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La historia real de ‘El exorcista’, el caso de Roland Doe
La historia real de ‘El exorcista’, el caso de Roland Doe
El caso de Roland Doe inspiró 'El Exorcista'. Foto: Warner Bros.
5 minutos de lectura

La historia real de ‘El exorcista’, el caso de Roland Doe

El caso de Regan se inspiró en el caso real de un niño llamado Roland Doe. Te contamos todo sobre la historia real de El Exorcista.
02 de octubre, 2023
Por: Abigail Camarillo
@aabi_cm 

No solo es famosa por ser una de las mejores películas de terror o por los extraños eventos que ocurrieron en su set. También causa interés la historia real de El Exorcista y aquí te contamos todo sobre el caso de Rolad Doe.

La famosa película, dirigida por William Friedkin, se estrenó en 1973 y se basa en la novela homónima de William Peter Blatty lanzada en 1971.

¿El Exorcista se basa en una historia real?

Es común que se diga que una película de terror se basa en hechos reales solo con motivos de marketing. Sin embargo, en este caso es 100% real, no fake.

Eso sí, los nombres, detalles y locaciones son muy distintas, pues los hechos reales nos llevan a Cottage City, Maryland en la década de 1940.

El Exorcista se basa en la historia de Roland Doe (más tarde identificado como Roland Edwin Hunkeler) y el exorcismo que vivió en 1949.

linda blair el exorcista
Linda Blair interpretó a Regan MacNeil en ‘El Exorcista’. Foto: Warner Bros.

El exorcismo de Roland Doe

Durante años solo se le llamó Roland Doe al joven que inspiró el caso de Regan MacNeil. Sin embargo, apenas en 2021 se hizo oficial su identidad gracias a un artículo en The Skeptical Inquirer: The Magazine for Science and Reason, una revista bimestral de Nueva York que aplica rigor científico para explicar eventos “extraordinarios” en el ámbito de lo paranormal.

Resulta que el autor William Peter Blatty se enteró primero del exorcismo de Roland Hunkeler mientras era estudiante de último año en la Universidad de Georgetown.

Eugene Gallaher, uno de sus profesores y sacerdote en el colegio jesuita, le dijo a Blatty del extraordinario caso de un niño que supuestamente vivió una posesión demoníaca y que se salvó gracias a una serie de exorcismos.

¿Quién era Roland Doe, Roland Hunkeler?

Supuestamente, Roland Doe / Ronald Edwin Hunkeler nació en 1935 y creció en una familia de clase media en Cottage City. Tenía 14 años cuando empezó a escuchar golpes y rasguños provenientes de las paredes de su dormitorio.

Algunas versiones indican que la madre de Roland Doe creía que todo esto comenzó desde la muerte de la “Tía Tillie”, quien era espiritista y le enseñó a Roland a cómo comunicarse con espíritus usando la Ouija.

Inicialmente, la familia buscó la ayuda de su ministro protestante, el reverendo Luther Schulze. Pero cuando las cosas empeoraron, recurrieron a las comunidades jesuitas de Washington, D.C. y St. Louis.

Roland Doe fue sometido a exámenes médicos y psiquiátricos, pero no encontraron nada anormal que pudiera explicar los fenómenos supuestamente paranormales.

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Más de 20 exorcismos fueron practicados a Roland Hunkeler

La familia finalmente buscó la ayuda de William Bowdern, jesuita que practicó más de 20 exorcismos en Hunkeler en un lapso de tres meses.

Hay algunas supuestas descripciones que se tienen sobre los exorcismos. Estas son supuestamente del diario de Bowdern y que fue entregado por el Padre Raymond Bishop (presuntamente también testigo de todo lo que ocurrió con Roland Doe).

En ese texto (del que encuentras una copia por acá) nunca se menciona el nombre de Roland, sino que se hace referencia al caso de “R”. Sin embargo, el caso sucede en 1949 en Cottage City, Marylando, coincidiendo con los datos de Roland.

En marzo el caso se movió a St. Louis, donde fue admitido en el hospital de los Alexianos donde practicarían las últimas fases del exorcismo.

Ahí trabajarían los padres Bowdarn, Bishop y Walter Halloran. Durante el Parecipio tibi, que es una especie de interrogatorio al “demonio” que posee un cuerpo, se relata que comenzaron a aparecer rasguños en el cuerpo del niño.

caso Roland Doe hunkeler
Foto: Warner Bros.

Las similitudes con El Exorcista

Sí, Blatty y Friedkin le pusieron de su cosecha para crear una historia todavía más estremecedora en la novela y la película, respectivamente.

Sin embargo, eso no quita que el diario de Bowdern mencione elementos que vimos en pantalla grande. Por ejemplo, que Roland Doe hablara en latín durante los exorcismos, la aparición de marcas (algunas de palabras malditas) en su cuerpo, o que objetos se movieran sin que nadie les tocara.

Igual se describe cómo en las sesiones de exorcismo Roland estallaba de forma violenta, gritando y maldiciendo o hasta con la suficiente fuerza para soltar sus ataduras.

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La liberación de Roland

De acuerdo a la investigación de The Skeptical Inquirer: The Magazine for Science and Reason, Roland Hunkeler afirmó estar libre del diablo luego de tener visiones de San Miguel sosteniendo una espada de fuego.

Una nota del 20 de agosto de 1949 del Washington Post habla del caso de Roland Doe y lo califica como “quizás una de las experiencias más notables de su tipo en la historia religiosa reciente”.

¿Qué pasó con Roland Doe /Roland Hunkeler?

Pues resulta que el nombre real del niño de la historia real de El Exorcista  salió a la luz después de su muerte.

A pesar del tenebroso incidente, Ronald Edwin Hunkeler se convirtió en un ingeniero de la NASA que patentó una tecnología especial para hacer que los paneles del transbordador espacial fueran resistentes al calor extremo. Así ayudó a las misiones Apolo de la década de 1960 que llevaron a los astronautas estadounidenses a la Luna en 1969.

Roland Hunkeler se retiró de la NASA en 2001, luego de trabajar casi 40 años en la agencia espacial.

Una compañera (que estuvo 29 años con Hunkeler) le dijo al NY Post que Roland siempre tenía nervios de que sus compañeros se enteraran de que fue la inspiración detrás de El Exorcista.

“En Halloween, siempre salíamos de casa porque pensaba que alguien vendría a su residencia y sabría dónde vivía y nunca le dejaría en paz”, dijo a The Post la mujer, que pidió no ser identificada.

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Imagen BBC
¿Por qué ‘Requiem por un sueño’ sigue causando polémica a 25 años de su estreno en el cine?
9 minutos de lectura

Esta película sobre la adicción a las drogas fue muy aclamada y criticada cuando se estrenó en 2000. Hoy, no es menos polémica.

10 de junio, 2025
Por: BBC News Mundo
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Cuando el filme Réquiem por un sueño se estrenó hace 25 años, generó excelentes críticas y una acalorada polémica.

La proyección de medianoche en el Festival de Cine de Cannes culminó con una efusiva ovación de pie por parte de los 3 mil espectadores del auditorio.

Cuando se encendieron las luces y se vio a Hubert Selby Jr., autor de la novela de 1978 en la que se basó la película, las lágrimas corrían por sus mejillas.

La admiración de la crítica llegó pronto, y Peter Bradshaw, del diario británico The Guardian, dijo con entusiasmo que el director Darren Aronofsky había alcanzado las legendarias alturas de Orson Welles en cuanto a “energía, consistencia y dominio absoluto de la técnica”.

Sin embargo, la recepción fue muy distinta en el Festival de Cine de Toronto, donde algunos espectadores vomitaron de asco.

Con una clasificación para mayores de 17 años, la película recaudó apenas 7.5 millones de dólares con un presupuesto de 4.5 millones, y fue criticada duramente por algunos detractores por, como expresó Jay Carr en el Boston Globe, “refugiarse en una visión del infierno nacida de la comodidad burguesa”.

Lo que dividió la opinión de la crítica fue la forma en que Réquiem por un sueño retrataba a los drogadictos, con detalles desgarradores y en primer plano.

La película presenta a una viuda, Sara Goldfarb (interpretada por Ellen Burstyn), que se vuelve adicta a las pastillas para adelgazar con el objetivo de participar en un concurso televisivo.

Mientras tanto, su hijo Harry (Jared Leto) y su mejor amigo Tyrone (Marlon Wayans) traman un plan para enriquecerse vendiendo heroína. Cuando las cosas se complican, presionan a Marion (Jennifer Connelly), la novia de Harry, para que intercambie sexo por drogas.

La trama se arremolina como un torbellino que los arrastra hacia sus espantosos destinos: torturas con electrochoques, amputación de un brazo gangrenoso, reclutamiento en una cuadrilla de trabajo penitenciario supervisada por un guardia racista y explotación sexual.

Darren Aronofsky quiso ofrecer al público un bombardeo sensorial que imitara la experiencia de la adicción.

Pero terminó haciendo mucho más, provocando serios debates sobre el libre albedrío del adicto, la línea entre la observación compasiva y el voyerismo explotador, y el tóxico canto de sirena del propio sueño americano.

Veinticinco años después, estos debates siguen latentes.

La idea de la película surgió cuando el productor Eric Watson vio una copia de la novela de Selby en la estantería de Aronofsky en 1998.

“Darren me dijo que había tenido que dejarla a la mitad; era demasiado oscura e implacable, y eso me intrigó”, le dice Watson a la BBC.

“Le pregunté si podía prestármela para leer en un viaje de esquí con mis padres. Me arruinó las vacaciones por completo. Al volver, le dije a Darren: ‘Esta es la indicada; tenemos que hacer esta película’. Así que adquirimos los derechos de la novela por 1.000 dólares, y Darren escribió el guion”.

Jared Leto interpretando a Harry en la película
Alamy
La película provocó ovaciones y repulsión en la misma medida, y lo sigue haciendo.

Aronofsky y Watson enviaron el guion a todos los grandes estudios. ¿La respuesta?

“¡Silencio!”, recuerda Watson. “Nadie se molestó en llamarnos para rechazarlo”.

Sin desanimarse, consiguieron la mitad de la financiación que necesitaban de Artisan Entertainment y contrataron a un productor independiente, Palmer West, para que les ayudara a reunir el resto de un presupuesto ajustado.

El proceso de casting también resultó complicado.

“Tobey Maguire, Adrien Brody, Joaquin Phoenix, Giovanni Ribisi… todos exploraron el proyecto o se presentaron a la audición para interpretar a Harry, pero rechazaron el papel”, recuerda Watson. “Era un riesgo demasiado grande para sus carreras”.

Una vez elegidos, Leto, Connelly, Wayans y Burstyn se esforzaron por lograr autenticidad en sus interpretaciones.

Leto perdió 11 kg y convivió con heroinómanos sin hogar en el East Village de Nueva York.

Wayans recorrió sin camisa las gélidas calles de Brighton Beach, en Brooklyn, en febrero.

Al comenzar el rodaje, Burstyn simuló la pérdida de peso poco saludable de su personaje poniéndose un traje de 18 kg para sus primeras escenas, luego cambiándolo por uno de 9 kg y, finalmente, tomándose dos semanas de descanso y perdiendo 4.5 kg con una estricta dieta de sopa de repollo.

Representando la adicción a las drogas

Aronofsky, inspirado por los planos de Spike Lee en “Haz lo que debas”, utilizó tomas SnorriCam (cámaras acopladas al cuerpo del actor) para transmitir una sensación de disolución de la realidad externa.

A esto añadió pantallas divididas, aceleraciones y desaceleraciones, fundidos a blanco, tarjetas de título, espirales de cámara, lentes ojo de pez, planos generales extremos, pixelaciones y puestas en escena surrealistas.

Todas eran herramientas para imitar las distorsiones sensoriales inducidas por los opioides.

Pero aunque estos efectos visuales generaron entusiasmo, la visión de la película sobre la adicción a las drogas generó controversia.

Mientras que Trainspotting (1996) había sido criticada por glorificar la estética de la “heroína chic”, Réquiem por un sueño se percibía como un retrato incesantemente sombrío del consumo de sustancias.

Ewan McGregor, quien interpretó a Renton en la película Trainspotting
Getty Images
Ewan McGregor, quien interpretó a Renton en la película Trainspotting.

La imagen de una “espiral” se convirtió en la metáfora preferida de la crítica para describir la idea de la película de que los adictos, una vez enganchados, son arrastrados casi inexorablemente hacia finales horribles.

“Lamento decir que la forma en la que describe la trayectoria de la adicción a la heroína es notablemente precisa”, afirma David J. Nutt, profesor de neuropsicofarmacología en el Imperial College de Londres.

“La mayoría empieza a consumir por desesperación o desesperanza, pero muchos, como Harry y Tyrone, ven el narcotráfico como una aventura empresarial, como una forma de ganar dinero rápido y luego seguir adelante con sus vidas. Pero rara vez termina bien”.

Por otro lado, el profesor Nutt considera a Sara Goldfarb un símbolo de toda una generación de amas de casa de las décadas de 1950 y 1960 a las que se les recetaron anfetaminas sin supervisión médica adecuada.

En cuanto al destino de Marion, afirma que hoy en día “los proxenetas siguen controlando y abusando de las mujeres explotando sus adicciones”.

Pero lo fundamental de la película, añade Nutt, es que dramatiza la adicción como un trastorno químico cerebral que induce conductas compulsivas.

“No recurres a la reutilización de puntos de inyección extremadamente dolorosos a menos que seas presa de impulsos irresistibles”, afirma.

No todos los expertos en adicciones están de acuerdo.

Gene Heyman, profesor titular del departamento de Psicología y Neurociencia del Boston College, le dice a la BBC que Réquiem por un sueño describe admirablemente la euforia de la iniciación en las drogas, seguida de episodios de abstinencia cada vez más intensos y dolorosos.

Pero ahí termina su precisión.

“Esta película cuenta una historia conocida: una vez adicto, siempre adicto, y es necesariamente una trayectoria descendente de la que nadie se recupera”, dice Heyman.

“Y eso es completamente falso. Todos los datos epidemiológicos muestran que, a los 30 años, la mayoría de los consumidores habituales de drogas maduran y dejan de consumir, no vuelven a consumir, y lo hacen sin tratamiento ni intervención profesional. “Eso son solo los datos, no mi opinión. Están ahí para que todos lo vean”.

El sueño americano

Por su parte, Watson se exaspera al responder preguntas sobre la veracidad de la adicción en Réquiem por un Sueño.

“Hubert Selby fue muy activo en AA y NA [Alcohólicos Anónimos y Narcóticos Anónimos], pero nuestra película nunca tuvo la intención de ser un documental ni un panfleto sobre el camino a la recuperación”, dice.

“No, no es realista. Es surrealista. Relájense”.

El propio Selby siempre insistió en que consideraba la drogadicción solo una manifestación del poder seductor del sueño americano y de lo que consideraba sus efectos tóxicos.

Antes del estreno de la película, escribió un nuevo prólogo para su novela, que decía: “Obviamente, creo que perseguir el sueño americano no solo es inútil, sino autodestructivo, porque en última instancia lo destruye todo y a todos los que lo componen”.

Muchos críticos han llegado a considerar que Réquiem por un sueño está en la misma línea que El gran Gatsby (1925) y Revolutionary Road (1961), obras que exponen el lado oscuro del mito estadounidense.

Con su televisión y su comida basuras, la película se circunscribe en un ambiente de adicciones específicamente estadounidense, afirma Kevin Hagopian, profesor de Estudios de Medios en la Universidad Estatal de Pensilvania.

Los personajes transportando equipos en una calle
Alamy
Tyrone (Marlon Wayans) y Harry (Jared Leto) inicialmente ven el tráfico de drogas como una forma de ganar dinero rápido antes de seguir adelante con sus vidas.

“El concurso televisivo que cautiva a Sara se centra en crear una alegría ansiosa, exagerada y falsa”, dice.

“Aquí hay una búsqueda desmedida de panaceas irrealistas, un atajo hacia una solución rápida para no tener que pensar nunca en el propósito de la vida. Aquí, el sueño americano no es lo que hay que perseguir, sino el villano definitivo. Y esa crítica es tan devastadora para los mitos que nos sostienen que no es de extrañar que mucha gente no la acepte”.

Danny Leigh, ahora crítico de cine del diario Financial Times, elogió efusivamente Réquiem por un sueño en la revista Sight and Sound cuando se estrenó.

“Me cautivó lo que era: sin duda, una obra cinematográfica con estilo, con un crudo brío cinematográfico”, le dice Leigh a la BBC.

Trainspotting había sido un acontecimiento cultural trascendental, que desencadenó un momento de vértigo en la cultura británica del momento, y vi ‘Réquiem por un sueño’ como una poderosa corrección, una advertencia casi paródica que golpeó con fuerza”.

Sin embargo, con el paso de los años, Leigh ha desarrollado recelos sobre la obra de Aronofsky.

“He llegado a sentir que hay cierta lascivia en su cine, como si se entrometiera en situaciones emocionalmente desesperadas y aplicara una condescendencia desagradable, incluso voyerista, a circunstancias trágicas”.

Leigh señala que este impulso alcanzó su extremo más grotesco en La Ballena (2022) de Aronofsky, en la que un profesor de inglés solitario y con obesidad mórbida, interpretado por Brendan Fraser, come hasta morir.

Hagopian, en cambio, considera que Aronofsky ha demostrado una genuina curiosidad por comprender a las personas marginadas de la sociedad.

“Muchas películas experimentales crean lo que yo llamaría ‘pesadillas de distanciamiento psíquico'”, opina.

“Piensen en Terciopelo azul (1986) de David Lynch, La pianista (2001) de Michael Haneke o Tenemos que hablar de Kevin (2011) de Lynn Ramsay; en todas ellas, nunca sabemos qué piensan o sienten realmente los personajes”.

Réquiem por un sueño, añade, adopta el enfoque opuesto al lograr lo que él llama una “pesadilla de intimidad psíquica”.

“Nos vemos tan cerca de los personajes que, en algún momento, su dolor y trauma parecen filtrarse en nuestra conciencia.

“Puede resultar claustrofóbico, incluso invasivo. Pero para mí, ese es el tipo de cine más valiente, y explica por qué esta obra de arte, ya sea que la admires o la detestes, queda grabada para siempre en la mente de las personas”.

*Si quieres leer el artículo en inglés en BBC Culture, haz clic aquí

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