¿Sientes ese dolor en las rodillas? Es la edad que nos pega con solo recordar aquellas tardes en las que la única preocupación era ver nuestra serie favorita. Afortunadamente, todavía puedes ver caricaturas de los 90 en streaming.
Todos quienes crecimos en aquellas décadas aseguramos que nuestra infancia fue la mejor. Y estas joyas de la animación solo vienen a reafirmarlo.
Ya sea porque quieres recordarlas, porque nunca viste el final o porque solo quieres sentir algo de nostalgia, aquí te dejamos algunos títulos clásicos y dónde verlos.
Hay series animadas basadas en comics que rifan y esta es una de las mejores. Y es que todavía no podemos superar ese hermoso intro y la voz en el doblaje de Wolverine, mejor conocido en México como Guepardo.
Tuvo personajes clásicos y hasta otros no tan conocidos por el público popular. Además, hasta adaptó arcos como Dark Phoenix y les quedó hasta mejor que la última película de Fox.
Afortunadamente puedes ver las cinco temporadas completas en Disney+.
Hay un niño genio que nos cae muy bien y que afortunadamente es de las caricaturas de los 90 en streaming.
El ingenio del protagonista, su némesis Cerebro, la insistencia de Didi y sus inolvidables momentos musicales y de acción hacen que todavía amemos a esta serie.
Pero no solo amábamos a Dexter, pues no te olvides de que el programa también incluía fragmentos de Los Amigos de la Justicia, una parodia de los Vengadores.
Mira los episodios de esta caricatura en HBO Max.
Esta es de las series de los 90 en streaming que cobrará más sentido si la vez de adulto.
Y es que Rocko vive un montón de cosas con las que ya de grandes podemos relacionarnos. Si no nos crees, aquí hay una lista de todas las lecciones que nos dejó.
Además, hay un montón de chistes y referencias muy adultas durante toda la serie.
Descúbrelas todas mientras ves la serie en el catálogo on demand de Pluto TV.
No solo los mutantes tuvieron una de las mejores caricaturas basadas en cómics, pues el famoso Spidey también fascinó a todos en los 90.
La serie tenía la mezcla perfecta entre acción, romance, drama y comedia.
Y aquí también salieron clásicos villanos y famosas luchas que se habían visto en los cómics como aquellas contra Venom y Carnage.
Mira la serie completa en Disney+.
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Seguro esta es de las caricaturas de los 90 que ya no recordabas, así que de nada por desbloquearte un recuerdo.
La serie sigue a Ickis, Oblina y Krummm, quienes atienden a una escuela para monstruos donde aprenden sobre el fino arte de asustar.
Y sí, el parecido con Monsters Inc. es pura coincidencia…
Los capítulos los encuentras en el catálogo de Pluto TV.
¿Recuerdas a Doug Narinas? Pues sus aventuras también son parte de las caricaturas de los 90 en streaming.
Así que revive la vida de este niño que tuvo un crush eterno con Patti Mayonaisse y quien la pasaba muy mal con Rufo Klotz.
Quizás de chavo nunca te diste cuenta que la serie primero la hizo Nickelodeon. Sin embargo, las tres últimas temporadas estuvieron a cargo de Disney.
Estas son las que puedes ver en la plataforma Disney+.
Otra joya de Nickelodeon de los 90 y que puedes ver en plataformas es la historia de Norbert y Dagget.
Ellos son dos hermanos castores que dejan su hogar para valerse por ellos mismos en el bosque. Y aunque no la pasan nada mal, también suelen sacar lo peor del otro.
Recuerda sus aventuras en Pluto TV.
Otra joya que muchos tienen olvidada, pero que fue muy ambiciosa en su momento.
Su premisa era más madura y oscura, tenía arcos bastante complejos y personajes muy bien desarrollados. ¿Y ya mencionamos que es de Disney?
Si nunca la viste, la serie sigue a gárgolas quienes eran de piedra durante el día, pero en la noche se cobraban vida para ser unos guerreros.
Ellos fueron maldecidos durante mil años, pero de la nada despiertan en el Manhattan moderno donde seguirán su papel como guardianes.
Descubre la serie en Disney+.
Aunque estas palabras estén incluidas en el diccionario de la Real Academia Española, eso no significa que pertenezcan a la norma culta.
Si necesitas saber lo que es una azotehuela, parrillar, un pósnet, rapear, un sérum, tutti frutti o yuyu, desde diciembre pasado lo puedes consultar en el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia y de la Asociación de Academias de Lengua Española.
Más sorprendente puede ser descubrir que también están en el diccionario palabras como “almóndiga”, “toballa” o “murciégalo”.
Desde que existe una versión electrónica del DLE (como se conoce el diccionario), cada año se publican nuevas incorporaciones. En 2024, se llegó a la actualización 23.8 o, lo que es lo mismo, la octava actualización de la vigésima tercera edición, publicada en 2014.
Estas actualizaciones afectan tanto a nuevas palabras, como a la incorporación o revisión de acepciones, etimologías… sin que haya un número exacto estipulado. En la última edición supuso más de cuatro mil novedades (entre incorporaciones, modificaciones y supresiones); el número de entradas en el diccionario asciende a 94 mil.
El Diccionario de la Lengua Española es un diccionario de uso: para determinar si un término está asentado y podría incorporarse, existen bancos de datos que proporcionan sus datos exactos, como es el caso del CORPES XXI. Esto permite hacerse una idea de si está extendido el término.
En ese caso, al comprobar que una voz está suficientemente implantada al aparecer en el corpus con un número significativo de casos, ya sea en una zona geográfica, o en un estilo concreto, se incluye en el diccionario. Pero no siempre lo más documentado es lo más culto.
La Real Academia justifica la inclusión de los términos con el siguiente criterio de uso:
“El diccionario es una herramienta para entender el significado de las palabras y expresiones que se emplean en textos actuales y antiguos de las numerosas áreas hispanohablantes y de los distintos registros”.
¿Por qué, entonces, pueden preguntarse los lectores, no se incluyen neologismos como “juernes” (voz coloquial usada en España procedente de un cruce entre jueves y viernes, en la que se aplica al día jueves la característica del viernes de ser víspera de festivo) o “brillibrilli” (objeto con un brillo especial)?
De nuevo, lo amplio de su uso es el criterio esgrimido por la Academia:
“Trata el diccionario de recoger exclusivamente las palabras y acepciones de nueva creación que se consideran extendidas y asentadas en el uso de los hablantes. De ahí que muchos neologismos de creación muy reciente no generalizados deban esperar para poder incorporarse al diccionario”.
Lo que más suele llamar la atención de las voces registradas en el diccionario son aquellas vulgares o coloquiales, entendiendo por estas los usos ajenos a la norma culta, porque puede parecer que no son adecuadas a este tipo de obras.
El hecho de ser un diccionario de uso hace que en él tengan cabida voces que son incorrectas o se consideran “vulgarismos”. Pero incluirse en el diccionario no significa que deje de ser vulgar: es importante distinguir entre “estar incluido en el diccionario” (cualquier voz que aparezca en él) y “pertenecer a la norma culta” (uso perteneciente a un estilo cuidado).
Abreviaturas, como vulg. (vulgar) o coloq. (coloquial) nos informan del estilo al que corresponde su uso.
Muchos de los vulgarismos incluidos se mantienen porque fueron incluidos en el pasado:
“En general, solo se pueden encontrar en el diccionario algunos de los vulgarismos que se incluyeron en siglos pasados y que hoy, como mucho, siguen usándose en niveles de lengua bajos. Así, almóndiga entró en la primera edición del diccionario (en 1726), donde ya se consideraba una variante corrupta y sin fundamento de albóndiga”.
Otros, en cambio, son más recientes, como la palabra “conchudo”, que se introdujo en 1992 con esta definición: “2. adj. coloq. Am. Sinvergüenza, caradura”.
Por esta razón, la entrada para almóndiga es la siguiente:
almóndiga 1. f. desus. albóndiga. U. c. vulg. .
Se marca que es femenino (f.), pero también vulgar (vulg.) y en desuso (desus.), es decir, no pertenece a la norma culta, la misma indicación hecha en el Diccionario panhispánico de dudas:
“No debe usarse la forma almóndiga, propia del habla popular de algunas zonas”.
Aun así, tanto ha corrido el rumor de que estaba “admitido”, que la RAE se pronunció al respecto para aclarar que ni se ha incluido en el diccionario en época reciente, ni pertenece al lenguaje culto.
Por su parte, la palabra “cocreta” nunca se ha integrado en los diccionarios académicos, salvo en el Diccionario panhispánico, aunque advirtiendo de que “Es errónea la forma cocreta, usada a veces en la lengua popular”.
Tampoco ha estado en los diccionarios académicos fragoneta, que no está documentada en el CORPES XXI.
Otro ejemplo interesante es murciégalo, forma que “entró ya en 1734 como variante válida e incluso preferida de murciélago (…) y fue solo en ediciones posteriores cuando adquirió la marca de vulgar y desusada, según fue cayendo en desuso en la lengua culta general”.
Algo similar ocurrió con asín, también vulgar, de la edición de 1770 o toballa, en desuso.
Almóndiga, murciégalo, toballa o asín están en el diccionario aunque no pertenecen a la norma culta. Tampoco lo están brillibrilli o juernes, por no hallarse todavía suficientemente documentados. Si algún día se incluyeran, probablemente lo harían como coloquialismos, por lo que no pertenecerían a la norma culta, es decir, no estarán aceptados, aunque estén registrados.
*Amalia Pedrero González es profesora titular de lengua española de la Universidad CEU San Pablo, España.
Este artículo fue publicado en The Converation y reproducido aquí bajo la licencia Creative Commons. Haz clic aquí para leer la versión original.
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