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Preservar lo intangible: activistas que luchan por *resguardar las lenguas indígenas en México*
Preservar lo intangible: activistas que luchan por *resguardar las lenguas indígenas en México*
Ilustración: Alex Santibañez @alexso.1
10 minutos de lectura

Preservar lo intangible: activistas que luchan por *resguardar las lenguas indígenas en México*

18 de febrero, 2022
Por: Abigail Camarillo
@aabi_cm 

Las palabras son de lo más poderoso que existe y gracias a ellas podemos comunicarnos, entender lo que nos rodea y hasta crear nuestra propia identidad. Sin embargo, muchas veces se nos olvida que en México no solo se habla español sino también 68 lenguas indígenas (más sus variaciones).

Cada una de ellas representa una forma diferente de conocer y nombrar al mundo. Miriam Hernández, activista y traductora de la lengua maya ch’ol, señala que cada “lengua es vida, es cosmovisión, es otro modo de vivir y otro modo de pensar”.

Sin embargo, instituciones como el Inali –que actualmente enfrenta su propia desaparición– y organizaciones civiles advierten constantemente de los peligros que corren las lenguas indígenas en México y de todo lo que se pierde cuando una de ellas se extingue.

Como dijo el filósofo e historiador Miguel León Portilla en su poema “Cuando muere una lengua”:

Cuando muere una lengua
todo lo que hay en el mundo
mares y ríos,
animales y plantas,
ni se piensan, ni pronuncian
con atisbos y sonidos
que no existen ya.

Sin embargo, hay varias personas trabajan día a día por conservar esas lenguas. Platicamos con algunas de ellas y te presentamos parte de sus proyectos y esfuerzos.

 

El estado actual de las lenguas indígenas en México

De acuerdo al Catálogo de las Lenguas Indígenas Nacionales, creado por el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), en México se hablan 68 lenguas pertenecientes a 11 familias lingüísticas y de las que se derivan unas 364 variantes.

lenguas indígenas en México
Así se ve la distribución de las once familias de lenguas indígenas en México. Imagen: Secretaría de Cultura (www.gob.mx)

Los datos del Censo de Población y Vivienda 2020 del Inegi indican que en nuestro país hay poco más de 7 millones 360 mil personas de tres años y más que hablan alguna lengua indígena.

El mismo reporte menciona que al 2020, las principales lenguas indígenas habladas por esa población son: náhuatl (22.4%), maya (10.5%), tzeltal (tseltal) (8.0%), tzotzil (Tsotsil) (7.5%), mixteco (7.2%) y zapoteco (6.7%)

A pesar de esa riqueza lingüística, el 60% de estas lenguas está en riesgo de desaparecer.

Mira: Indígenas, activistas, bordadoras: 3 proyectos de mujeres mexicanas que fueron a la COP26

Irma Pineda, poeta zapoteca y defensora de los pueblos indígenas, reflexiona que una de las grandes amenazas para estas lenguas es la discriminación y la exclusión que todavía existen.

Te hacen a un lado porque hablas distinto, porque vienes de otra cultura”, menciona, y también aclara que es sorprendente que a pesar de que lleva años luchando contra la discriminación, todavía no se ha logrado hacer mucho por disminuirla.

Hasta el día de hoy, muchas personas asocian a quienes hablan una lengua indígena con atraso cultural y pobreza. Por lo que las excluyen o incluso esos mismos hablantes deciden dejar de expresarse en su lengua originaria por miedo a ser discriminados.

Entonces, ¿qué se puede hacer por estas lenguas?

La labor de preservar lo intangible

Afortunadamente existen más personas que luchan por difundir y proteger desde su trinchera a las lenguas indígenas. Ahí están todas las personas que cantan o incluso hasta rapean en su lengua originaria.

Igualmente hay quienes están más pegadas a la tecnología y el mundo digital y deciden difundir su propia lengua por esos medios.

Irma Pineda, la resistencia desde las palabras

Originaria de Juchitán, en Oaxaca, Irma Pineda pertenece a la cultura binni záa o zapoteca, como también se le conoce, y es hablante la lengua diidxazá. Desde pequeña estuvo en contacto con su lengua originaria y también con el mundo de la literatura, pero nunca pensó en combinar ambos mundos.

“Fue hasta que migré”, comenta Irma Pineda y platica en entrevista con Animal MX que se mudó de Juchitán a Toluca. Ella describe la experiencia como algo muy difícil por el tema de la soledad. Además de no tener a su familia y amistades cerca, se dio cuenta que todos sus pensamientos, sus sueños y su comunicación con las personas que la rodeaban siempre habían sido en su propia lengua, el diidxazá.

También se sintió limitada con su español, el cual era uno muy local y regional, por lo que prefirió vivir en silencio.

Irma estuvo en una lucha constante por revincularse con su lengua y descubrió que la escritura le permitía tener esa conexión con las palabras y con su propia cultura pues entonces “la pensaba, la reflexionaba y escribía sobre eso”.

Aunque estaba consciente de la discriminación que sufrían ella y otras personas por usar su lengua originaria, decidió que tenía que hacerla sonar más fuerte, sobre todo en los espacios públicos. Desde ese momento, su poesía no solo se volvió una cuestión literaria, sino también un arma de resistencia.

Recientemente, Irma Pineda participó en la realización del libro Intraducibles, junto a Gabriela Lavalle, directora del Instituto Mexicano de Turismo en Houston. Éste consiste en reunir palabras de varias lenguas indígenas que no pueden expresarse con otra sola palabra en el español y explicar su significado.

Mira: 12 películas para conocer culturas indígenas de México y América Latina

Irma lleva al menos 30 años en el activismo y se siente orgullosa de pertenecer a una generación que ha luchado durante décadas por el reconocimiento, preservación y difusión de las culturas y lenguas indígenas.

Además, tiene fe en todas las personas jóvenes que se han seguido y seguirán uniendo a esta lucha. “Cuando tú ves todo ese florecer dices: «ah bueno, ha tenido sentido todo el movimiento que se viene haciendo desde hace muchos años»”, comenta Irma emocionada.

El activismo digital de Miriam Hernández

Una puede luchar de distintas formas y en el caso de Miriam Hernández el activismo consiste en compartir conocimiento.

Ella es del municipio de Tila, que se ubica en la parte norte del estado de Chiapas. Es hablante de la lengua lakty’añ a la que denominan como chol o ch’ol que pertenece a la familia maya.

La aprendió desde pequeña junto con el español, aunque al igual que Irma Pineda encontró una verdadera conexión con ella hasta que creció y estudió la licenciatura en Lengua y Cultura en la Universidad Intercultural de Tabasco.

“Entrar a esta universidad fue encontrarme porque durante mis estudios de nivel básico y media superior yo no sabía nada de esto de las lenguas y de las culturas”, platica Miriam.

“Inconscientemente sí sabía todo lo que era mi cultura, pero no sabía cómo llamarle, no sabía el valor de esto”, comenta Miriam Hernández, quien gracias al apoyo de las personas que la conocen decidió iniciar el proyecto Lakty’añ CH’ol, una página de Facebook con la que comparte voces, letras y datos de la cultura ch’ol.

Confiesa que al inicio no pensaba que estuviera haciendo alguna colaboración para difundir su lengua, pues incluso solo lo veía como un pasatiempo.

Pero eso cambió cuando alguien le dijo que gracias a su esfuerzo de alguna manera le daba a otras personas jóvenes “conciencia de que no importa dónde estés o dónde publiques tu lengua, pues es importante”.

En la página podrás encontrar videos, imágenes y otros materiales didácticos con los que Miriam Hernández da a conocer un poco de su lengua y su cultura. Sin embargo, ella también se ha dedicado en los últimos años a dar clases virtuales de ch’ol.

Y no solo eso, reconoce que es gracias a esta página que le han salido otras oportunidades para compartir su conocimiento. Por ejemplo, ha colaborado con Rising Voices (una asociación internacional con sede en Estados Unidos) que, junto con la Unesco, la invitó a dar talleres de activismo digital de lenguas indígenas.

Puedes leer: San Pancho: la joya cultural de la Riviera Nayarit que es ejemplo de colectividad

También cuenta a Animal MX que es gracias a la página que pudo colaborar y ser coautora de un diccionario digital de la lengua ch’ol que está disponible en la PlayStore. Se trata de una versión gratuita y que puedes explorar sin conexión a internet que se hizo junto con la Universidad Intercultural de Chiapas.

Miyotl: un rayito de luz para aprender lenguas indígenas desde una app

Miyotl viene del náhuatl y significa “rayito de luz” y el objetivo de esta app, de acuerdo con Emilio Álvarez –uno de los fundadores y creadores– es “crear una herramienta tecnológica en donde todo mundo pueda tener acceso a una de nuestras lenguas y poder aprenderla”.

Emilio tiene apenas 19 años y estudia de Ingeniería en Irrigación en la Universidad Autónoma de Chapingo. Él es originario de Texcoco de Mora y nos platica que ahí se habla mucho el masehualtajtol, que proviene del náhuatl.

Aunque él no es hablante de ninguna de esas lenguas, en su universidad ha podido conocer a muchas personas que sí lo son, pues como platica en entrevista a Animal MX, tiene “compañeros que son de lo largo y ancho del país” .

“Varios compañeros me comentaban su historia, su experiencia, el compartir esta cultura con su comunidad y entonces descubrimos que es una necesidad que se siga transmitiendo la lengua”, platica.

Aunque no estudió programación, se ha dedicado junto a su equipo, que está conformado principalmente de otros estudiantes de distintas carreras, a desarrollar esta aplicación.

Y de verdad que el trabajo en conjunto ha sido muy importante, pues al inicio solo eran entre 10 y 15 personas; y ahora son entre 110 y 120 integrantes, entre todos ellos hay hablantes de unas 25 lenguas.

De hecho, son esas las que están disponibles actualmente en Miyotl, pero tienen como objetivo cubrir las 68 lenguas indígenas que hay en el país.

Las 25 lenguas disponibles en Miyotl son: Amuzgo, Chatino, Ch’ol, Chinanteco, Chocholteco, Chontal de Tabasco, Huasteco, Huichol Matlatzinca, Maya, Mazahua, Mazateco, Mixe, Mixteco, Náhuatl, Nayarí, Otomí, Tepehuano del sur, Tlapaneco, Totonaco, Tseltal, Tsotsil, Zapoteco, Zoque y Tojolabal.

Miyotl –disponible para Android, Huawei y próximamente iOS– funciona como un diccionario, no solo de palabras, sino también de algunas frases y oraciones básicas.

La segunda fase de la app son los textos, que de acuerdo a Emilio Álvarez son sobre “indumentaria, danzas, rituales, cosmovisión, todo lo que pueda describir y queramos transmitir sobre nuestra cultura”.

La aplicación sigue evolucionando, pues se espera integrar más funciones relacionadas a la gramática y escritura de las lenguas indígenas. De hecho, la tercera fase es la más ambiciosa, pues desean que cualquier persona pueda profundizar en el aprendizaje de las lenguas indígenas sin caer en la castellanización de estas.

¿Y eso qué quiere decir? Emilio nos explica que muchas veces se enseña, por ejemplo, el náhuatl pero desde el punto de vista de la lengua española, intentando imitar la misma estructura gramatical cuando no funciona así.

Incluso las mismas personas que conforman Miyotl han tenido que profundizar en sus conocimientos de las lenguas. “Se tiende mucho a creer en que por uno ser hablante puede también enseñar una lengua”, comenta y aclara que la realidad es más compleja. Incluso, insiste en que es “fundamental que haya una profesionalización”.

Emilio y su equipo siguen creciendo y conociendo más de sus lenguas y culturas para nutrir Miyotl. Por ahora, nos adelanta que este 21 de febrero contarán con una pequeña actualización antes de traer un avance mucho más grande y nutrido en agosto.

Falta un largo camino por recorrer

Emilio Álvarez nos recuerda algo quizás obvio, pero importante: la única forma de preservar una lengua viva es hablándola. Sin embargo, faltan muchas cosas por hacer en favor de las lenguas indígenas en México.

Irma Pineda menciona que el primera paso sería que el gobierno aplicara las leyes que ya existen. Por ejemplo, se supone los pueblos indígenas deben recibir educación en sus lenguas y eso claramente no ocurre.

Miriam Hernández nos comparte su propia experiencia en este punto: “sucede que a veces las escuelas son bilingües o rurales, pero el maestro no habla la lengua”, menciona. También dice que hay ocasiones en las que, por ejemplo, un maestro que habla ch’ol es enviado a una zona tseltal y no le queda de otra más que hablar en español para poder comunicarse.

Siguiendo un poco con el mismo punto, Irma Pineda nos recuerda algo muy importante, que “toda ley sin presupuesto, no sirve”. Intentar ofrecer una educación en lenguas indígenas no puede lograrse si no se cuenta con presupuestos para generar materiales didácticos en esas lenguas y para invertir en la formación de docentes de esas comunidades.

Finalmente, un paso en donde toda la sociedad podemos y debemos participar, es en trabajar en la eliminación del racismo. Y nos reitera que cuando hablemos de culturas indígenas no solo pensemos en lo folklórico, sino “en todo el saber, todo el conocimiento que tienen las poblaciones”.

Por su parte, Miriam Hernández invita a todas las personas hablantes de lenguas indígenas a seguir practicándolas: “aunque somos pocos hablantes, aunque somos solamente de una cierta región, pero toda lengua tiene importancia”.

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Imagen BBC
La foto de la madre a la que entregaron el cuerpo de su bebé en una caja de cartón y la crisis de salud de Ecuador
10 minutos de lectura

El sistema de Salud de Ecuador está en crisis y los analistas estiman que tuvo mucho que ver en la derrota electoral del presidente Daniel Noboa en su consulta popular.

22 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
0

A Yawa Sumpa Puar Alexandra, de la comunidad indígena achuar, le entregaron el 29 de noviembre el cuerpo de su bebé en una caja de cartón. La niña de solo un mes había ingresado por un problema respiratorio la noche anterior en el Hospital General de Macas, en la provincia ecuatoriana de Morona Santiago, y en unas pocas horas falleció.

La plantilla médica recomendó a la mamá buscar un ataúd, pero sola, a cientos de kilómetros de su comunidad y sin hablar bien español, su situación era de total desamparo. Aunque salió en busca de ayuda, como no llevaba dinero, tuvo que volver al hospital.

Ahí se encontró con el improvisado féretro que tuvo que cargar primero al parque principal de Macas donde salen las camionetas y los autobuses a Taisha, y luego las tres horas de viaje hasta esa ciudad de donde despegan las avionetas hacia la zona donde vive su comunidad, en plena Amazonía ecuatoriana.

“¿Cómo es posible que le dejen marchar así, con un bebé muerto en un cartón? Es doloroso ver cómo la manera en que nos tratan los médicos. Es indignante y muy triste porque somos humanos”, dice a BBC News Mundo el miembro comunidad achuar de Kaiptach que auxilió a la madre en un primer momento y tomó la fotografía.

Fue la municipalidad de Taisha la que finalmente la ayudó con un ataúd y con el vuelo de regreso a su comunidad.

“Es la familia la que tiene que traer el ataúd. El hospital no te la da. Eso es así en todo el país. Pero es verdad que sí son los encargados de hacer la gestión para pedir una donación a los municipios o a las prefecturas. Y para eso los hospitales tienen un área de trabajo social”, le cuenta a BBC Mundo Christian Sánchez Mendieta, periodista del diario El Mercurio.

El equipo de este diario había viajado en abril pasado a Morona Santiago después de que 10 niños murieran por leptospirosis, una enfermedad que se transmite por medio de las heces y orinas de roedores, pero con pronóstico favorable para el paciente si se le administran antibióticos.

“Son poblaciones que tienen costumbres completamente diferentes y viven en condiciones insalubres, pero siento que hay una especie de racismo contra ellos”, añade Sánchez Mendieta.

La caja de cartón cerrada con cinta y con un mensaje en azul que dice
Foto cedida por la comunidad Kaiptach
La caja de cartón cerrada con cinta y con un mensaje en azul que dice “Trátese con cuidado”.

“Dada la gravedad de este hecho se han dispuesto las gestiones correspondientes para la sanción al personal involucrado en esta irregularidad”, informó el Ministerio Público de Salud luego de que se difundiera públicamente la foto de la madre y la caja con el cuerpo de su hija.

Pero la imagen tomada en Taisha, que levantó una oleada de indignación en todo Ecuador, se convirtió en un ejemplo dramático de una situación que supera las fronteras de la provincia de Morona Santiago: la crisis en la salud pública ecuatoriana.

Un tema político

El 16 de noviembre, 13 días antes de la muerte de esta niña en Macas, hubo una consulta popular en la que el presidente Daniel Noboa planteó cuatro preguntas a los ecuatorianos. En los cuatro interrogantes -que iban desde la convocatoria a una Asamblea Constituyente hasta el regreso de bases militares extranjeras al país- la gente dijo “No”.

El revés de Noboa sorprendió porque el mandatario gozaba de un nivel de popularidad del 52,7%, según una encuesta realizada por la empresa Cedatos en octubre, y porque ocho meses antes había logrado su reelección en una segunda vuelta con más del 55% de los votos.

Otra de las sorpresas fue una de las causas mencionadas al interior de Ecuador para explicar esta derrota: en un país acostumbrado casi exclusivamente a hablar de las crisis de inseguridad y de las muertes violentas, se mencionó la crisis de salud.

Mapa de la Amazonía ecuatoriana
BBC

El desabastecimiento de medicinas y todo tipo de materiales médicos había llegado a niveles críticos a finales de septiembre, afectando incluso a medicamentos considerados básicos como la insulina, la morfina, la amoxicilina y fármacos contra el cáncer.

La situación obligó al gobierno de Noboa a declarar el estado de emergencia en el Instituto Ecuatoriano de Seguro Social (IESS) -el que utilizan los trabajadores que contribuyen con su salario al sistema público- y en el Ministerio de Salud.

Solo en los últimos 20 meses, el país ha tenido cinco ministros de Salud, y tras esta inusual rotación, la cartera recae ahora en la vicepresidenta de la República, María José Pinto.

Una de las principal quejas del presidente de la Federación de Nacional de Médicos del Ecuador, Santiago Carrasco, es precisamente la falta de liderazgo técnico y la mala gestión derivada de la falta de conocimiento del sector de los dirigentes.

BBC Mundo se puso en contacto la presidenta de la Comisión del Derecho a la Salud y Deporte de la Asamblea Nacional del Ecuador, Diana Blacio, de partido gobernante, pero no obtuvo respuesta.

“El presupuesto para salud ha sufrido recortes significativos: de US$3.219 millones en 2023 bajó a US$2.959 millones en 2024 y a US$2.798 millones en 2025”, explica a BBC Mundo María Verónica Iñiguez Gallardo, asambleísta por la provincia de Loja.

Según datos del Banco Mundial, en 2021 y 2022 también se redujo el monto destinado a los recursos relacionados con la operación y mantenimiento del sistema sanitario. Esto incluye salarios de personal, compra de medicamentos e insumos, servicios básicos (luz, agua), mantenimiento de instalaciones, y administración.

Es decir, los costos para que los hospitales, clínicas y programas de salud funcionen día a día, sin incluir grandes inversiones en infraestructuras nuevas

Pero para Iñiguez Gallardo, lo más alarmante es la ejecución de esos fondos: “Hasta julio de 2025, solo se había utilizado el 34,6% del presupuesto de inversión, lo que significa que hospitales y centros de salud operan con recursos mínimos”.

Estantes casi vacíos

La asambleísta de Revolución Ciudadana, el principal partido de la oposición liderado por el expresidente Rafael Correa, indica que “el desabastecimiento de insumos y medicamentos es generalizado en todo el país. En septiembre, los hospitales públicos reportaban apenas un 45% de abastecimiento de medicamentos”.

Iñiguez Gallardo indica que, por ejemplo, en los hospitales Monte Sinaí y del Guasmo, los dos centros de salud más grandes de Guayaquil, la capital económica del país, la falta de insumos esenciales alcanzó el 80%.

“En otro hospital de Guayaquil, el Hospital Universitario, 18 recién nacidos murieron tras contraer infecciones asociadas a la atención sanitaria, producto de la reutilización de cánulas contaminadas, insumos cuyo costo es mínimo (US$1 aproximadamente)”, recuerda la asambleísta.

Juan, nombre ficticio de un especialista del Hospital General Monte Sinaí que no quiere ser identificado, describe la precariedad con la que trabajan desde hace un año:

“Si alguien se va a operar al hospital, tiene que traer todo. Faltan agujas, cánulas, hilos de sutura, sedantes, analgésicos. A veces no hay ni algodón o sábanas en las camas. Tenemos guardias de 24 horas pero ya no hay donde comer en el hospital porque a la gente de la cantina hace meses que no le pagan”.

“Ni siquiera podemos hacer exámenes de laboratorio, análisis de sangre, son servicios que prácticamente no funcionan por falta de pago”, le cuenta a BBC Mundo y añade:

“Como faltan muchas medicinas, las familias se ven obligadas a acudir a chulquero (prestamista) y tomar dinero con tasas de interés extremadamente altas y abusivas. O hacen eso o se les muere el familiar. La crisis de salud se extiende a todo el tejido social. Va más allá de la sanidad”.

BBC Mundo trató de contactar el Ministerio de Salud Pública porlos canales oficiales pero tampoco logró que alguien respondiera a estas acusaciones.

Una ambulancia sale del Hospital Universitario de Obstetricia y Pediatría de Guayaquil, donde las autoridades investigan la muerte de 12 recién nacidos
Getty Images
La fiscalía abrió una investigación en el Hospital Universitario de Guayaquil tras la muerte en poco tiempo de varios neonatos.

Otros pacientes que sufren estos días la escasez de medicamentos son los que necesitan diálisis o quienes padecen diabetes y necesitan una dosis diaria de insulina.

En Guayaquil, el 28 de noviembre, hubo una movilización para denunciar el desabastecimiento de insulina, que según diversas asociaciones se ha agudizado desde 2023 y que afecta tanto a farmacias privadas como públicas.

“Si me preguntas cómo hemos llegado a esta situación, creo que se debe tal vez a una mala gestión desde el Estado al hacer la provisión de las compras”, explica Lucía Mantilla, presidenta de la Fundación Diabetes Juvenil de Ecuador.

“Los diabéticos necesitan insulina todos los días. No es algo que puedas ponerte un día sí y otro no. Y ahora mismo, los miembros de la asociación nos cuentan que tienen que recorrer varias farmacias para encontrar un vial, que a veces lo reparten en dos días o tres”.

“Cuando un paciente diabético no se inyecta insulina esto puede derivar en valores altos de glucosa, que se puede transformar en una cetoacidosis. La cetoacidosis necesita una intervención hospitalaria y si no son atendidos, en el caso extremo pueden caer en un coma diabético”, agrega.

Desde la pandemia

Para varios expertos consultados, la pandemia de COVID-19 -que se ensañó especialmente con Guayaquil- aceleró el colapso del sistema.

“Hubo despidos de miles de profesionales de la salud y salieron a la luz varios casos de corrupción en la compra de insumos médicos”, cuenta Iñiguez Gallardo.

“La pandemia tuvo un gran impacto en Ecuador. Solo hay que recordar los ataúdes en las calles. El país implementó un sistema en el que reservó los hospitales públicos para atender el Covid y derivó al sector privado la atención del resto de patologías”, afirma Marcelo Bortman, ex especialista en Salud del Banco Mundial.

La fórmula suponía transferencias de fondos de los servicios públicos a las clínicas privadas para pagar la factura.

María José Pinto saludando desde una ventana a sus seguidores.
Getty Images
La cartera del Ministerio de Salud recae ahora en la vicepresidenta de la República, María José Pinto.

“Para que un sistema de salud sea fuerte, tiene que tener recursos humanos adecuados, estructura y el financiamiento suficiente. Obviamente los hospitales tienen que tener equipamiento y eso es cada vez más caro por la tecnología”, plantea Bortman y añade:

“La mayor parte de los de los presupuestos que tienen los sectores de salud en el mundo son en general para funcionamiento, pero no hay para mantenimiento ni para mejoras. Y con los años, si esas inversiones faltan, los servicios se van deteriorando y las capacidades también”.

Alta sin operación

El diario El Mercurio reportó estos días la historia de un paciente de 22 años ingresado en el Hospital José Carrasco Arteaga desde hace más de 20 días en la ciudad de Cuenca. Féliz Aurelio Suqui se cayó de un montacargas a 15 metros de altura mientras trabajaba.

Según el informe médico tiene entre otras cosas politraumatismo, es decir, muchos huesos rotos -incluidas tres vértebras-, y neumotórax (un colapso en los pulmones). Está en estado grave.

Cómo no hay materiales para la cirugía que necesita, el hospital sugiere darle el alta y que espere en casa los insumos para la operación que necesita.

Yawa Sumpa sigue al hombre de su comunidad que la lleva a descansar. El cadáver de la niña fue ingresado en la morgue de Taisha
Foto cedida
El gobierno municipal de Taisha donó a Yawa Sumpa el dinero para comprar un ataúd.

Pero si la situación es mala en las ciudades, es peor en las zonas rurales.

“Los puestos de auxilio y los puestos de medicina general son muy poquitos en las zonas rurales. Hay que caminar cuatro horas por la selva. Son construcciones de madera que casi no tienen los elementos básicos”, describe el periodista Sánchez Mendieta.

A esto hay que añadir que los médicos en las áreas remotas “son casi siempre recién egresados de la universidad que están haciendo un año de medicina comunitaria”, expone Pablo Ponce, director del colectivo Violín Rojo, una asociación que trabaja con comunidades indígenas en Ecuador. En concreto, Ponce vive desde hace 5 años con los Achuar.

“Pero lo que se necesita es tener médicos contratados, especialistas, un médico general, un pediatra. En los puestos de salud de la zona no existe la forma de hacer un examen de sangre. No hay una garantía de electricidad”, argumenta.

Ese sistema, que deja las zonas rurales lejos de la zona de reparto de insumos o aleja a los especialistas fue la razón por la que Yawa Sumpa tuviera que llevar a su bebé al Hospital de Macas.

Y cuando creyó que la atención médica salvaría a su hija, se encontró con una crisis del sistema que solo le dejó una caja de cartón en las manos.

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