El nombre de Marilyn Cote ha estado en todos lados durante los últimos días. ¿Y eso? Esta mujer se volvió viral luego de haber sido expuesta por hacerse pasar por psiquiatra y dar tratamientos erróneos.
Y tal y como adivinaste, la mujer no posee estudios en medicina. Así que este es otro episodio sacado de “México Mágico”.
Todo empezó con la cuenta Charlatanes Médicos en X, un perfil que se dedica a exponer a personas que trabajan en el área médica, pero que en muchas ocasiones no tienen ni el título (como el caso de Marilyn).
La cuanta empezó a compartir el caso de Marilyn Cote el pasado 5 de noviembre con unas recetas donde manda fármacos que solo pueden prescribir psiquiatras con cédula profesional.
Y aunque la mujer sí tiene cédula, resulta que no estudió medicina y aún así tuvo la audacia de dar citas, diagnosticar y recetar a sus pacientes.
Su nombre completo es Marilyn Karina Cote Mendieta y aunque sí tiene cédula profesional, no es de psiquiatría, sino que es Lic. en Derecho, con maestría en Criminalística y Doctorado en Psicología. Tú mismo puedes confirmar estos datos en el Registro Nacional de Profesionistas.
Otra cosa que llama la atención es que en sus recetas aparecen los logos de las Universidades de Harvard y de Oslo. Algo que también se inventó, pues sus mismas cédulas indican que todos sus estudios los hizo en México: en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, el Colegio Libre de Estudios Universitarios y la Escuela Libre de Psicología.
Y no, aunque tenga estudios en psicología eso no es suficiente para poder diagnosticar y recetar medicamento.
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Hay un montón de hilos exhibiendo a Marilyn Cote y su farsa de distintas formas. Pero algo que llama mucho la atención es que en su página web promete curar “la depresión y la ansiedad en una semana”, como si fueran un resfriado.
Y pues ella llevó el “Finge hasta que lo logres” demasiado lejos, pues usó varias imágenes con Photoshop para hacernos creer que conoce a Laura Pausini y hasta que tiene una clínica en San Diego.
Entre las mentiras de Marilyn Cote también decía que forma parte de los accionistas de la empresa Fifty Doctors Hospital, una cadena de centros médicos de alta especialidad
Sin embargo, la empresa ya salió a desmentir y aclarar que NO existe ningún tipo de relación con la supuesta psiquiatra. Además, adelantaron que llegarán a instancias legales para protegerse de difamaciones.
“Nos servimos informar que esta persona nunca ha sido accionista, ni está vinculada con nuestros hospitales”, menciona la cadena de hospitales en su comunicado.
Igualmente, señalan que son conscientes de que la mujer hacía uso de las marcas registradas ’50 doctors’ y ‘Torres Médicas’ “sin que existiera alguna autorización para la utilización de las mismas”.
“Por ello, señalamos que procederemos en contra de dichos ilícitos tomando las medidas correspondientes para interponer las reclamaciones judiciales y administrativas necesarias”, finalizó Fifty Doctors.
La supuesta psiquiatra daba consultas en Torres Médicas Puebla, sin embargo, el periodista local Arturo Luna Silva compartió en X unas imágenes donde muestran que el consultorio de Marilyn Cote ya fue clausurado tras el escándalo.
Además, en las ultimas horas se ha emitido un comunicado de parte de la Cofepris en el que se afirma que buscan clausurar de manera definitiva el consultorio de Marilyn Cote y también se agrega que se detuvo la publicidad del consultorio clínico debido al incumplimiento de los artículos 300 y 3001 Bis de la Ley General de Salud, así como de los artículos 79, fracción I, 80 y 86, fracción I del Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Publicidad.
Puedes leer el comunicado completo aquí.
La compositora argentina Ruth Hillar quería animar a los niños a revelar sus secretos, y lo hicieron. Su composición incluso se incluyó en un caso judicial.
“Hay secretos chiquititos que te invitan a jugar, y hay secretos tan enormes que te vienen a asustar“.
Esas son las primeras líneas de “Hay Secretos”, una canción con un impacto emocional enorme, que conmueve a la gente hasta las lágrimas.
Muchas canciones pueden hacer eso, pero ésta es realmente algo más.
Es una ventana a través de la cual la sociedad puede cuestionarse a sí misma.
La canción incluso se ha usado como prueba en un juicio penal.
Su compositora es Ruth Hillar, quien creció y vive en Santo Tomé, un pequeño pueblo en el centro de Argentina, donde la visité.
“Nací en un hogar muy musical. La música estaba ahí antes que yo llegara: mi mamá y mi papá se conocieron cantando en el coro polifónico de Santa Fe. Mi papá tenía un conjunto de música humor.
“Empecé con la flauta dulce, también a cantar, a estudiar los rudimentos de la música, y siempre lo disfruté muchísimo”.
Con su padre en el violín, tocaban dúos, y cuando le compraron un grabador, jugar con la música era “una de mis diversiones preferidas”.
Otra cosa que siempre le fascinó fue la lectura.
“Pasaba muchas, muchas horas leyendo. En casa había una biblioteca muy linda. Y, de hecho, cuando vi que en las casas de mis amigos de la escuela no había casi libros, organicé una biblioteca en la vereda”.
A pesar de cuanto disfrutaba de la música y la literatura, lo que quería ser cuando grande era veterinaria o pediatra, “siempre como por el lado de curar a alguien, a los niños o a los animales”.
Esa idea de cuidar a los demás, particularmente a los niños, se convertiría más tarde en el centro de su trabajo como compositora.
Ruth estudió literatura durante un año, luego decidió que no le gustaba cómo se dirigía el curso y volvió a estudiar música, ahora como una carrera universitaria.
Al principio pensó que formaría parte de una orquesta, el camino típico que siguen los músicos académicos.
Con el tiempo, sus intereses se ampliaron. Conoció a otra música y decidieron crear un grupo de música infantil: Canticuénticos.
Después de 17 años, ahora tienen seis miembros, seis discos y han dado cientos de conciertos.
En sus inicios, gracias a su estrategia de distribución -que incluyó poner a disposición de todos los temas de su primer disco en YouTube- y a la naturaleza de las canciones, fueron rápidamente descubiertos por los maestros.
“Enseguida los docentes acá en Santa Fe tomaron ese repertorio para usar en las aulas, y la provincia editó algunas canciones en un cancionero para repartir en escuelas. Eso nos ayudó mucho a querer arrancar un poco más en serio con el proyecto, porque no es fácil”.
“Siempre buscamos cómo hacer que las canciones acompañaran a las infancias, no solamente en lo que se considera ‘infantil’, pues hay como la idea de que lo infantil es lo simple, lo fácil”.
“En realidad la vida de las infancias no es ni simple ni fácil. Es muy compleja y a veces es muy difícil, pues en un mundo tan caótico, muchas veces las infancias se llevan la peor parte, porque son más indefensas”.
“Aunque los querramos mantener en una especie de corral, a salvo de un montón de cosas, la realidad se mete por todos lados”.
“Así que nos parece que desde las canciones podemos acompañar en muchos aspectos”.
Es por eso, afirma Ruth, que a veces las canciones de Canticuénticos tratan temáticas inusuales en ese género.
Y admite que, en ocasiones, su deseo es generar algún cambio.
“Parece mucho pedir para una canción, pero muchas veces me salen de esa manera, como respuestas a algo, entonces en ese afán de querer responder tengo que aprender a mirar ese algo más profundamente para que esa respuesta sirva o esté conectada con lo que quiero dialogar”.
Una de esas canciones es “Hay Secretos”, que le habla directamente al oyente, a los niños, sobre ser capaces de hablar cuando un secreto les está haciendo daño.
Estaba destinada a tener un papel importante para ayudar a niños y adultos a lidiar con eventos dolorosos en sus vidas.
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La canción dice que hay “secretos livianitos que te llevan a volar”, pero hay “secretos tan pesados que no te dejan respirar“.
En un pasaje particularmente emotivo, la canción le habla directamente al oyente y dice: “Si no alcanzan las palabras para lo que hay que contar, inventemos otro idioma. Siempre te voy escuchar“.
“Y tiene un un estribillo que quiere ser un mantra: ‘No se tienen que guardar los secretos que hacen mal‘.
“Uno de los estribillos tiene solo un sonido de una caja muy profunda, con voces de nenas, de nenes, y de adultos, mujeres y varones, como representando una comunidad completa que está cantando junta a favor de proteger del abuso”.
Sobre ese flagelo, subraya Ruth, los adultos tienen que ser interpelados, por eso la canción no sólo está dirigida a los niños, sino también a los grandes.
“En realidad los adultos somos los responsables del bienestar de las infancias, no solamente de nuestros hijos, sino de todos los niños y niñas, así que creo que justamente esta canción quiere decir: presten atención, estén atentos, estén donde hay que estar, miren a esos niños y a esas niñas con una mirada sensible y compasiva”.
“Mucho de eso les toca a los docentes y de hecho son los grandes héroes en esta gesta, porque en las escuelas son los que más acceden a esos momentos donde los niños y las niñas se pueden abrir, pues muchas veces los abusos son en sus propias casas, interfamiliares, intrafamiliares”.
Ruth compuso la canción en 2017, y dice que fueron muchos los caminos que la llevaron a hacerlo.
“El tema del abuso estaba más en la esfera pública y pensé: ¿qué podemos hacer? Mi arma, mi forma de actuar es la música, no conozco otras. O por lo menos otras mejores no me salen. Pero quedé como en imposibilidad.
“Recuerdo que estábamos filmando el video de la canción de cuna ‘Noni Noni’, buscando las imágenes más tiernas, de más cobijo que se nos ocurrían, y mirando desde afuera una escena pensé que muchas infancias quedaban fuera de la esfera de esa canción, que había otra canción que es más urgente“.
Decidió que tenía que tratar, “aunque fuera tan difícil, aunque las palabras y los sonidos parecería que no alcanzaran… ¿cómo hablar de eso sin lastimar el que ya está herido?”.
En ese momento le llegó un email de Sabrina Medina, una licenciada en trabajo social de Paraná, una ciudad vecina, diciendo que trabajaba en programas de prevención de abuso y que había muy pocos recursos artísticos.
“Me compartió las ideas principales: el tema del secreto, del miedo, de la confianza, de ofrecer ayuda. Así supe que la canción ya estaba empezada. Escribí una estrofa y se la envié para que me dijera si había algo que pudiera herir”.
“Busqué siempre referenciar sin nombrar, que quien estuviera pasando por una situación de abuso pudiera reconocerse, y quien no, pudiera entender otra cosa, un tema de secretos más fuertes, o más livianitos.
“Enseguida pensé que sería una Vidala, un ritmo folclórico argentino muy introspectivo, muy reflexivo, para que comunicara de una manera tranquila lo que quería comunicar”.
“Hay secretos” apareció en el disco “¿Por qué?, ¿por qué?”, en el año 2018, y pronto Canticuénticos empezó a recibir mensajes de mamás, de docentes, de trabajadores sociales evidenciando que su mensaje estaba siendo recibido.
“Muchas nenas y nenes, e incluso muchos adultos, habían podido hablar de abusos en la niñez.
“Para nosotros fue difícil enfrentar todo eso porque, más allá de la compañía de un abrazo a la distancia, no podemos hacer mucho, pues no somos profesionales”.
Difícil también fue tocar la canción en vivo, pues no sabían si podrían cantarla sin llorar, ni cómo reaccionaría el público.
“Lo que pasó desde el primer momento fue eso, que en alguna frase se nos quebraba la voz, no solo por lo que estábamos cantando, sino por lo que veíamos en la sala.
“Siempre hay lágrimas, siempre hay abrazos muy apretados a sus niños, a sus niñas. Siempre hay esas caras que son mezcla de gratitud con dolor, a veces, con un dolor retroactivo”.
“Entonces, es algo que no queremos dejar de cantar, porque queremos que sea una canción necesaria y, sobre todo, generar ese momento en el cual el público canta junto ese estribillo, porque así como en el disco, en un momento dejamos al público cantando solo.
“Eso creo que interpela mucho, porque ahí sí percibimos que es un grupo humano, heterogéneo, que viene de distintas familias, de distintos lugares, pero que en ese momento se juntan en esta especie de oración o de mantra, y eso es maravilloso, es muy fuerte.
“De a poco, aprendimos a poder cantar la canción entera, sin llorar y sin quebrarnos, pero no por eso dejamos de emocionarnos con cada lágrima que vemos en el público, porque no hay concierto en el cual no pase algo fuerte y hermoso“.
La canción ha llegado incluso a la justicia argentina.
En marzo de 2021, una jueza de la ciudad de Zapala, en la Patagonia argentina, tocó “Hay Secretos” en la sala de audiencias.
Lo hizo para destacar el papel de la canción en el descubrimiento del caso de abuso que se estaba juzgando y por el que se condenó a un hombre.
Lo que había sucedido era que un profesor de música había presentado la canción a los alumnos de primaria. Una de esas alumnas la compartió con su familia en casa y una de sus hermanas, conmovida, reveló que había sido abusada sexualmente por un vecino.
Otros niños del vecindario se presentaron y compartieron sus propias historias de abuso por parte del mismo hombre.
“En realidad ahí el héroe fue el docente que supo elegir esa canción en el marco de la Educación Sexual Integral (ESI), así que fue en realidad el hacedor de esto, ¿no?
“Pero eso que pasó con la canción me vuelve a reconfirmar que el arte tiene un poder enorme”.
Y reverbera más allá de la frontera argentina.
“Una música y antropóloga brasileña me contactó y me dijo: ‘Yo quiero que esta canción esté en portugués, te voy a ayudar a hacer una traducción’, así que lo hicimos.
“Tenemos también una versión en italiano que estamos por grabar, y nos escribieron de Corea para pedirnos autorización para hacer una traducción del texto… nos han escrito de muchísimos lugares distintos.
“En Argentina entró como recurso a la ESI, así como en Uruguay y sé que en otros países también”.
Ahora, Ruth y Canticuénticos están trabajando en una versión en inglés de la canción, para decirle a aún más niños…
“Acá estoy, quiero ayudarte. Sé que decís la verdad. Ya no habrá que andar con miedo porque te voy a cuidar“.
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