La actriz Julia Ormond demandó al productor Harvey Weinstein por un abuso sexual que ocurrió en 1995.
De acuerdo con Variety, Ormond, recordada especialmente por la película Leyendas de pasión, también demandó a Disney, la agencia CAA de representantes y Miramax (que era propiedad de Disney).
El supuesto abuso sexual ocurrió hace 30 años después de una cena de negocios en Nueva York, en la cual Julia Ormond estuvo con Harvey Weinsten, quien la forzó a realizar actos sexuales luego de haber formado una relación profesional.
Aunque el abuso ocurrió hace casi 3 décadas, la actriz puede tomar acción legal gracias a la Ley de Sobrevivientes Adultos de Nueva York, que permite que las víctimas de agresión sexual mayores de 18 años cuando ocurrió la agresión puedan demandar a sus abusadores por la ofensa, sin importar cuánto tiempo haya pasado.
En la demanda, Julia Ormond menciona que tanto la agencia CAA como Disney tenían conocimiento del comportamiento depredador de Harvey Weinstein y no hicieron nada para protegerla.
“Los hombres en CAA que representaban a Ormond sabían sobre Weinstein, al igual que los empleadores de Weinstein en Miramax y Disney. Ninguna de esas empresas prominentes advirtió a Ormond que Weinstein tenía un historial de abusar de mujeres porque él era muy importante, muy poderoso y les generaba mucho dinero”, se lee en la demanda.
La actriz también dice en la demanda que sus agentes de CAA en ese entonces, Bryan Lourd and Kevin Huvane, la disuadieron de tomar acciones legales contra Weinstein para “evitar caer en su ira”.
También señala que el equipo de CAA sabía de los diferentes acuerdos a los que había llegado Weinstein para mantener en secreto su conducta.
“Después de vivir por décadas con las memorias dolorosas de mis experiencias con Harvey Weinstein, me siento honrada y agradecida con todas las personas que se arriesgaron al haber alzado la voz”, dijo Ormond en un comunicado compartido por sus abogados.
“Su valentía y la Ley de Sobrevivientes Adultos me brindaron una oportunidad y una forma de poner los reflectores sobre cómo la gente poderosa e instituciones como mis agentes en el CAA, Miramax y Disney permitieron y protegieron a Weinstein de su abuso hacia mí y muchas otras”, continuó.
“Busco darle un cierre a nivel personal a esta situación haciéndolos responsables de reconocer su parte y la profundidad de sus daños y esperar que toda nuestra mayor comprensión conduzca a mayores protecciones para todos nosotros en el trabajo”, finalizó la actriz.
A través de su abogado Imran H. Ansari, Harvey Weinstein negó las acusaciones en su contra realizadas por Julia Ormond.
“Harvey Weinstein niega categóricamente las acusaciones en su contra realizadas por Julia Ormond y está preparado a defenderse con vehemencia. Este es otro ejemplo más de una denuncia presentada contra el señor Weinstein después del paso de décadas, y él confía en que la evidencia no respaldará las afirmaciones de la señora Ormond”.
Weinstein, de 74 años, actualmente está en una cárcel de Los Ángeles sirviendo una sentencia de 16 años al haber sido encontrado culpable en febrero de violación y otros crímenes sexuales. Además, fue sentenciado a 23 años de cárcel por un juez de Manhattan en marzo del 2020 por otros casos de violación y crímenes sexuales.
Washington y Londres acordaron una reducción de aranceles y facilidades para la entrada de productos en ambos países. Sin embargo, el gobierno de Trump mantuvo un 10 % de impuestos general.
Estados Unidos y Reino Unido alcanzaron un acuerdo comercial por el cual Washington redujo los aranceles de un número determinado de automóviles de origen británico y permite la importación de un porcentaje de acero y aluminio británico sin aranceles.
El anuncio, hecho este jueves, supone un alivio para las principales industrias británicas frente a algunos de los nuevos aranceles anunciados por el presidente Donald Trump desde su llegada al poder en enero.
Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos mantiene en vigor un arancel del 10 % sobre la mayoría de los productos procedentes de Reino Unido.
Los analistas dijeron que las nuevas condiciones no parecían alterar significativamente los términos del comercio entre ambos países, tal y como estaban antes de la ofensiva arancelaria de Trump de las semanas previas.
El jueves no se firmó ningún acuerdo formal y ni Washington ni Londres dieron muchos detalles. Los líderes de ambos países, sin embargo, celebraron el nuevo entendimiento.
Desde una fábrica de Jaguar Land Rover en West Midlands, el primer ministro británico, Keir Starmer, describió el acuerdo como una “plataforma fantástica”.
En la Casa Blanca, Trump lo calificó como un “gran acuerdo” y rechazó las críticas que le acusaban de exagerar su importancia.
“Es un acuerdo que hemos llevado al máximo y que vamos a ampliar”, aseveró el mandatario estadounidense. Refirió que este era el primero de muchos acuerdos por venir.
Las dos partes dijeron que Estados Unidos había acordado reducir el impuesto a la importación de automóviles -que Trump había aumentado en un 25 % el mes pasado- al 10 % sobre unos 100 mil automóviles al año.
Esto ayudará a los fabricantes de automóviles de lujo como Jaguar Land Rover y Rolls Royce, pero podría limitar el crecimiento en los próximos años, ya que equivale aproximadamente a lo que Reino Unido exportó el año pasado.
Los aranceles sobre el acero y el aluminio, que Trump también había elevado a principios de este año al 25%, también se han recortado, según la Oficina del Primer Ministro.
Londres también dijo que las dos partes habían acordado un “acceso recíproco” para las exportaciones de carne bovina, con una cuota de 13 mil toneladas métricas para los agricultores británicos.
Estas cifras no fueron confirmadas por la Casa Blanca, que afirmó que esperaba ampliar sus ventas de carne bovina y etanol a Reino Unido, una antigua demanda por parte de Estados Unidos.
Estados Unidos dijo que el acuerdo crearía una “oportunidad” de negocios de US$5.000 millones para las exportaciones, incluidos US$700 millones en etanol y US$250 millones en otros productos agrícolas.
“No se puede subestimar la importancia de este acuerdo”, declaró Brooke Rollins, secretaria de Agricultura estadounidense.
El director general de la acerera UK Steel, Gareth Stace, acogió con satisfacción el acuerdo, afirmando que supondrá un “gran alivio” para el sector siderúrgico. “La serenidad y perseverancia del gobierno británico en las negociaciones con Estados Unidos han dado sus frutos”, declaró.
Otros grupos empresariales expresaron más incertidumbre.
“Es mejor que ayer, pero definitivamente no es mejor que hace cinco semanas”, dijo Duncan Edwards, director ejecutivo de BritishAmerican Business, que representa a empresas de los dos países y apoya el libre comercio.
“Intento estar entusiasmado, pero me cuesta un poco”.
El ministro británico de Comercio, Douglas Alexander, subrayó que el acuerdo “salvaba puestos de trabajo”.
Estados Unidos y Reino Unido llevan discutiendo un acuerdo comercial desde el primer mandato de Trump. Estuvieron cerca de firmar un acuerdo limitado en ese momento.
Pero Estados Unidos lleva tiempo presionando para que se introduzcan cambios que beneficien a sus agricultores y a las cuestiones farmacéuticas, algo que políticamente no había sido viable hasta ahora en Reino Unido.
No está claro hasta qué punto habían avanzado estas cuestiones.
La Asociación Nacional de Ganaderos de Bovinos afirmó que el acuerdo en principio había supuesto una “gran victoria” para los ganaderos estadounidenses, pero la Federación de Exportadores de Carne de Estados Unidos, que realiza un seguimiento de las barreras comerciales para los ganaderos de su país, declaró que aún estaba intentando obtener información sobre los cambios.
Por su parte, Reino Unido afirmó que no se debilitarían las normas alimentarias aplicables a las importaciones.
Aunque los británicos parecen haber asumido algunos compromisos, “el diablo estará en los detalles”, dijo Michael Pearce, economista jefe adjunto de Oxford Economics, que consideró que no modificaba sus previsiones económicas como consecuencia del anuncio.
También se avecinan otras cuestiones.
Trump ha dicho en repetidas ocasiones que quiere gravar las importaciones de productos farmacéuticos, en un intento de garantizar que Estados Unidos tenga una base sólida de fabricación de medicamentos esenciales.
Reino Unido dijo que Estados Unidos había acordado dar a las empresas británicas un “trato preferencial”.
Pero Ewan Townsend, abogado de Arnold & Porter, que trabaja con empresas de atención sanitaria, dijo que la industria ahora “queda a la espera de ver exactamente lo que significará este trato preferencial”.
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