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Persistente, la discriminación por embarazo
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Persistente, la discriminación por embarazo

Sólo en 2023, el 75 % de los expedientes abiertos por el Copred fue en contra de empresas y establecimientos mercantiles en su calidad de empleadores, de los cuales el tercer motivo es la discriminación por embarazo. Históricamente, la discriminación asociada al embarazo en el empleo ha sido el motivo más recurrente en las denuncias presentadas ante el Copred.
10 de mayo, 2024
Por: Geraldina González de la Vega

Es sorprendente que en 2024 el embarazo o la maternidad sigan siendo motivos de discriminación en el empleo. En 2018 se lanzó una campaña del Copred que rezaba: “a tu amiga ¡la felicitas!… a tu empleada ¿la despides?” y este año estaremos de nueva cuenta lanzando una campaña para visibilizar esta persistente forma de discriminación de género.

En un análisis publicado por el Instituto Mexicano para la Competitividad IMCO: “En México, siete de cada 10 mujeres que participan en el mercado laboral son madres.  Ellas tienden a enfrentar peores condiciones laborales que las mujeres sin hijos: 58 % de las madres trabajan en la informalidad en comparación con 50 % de las mujeres sin hijos”.

De acuerdo con el IMCO, en promedio, las mujeres trabajadoras tienen tres hijos o hijas. Sin embargo, viven hostilidad en el mercado laboral. “Muestra de ello es que menos de la mitad de las madres (44 %) tienen un empleo o están en búsqueda de uno. Asimismo, tener más hijos puede traducirse en una menor participación económica: 54 % de las madres con un hijo tienen un empleo o están en búsqueda de uno, en comparación con 38 % de aquellas con 4 hijos y 27 % con 5 hijos o más”.

Solamente en 2023, el 75 % de los expedientes abiertos por el Copred fue en contra de empresas y establecimientos mercantiles en su calidad de empleadores, de los cuales el tercer motivo es, precisamente, la discriminación por embarazo con 23 expedientes de un total de 192. Históricamente, la discriminación asociada al embarazo en el empleo ha sido el motivo más recurrente en las denuncias presentadas ante el Copred.

En un estudio 1 de los expedientes abiertos por el Copred entre 2013 y 2022 en contra de empresas en la Ciudad de México, el 34 % (419) de estos fue por motivo de embarazo. De acuerdo con este estudio, son tres los momentos en que puede suceder la discriminación: en el reclutamiento, durante el periodo laboral y en el despido. De acuerdo con las denuncias recibidas en el Copred, es durante el despido donde más se discrimina a las mujeres por estar embarazadas, pues generalmente se les despide injustificadamente. Sin embargo, también encontramos que una práctica común es el acoso u hostigamiento de género para orillar a las mujeres a dejar sus empleos.

Esto quedó claro también en el estudio que publicamos el año pasado junto con la académica Sonia Frías. “Discriminación por Embarazo. Un estudio sobre la Ciudad de México”, el que tiene como objeto visibilizar, por un lado, las prácticas asociadas a la discriminación por embarazo en el acceso al empleo con una técnica de mystery shopper o cliente simulado y, por otro, el análisis histórico de expedientes del Consejo entre 2017 y 2022. En esta investigación, la mayor parte de quejas presentadas ante el Consejo por este motivo están asociadas a despido injustificado (68.8 %) y a las presiones para firmar la renuncia (12.1 %), las cuales se manifiestan con maltrato laboral, persecución, inequidad, desprotección, cambios en la situación laboral, amenazas, privación de la libertad e incluso hostigamiento sexual. Un dato relevante es que casi la mitad de estas denuncias son por maltrato psicológico (49 %), incremento en las cargas de trabajo y un muy preocupante cúmulo de conductas (23 %) que van desde delitos como la privación de la libertad, el acoso sexual, hasta la violación a derechos laborales como descuentos, no respeto al derecho a la salud o a la lactancia.

La discriminación por embarazo engloba una serie de conductas diferenciadas, asociadas a controlar la maternidad de las mujeres y su presencia en el ámbito laboral. El análisis de los expedientes del COPRED nos muestra que el acoso y hostigamiento de género está directamente relacionado con la maternidad (estar embarazada, posibilidad de quedar embarazada, regresar de licencia de maternidad, ser madre) y tiene sentido si miramos a esta conducta desde la perspectiva del dominio o ambiente hostil, que tienen como finalidad “hacer ver la no pertenencia a dicho espacio” de la persona acosada.

En esta muestra, la mayoría de las denuncias ante el Consejo son de mujeres con un promedio de 29 años de edad, solteras, escolaridad de nivel licenciatura, siendo el sector comercial el primer lugar de los espacios donde más se denuncia. Desafortunadamente, el patriarcado se arraiga en todas las personas; como sistema de opresión es estructural y las mujeres no están exentas de reproducir sus mecanismos de control, pues el 42 % de las personas denunciadas fueron mujeres. Asimismo, los datos nos arrojan que quienes cometen estas conductas son generalmente los superiores jerárquicos, repartidos entre hombres y mujeres. El momento generalmente es en el embarazo, pero en algunos casos también la discriminación sucede tras el parto. Son pocas las denuncias recibidas por maternidad, pero los datos nos muestran que también suceden conductas discriminatorias en contra de las mujeres que son madres.

Ahora bien, ¿qué empleadores son los que más discriminan por maternidad?

De acuerdo con el “Estudio para la Sistematización y Análisis de Expedientes de Quejas por Discriminación en el Ámbito Laboral”, las Medianas, Pequeñas y Microempresas (MiPyMes) son las más denunciadas por despido por embarazo que las grandes empresas, tal y como puede observarse en la siguiente gráfica:

Gráfica con los motivos de discriminación en el trabajo (edad, embarazo, género...).
Fuente: elaboración COPRED.

Para este estudio se consideró empresas micro aquellas en las que laboran hasta 10 empleados, empresas pequeñas aquellas en las que laboran entre 11 y 50 empleados, empresas medianas aquellas donde laboran entre 51 y 250 empleados y empresas grandes aquellas con más de 250 empleados, de acuerdo con los estándares del INEGI para el censo de empresas atendiendo al número de su personal.

Resulta interesante mirar que las empresas grandes son las que, por el volumen de denuncias, tienden a respetar en mayor medida los derechos de las mujeres embarazadas y las mujeres que son madres, y ello, interpretamos, puede deberse a que en los criterios legales en materia laboral, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ha reiterado la presunción de que si una mujer embarazada o que regresa de su licencia de maternidad es despedida, se asume que el motivo es el prejuicio de género asociado a ello y la causa que justifique al despido tendrá que ser atendida por el empleador.

En este sentido, nos parece, las grandes empresas tienden a tener despachos jurídicos que les asesoran y que claramente conocen dicho criterio, por lo que saben que llevar a cabo esta práctica ilegal le traería costos relevantes a la empresa.

Por otro lado, destaca que son más las empresas nacionales las que discriminan por embarazo, frente a las internacionales. Y nuevamente, intuimos que el motivo es el mismo. Las empresas internacionales tienden, por un lado, a ser asesoradas por despachos jurídicos y, además, a seguir criterios de diversidad e inclusión desarrollados e implementados por los corporativos en el extranjero, y sabemos que en algunos países, principalmente Estados Unidos, Reino Unido, Unión Europea, cuentan con marcos normativos bastante robustos y una práctica antidiscriminatoria bastante más arraigada. Otra intuición es que las grandes empresas, sobre todo las internacionales o transnacionales, suelen contar con vías internas de queja o denuncia, por lo que pudiera ser que estos casos fueran primariamente atendidos directamente con el empleador.

Aun así, en el Copred creemos que el volumen de denuncias que recibimos de discriminación por embarazo o maternidad son solamente la punta del iceberg.

Gráfica con los motivos para discriminar en una empresa, según su geografía (por embarazo, edad, género...).
Fuente: elaboración COPRED.

A pesar de que la discriminación laboral con motivo del embarazo está prohibida legalmente tanto en la legislación antidiscriminatoria, como en la laboral y la penal, sigue siendo una constante. Por ejemplo, la Ley Federal del Trabajo prohibe y sanciona la discriminación por embarazo en los artículos 2, 3, 56, 132 fracciónXXI, 133 fracción I y XIV, y 331, así como en los artículos 685 ter, 857 fracción II y IV, y el artículo 995 establece como sanción de 50 a 2500 veces la Unidad de Medida y Actualización a quienes exijan certificados de no embarazo o despidan u hostiguen a una mujer a renunciar por estar embarazada o ser cuidadora.

El Código Penal para el Distrito Federal establece como delito el negar o restringir derechos laborales con motivo de embarazo (artículo 206, fracción IV) y su sanción es de uno a tres años de prisión o de veinticinco a cien días de trabajo en favor de la comunidad y multa de cincuenta a doscientas veces la unidad de medida y actualización.

Por su parte, la Ley para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México no establece sanciones debido a que el procedimiento de atención ante el Copred es de tipo conciliatorio. A través de dicho procedimiento, un alto porcentaje de casos se resuelve por la vía del convenio de reparación en donde las mujeres discriminadas determinan el tipo de medidas que requieren para la reparación del daño y por parte del Consejo, se busca que haya compromisos respecto de medidas de no repetición.

El procedimiento ante el Copred puede correr paralelo al laboral y al penal, y, de hecho, en la mayoría de los casos las determinaciones del Consejo tienen un impacto relevante en los procesos laborales pues el Copred es la instancia experta en materia de no discriminación y sus dictámenes tienen un valor probatorio importante.

Existe el mito de que “sale más barato” correr a la mujer embarazada que cumplir con la obligación de respetar su licencia, ello no solo implica una práctica ilegal, sino que, además, es incorrecta. Los montos que deben cubrir los empleadores con motivo de despidos injustificados por embarazo o maternidad suelen ser más elevados que las cantidades que se deben cubrir para respetar el derecho a la licencia de maternidad. Y la SCJN ha establecido una serie de presunciones que hacen difícil que el empleador pueda salirse con la suya. La SCJN además, ha determinado que la protección de la maternidad en el trabajo debe entenderse como:

  • un derecho constitucional y convencional;
  • un requisito previo para lograr la igualdad de género en el mundo laboral;
  • un componente de mejora a la salud materna e infantil;
  • un componente para el crecimiento económico y a la reducción de la pobreza, y
  • una parte integral del Programa de Trabajo Decente de la Organización Internacional del Trabajo.

Legalmente se trata de una forma de discriminación que está prohibida. Lo que hace falta para que las mujeres dejen de ser discriminadas con motivo de su embarazo es un cambio cultural, pues los empleadores siguen pensando que pueden deshacerse de las mujeres que serán o son madres asumiendo un estándar masculino que es, inclusive para ellos, discriminatorio y contrario al trabajo digno. Se requiere un cambio que logre erradicar esa idea de que las mujeres somos las cuidadoras únicas de nuestros hijos e hijas y que ello incide negativamente en nuestro compromiso y responsabilidad laborales –a diferencia de los varones. Para ello, resulta fundamental cambiar las dinámicas del reparto de responsabilidades en el hogar y familiares, incluyendo a los hombres en las tareas domésticas y de cuidado, impulsando las licencias de paternidad con una duración igual a las de maternidad, fomentando en los empleos la implementación de políticas de corresponsabilidad y flexibilidad. Y claro, implementando un sistema de cuidados que permita entender este derecho como uno compartido entre la familia, la comunidad, el Estado y el mercado.

* Geraldina González de la Vega Hernández es presidenta del COPRED.

 

1 “Estudio para la Sistematización y Análisis de Expedientes de Quejas por Discriminación en el Ámbito Laboral” elaborado en 2023 y que está próximo a publicarse por el Copred. La base de datos con la que se trabajó cuenta con 1,130 casos que involucran a 1,257 empresas. Dichos casos fueron registrados ante el Copred entre los años 2013 y diciembre de 2022.

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Imagen BBC
MAIA, la escuela pionera en Centroamérica que impulsa el talento de niñas indígenas en Guatemala
10 minutos de lectura

BBC Mundo viajó a Guatemala para visitar la escuela que transforma el futuro de cientos de niñas de pueblos mayas en situación de pobreza con una educación de alto rendimiento, liderazgo y acompañamiento familiar.

23 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
0

Cincuenta niñas de pueblos mayas ingresan cada año a una escuela que cambia no solo su futuro, sino también el de sus familias y el de una de las comunidades más desfavorecidas de Guatemala.

Para conocer su historia. BBC Mundo viajó a Sololá, un departamento bañado por el lago Atitlán con vistas privilegiadas al imponente volcán San Pedro.

Pese al frecuente flujo de visitantes en uno de los principales enclaves turísticos del país, la pobreza predomina en la provincia, donde el 96% de la población pertenece a comunidades mayas y el 75% vive con menos de US$2 al día.

En una de las carreteras que suben hacia las montañas desde el municipio cabecera de Sololá llegamos al Colegio Impacto MAIA, un oasis educativo en este entorno rural marcado por la falta de desarrollo y oportunidades.

En sus instalaciones, que incluyen un edificio de tres plantas con aulas, comedor, biblioteca y espacios deportivos, más de 300 alumnas de 40 comunidades indígenas reciben una educación de alto rendimiento que combina el currículo oficial con programas de liderazgo, acompañamiento familiar y formación socioemocional.

Cada estudiante permanece siete años en MAIA con la meta de alcanzar al menos 15 años de escolaridad y acceder a la universidad o a un empleo formal.

Los resultados son contundentes: en las pruebas nacionales de matemáticas, las alumnas alcanzan un 86% frente al 13% del promedio nacional, y el 60% ya estudia en la universidad.

Todo ello en el país con los peores datos educativos de América Latina: Guatemala invierte US$841 por estudiante cada año, la cifra más baja entre 56 naciones analizadas por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Solo un 35% de los jóvenes guatemaltecos finaliza secundaria y el ratio baja al 14,7% en el caso de las mujeres indígenas, de las que solo un 1,5% logra completar estudios universitarios.

En casa de Yazmín

Yazmín en su casa
BBC
Visitamos la casa de Yazmín, donde asistimos a una sesión de acompañamiento con su familia.

Más de la mitad de niñas indígenas guatemaltecas son madres antes de los 20 años, según datos de Unicef, y en áreas rurales como Sololá es frecuente que se casen y queden embarazadas a los 15 o 16.

MAIA trata de brindar un espacio para cambiar estas estadísticas y que las jóvenes no dejen los estudios a edades tempranas.

Es el caso de Yazmín, de 14 años, que cursa segundo grado en MAIA, donde llegó procedente de la escuela pública de su comunidad en Sololá donde “lo que enseñaban no era mucho”, y además “había estudiantes preferidos, que eran varones”.

“Ya tienes 15, estás lista para casarte” es un consejo habitual que los adultos transmiten a las jóvenes en su comunidad, afirma Yazmín.

Cuando la joven ingresó en MAIA un curso atrás estaba muy rezagada, con bajos niveles en comprensión lectora y ciencias, pero asegura haber avanzado mucho desde entonces.

No es un caso aislado: según explican las educadoras del colegio, la mayoría de alumnas ingresa a los 11, 12 o 13 años con un nivel equivalente al de tercero o cuarto de primaria, pese a que ya deberían estar en secundaria.

Para cerrar esa brecha, MAIA aplica un programa intensivo de nivelación y acompañamiento que, en cuestión de meses, permite a las jóvenes recuperar el terreno perdido y adaptarse a un estándar académico más alto.

Alumnas con un microscopio
MAIA
Las prácticas y experimentos son prioritarios en las clases.

La escuela también aplica dinámicas grupales y juegos didácticos para potenciar las habilidades sociales de las alumnas.

“Antes era una chica muy apagada, sin relacionarme con los demás. Ahora soy muy sociable, tanto con mis compañeras como con los profesores”, nos explica Yazmín.

Esa misma tarde acudimos con ella a una actividad extraescolar un tanto peculiar: Ana Yaxón, mentora de MAIA, visita su domicilio para una sesión de acompañamiento.

Para llegar hasta donde vive la joven con sus padres y sus dos hermanos caminamos ladera arriba durante 10 minutos por estrechas e intrincadas veredas de tierra entre plantaciones de maíz.

En su casa nos reciben Carlos, ayudante de albañil, y María, ama de casa, a quienes acompañamos en la sesión con su hija Yazmín y la mentora, Ana.

Familia de Yazmín y la mentora de MAIA
BBC
A través de juegos, la mentora de MAIA enseña la importancia de que las niñas estudien y se empoderen.

En una mezcla de español con su idioma ancestral, el kaqchikel, los cuatro participan en un juego de mesa que representa la vida de una joven guatemalteca: la casilla de completar estudios de secundaria permite lanzar de nuevo el dado; la de quedarse embarazada a los 15 devuelve la ficha casi al inicio.

Al finalizar, reflexionan sobre el resultado y debaten las enseñanzas que les ha brindado el tablero.

Los padres de Yazmín se casaron jóvenes -“yo estaba por cumplir 16”, dice María; “yo tenía 18”, añade Carlos- pero, a diferencia de otros vecinos en la comunidad, ellos visualizan un destino diferente para su hija.

“Queremos que nuestra hija se gradúe y que sea una profesional, que ella construya su propio futuro, que cumpla lo que yo no cumplí. No le voy a decir ‘no te cases’, pero lo primero es el estudio”, nos comenta su madre.

La familia reconoce que la economía siempre ha sido un obstáculo a la hora de recibir educación, e incluso a veces les ha faltado comida o dinero para el autobús que cada mañana lleva a Yazmín a la escuela.

Por eso, con el asesoramiento de MAIA, instalaron pequeños hábitos financieros: “Tenemos alcancías en la casa para guardar cada quetzal que nos sobra, y mi mamá abrió una cuenta para un ahorro familiar”.

Familia de Yazmín en la cocina
BBC
La escuela potencia la disciplina y la organización en la vida familiar, lo que multiplica el rendimiento académico de las alumnas.

Yazmín tiene claros sus dos objetivos: a medio plazo quiere ganar una beca para estudiar en el extranjero -aún no ha decidido qué carrera- y, como meta final, anhela “construir una nueva casa para que estemos cómodos y bien protegidos”.

Le preguntamos si ve posible prosperar sin salir de Guatemala.

“Es casi imposible, porque aquí hay pocas oportunidades y mucha corrupción”, responde.

Guatemala padece elevados niveles de corrupción -ocupa el puesto 146 de 180 países en el ranking de Transparencia Internacional-, un problema que según expertos distorsiona no solo la economía del país, sino también sus perspectivas de desarrollo y justicia social.

Una fábrica de líderes

MAIA nació en 2017 como el primer colegio en Centroamérica dedicado a ofrecer una educación de élite a jóvenes mujeres indígenas de áreas rurales deprimidas.

La organización, sin embargo, comenzó a gestarse mucho antes, tras la experiencia de un programa de microcréditos para mujeres.

“Las mujeres, cuando tenían acceso a microcrédito, invertían sus ganancias en la familia, en la educación de los niños, en la vivienda, en la salud… Y se preguntaron: ¿hasta dónde llegaría una mujer indígena con este talento si hubiera ido a la escuela? Entonces, nace MAIA”, resume Andrea Coché, su directora ejecutiva.

El Colegio Impacto MAIA abrió sus puertas en 2017 y este año superó las 400 alumnas procedentes de 40 comunidades indígenas.

Cada año ingresan unas 50 nuevas estudiantes, que permanecen siete años para alcanzar al menos 15 de escolarización.

El colegio selecciona cada año a niñas indígenas de entre 11 y 13 años que vivan cerca de Sololá, con buen rendimiento escolar, motivación personal y apoyo familiar.

Tras un proceso de casi un año que incluye solicitudes, evaluaciones académicas, entrevistas y estudios socioeconómicos, las admitidas reciben una beca completa y sus familias se comprometen a participar activamente en sesiones y asumir parte de los costos de transporte.

Sostener este modelo tiene un costo elevado: “en cada niña invertimos US$4.000 anuales. Incluye todo: el programa académico, el acompañamiento familiar, el programa de liderazgo, más la nutrición y la salud preventiva”, detalla Coché.

Esta cantidad, que contrasta con el dato ya mencionado de US$841 anuales que el Estado guatemalteco invierte por alumno, no incorpora fondos públicos.

“Vivimos de donaciones individuales y de grandes fundaciones cuando salen proyectos. Siempre estamos en búsqueda constante de recursos”, afirma la directora.

En su breve historia, MAIA ha ganado prestigio internacional: en 2023 fue incluido en el Top 10 de los mejores colegios del mundo (World’s Best School Prizes) y ha recibido otros reconocimientos, como el premio Zayed de Sostenibilidad de Emiratos Árabes.

Sus estudiantes han representado a Guatemala en foros internacionales, desde Japón hasta Nueva York, y el propio Ministerio de Educación ha comenzado a interesarse en replicar algunas de sus estrategias.

“De hecho, este año estamos en un programa donde compartimos con ellos las mejores prácticas que son viables en un sistema público”, añade Coché.

Alumnas de MAIA
BBC
Cada año MAIA abre oportunidades para 50 nuevas estudiantes.

Unas 150 alumnas ya se han graduado del colegio, mientras el equipo de la organización -formado en su mayoría por mujeres de pueblos indígenas- ha crecido y se ha profesionalizado hasta contar con 15 mentoras y un cuerpo docente local que recibe más de 50 horas de capacitación profesional cada año.

“Empoderamos a mujeres jóvenes indígenas a través de la educación para transformar su historia, su comunidad y su país. De ahí nuestro lema: ‘Una mujer empoderada es un impacto infinito'”, sentencia la directora.

La historia de Dulce

A diferencia de Yazmín, que lleva menos de dos años en MAIA, Dulce es toda una veterana a punto de completar su sexto curso en la institución.

Conversamos con esta joven de 17 años, cuya elocuencia denota un alto nivel de preparación académica.

Explica con nostalgia que en unos meses se graduará y dejará atrás MAIA: “Ha sido más que un colegio. Es más como mi segunda casa. Por mí, me quedaría a vivir aquí”, afirma.

Dulce con un laptop
BBC
Dulce está a punto de graduarse tras 6 años en la escuela.

Siendo la hija mayor de tres hermanos, su infancia estuvo marcada por la ausencia de su padre -que se fue a Ciudad de Guatemala- y los precarios trabajos de su madre en casas ajenas.

“Fue un poco duro, porque mi mamá tenía que trabajar de casa en casa y a mí me tocaba también. Cuando ingresé a la escuela lo consideré mi salvación, porque no me gusta trabajar fuera”, recuerda.

A Dulce siempre le apasionó estudiar: en primaria fue abanderada, distinción otorgada a los mejores promedios académicos, y princesa maya, un reconocimiento escolar ligado a la representación cultural de su comunidad, además de figurar en el cuadro de honor de su escuela pública.

Sin embargo, sus recuerdos de aquella etapa están marcados por una enseñanza casi robótica: “Siempre era como un ‘copia y pega’, copia lo que tú tienes en el libro, te dictamos lo que tú tienes en el libro y pega, y frustraba un poco”.

Dulce y su familia
BBC
Los parientes de Dulce la apoyan en su plan de ser la primera universitaria de la familia.

La diferencia con lo que encontró al ingresar en MAIA fue abismal.

“Creo que se expandió mi cerebro. Mi forma de pensar se volvió mucho más crítica. Antes no era así; sinceramente, no me importaba mucho. Ahora pienso más, analizo mejor”, resume.

Para Sofía Cuc, educadora del área numérica del colegio, esa evolución responde a una metodología distinta.

“Aquí no decimos ‘Vamos a ver esto, háganlo’. Usamos la exploración, juegos, experimentos, problemas… Las jóvenes van descubriendo el nuevo conocimiento, van asentando todos los procesos y al final les confirmamos: ‘Sí, se hace de esta manera'”, nos explica.

El nivel académico con el que llegan muchas estudiantes es bajo: “muchas ingresan sin poder sumar, dividir o restar. Nosotros esperamos que lleguen a dominar trigonometría y combinatoria, y puedan aplicar todo ese aprendizaje en su vida cotidiana, en la toma de decisiones”, señala.

Dulce confirma que la exigencia en MAIA va más allá de repetir lo escrito en un libro: “Cuando me enfrento a un examen aquí es totalmente diferente que en mi escuela anterior. Es más de análisis. En matemáticas no es solo practicar, es pensar”, relata.

Experimentó el mismo contraste en la sexualidad, un gran tabú en Guatemala, donde predominan las doctrinas conservadoras de las iglesias evangélicas, implantadas con especial fuerza en las zonas rurales e indígenas con bajo nivel educativo y socioeconómico.

“En mi escuela de primaria sacaban de la clase a los niños para enseñar el aparato reproductor femenino y viceversa. Aquí nos enseñan todo sin tabús y nos dicen que vayamos a nuestras casas, a nuestras comunidades, y les mostremos que todos tenemos los mismos derechos”, indica.

Alumnas con laptop
MAIA
A diferencia de las escuelas rurales, las clases de MAIA cuentan con equipos informáticos.

Tras graduarse, su propósito es comenzar la carrera de contabilidad “para ser auditora y hacer todo justo y legal, ya que no me gusta la corrupción ni la idea de que el dinero puede comprar todo”, afirma.

Al igual que Yazmín, Dulce quiere expandir sus horizontes fuera de Guatemala.

“Escuché hace un año de la beca She Can (un programa para mujeres guatemaltecas que desean cursar estudios de licenciatura en una universidad de Estados Unidos) y me enamoré”, expresa.

“Dan una oportunidad a las mujeres indígenas como yo. Tengo un potencial y necesito expandirlo; no lo voy a dejar aquí”, concluye.

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