La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos, mejor conocida como NOAA, lanzó una alerta de tormenta solar geomagnética severa para este viernes 10 de mayo.
Este evento astronómico podría tener consecuencias para la Tierra durante el fin de semana, siendo la primera vez desde 2005 que la NOAA emite una alerta de tal magnitud. Por eso te explicamos de qué se trata.
Como lo explica el Centro de Predicción del Clima Espacial, “una tormenta geomagnética es una perturbación importante de la magnetosfera de la Tierra que se produce cuando hay un intercambio muy eficiente de energía desde el viento solar hacia el entorno espacial que rodea el planeta”.
En palabras más simples: una tormenta solar geomagnética severa ocurre cuando hay una gran explosión en el Sol, que lanza una enorme cantidad de partículas y energía hacia la Tierra. Te dejamos un videíto de una tormenta solar de 2017:
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Las tormentas solares pueden desencadenar problemas en la Tierra, especialmente en nuestra tecnología. Por ejemplo, pueden interferir con las señales de radio y satélite, lo que afecta nuestras comunicaciones y sistemas de navegación.
Si coinciden con desastres naturales como terremotos o tsunamis, las consecuencias podrían ser catastróficas.
Además, estas tormentas pueden causar daños en infraestructuras -como en redes eléctricas y vías de tren- al afectar a componentes metálicos.
Aunque las tormentas geomagnéticas afectan la meteorología espacial y pueden influir en satélites y astronautas en el espacio, no representan un peligro directo para quienes habitamos la Tierra, ya que nuestro planeta está protegido por un campo magnético que nos defiende de la radiación solar.
Una gran mancha solar ha estado generando erupciones, que van de moderadas hasta muy fuertes, desde el miércoles, según la NOAA. Por lo anterior, la secuencia de erupciones comenzó el 8 de mayo y las condiciones que podrían mantener la tormenta podrían extenderse a lo largo de todo el fin de semana.
Beijing informa que a partir del lunes impondrá sus propios aranceles de 15% a las importaciones de carbón y 10% al petróleo y camionetas provenientes de Estados Unidos.
China anunció una serie de aranceles a productos estadounidenses, en represalia por las tarifas a bienes chinos impuestas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Los aranceles chinos, que entrarán en vigor el lunes próximo, incluyen un impuesto del 15% al carbón y al gas natural licuado, además del 10% al petróleo, maquinaria agrícola, camionetas y algunos autos de lujo.
Este martes en la madrugada comenzaron a aplicarse aranceles del 10% a todas las importaciones de China a EE.UU.
El presidente Trump alega que la medida contra los productos chinos son en respuesta al déficit comercial que existe con la nación asiática y son una manera para forzar a China a que frene el flujo de fentanilo a EE.UU.
Por su parte, el gobierno de Beijing acusó al de Washington de violar las reglas del comercio internacional.
“La imposición unilateral de aranceles por parte de EE.UU. es una seria violación de las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). No sólo no ayuda a resolver sus propios problemas, sino que además socava la cooperación y comercio normales entre China y EE.UU.”, dice el comunicado que anunciaba las tarifas de represalia.
Además califica la acción de “flagrante” y que “representa un ejemplo típico de unilateralidad y proteccionismo comercial”.
El Ministerio de Comercio de China anunció que presentará una queja ante la OMC para que intervenga en aras de “salvaguardar sus derechos e intereses legítimos”.
En una medida adicional, el ente de vigilancia de competencia en China afirma haber iniciado una investigación de la empresa Google.
La Administración Estatal de Regulación del Mercado dice sospechar que el gigante informático viola las leyes antimonopolio.
Con los anuncios, Beijing dejó claro que no rehuirá de un enfrentamiento comercial contra Washington.
No es la primera vez que esto sucede entre las dos principales potencias económicas del mundo, que ya se habían enfrascado en una guerra arancelaria durante el primer mandato de Trump en 2018.
En ese momento, Trump implementaba su agenda conocida como “EE.UU. primero”, imponiendo serie tras serie de aranceles a los productos extranjeros. Cientos de miles de millones de dólares en productos chinos enfrentaron nuevos impuestos o tarifas más altas, lo que motivó una represalia por parte de Beijing.
Durante el gobierno de Joe Biden, Washington mantuvo los aranceles y hasta incrementó algunos de ellos. Biden adoptó una estrategia más enfocada en el sector de alta tecnología con más tarifas y restricciones a los productos como semiconductores y vehículos eléctricos.
A pesar de las tensiones, estas dos grandes economías están profundamente entrelazadas, comenta João da Silva, analista económico de la BBC.
Ambos países son importantes socios comerciales. Las importaciones de China a EE.UU. alcanzaron US$401.000 millones en los primeros 11 meses del año pasado, mientras que China importó de EE.UU. el equivalente a US$131.000 millones.
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