hacer”.

Mientras un equipo de la BBC se instalaba a un lado de la carretera, un taxista gritó preguntando si sabían que se estaba desatando una crisis de combustible. “Demasiada gente está viniendo a Beirut”, dijo.

Tanto en Beirut y Trípoli, como en el este del Líbano, por orden del gobierno las escuelas se han convertido en refugios para los oleadas de evacuados que llegan desde el sur.

El lunes, la BBC estuvo en un aula de una escuela pública en Bir Hasan, al oeste de Beirut, que estaba siendo preparada para recibir a gente procedente del valle de Bekaa, un bastión de Hezbolá en el noreste del Líbano que, según Israel, también era objeto de ataques.

Las aulas estaban repletas de colchones, pero se esperaba que, a final del día, estuvieran ya completamente ocupadas, relataron los trabajadores.

Cola de vehículos para cargar combustible en una gasolinera en Beirut
EPA
Se han producido largas colas en las gasolineras de Beirut.

Mientras tanto, los hospitales del Líbano también recibieron el lunes la orden de cancelar todas las cirugías que no sean prioritarias, mientras los médicos se preparaban para una ola de víctimas.

A pesar de la atmósfera tensa e incierta que reinaba en Beirut, algunas personas se mostraron desafiantes.

“Si se produce una guerra total, el pueblo libanés debería permanecer unido, independientemente de nuestras afiliaciones políticas, porque al fin y al cabo, nuestro país está siendo bombardeado”, dijo un hombre a la BBC.

Otros simplemente se resignaron a la violencia.

“Si quieren la guerra, ¿qué podemos hacer? Nos la han impuesto. No podemos hacer nada”, dijo a Reuters Mohammed Sibai , dueño de una tienda.

Mohammed, de 57 años y residente en Dahieyh, un suburbio del sur de Beirut (la principal base de poder de Hezbolá en la capital), dijo a la BBC que había “sobrevivido a todas las guerras desde 1975”, así que “para mí es normal”.

“No me iré, estaré en mi casa”, afirmó.

línea gris
BBC

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