¿Ya quitaste tus adornos? Antes de que tires tu árbol a la basura, o lo dejes en la vía pública, aquí te decimos dónde hay centros de acopio de árboles de Navidad en CDMX.
Aunque ya nos quedó claro que los árboles naturales son mucho más fáciles de desechar que uno artificial, eso no quiere decir que dejarlos en la banqueta de tu casa sea lo indicado.
Cada año, se abren diferentes centros de recolección de árboles navideños en CDMX y distintas partes del país.
¿La razón? Continuar con un ciclo que ayude al medio ambiente, ya sea desde convirtiéndolos en composta, hasta para crear artesanías.
Recuerda llevar tus árboles SIN luces, ganchos, esferas o cualquier otro adorno.
Prácticamente todas las alcaldías son parte de la campaña Árbol por árbol, donde ponen distintos centros de acopio para reciclar tu arbolito.
En la Álvaro Obregón estarán hasta el 15 de febrero y abrirán de 9:00 a 15.00.
Bajo la campaña “ÁrbolxÁrbol” aquí podrás canjear tu arbolito por una planta de ornato en los diferentes centros de recolección. Estos abrirán hasta el 15 de febrero en un horario de 09:00 a 14:00.
Bajo la estrategia “Árbol por Árbol tu Ciudad Reverdece 2024”, en esta alcaldía se abrieron solo dos centros de acopio. Operarán del 06 de enero hasta el 4 de febrero en diferentes horarios.
Operarán de lunes a viernes de las 09:00 a las
18:00 horas y sábados y domingos de las 09:00 a las 16:00 horas.
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Por acá también podrás recibir una plantita a cambio de tu árbol. Sus diferentes centros de acopio de árboles de Navidad estarán hasta el 16 de febrero.
Abrirán de lunes a viernes en un horario de 09:00 a 17:00. Ojo: en las tiendas participantes NO se darán plantas.
Por acá también encontrarás distintos centros de recolección en toda la alcaldía. Estarán hasta el 09 de febrero y también te darán una planta de ornato.
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En esta alcaldía solo encontrarás dos puntos de recolección de árboles naturales de Navidad. Ambos estarán de 08:00 a 17:00, aunque en redes sociales no se especificó hasta cuándo.
La GAM también tendrá diversos centros de acopio de árboles de Navidad que estarán funcionando hasta el 15 de febrero, por si eres de las que lo deja hasta el Día de la Candelaria (o de los tamales, pues).
Estos centros estarán abiertos de lunes a domingo de 08:00 a 18:00. Además, te darán una planta ornamental a cambio de tu árbol en estos puntos:
También habrá contenedores para los árboles (sin plantita de regalo) en:
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Los centros de recolección de árboles de Navidad en la Miguel Hidalgo estarán menos tiempo. Permanecerán abiertos hasta el 27 de enero de lunes a viernes de 09:00 a 14:00; y sábados hasta las 13:00.
Acá puedes ver la dirección exacta de cada centro.
La recolección se realizará del 8 de enero al 15 de febrero en un horario de 09:00 a 16:00 en distintos puntos estratégicos:
Acá puedes ver la dirección exacta de cada punto.
La Comisión Nacional Forestal cada año habilita distintos centros de recolección en todo el país. La mayoría de ellos son operados por los gobiernos estatales y municipales.
Consulta la lista completa en la página oficial. Ahí viene el Estado donde se ubica, municipio, la dirección exacta, la institución o dependencia que da el servicio, así como el teléfono.
Norteamérica, el bloque comercial más grande del mundo, se enfrenta con la presidencia de Trump a su mayor desafío en 30 años de determinante existencia. Un análisis para entender qué es el bloque comercial, cuáles fueron sus efectos y qué lo amenaza.
Es el tratado de libre comercio más grande del mundo. Fue pionero en un esquema que cambió la economía global. Tuvo efectos políticos, culturales, sociales.
El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC, y USMCA por sus siglas en inglés) es probablemente uno de los desarrollos económicos más importantes de la historia reciente de la economía mundial.
Su primera versión, conocida como TLCAN (y NAFTA en inglés), entró en vigor en 1994. Una iniciativa de la década de los años 80 que se negoció durante años y que respondía a las necesidades de cada país en su momento y a un contexto internacional favorable. Fue uno de los principales detonantes de la economía globalizada y liberal al mando de Estados Unidos que operó en el mundo durante las últimas tres décadas.
Este martes 1 de julio se cumplen 5 años de la entrada en vigor de la última renovación del tratado. Y es un momento crítico, quizá existencial, para el mismo, porque el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dice que el TMEC “fue un desastre” para su país.
“Vamos a necesitar el apoyo del Congreso para acabar con ese acuerdo, que es el peor de nuestra historia”, añade el mandatario, que lo responsabiliza del cierre de hasta 90.000 plantas en su país.
Y aunque fue él quien en su primer periodo firmó su renovación, Trump parece decidido al menos a renegociar con mano dura las pautas del acuerdo, que está programado para revisión en 2026, aunque todo indica que se adelantará.
“En términos de creación de empleo, promoción de inversiones y crecimiento económico, el TMEC fue muy exitoso, pero las partes fallaron en crear políticas públicas complementarias que amortiguaran sus efectos y eso hizo que se convirtiera en un pararrayos de todos los problemas, sobre todo en EE.UU.”, dice Antonio Ortiz Mena, un economista y exfuncionario mexicano que da conferencias, consultorías y un curso sobre el tema en la Universidad de Georgetown, en Washington.
En medio de la guerra arancelaria promovida por Trump, de la que México y Canadá han sido de los menos afectados gracias al acuerdo, el TMEC vuelve a ser protagonista de una historia con implicaciones globales.
Estas son tres claves para entenderlo.
Los tratados de libre comercio son un mecanismo para dar acceso preferencial a los mercados entre las partes eliminando aranceles y barreras no arancelarias que impiden el libre comercio de productos.
Con eso, en teoría, se aumenta la diversidad de bienes de consumo disponibles en los mercados involucrados, se contienen los precios, se amplían las fuentes de trabajo para todos y se consolida un bloque comercial de peso para competir con el resto del mundo.
El TMEC logró mucho de eso desde un principio: el comercio entre los países se sextuplicó y se crearon 12 millones de empleos en México, 14 millones en EE.UU. y 17 millones en Canadá, según cifras oficiales.
Pero desde los primeros años el tratado fue visto con escepticismo por muchos porque, entre otras cosas, amenazaba las industrias locales, generaba condiciones para la explotación laboral, tenía un impacto en el medio ambiente y promovía la desigualdad.
Y algo de todo eso ocurrió.
“Se requerían políticas complementarias”, dice Ortiz.
“En México faltaron reglas sobre política energética, regulación, política social y eso generó mucha incertidumbre; y en EE.UU. se dejó demasiado al mercado y faltó colaboración del Estado para temas de infraestructura, apoyo social y laboral”.
Cuando se firmó la renovación en 2018, el 70% de los estadounidenses y el 80% de los mexicanos apoyaban el tratado, según encuestas. Pero esa cifra ha ido bajando en territorio estadounidense.
“En EE.UU. el tratado coincide con el auge de la automatización y la entrada de China a la economía mundial, cosas que sí generaron una recolocación laboral, no reduciendo la manufactura, sino el empleo en la manufactura, y eso hizo que la clase media sintiera que sus perspectivas no eran atractivas”.
“Muchos cayeron en una suerte de pobreza, la pandemia empeoró la situación, y para los políticos —tanto republicanos como demócratas— un blanco fácil para explicar ese proceso fue el TMEC”, señala Ortiz.
Uno de esos políticos es Trump, un enemigo no solo del TMEC, sino del libre comercio; precursor del proteccionismo y partidario de los aranceles desde los años 80.
Pero no es el único: su contrincante en las elecciones Kamala Harris, por ejemplo, fue una de los 10 senadores que votaron en contra del tratado en 2020 y en campaña lo usó para atacar a Trump —que lo había renovado— porque hacía “muy fácil deslocalizar empleos en el exterior” y “afecta el medio ambiente”.
Aunque por décadas el tratado tuvo apoyo bipartidista mayoritario, en los últimos años se convirtió en un factor de tensión y una explicación, para muchos arbitraria, del aumento de la desigualdad, el debilitamiento de los sindicatos y la crisis industrial estadounidense.
En esa pelea retórica Trump tuvo el mensaje más eficiente.
El modelo proteccionista de la economía mexicana entró en crisis en 1982, cuando el impago de la deuda coincidió con la caída del precio del petróleo, la mayor fuente de ingresos del país. La inflación se disparó, el peso se devaluó.
Pero los intentos de abrir la economía, entrar a los sistemas de libre mercado mundiales y flexibilizar los controles probaron ser infructuosos porque el mercado más grande del mundo, EE.UU., seguía siendo inaccesible.
Al tiempo, para EE.UU. y Canadá, que ya tenían un tratado vigente, México resultó un mercado atractivo para las exportaciones y un espacio de inversión menos costoso que podría mejorar la competitividad de sus empresas.
El 1 de enero de 1994 el tratado entró en vigor y con eso México, en estos 30 años, triplicó sus exportaciones agrarias, se crearon millones de empleos en la industria automotriz y se redujo la inflación.
El norte mexicano se transformó: se abrieron fábricas, llegaron miles de migrantes en busca de trabajo, la estructura económica cambió y sus ciudades se desarrollaron.
Eso le permitió al gobierno central reducir la deuda, fortalecer su regulación fiscal, estabilizar la inflación y aumentar las reservas extranjeras.
Pero eso no impidió —a pesar de que la causalidad en esto es sujeto de innumerables debates— que aumentara la desigualdad. Y el crecimiento bruto de la economía nunca se disparó.
Los resultados para EE.UU. también son sujeto de mucha polémica, sobre todo en lo que se refiere a la generación empleo, el estancamiento de los salarios y la crisis de las industrias en el norte del país.
Pero los economistas coinciden en que el tratado, al permitir fluidas cadenas de suministro, redujo los costos de los productos, aumentó la productividad y mejoró la competitividad de EE.UU. —y el bloque norteamericano— frente a una creciente China.
Canadá también volcó su economía al intercambio con sus socios, con lo que el empleo en la manufactura se mantuvo estable por décadas. Sin embargo, la brecha productiva con EE.UU. se mantuvo, la economía no se diversificó ni creció mucho y la dependencia de EE.UU. se profundizó.
La pregunta ahora, con la emergencia del proteccionismo trumpista, es si el bloque norteamericano se fortalecerá: de no hacerlo, puede haber una crisis profunda; y de hacerlo, hay dos opciones: Norteamérica puede terminar fortaleciéndose ante el mundo, o puede aislarse y debilitarse ante el auge de China.
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