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Quién es quién: guía de personajes y elenco de ‘Barbie’
Quién es quién: guía de personajes y elenco de ‘Barbie’
El elenco de Barbie es muy variado. Foto: Warner Bros. Pictures
4 minutos de lectura

Quién es quién: guía de personajes y elenco de ‘Barbie’

Ryan Gosling y Margot Robbie no son las únicas estrellas que verás en esta película. Te contamos todo sobre los personajes y elenco de Barbie (2023).
19 de julio, 2023
Por: Abigail Camarillo
@aabi_cm 

La película más esperada del verano ya está aquí y nuestras expectativas están hasta el cielo. Para seguir con la emoción, aquí te dejamos una guía de personajes y elenco de Barbie, la película.

¿De qué trata la película Barbie?

Barbie (Margot Robbie) deja de ser y verse perfecta por lo que se ve obligada a dejar Barbieland para ir al mundo real y encontrar el motivo detrás de estos cambios. Sin embargo, cuando su mundo natal está en peligro, Barbie regresa sabiendo que lo que la hace diferente también la hace más fuerte.

¿Qué clasificación es la película de Barbie?

En la cartelera de Cinépolis y Cinedot, la película aparece como clasificación A (apta para todo público). Sin embargo, Barbie no es una película infantil.

Aborda temas como crisis existencial, el significado de la vida (ajá, así de profunda), y hasta se habla de cómo estas muñecas no tienen genitales.

En Estados Unidos, Barbie es clasificación PG-13, que dice que todos los menores de 13 años deben de acudir al cine acompañados de un adulto y pues la neta sí hace sentido.

En Cine Tonalá, por ejemplo, al comprar boletos dice claramente que “no se permitirán niños menores de 15 años” en la función.

Personajes y elenco de Barbie

Desde que salieron las primeras imágenes quedamos fascinadas con el mundo y los vestuarios que veremos en Barbie. Esto también es gracias a que hay una enorme cantidad de personajes y aquí te decimos quién es quién.

Margot Robbie es Barbie

Aunque parece obvio, nunca es demasiado para hablar de cómo Margot Robbie le da vida a la Barbie que protagoniza la película. Pero ojo, esta es Barbie Estereotípica, o sea que tiene todos los estereotipos clásicos de la muñeca.

Ryan Gosling es Ken

Casi toda Barbie tiene a su propio Ken y Ryan Gosling es el de la Barbie de Margot Robbie. Este en particular está obsesionado con tener la aprobación y atención de su Barbie 24/7.

America Ferrera es Gloria

Entre los personajes de Barbie no solo hay muñecas. Recordemos que la protagonista llega al mundo real y ahí se encontrará con Gloria, interpretada por America Ferrera, que trabaja como empleada de Mattel.

Ariana Greenblatt es Sasha

Sasha es la hija de Gloria y sí, ambas terminan involucrándose con la Barbie de Margot Robbie e intentan ayudarla en su crisis existencial.

America Ferrera, Ariana Greenblatt y Margot Robbie en Barbie
America Ferrera, Ariana Greenblatt y Margot Robbie en Barbie. Foto: Warner Bros.

Will Ferrell es el CEO de Mattel

Y hablando de Mattel, en la película de Greta Gerwig también veremos a las personas que lideran la compañía que inventó a Barbie. Ese es Will Ferrell quien entra en pánico cuando se entera que una de las muñecas escapó al mundo real.

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Will Ferrell es el CEO de Mattel. Foto: Warner Bros

Rhea Perlam es Ruth Handler

¿Y quién es Ruth Handler? Pues nada más y nada menos que la creadora de Barbie y la primera presidenta de Mattel que estuvo de 1945 a 1975 al frente de la compañía.

Helen Mirren es la Narradora

Aunque nunca la vemos a cuadro, la espectacular voz que narra la película y hace anotaciones muy atinada es de Hellen Mirren, quien es famosa, entre otras cosas, por darle vida a la Reina Isabel II en The Queen.

Michael Cera es Allan

Regresndo al mundo de plástico, entre el elenco de Barbie enconttamos a Michael Cera como Allan, el mejor amigo de Ken que sí existió en realidad aunque fue descontinuado.

Aunque no te diremos cuál es su rol, no pasa desapercibido porque no hay otro como él (de verdad, es el único Allan).

allan y midge en la película barbie
Allan y Midge son interpretados por Michael Cera y Emerald Fennell en ‘Barbie’. Foto: Warner Bros. Pictures

Emerald Fennell es Midge

Sale muuuy poco en la película, pero tenemos que mencional a Midge, una muñeca que fue la mejor amiga de Barbie, estuvo casada con Allan y fue descontinuada por quedar embarazada. Sí, así como leíste.

Te puede interesar: Allan, Midge y otras figuras de Barbie que fueron descontinuadas

Las versiones de Barbie

En la vida real donde hay una enorme variedad de Barbies y la película refleja esto a la perfección. Por eso veremos a varias actrices como la famosa muñeca.

Kate McKinnon – Barbie extraña

Esta Barbie ha tenido experiencias difíciles y el mundo real no la trató taaan bien, pero será una guía esencial para la Barbie de Margot Robbie.

Kate McKinnon
Esas muñecas que rayoneabas y dejabas pelonas se vuelven Barbies Extrañas. Foto: Warner Bros.

Issa Rae es Barbie Presidenta

Emma Mackey es Barbie Física

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Emma Mackey es una Barbie ganadora del Noble de Física. Foto: Warner Bros.

Hari Nef es Barbie Doctora

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Hari Nef es Barbie Doctora. Foto: Warner Bros.

Alexandra Shipp es Barbie Escritora

Alexandra Shipp barbie escritora
Alexandra Shipp es Barbie Escritora. Foto: Warner Bross

Dua Lipa es Barbies sirenas (sí, interpreta a varias)

personajes de barbie película dua lipa
Dua Lipa interpreta a tres Barbies Sirena. Foto: Warner Bros.

Origen de Barbie: 7 curiosidades de la icónica muñeca y de su creadora Ruth Handler

Ana Cruz Kayne es Barbie Jueza

Sharon Rooney es Barbie Abogada

Nicola Coughlan es Barbie Diplomática

Ritu Arya es Barbie Periodista

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Ana Cruz, SSharon Rooney, Nicola Coughlan y Ritu Arya en Barbie. Fotos: Warner Bros.

Las distintas versiones de Ken

Como adivinaste, así como hay variantes de la muñeca, el elenco de Barbie incluye versiones diferentes de Ken. Y no, como son “solo Ken”, estos no tienen alguna profesión.

Simu Liu es Ken

simu liu como ken en Barbie

Kingsley Ben-Adir es Ken

Ncuti Gatwa es Ken

Kingsley Ben-Adir, Ryan Gosling y Ncuti Gatwa en Barbie
Kingsley Ben-Adir, Ryan Gosling y Ncuti Gatwa en Barbie. Foto: Warner Bros.

Antes de irte: Prohíben estreno de ‘Barbie’ en Vietnam… por un mapa que muestra territorios en disputa con China

Scott Evans es Ken

John Cena es Kenmaid

john cena en barbie
Scott Evans y John Cena en Barbie. Fotos: Warner Bros / Captura de pantalla
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Imagen BBC
“Salí de Venezuela buscando el American Dream y acabé encontrando el sueño español en Madrid”
10 minutos de lectura

La periodista venezolana Mirelis Morales relata su intento por legalizarse en EE.UU. y cómo se vio obligada a abandonar el trámite migratorio durante el gobierno de Trump.

24 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
0

Migrar a Miami nunca estuvo en mis planes. Sin la posibilidad de una green card, no me atrevía ni a soñarlo. Pero la aprobación del Estatus de Protección Temporal para los venezolanos (TPS por sus siglas en inglés) en marzo de 2022 me abrió un camino de permanecer legal en Estados Unidos que parecía improbable.

Mi travesía migratoria había comenzado en junio de 2018, cuando me fui a Perú en un acto desesperado por salir de la crisis humanitaria que ahogaba a Venezuela.

La aprobación del Permiso Temporal de Permanencia (PTP) en Perú se convirtió en un salvavidas para salir con mi hijo de 1 año y medio a un país que me prometía un poco de normalidad.

Perú me devolvió la calma. Sin embargo, la pandemia de covid me hizo cuestionar qué tan conveniente era seguir sola allí con un niño de 4 años. La idea de que pudiera contagiarme y no tener quién cuidara de mi hijo, me hizo pensar que debía buscar un nuevo destino donde tuviera red de apoyo. Entonces, ya en 2021, pensé en Miami o en Madrid.

Pero la duda volvía a surgir: “¿Cómo logro sacarme los papeles en Estados Unidos?”. Frente a mi falta de opciones, decidí que lo mejor era irme a Madrid y solicitar una visa humanitaria. Antes, quise hacer una parada en Miami para pasar Navidad con mi hermano y recargarme de abrazos luego de meses de aislamiento.

Ese era mi plan. Sólo que no contaba con que las fronteras de España seguían cerradas para los no residentes y me tocó quedarme en Miami con la esperanza de que ese asunto se resolviera lo más pronto posible.

Entonces, pasó lo inesperado.

El gobierno de Joe Biden aprobó el TPS para los venezolanos que estuvieran indocumentados en el país, como una medida de protección humanitaria ante la crisis que persistía en Venezuela. El TPS te daba la opción de obtener tanto el seguro social, como el permiso de trabajo. Y eso lo cambió todo.

Miami se convirtió en un refugio. Me permitió estar cerca de mis afectos, me concedió el privilegio de trabajar como periodista, me permitió formalizar mi negocio editorial y hasta me dio una segunda oportunidad de encontrar el amor.

El último lugar donde pensaba vivir me abría un mundo de posibilidades. De modo que inicié con determinación mis trámites para obtener “mi visa para un sueño”, como tantas veces le escuché decir a Juan Luis Guerra.

Sólo que nadie me preparó para la pieza que me tocó bailar.

Manifestación contra políticas migratorias en EE.UU.
Getty Images
Un grupo de manifestantes protesta contra las políticas migratorias del presidente Donald Trump en EE.UU.

El efecto Trump

“Mirelis, tienes premios, publicaciones, reconocimientos… Puedes pedir una visa de talentos extraordinarios”, me decían mis conocidos.

Todo indicaba que mi perfil calificaba. Así que contacté a un abogado que les había hecho el trámite a otros periodistas venezolanos y desembolsé los primeros US$6.000.

Lo hice con los ojos cerrados, porque ellos habían logrado conseguir sus papeles. ¿Por qué yo no?

Pasé un año armando mi expediente. Un año recabando evidencias –hasta debajo de las piedras– para demostrar los 10 criterios que me avalaban como una persona sobresaliente en mi área.

Cada carta de respaldo ameritaba una búsqueda casi detectivesca para ubicar a la persona responsable de la firma y luego un lobby para convencerlo de que no era un caso inventado. Hubo muchos que se negaron. Otros ni lo dudaron.

Tenía toda mi esperanza puesta en este proceso. No sólo porque me abría la posibilidad de una residencia –y el camino hacia la ciudadanía– sino porque me permitía darle un estatus a mi hijo y a mi pareja que, para ese entonces, tenía más de 11 años a la espera de la entrevista por solicitud de asilo.

Pagué otros US$3.500 entre gastos administrativos y el servicio exprés para obtener respuesta en 15 días. Ello sin contar el gasto en traducciones certificadas.

“Esto es una inversión a futuro”, me repetía cada vez que me tocaba desembolsar más dinero.

El 15 de febrero de 2024 se envió mi expediente. El 27 de febrero llegó la respuesta: caso rechazado. Sabía que existía esa posibilidad. Igual, no pude evitar la frustración ni la impotencia. Lloré hasta que no pude más. Me sentía tan vulnerable…

¿Ahora qué? Tenía la posibilidad de apelar. Pero preferí pedir una segunda opinión.

“Tu caso está mal de base. No tiene sentido apelar. Lo mejor es armar uno nuevo”, me dijo otro abogado.

La buena noticia es que tenía otra oportunidad. La mala es que debía pagar US$12.570 entre honorarios y gastos administrativos.

“Esto es una inversión a futuro”, me volvía a decir.

Donald Trump
Getty Images
El gobierno de Trump ha detenido y deportado a miles de migrantes durante el último año.

Me embarqué en armar otro caso. Esta vez más exhaustivo.

¿El resultado?

Un expediente de 700 páginas con pruebas suficientes para demostrar mis aportes en el campo del periodismo, mi rol liderando investigaciones periodísticas en reconocidas organizaciones como BBC y The New York Times, mis publicaciones en los medios más importantes del mundo, mi papel como jurado del trabajo de otros periodistas y mi participación en instituciones periodísticas internacionales.

La solicitud se envió el 24 de enero de 2025, cuatro días después de que Donald Trump asumiera su segundo mandato.

A los días llegó una notificación de Uscis (el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos) en la que solicitaba evidencias adicionales. “¡¿Qué más quieren de mí?!”, pensé. Se envió lo requerido y sólo quedaba esperar.

Se había hecho tan buen trabajo que estaba segura de que esta vez sí obtendría una respuesta positiva. Debía lograr que me aprobaran al menos 3 criterios de los 10 expuestos. Me aceptaron 4.

Solo que no me dieron la residencia, porque, según el funcionario, “no tenía el high-level of expertise requerido” para este tipo de visas.

A juicio de mi abogado, Uscis se había excedido en el uso de la discrecionalidad. A criterio de muchos, mi caso había caído en el hoyo generado por el “efecto Trump”.

Tenía el derecho de apelar ante una corte federal por incumplimiento de la ley. Pero lo descarté al saber que el trámite podía demorar dos años y suponía desembolsar otros US$10.000 sin garantía de nada.

Venezolanos llegando a Maiquetía
Getty Images
Centenares de venezolanos han sido deportados a su país desde EE.UU. en el último año.

Para aquel momento, el futuro del TPS ya pendía de un hilo. La Secretaría de Estado y el Departamento de Seguridad Nacional luchaban por revocarlo de forma definitiva.

Se habían abierto varias demandas contra la decisión. Un juez determinó que el gobierno no podía interferir. Se asomó la posibilidad de una extensión hasta octubre de 2026. Sin embargo, nada era definitivo. Mi TPS se vencía en septiembre de 2025 y tenía el tiempo en contra.

Mi abogado me propuso optar por la visa O, a través de una empresa que me patrocinara. Otros US$4.000 que debía sumar a mi abultada deuda de la tarjeta de crédito.

Decidí quemar mi último cartucho, a sabiendas de que esa opción no me daba residencia ni ciudadanía. Sólo 3 años de permanencia legal, renovables por tres años más. El tiempo suficiente para que el país tomara otro rumbo migratorio y las aguas se calmaran. Pensé.

Lo que se suponía era un trámite sencillo, terminó por demorarse más de cinco meses y entré en desesperación.

Mi abogado y su equipo estaban colapsados. No respondían los mensajes. Nadie sabía el estatus de mi solicitud. Ni tampoco me daban la cara.

Cuando finalmente se dispusieron a cerrar el expediente para enviarlo, me enteré de las repercusiones tributarias y decidí desistir.

No era sostenible económicamente para mí.

España: otro cantar

Hasta entonces, había gastado más de US$25.000 sin obtener ningún resultado.

Fueron más de dos años de un intenso desgaste emocional y financiero, dentro de un contexto país cada vez más hostil contra los migrantes, en especial contra los venezolanos.

La única opción que me quedaba para extender mi permanencia en Estados Unidos era acogerme a un asilo extemporáneo, pero, con mis papás en Venezuela, estaba negada ya que eso habría supuesto no poder salir de EE.UU. durante años.

Madrid se abría, de nuevo, como una alternativa.

Por esas cosas del destino, llegué a una publicación en Instagram sobre la visa de nómada digital en España. Pedí una cita con un gestor para conocer con detalle los requerimientos y esa reunión me pintó un panorama más esperanzador: podría obtener la residencia en un plazo de 20 días hábiles y a los dos años optar por la nacionalidad.

Era eso o regresarme a Venezuela.

Fueron días muy complicados emocionalmente. Irme de Estados Unidos implicaba dejar lo más valioso que había construido en los últimos cinco años: mi familia. Y por mucho que mi abogado intentó resarcir el daño con la exoneración del último pago, nada ni nadie me devolvería esa pérdida.

Me tomó un mes cerrar mi vida en Miami. Metí lo que pude en cuatro maletas y viajé a Caracas con el único propósito de renovar mi pasaporte y el de mi hijo para seguir a Madrid.

Tenía la opción de pedir la visa en la embajada de España en Caracas, pero lo descarté al no saber con certeza cuánto duraría el trámite por la vía consular.

Aterricé en Madrid el 8 de septiembre de 2025.

A la semana me reuní con el gestor para entregarle los requisitos de la visa de nómada digital: documentos de mi empresa, estados de cuenta para avalar que gano más de 2.200 euros (unos US$2.580), seguro privado, mis antecedentes penales en Estados Unidos y Venezuela, así como una carta en la que explicara que podía ejercer mis funciones a distancia. Nada más.

Presentamos los documentos el 2 de octubre de 2025. Al mes recibí la noticia: mi residencia en España había sido aprobada por tres años. ¡No lo podía creer!

La resolución llegó en el tiempo establecido y a un costo que no superó los US$825.

Después de tantas vueltas, finalmente había logrado una respuesta afirmativa. De camino a casa, las lágrimas se me salían solas.

Mirelis Morales con su hijo
Cortesía de Mirelis Morales
Mirelis Morales con su hijo desde Madrid.

Aún no asimilo la sensación de desarraigo que me dejó la salida intempestiva de Miami. De una u otra forma, sentí que Estados Unidos me expulsó. Y me quedó ese mal sabor de no haber logrado permanecer en el país, a pesar de haber hecho las cosas bien.

Cuando me preguntan qué tal va mi adaptación, siempre respondo lo mismo: “No sé si Madrid sea mi lugar, pero, al menos, me ha hecho sentir más que bienvenida”.

España me ha permitido algo que había olvidado en Estados Unidos: ahorrar. Hasta entonces, mi sueldo se iba directo al bolsillo de los abogados y no me quedaba para mucho más. Mi pareja era quien asumía casi toda la carga económica.

Ahora logré recuperar un poco mi autonomía financiera al salir de mis deudas y el dinero me alcanza para cubrir mis gastos: renta, comida, colegio, entretenimiento.

Aquí volví a sentir la libertad de no tener que depender de un auto para moverme de un lugar a otro. El día que llevé a mi hijo caminando al colegio no me lo podía creer.

Ya no tengo que andar contando millas para saber cuánto gastaré en gasolina o en peaje. El sistema de transporte público en España te permite llegar a cualquier parte y te puedes mover por Madrid a una tarifa plana mensual de 32,7 euros (unos US$38).

No falta quien te mete miedo con la cuota que hay que pagar por ser trabajadora autónoma o quien me advierte que tenga cuidado con Hacienda, que no perdonó ni a la mismísima Shakira.

Pero, con todo y eso, aquí he experimentado una sensación que no tenía desde la llegada de Trump a Estados Unidos: sentirme a salvo.

BBC

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