Después del lanzamiento de ChatGPT a finales de 2022, la inteligencia artificial (IA) generativa se desplegó rápidamente en torno a grandes empresas estadounidenses, a las que se están añadiendo rivales europeas y chinas.
De cara a la cumbre sobre la IA en París (10-11 de febrero), estos son los principales actores.
La empresa estadounidense, figura de proa de la IA generativa, se hizo famosa al lanzar ChatGPT, el chatbot (robot conversacional).
La herramienta, que democratizó el uso de la IA, ha suscitado inversiones espectaculares.
Desde su creación, OpenAI ha logrado alrededor de 20 mil millones de dólares en inversiones, principalmente del gigante Microsoft, su principal accionista.
Según información del Wall Street Journal a finales de enero, la start-up está en conversaciones para recaudar 40 mil millones adicionales.
Sam Altman, cofundador de OpenAI, preside la empresa pese a un despido que duró poco tiempo.
OpenAI es una empresa registrada sin fines de lucro, que se orienta hacia un cambio de gobernanza, para convertirse en una empresa con fines de lucro.
Fundada en 2021 por Dario y Daniela Amodei, dos exmiembros de OpenAI, Anthropic asegura que su modelo de IA, Claude, cuenta con barreras de seguridad más estrictas que sus competidores.
Aunque la empresa no ha podido atraer tanto capital como OpenAI, suscita el interés de actores importantes en el ámbito tecnológico.
A finales de noviembre, Amazon invirtió 4 mil millones de dólares llevando el total de su inversión a 8 mil millones.
Anthropic ha recaudado fondos por un total de 12 mil 900 millones de dólares desde su creación, de los cuales más de 3 mil millones de Alphabet, la empresa matriz de Google.
La llegada de ChatGPT despertó el apetito de los gigantes de la tecnología, que se lanzaron en una carrera hacia la innovación con medios financieros colosales.
En febrero de 2023, Meta abrió a los investigadores su modelo Llama, antes de hacerlo evolucionar hacia Llama 2 y luego Llama 3, y promocionar su herramienta conversacional MetaAI en las plataformas del grupo (Facebook, Instagram, Whatsapp y Threads).
Una interfaz que sigue siendo inaccesible en Europa, debido a un marco regulatorio “incierto”.
El director de la empresa, Mark Zuckerberg, anunció a finales de enero su intención de invertir hasta 65 mil millones de dólares al año, principalmente en la IA.
Siguiendo la estela de OpenAI, Google lanzó en marzo de 2023 Bard, su herramienta conversacional abierta al público, que en febrero de 2024, tras una evolución de su modelo, pasó a llamarse Gemini.
“No divulgamos cifras precisas” sobre los montos totales invertidos en la IA, indicó en abril de 2024 Demis Hassabis, al frente de la filial Google Deepmind especializada en la investigación en inteligencia artificial.
Fundada por varios investigadores franceses (Arthur Mensch, Guillaume Lample y Timothée Lacroix) que pasaron por los laboratorios de investigación de los gigantes estadounidenses, Mistral hizo su entrada en la escena de la IA en mayo de 2023.
El equipo de esta start-up entonces desconocida para el público en general anuncia una primera recaudación de fondos de 100 millones de euros, y se posiciona de inmediato como una alternativa europea a los gigantes estadounidenses.
Su herramienta conversacional, llamada “Le Chat”, se lanzó en febrero de 2024.
La empresa revela al mismo tiempo una asociación con Microsoft, que aporta una inversión de 15 millones de euros.
A mediados de enero, la AFP y Mistral anunciaron un acuerdo que permite al robot conversacional de la start-up utilizar las noticias de la agencia para responder a las solicitudes de sus usuarios.
Pocos días después, en la cumbre de Davos, la empresa indicó que estaba considerando cotizar en la bolsa para conservar su independencia.
En total, la start-up francesa ha recaudado más de 1.000 millones de euros.
La start-up china Deepseek presentó a finales de enero su robot conversacional R1, marcando una entrada espectacular en el panorama mundial de la IA y provocando la caída de las valoraciones bursátiles de varios gigantes estadounidenses, entre ellos el fabricante de chips Nvidia.
¿La causa? El costo mínimo de este nuevo actor.
Deepseek indicó haber gastado solo 5,6 millones de dólares para desarrollar su modelo, una cifra muy lejos de los estándares estadounidenses.
Sam Altman, de OpenAI, se dijo “impresionado” pero también “rejuvenecido” por esta competencia.
Su empresa, sin embargo, acusó a “empresas chinas, y otras”, de copiar los modelos de IA desarrollados por empresas estadounidenses.
El último en llegar a la carrera de las herramientas conversacionales, el gigante chino del comercio electrónico Alibaba lanzó el jueves Qwen2.5-Max.
Disponible por el momento para desarrolladores, el modelo de inteligencia artificial avanzada sería capaz de superar las capacidades de los modelos existentes, según el grupo.
Como otras regiones en Colombia, el Catatumbo parece estar condenado por su riqueza natural, geográfica y de recursos.
El río Catatumbo es testigo de la historia de vida y muerte que marca a Colombia.
Baña a la región a la que da nombre, una de las más ricas en recursos y mejor geolocalizadas del país, y por años también fue depósito de los cadáveres que dejó la brutalidad paramilitar en la zona a fines de los 90.
Si bien la violencia nunca se apaciguó del todo, expertos ven ahora, más de dos décadas después, cómo se reviven algunas de las peores escenas de aquella época.
Desde el 15 de enero, violentos enfrentamientos entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y disidencias de las FARC dejan al menos 80 muertos y más de 30.000 desplazados huyendo del horror.
La situación es ya considerada una crisis humanitaria.
La disputa por esta región es tan feroz que puso en jaque a la paz total que anhela el presidente Gustavo Petro para Colombia, quien suspendió las negociaciones con el ELN y movilizó a miles de soldados a la zona.
“La situación del Catatumbo es un fracaso de la nación”, dijo Petro.
Muchos leen la frase como un reconocimiento de que su política de paz está lastimada, pero otros la vinculan a las décadas que el Catatumbo acumula a merced de grupos armados, con un Estado que no logra resolver la violencia y precariedad a la que se exponen sus habitantes.
Como muchas otras partes del país, el Catatumbo parece condenado por su riqueza.
La región ocupa alrededor de la mitad del departamento Norte de Santander, en el nororiente colombiano, y parte del sur del Cesar.
Es un territorio de más de 4.800 km² junto a la frontera venezolana donde predominan bosques y selvas y una amplia variedad climática.
“Esta condición la hace muy apetecible como corredor estratégico y de movilidad para grupos armados insurgentes e ilegales”, le dice a BBC Mundo Gerson Arias, investigador de la Fundación Ideas para la Paz (FIP).
“En términos geográficos, el Catatumbo permite conectar el norte del país con Venezuela”, agrega por su parte Jorge Mantilla, doctor en criminología de la Universidad de Illinois en Chicago.
Si una guerrilla llegase a controlar por completo el Catatumbo, como ahora mismo se la disputan el ELN, disidencias de las FARC y grupos paramilitares, estaría cerca de dominar la frontera colombo-venezolana y el norte colombiano.
Esto es, en la práctica, hacerse con un vasto y estratégico territorio lleno de recursos naturales al que se le pueden sacar rentas millonarias.
Fue algo que comprendieron los primeros grupos guerrilleros que se asentaron en la región desde los 70, en pleno conflicto armado.
El Catatumbo fue en la primera mitad del siglo XX la primera provincia petrolera de Colombia.
Según la Agencia Nacional de Hidrocarburos, su cuenca ha sido una de las más prolíficas del país, aunque el crudo no trajo el progreso esperado para la región.
En ese contexto llegaron las guerrillas, atraídas por rentabilizar esa industria y aprovechar que el territorio vivía “marginado por el Estado”, según describe el Centro Nacional de Memoria Histórica.
El ELN y el Ejército Popular de Liberación (EPL, ya desmovilizado) arribaron a fines de los 70. Las FARC a mediados de los 80.
Según se expandieron estos grupos insurgentes de izquierda, el Estado aumentó su presencia militar, intensificándose el conflicto.
Luego, a fines de los 90, los habitantes sufrieron lo que ellos llaman la “arremetida paramilitar”, una barbarie que desde entonces estigmatiza a la región con sangre y terror.
Las muertes masivas y selectivas fueron constantes. Decenas de cuerpos eran arrojados al río Catatumbo. Muchos por supuestamente estar vinculados a grupos guerrilleros (ELN, EPL o FARC), según las razones que daban los paramilitares.
Las riberas de los afluentes se convirtieron en fosas comunes de las masacres.
Un halo de esperanza apareció para los locales tras el acuerdo de paz entre el gobierno y las FARC en 2016, pero aquí nunca se materializó esa firma.
Como sucedió en diversas zonas ricas, amplias y de difícil acceso en Colombia, otros grupos armados llegaron antes que el Estado para ocupar los vacíos dejados por los desmovilizados de las FARC y apropiarse así de sus recursos.
En el caso del Catatumbo, “bosques, agua, petróleo, carbón y, desde los 90, coca”, menciona Arias, además de múltiples cultivos base para la alimentación.
Son recursos clave para el desarrollo que hasta la fecha no han servido para traer suficiente bienestar a sus habitantes.
Falta “inversión en infraestructura, en educación, en salud, en vivienda, en oportunidades laborales, en apoyo a proyectos productivos”, según un relato de la Comisión de la Verdad en Colombia.
Las décadas de conflicto, la débil presencia del Estado y su ubicación estratégica convirtieron al Catatumbo en una región prolífica para rentas ilegales como el narcotráfico, la extorsión, el tráfico de migrantes desde Venezuela y el lavado de activos.
Guerrillas como el ELN, surgidas en los 60 con fines políticos, “transitan hacia un escenario donde cada vez es más importante la delincuencia organizada y donde aumentan su dependencia de economías ilícitas”, describe Mantilla.
El Catatumbo es uno de los enclaves cocaleros más importantes del país y, según este experto, superó en los últimos años la producción de cocaína de otras regiones como Nariño o Putumayo.
Un informe de las Naciones Unidas de 2024 estima que el Catatumbo contaba en 2023 con casi 54.000 hectáreas de hoja de coca.
Esta región y otras tres en el país son las únicas que superan las 30.000 hectáreas de ese cultivo.
Una concentración que, de acuerdo a testigos e informes sobre terreno, es controlada por los grupos armados presentes.
“Por algunos años, el ELN y disidencias las FARC, de alguna forma, coexistieron aquí”, cuenta Arias, “a excepción de 2018 cuando hubo enfrentamientos entre un reducto del EPL y el ELN”.
El experto recuerda que incluso el ELN facilitó el rearme de facciones de las FARC que no se adhirieron al proceso de paz de 2016.
“Desde 2019, estos grupos elaboraron algunos acuerdos tácitos de respetar zonas, asuntos y temas de finanzas”, dice Arias.
Dichos tratos abordaban temas de narcotráfico, financiamiento y extorsión, y le dieron una mayor estabilidad a la zona.
Una especie de “gobernabilidad paralela”, dice la Comisión de la Verdad.
En medio, el ELN se sentó a la mesa negociadora de la administración de Petro en unos diálogos de paz que lograron avances prometedores y un cese al fuego.
Pero los diálogos se enquistaron desde mayo de 2024, los acuerdos entre el ELN y otros grupos de la región se quebrantaron y la breve estabilidad del Catatumbo se desmorona en este arranque sangriento de 2025.
El Catatumbo demuestra también su importancia política en un conflicto que hoy luce lejos de resolverse.
Es casi imposible, según expertos, que haya paz en Colombia si no hay paz con el ELN, la guerrilla en activo más numerosa del país.
Además, el dominio por décadas del ELN en esta región fronteriza contribuyó a que en los últimos años se convirtiera en actor “binacional” y un instrumento “clarísimo de Venezuela para influir en Colombia”, según el analista Mantilla.
Esto complica, más si cabe, cualquier resolución.
El gobierno de Venezuela es garante de paz del ELN en las negociaciones con funcionarios colombianos.
“Maduro se lo recuerda con frecuencia a Petro”, dice Mantilla.
El académico también advierte que “la fortaleza militar del ELN es la frontera con Venezuela y el hecho de que ahora esté asumiendo una posición más beligerante es un recordatorio de que cualquier conversación de paz pasa por ese país”.
Un escenario particularmente complejo a la fecha, dado que las relaciones entre los gobiernos de Petro y Maduro atraviesan su momento más complicado después de que Colombia no reconociera la victoria del venezolano en las elecciones del pasado 28 de julio.
En la pugna de poder del Catatumbo, este experto cree que el ELN acabará imponiéndose sobre las disidencias de las FARC y otros grupos armados.
“Esto podría acelerar los acuerdos con las disidencias, que quizás busquen protección del Estado”.
Lo que sucedería con un ELN más poderoso e influyente es una incógnita, aunque muchos en Colombia conciben que la violencia reciente es un golpe definitivo a la legitimidad de cualquier acuerdo de paz.
Todo indica que lo que pase en el Catatumbo marcará en Colombia el debate sobre la seguridad y la paz a poco más de un año de nuevas elecciones presidenciales.
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