El pasado 15 de diciembre en Ajaccio, Córcega, Francia, el papa Francisco dirigió un mensaje en el Congreso de la Piedad Popular en el Mediterráneo, que contó con la participación de estudiosos del tema, obispos y sacerdotes de Francia y otros países.
San Pablo VI fue quien cambió el concepto de “religiosidad popular” por el de “piedad popular”, mismo que no ha tenido éxito y en la Iglesia se sigue utilizando “religiosidad popular” para describir una particular manera de expresar la fe.
La fe cristiana, dice el papa, “se manifiesta siempre en la cultura, la historia y los lenguajes de un pueblo, y se transmite por medio de los símbolos, las costumbres, los ritos y las tradiciones de una comunidad viva”.
Y añade que “la piedad popular, que expresa la fe con gestos simples y lenguajes simbólicos arraigados en la cultura del pueblo, revela la presencia de Dios en la carne viva de la historia, fortalece la relación con la Iglesia y a menudo se transforma en ocasión de encuentro, de intercambio cultural y de fiesta”.
Dice que “entre el Mediterráneo y el Oriente Medio se origina una experiencia religiosa muy particular, vinculada al Dios de Israel, que culmina en la singular presencia de Jesús, el Hijo de Dios. Él es el que dio a conocer de modo definitivo el rostro del Padre”.
“En algunos momentos de la historia la fe cristiana ha dado forma a la vida de los pueblos y de sus instituciones políticas, mientras hoy, especialmente en los países europeos, la pregunta sobre Dios parece desvanecerse, encontrándonos cada vez más indiferentes respecto a su presencia y su palabra”, asegura el papa.
Algo que no se debe olvidar es que “en la piedad popular puede percibirse el modo en que la fe recibida se encarnó en una cultura y se sigue transmitiendo”, y por lo tanto en ella “subyace una fuerza activamente evangelizadora que no podemos menospreciar”, afirma san Pablo VI en Evangelii gaudium.
El papa Francisco advierte que “debemos estar alertas para que la piedad popular no sea utilizada o instrumentalizada por grupos que pretenden fortalecer su propia identidad de manera polémica, alimentando particularismos, antagonismos y posturas o actitudes excluyentes”, y por eso debe promoverse una atención continua hacia las formas populares de la vida religiosa.
Según el papa, la piedad popular “pone de relieve los valores de la fe y, al mismo tiempo, manifiesta el rostro, la historia y la cultura de los pueblos. En este entrelazamiento, sin confusiones, se configura el diálogo constante entre el mundo religioso y el laico, entre la Iglesia y las instituciones civiles y políticas”.
Benedicto XVI sostuvo que una sana laicidad “significa liberar la religión del peso de la política y enriquecer la política con las aportaciones de la religión, manteniendo la distancia necesaria, la clara distinción y la colaboración indispensable entre las dos. […]”.
Con la subida de la temperatura global en el planeta, el gráfico que refleja la evolución del frío al calor tendrá el rojo más oscuro hasta la fecha.
Aunque parezca simple, este diseño de rayas de colores que ves arriba revolucionó la forma en que visualizamos y comunicamos el cambio climático.
Es un modelo en el que las rayas oscilan de tonos azules a tonos más rojos para ilustrar cómo el planeta se ha calentado a medida que los humanos han emitido más gases de efecto invernadero a la atmósfera.
Durante un tiempo parecía que las llamadas “rayas del calentamiento” estaban en todos lados.
La imagen fue adoptada por activistas alrededor del mundo e incluso sirvió como portada para el libro The Climate Book, de Greta Thunberg, así como para ilustrar las portadas de ediciones impresas de varios medios internacionales.
A pesar de que el gráfico logró extender la conciencia social acerca del cambio climático, la temperatura global ha seguido aumentando.
Y a principios de 2024, las franjas climáticas se tuvieron que actualizar con un color adicional en ambos extremos: un azul más oscuro y un rojo más oscuro.
La razón fue que en 2023 hizo tanto calor que el equipo detrás de las rayas decidió cambiar la escala.
Y esta situación continúa.
Los expertos han confirmado que 2024 rompió récords y fue el año más caliente registrado a nivel mundial.
Esto significa que el gráfico tendrá el rojo aún más oscuro en la escala actualizada.
En 2017, Ellie Highwood, entonces profesora de física climática en la Universidad de Reading, Reino Unido, publicó una fotografía en Twitter (ahora X) de una “manta del calentamiento global” que había tejido a ganchillo como regalo para un bebé.
Highwood usó datos sobre el cambio promedio de la temperatura global anual para determinar el patrón de colores.
No tenía idea de que una versión gráfica creada posteriormente por un colega se convertiría en un símbolo reconocido del cambio climático.
A diferencia de las visualizaciones de datos tradicionales, la cobija sólo presentaba colores y se parecía más a un código de barras que a un gráfico normal con título, texto, números, etc.
“Algunas personas se desconectan apenas ven un gráfico, ¿verdad?”, dice Highwood.
En su blog, compartió instrucciones para que otros pudieran replicar la manta usando hilo u otros materiales.
“La versión artesanal hace algo diferente. Si estás reproduciendo físicamente el patrón, estás internalizando los datos y hay más posibilidades de que sientas que es real”.
Cuando Ed Hawkins, científico climático y profesor de la misma universidad, vio la cobija y las reacciones positivas de la gente en la red social, pensó que sería una buena manera de visualizar los datos del cambio climático digitalmente.
Redujo la gama de colores a tonos azules y rojos, generalmente asociados en los mapas meteorológicos con la temperatura, y compartió el gráfico con el público.
Años después, la imagen se hizo viral.
Parte del éxito de las franjas está en su simplicidad, lo llamativo que son sus colores y lo fácil que es sacar una conclusión al verlas: la temperatura está aumentando conforme pasa el tiempo.
Para Amanda Makulec, directora ejecutiva de la Sociedad de Visualización de Datos (DVS en inglés), lo que hace especiales a estas rayas es que han cobrado vida propia; cualquiera puede tejer, imprimir o reproducir el patrón de formas creativas, lo que ayuda a conectar con el mensaje.
“Puede hacer que los datos parezcan menos técnicos y nos permite mirar el panorama general y reflexionar”, expone Makulec.
Sin embargo, indica Hawkins, el gráfico también ha enfrentado algunas reacciones negativas, principalmente dentro de la comunidad científica, por ser demasiado sencillo.
“Ciertamente he recibido críticas porque no se pueden ver los detalles, los números. Creo que eso es justo”, admite el profesor de la Universidad de Reading.
“No hay una manera única de presentar esto de una forma que sea fácilmente comprensible y que brinde a todos todo lo que desean de un gráfico. Es sólo un recurso entre una amplia gama al que podemos recurrir para hablar con diferentes audiencias sobre el mismo tema”.
En cualquier caso, este estilo de comunicar datos se hizo tan popular que otras personas reinventaron las franjas climáticas para ayudar a ilustrar otras crisis que enfrenta el planeta, como las “franjas de la calidad del aire” con tonos de celeste a negro o las “franjas de la biodiversidad”, que van de verde a gris.
A Miles Richardson, quien dirige el grupo de investigación sobre conectividad con la naturaleza en la Universidad de Derby, en Reino Unido, le preocupaba que la pérdida de biodiversidad reciba menos cobertura que otros problemas globales.
Richardson conocía bien las franjas climáticas y pensó que sería efectivo crear una versión para la biodiversidad ya que nadie las había hecho.
“Hay una batalla por la atención todos los días, especialmente si vives en un entorno urbano. Pero el formato de rayas parece abrirse paso y captar la atención de la gente”, afirma.
Las rayas climáticas se han usado en todo tipo de eventos y por todo tipo de personas, desde políticos y deportistas hasta modelos de pasarela.
El presidente de Chile, Gabriel Boric, las usó como mascarilla durante el debate final cuando era candidato en las elecciones de 2021.
También fueron exhibidas en obras de infraestructura pública y en medios de transporte en Europa.
Y han decorado edificios en Nueva York e incluso monumentos naturales como los Acantilados Blancos de Dover en Inglaterra.
Hace dos años, las mostraron en pantalla en un festival de música de tres días en la Ciudad de México.
Cycling 4 Climate, una fundación que ha organizado eventos de ciclismo en seis países en Europa para concienciar sobre el cambio climático, eligió el patrón de rayas como su uniforme por el fuerte mensaje que transmite.
“Con frecuencia me preguntan sobre la camiseta porque a la gente le gusta el diseño. Eso da pie a iniciar una conversación sobre el tema, y las personas siempre se sorprenden cuando entienden lo que representan las rayas”, le dice a la BBC Joost Brinkman, cofundador de Cycling 4 Climate afincado en los Países Bajos.
A finales del año pasado un equipo de científicos, activistas ambientales y aventureros imprimieron las rayas en el velero en el que emprendieron un viaje de unos 15.810 km desde Noruega hasta Alaska.
Atravesaron el pasaje del noroeste del Ártico con el fin de hacer un llamado de atención a la velocidad en que se está derritiendo el hielo de la zona.
Y es que esta vía marítima entre los océanos Atlántico y Pacífico, que alguna vez fue imposible de cruzar, se está volviendo más accesible a medida que el hielo marino del Ártico desaparece, acelerado por el calentamiento del planeta.
Las franjas climáticas no son en sí mismas la solución al calentamiento global, pero tal vez representen un primer paso para reconocer el problema.
“El cambio climático ha sido un desafío muy político, y si las rayas han abierto puertas para iniciar esas conversaciones, no puedo pensar en un mejor impacto”, concluye Amanda Makulec.
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