En los últimos días, cuatro pronunciamientos presidenciales parecen confirmar el divorcio que existe entre la realidad verificable y el reino de las percepciones. Veamos. Mientras el común de los ciudadanos advertimos que la conformación de la dirigencia de Morena es el mejor ejemplo del nepotismo en favor de la casta fundadora de dicho movimiento, o nos enteramos de la cantidad de cargos destinados a los herederos de esa casta, la presidenta anuncia que propondrá una ley contra el nepotismo. Ni la burla.
No se puede alterar la realidad por decreto. Una ley no va a cambiar el fenómeno del nepotismo; la mejor herramienta para hacerlo la han ido desmontando: un servicio civil de carrera es el instrumento óptimo para evitar el nepotismo. Pero esta administración, como la anterior, son alérgicas a las evaluaciones.
Otro ejemplo. Desde que se anunció la intención de revivir Mexicana de Aviación, diversos expertos alertaron sobre la inviabilidad de dicho proyecto, empero las autoridades insistieron en llevarlo a cabo y colmaron de propaganda engañosa la decisión tomada. Poco tiempo hizo falta para darle la razón a los expertos: Mexicana ha anunciado la cancelación de la mayoría de sus rutas. Una compañía de aviación dificilmente se sostiene con vuelos que trasladan a una docena de pasajeros. De nuevo: una necedad personal por encima de las evidencias técnicas, una buena y noble intención que chocó contra la realidad. Los costos los pagamos todos.
Recientemente el New York Times publicó un reportaje en el que da cuenta, entre otras cosas, de las condiciones en que se produce el fentanilo en nuestro país. La reacción fue poner en duda la veracidad del reportaje y seriedad del medio de comunicación. La vieja práctica de pelearse con el mensajero, sin desmentir el mensaje. No me parece que haya sido la mejor estrategia de cara a la nueva etapa que se viene en la relación con nuestro vecinos del norte, los tomadores de decisiones en aquel país dificilmente van a coincidir con la percepción que tiene la presidenta sobre el New York Times. Negar lo innegable nunca ha sido una buena estrategia para sentarse a negociar.
Por último, la presidenta nos ofreció su versión de lo que es la democracia. A raíz de la cada vez más contrahecha elección de jueces y magistrados, externó que México se puede jactar de tener una de las mejores democracias en la faz de la tierra. Elegir jueces es, según ella, un timbre de orgullo. No importan las condiciones en las que se desarrolle la elección, no es relevante que se observen preceptos de integridad electoral, es intrascendente quién organiza los comicios, cómo se vigila y califica la elección, lo importante es la liturgia: que se vote. En fin, seguimos encaminando la elección judicial a un abismo cada día más profundo.
Me parece que estas cuatro estampas ilustran un estilo que se agrava: el manejo de los mensajes, la narrativa, la percepción siempre estará por encima del examen de los datos, la planeación o la evaluación de las políticas públicas. Se tiene por tanto la convicción de que acreditar las buenas intenciones o la nobleza de los propósitos es la mejor manera de vacunarse contra los otros datos. Me temo que dicha estrategia es muy poco sustentable. Hay muchos frentes abiertos y pocas respuestas posibles. Percepción sobre realidad.
* Rodrigo Morales M. (@rodmoralmanz) fue consejero electoral en el Instituto Electoral del Distrito Federal y en el Instituto Federal Electoral. Actualmente es consultor internacional en materia electoral.
Los astrónomos en todo el mundo se preparan para ver un sistema estelar a unos 3.000 año luz que está a punto de estallar en un espectáculo luminoso.
Una fría noche de febrero de 1946, un colegial de 15 años miraba por la ventana de su dormitorio cuando hizo un sorprendente descubrimiento.
Michael Woodman, un entusiasta astrónomo aficionado de la ciudad de Newport, Gales, se había desvelado esperando a que su padre regresara a casa cuando notó algo extraño sucediendo en el cielo.
“Estaba la constelación Corona Boreal, pero en el anillo de la Corona, las segunda estrella abajo estaba radiante, muy radiante”, explica.
“Y pensé, ‘nunca antes he visto algo parecido'”.
A la mañana siguiente le escribió al Astrónomo Real, la autoridad de investigaciones astronómicas en Reino Unido.
Ahora, a los 94 años, sonríe al recordar con sorpresa la audacia que tuvo en su adolescencia.
“Y Dios me libre si el Astrónomo Real no me contestó con una carta que todavía conservo”.
Michael Woodman no solo había observado el raro evento celestial, sino que —como le informaron— era la única persona en el país en verlo.
Había detectado un sistema estelar, a unos 3 mil años luz de distancia, llamado T Corona Borealis —o abreviado a T Cor Bor— explotando brillantemente, que solo fue visible en el cielo nocturno por unos pocos días.
“Me había ganado la lotería”, expresa.
En estos días, una nueva generación de observadores está escaneando el firmamento del Hemisferio Norte en busca de T Cor Bor.
“T Cor Bor está tenue en el momento; su magnitud es de 10, mucho menor de lo que puedes ver con el ojo desnudo”, explica Jenifer Millar, de Fifth Star Labs, una empresa que desarrolla apps para la educación y descubrimientos científicos.
Como muestra la foto que sigue, para encontrar la región en el cielo donde aparecería, ella recomienda localizar primero el Carro característico de la Osa Mayor y seguir su cola hasta Arcturus (Arturo, una de las estrellas más brillantes).
Al occidente de esta estrella está la constelación Corona Boreal, compuesta de siete estrellas y donde T Cor Bor se iluminará en algún momento.
“Sólo será visible al ojo desnudo por un par de días”, señala la científica.
“Por supuesto, si tienes un par de binoculares o un pequeño telescopio, podrás verlo por un poco de tiempo, pero creo que es ese corto período lo que lo hace realmente especial”.
El fenómeno astronómico es causado por la interacción de dos estrella que orbitan entre ellas: una enana blanca —que es una estrella muerta— y una gigante roja, una estrella que está llegando al final de su vida.
La compacta enana roja ejerce una enorme atracción gravitacional, tan potente que le roba material a su vecina más grande.
“La fuerza de gravedad en la superficie de la enana blanca es un millón de veces mayor a la gravedad que sentimos en la Tierra, así que si estuviéramos allí, nos aplastaría instantáneamente”, comenta Jane Clark, de la Sociedad Astronómica de Cardiff.
Con el paso del tiempo, el material acumulado de la otra estrella queda aplastado y comprimido, hasta que finalmente desencadena en una explosión nuclear que despide una enorme cantidad de energía, un proceso conocido como una nova en evolución.
“Y cuando eso sucede, se iluminará como el mejor árbol de Navidad de la ciudad“, asegura la doctora Clark.
Los astrónomos creen que este proceso es recurrente, con una explosión de T Cor Bor sucediendo aproximadamente cada 80 años.
Pero no hay registros de esto.
Y ya ha habido unas cuantas falsas alarmas que T Cor Bor estaba a punto de aparecer, seguidas de un chasco.
Sin embargo, los expertos dicen que hay signos de que volverá a suceder pronto.
Y Michael Woodman ciertamente está listo para verlo otra vez.
“Alguien me meterá en un automóvil y me llevará a algún sitio agreste donde lo podré ver bien. Eso es lo que esperamos”, afirma.
Y si logra echarle otro vistazo al espectáculo, cree que lo pondrá en un club muy exclusivo, de un solo miembro.
“80 años después, estamos mirando al cielo otra vez, no sólo yo, sino todo el mundo aparentemente”, declara.
“Si estoy con vida, si lo veo, seré el único en haberlo visto dos veces”.
Luego, con una amplia sonrisa y una pequeña carcajada, añade: “¡Tengo que seguir respirando!”
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