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El Amparo ambiental en la cuerda floja
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Di-sentir A. C. es una organización de la sociedad civil dedicada a la defensa y... Continuar Leyendo
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El Amparo ambiental en la cuerda floja

La nueva reforma a la Ley de Amparo ignora las características del daño ambiental y la alarmante crisis climática que actualmente atraviesa el mundo entero, y podría representar una barrera de acceso a la justicia para todas aquellas personas que han participado en la lucha contra la destrucción de los ecosistemas. Particularmente el caso de las asociaciones civiles, cuyo trabajo de defensa al medio ambiente depende directamente de actuar lo antes posible.
09 de diciembre, 2025
Por: Camila Guerra Camacho

La protección ambiental está en riesgo. En tiempos de cambio climático, contaminación y pérdida de biodiversidad, parecería lógico que las autoridades de nuestro país dieran prioridad al cuidado del medioambiente. Sin embargo, la reciente reforma a la Ley de Amparo parece demostrar lo contrario al introducir un nuevo obstáculo para quienes buscamos defender nuestro planeta.

El pasado 16 de octubre de 2025 se reformaron diversos artículos de esta Ley. Entre esos cambios, se estableció una nueva limitante para acceder al juicio de amparo; concretamente, se tomó el concepto de interés legítimo y se maquilló con características más similares al interés jurídico. Esto significa que las personas están obligadas a demostrar una “afectación real y cierta” a sus derechos humanos. ¿Cómo pone en riesgo la defensa del medioambiente este nuevo cambio? Tiene que ver con las características del daño ambiental.

I. Características del daño ambiental

Muchas veces es imposible apreciar de inmediato cuándo empieza a dañarse un ecosistema. El deterioro suele ser lento, progresivo, silencioso y sus efectos más graves aparecen cuando  la afectación ambiental se ha vuelto irreversible. Además, las pruebas necesarias para demostrar el daño son altamente costosas, requieren de especialistas para su elaboración y son difíciles de conseguir. A lo anterior, se le debe sumar el desequilibrio que existe entre defensores ambientales y las autoridades, quienes cuentan con asesoría técnica y con la información ambiental más relevante.

Por estas razones, costó mucho trabajo llevar a cabo una sensiblización durante décadas para que los tribunales facilitaran el acceso al juicio de amparo en materia ambiental a fin de que las personas pudieran reclamar una afectación aún si ésta no se demostraba de manera obvia y tangible.

Pongamos un ejemplo. En el puerto de San Juan se está construyendo un gasoducto. Los habitantes de la zona se dedican principalmente a la pesca y desde que comenzaron las obras del proyecto han percibido una disminución de fauna marina. En consecuencia, sus ingresos bajan, su vida diaria cambia y su futuro es incierto. Aunque no cuentan con los recursos ni los conocimientos técnicos para probar que la construcción está relacionada con la reducción de peces, pueden acudir al amparo para protegerse incluso sin haber demostrado de manera evidente el daño.

II. ¿Cuál es el riesgo con la nueva Ley de Amparo?

Pese a estos esfuerzos, la nueva reforma a la Ley de Amparo da un paso atrás al exigir una “afectación real y cierta” para iniciar un juicio de amparo.

Con este cambio los tribunales podrían desechar las demandas de amparo si el daño ambiental que se reclama no es notorio (de a acuerdo con el criterio de la persona juzgadora). De ser este el caso, poblaciones como las del puerto de San Juan no podrían defenderse contra obras que afecten su entorno hasta que no prueben una afectación visible y tangible. El problema es que, para cuando el daño sea obvio, podría ser demasiado tarde, la pérdida de peces quizá ya sea total, la contaminación irreversible y el motivo del amparo inútil.

Por lo tanto, la nueva Ley ignora las características del daño ambiental y la alarmante crisis climática que actualmente atraviesa el mundo entero y podría representar una barrera de acceso a la justicia para todas aquellas personas que han participado en la lucha contra la destrucción de los ecosistemas. Particularmente el caso de las asociaciones civiles, cuyo trabajo de defensa al medio ambiente depende directamente de actuar lo antes posible.

III. Un participante menos

Si la reforma exige que las personas demuestren un daño evidente a sus derechos humanos para iniciar un amparo, ¿qué pasa con las colectividades?

Las asociaciones civiles no se componen por un solo miembro. Se integran por un grupo de personas cada una con contextos y realidades particulares, las cuales -en ocasiones- ni siquiera viven en un mismo sitio. En este escenario, resulta imposible para una asociación en CDMX demostrar que la deforestación de la Selva Maya le causa una afectación. Así, parece ser que la única forma en que las asociaciones podrán reclamar un daño ambiental es inaugurando nuevas sedes cerca de los sitios contaminantes (posibilidad económicamente inviable). Por lo tanto, con la reforma existe el riesgo de que se exija a las organizaciones civiles que evidencien que les afecta el daño ambiental que reclaman. Lo cual, como ya vimos, resulta casi imposible.

Estos cuestionamientos no son ajenos para los tribunales. De hecho, el 4 de diciembre de 2025, la Suprema Corte de Justicia de la Nación discutió qué criterio debía prevalecer para las asociaciones que reclaman un daño ambiental: si basta con que su objeto social está dedicado a la defensa del ambiente o si es necesario demostrar un daño evidente para acceder al juicio de amparo. Afortunadamente, la discusión se centró en temas técnicos y procesales, de manera que se dejó a criterio de las personas juzgadoras como acreditar la afectación.

En este marco, la tarea de las asociaciones civiles y de la ciudadanía será seguir luchando a fin de no perder el acceso a reclamar los derechos que tanto esfuerzo ha costado conquistar. Sigamos reclamando y denunciando el daño ambiental, hagamos un llamado a las personas juzgadoras a no perder de vista la dificultad de probar una afectación a los ecosistemas y las drásticas consecuencias que pueden ocurrir si no se actúa a tiempo. Formemos alianzas y estrategias para seguir llevando ante los tribunales estas preocupaciones ambientales y presionemos para que la nueva reforma se aplique en beneficio de nuestro medio.

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Imagen BBC
Los gatos se convirtieron en nuestras mascotas mucho más tarde de lo que se pensaba (y todos provienen de la misma especie)
4 minutos de lectura

Cómo, dónde y cuándo los gatos perdieron su carácter salvaje y desarrollaron estrechos vínculos con los humanos era un misterio que había intrigado a los científicos durante mucho tiempo.

01 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
0

Al más puro estilo felino, los gatos se tomaron su tiempo para decidir cuándo y dónde forjar vínculos con los humanos.

Según nueva evidencia científica, la transición de cazador salvaje a mascota mimada ocurrió mucho más recientemente de lo que se creía, y en un lugar diferente.

Un estudio de huesos encontrados en yacimientos arqueológicos sugiere que los gatos comenzaron su estrecha relación con los humanos hace solo unos miles de años, y en el norte de África, no en el Levante.

“Son omnipresentes, hacemos programas de televisión sobre ellos y dominan internet”, afirmó el profesor Greger Larson, de la Universidad de Oxford.

“La relación que tenemos ahora con los gatos comenzó hace unos 3 mil 500 o 4 mil años, en lugar de hace 10 mil años”.

Gato jugando levantando una pata hacia la cámara
Getty Images
Los gatos fueron domesticados mucho después que los perros.

Nueva evidencia

Todos los gatos modernos descienden de la misma especie: el gato montés africano.

Cómo, dónde y cuándo perdieron su carácter salvaje y desarrollaron estrechos vínculos con los humanos ha intrigado a los científicos durante mucho tiempo.

Para resolver el misterio, los investigadores analizaron el ADN de huesos de gato encontrados en yacimientos arqueológicos de Europa, el norte de África y Anatolia.

Los científicos dataron los huesos, analizaron el ADN y lo compararon con registros genético de gatos modernos.

La nueva evidencia muestra que la domesticación de gatos no comenzó en los inicios de la agricultura, en el Levante. Ocurrió en cambio unos milenios después, en algún lugar del norte de África.

“En lugar de ocurrir en la zona donde la gente se estaba asentando inicialmente con la agricultura, parece ser un fenómeno mucho más propio de Egipto“, afirmó el profesor Larson.

Cráneo de un gato leopardo en un sitio arqueológico en China
Ziyi Li and Wenquan Fan
Cráneo de un gato leopardo hallado en una tumba de la dinastía Han en la ciudad de Xinzheng, provincia de Henan, China.

Esto concuerda con lo que sabemos de la tierra de los faraones como una sociedad que veneraba a los gatos, inmortalizándolos en el arte y preservándolos como momias.

Una vez que los gatos se asociaron con las personas, fueron trasladados por todo el mundo y eran apreciados en los barcos como controladores de plagas.

Los gatos llegaron a Europa hace unos 2 mil años, mucho más tarde de lo que se creía.

Viajaron por Europa y llegaron a Reino Unido con los romanos, y luego comenzaron a desplazarse hacia el este por la Ruta de la Seda hasta China.

Hoy en día se encuentran en todo el mundo, excepto en la Antártida.

Gato leopardo
Getty Images
El gato leopardo es el felino salvaje más extendido en Asia.

Los gatos leopardo

Y en un giro inesperado, los científicos descubrieron que un gato salvaje convivió durante un tiempo con la gente en China mucho antes de que aparecieran los gatos domésticos.

Eran los gatos leopardo, pequeños felinos salvajes con manchas similares a las de los leopardos, que vivieron en asentamientos humanos en China durante unos 3.500 años.

La relación temprana entre humanos y gatos leopardo era esencialmente “comensal”, en la que dos especies conviven sin causarse daño, explicó la profesora Shu-Jin Luo, de la Universidad de Pekín.

“Los gatos leopardo se beneficiaron de vivir cerca de las personas, mientras que los humanos no se vieron afectados en gran medida o incluso los acogieron como controladores naturales de roedores”, añadió.

Un gato bengalí acostado con las patas hacia arriba se frota en una manta
Getty Images
El gato bengalí es una raza híbrida creada a partir del cruce de un gato leopardo asiático (Prionailurus bengalensis) con gatos domésticos.

Los gatos leopardo no fueron domesticados y siguen viviendo en libertad en Asia.

Curiosamente, se han cruzado gatos leopardo con gatos domésticos para dar lugar a gatos bengalíes, que fueron reconocidos como una nueva raza en la década de 1980.

La investigación se publicó en la revista Science y en Cell Genomics .

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BBC

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