¿A quién no le gusta un buen meme de Internet? Esta forma de comunicación ha ganado muchísima fuerza en los últimos años y ahora está prácticamente en todas nuestras conversaciones (sí, incluyendo esta nota).
El meme ha evolucionado con el paso del tiempo: inició como simples combinaciones de teclas, pero actualmente su forma de difusión más popular es a través de video en plataformas como TikTok, Instagram, X y más.
Pero el formato no es lo único que evolucionó, sino que también cambió la forma en la que los usamos. Ahora no solo sirve para expresarnos, sino que puede contener muchísimos subtextos y connotaciones.
En Animal MX platicamos con expertos creadores e investigadores de memes, así como con las personas que los hacen para difundir ideas políticas, quienes nos explicaron más para comprender más sobre su uso maravilloso para conectar, pero también conocer a fondo su función de difusión y explotación de ideologías políticas.
Aunque casi todas podemos relacionar la idea del meme con algo que hemos aprendido de forma empírica y cotorra (diríamos aquellas a las que ya nos truenan las rodillas), la descripción 100tífica se la podemos achacar a un biólogo llamado Richard Dawkins, quien usó el término por primera vez en su libro El Gen Egoísta, por ahí de 1976.
En ese texto, Dawkins coloca al meme como una unidad mínima de información cultural que se replica. Es decir, una costumbre, idea o creencia que se preserva en el colectivo.
Ya en el formato digital, otros estudiosos definieron a los memes como “una pieza de cultura, típicamente una broma, que gana influencia a través de la transmisión online”.
Entonces aquí contemplaremos a los memes, como toda expresión que busque replicarse a través de lo digital, y aunque primordialmente les conocemos como bromas inofensivas, no siempre lo son.
La estructura semántica de los memes está ligada con la ironía y funciona a través de “una cosa es la que se dice y otra cosa es la que se ve. Genera una comunicación para pocos, que puede convertirse en muchos, pero inicia de a pocos… Genera un sentido de comunidad”, explica Álvaro Pajares, profesor de Literatura y autor del libro Memeceno.
La fabricación de memes es una cuestión que parte, como lo señalamos antes, primordialmente del humor, pero como señala el profesor, está íntimamente ligado con la ironía y contextos únicos que apelan a la conexión y creación de comunidad. Así sea virtual.
“Ves un meme y te ríes. ¿Por qué te ríes? Porque hace referencia a algún contexto o aspecto cultural. Hace referencia a un “algo”, que es compartido”, cuenta Sandra Doroteo, periodista, consultora y memera.
“Cuando tú te pones a hacer memes, estás dándole un cachito de tus vivencias a una audiencia con la que puedo no empatar, pero siempre va a haber alguien que diga: ‘ajá, sí soy’”, agrega.
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La experta menciona que los memes te pueden conectar con “un chorro de desconocidos” de una forma muy personal porque ellos sentirán lo mismo que pasa por tu mente.
Además de ayudarnos a conectar, muchas personas encuentran en los memes formas de afrontar las vivencias del día a día.
Un estudio realizado en Puerto Rico y publicado por la Biblioteca Nacional de Medicina de EU, encontró que durante la pandemia de COVID en el 2020, el uso de memes ayudó a las personas a mitigar los efectos del estrés.
Además puso en discusión cómo cuando una cultura enfrenta un problema, los memes pueden convertirse en una forma de reinterpretar la situación. Un ejemplo de esto podrían ser las imágenes cómicas que se difunden por usuarios luego de un sismo en México (levante la mano a quien le haya llegado un bolillo virtual después de que se mueve el suelo).
Otro estudio, realizado por la Universidad de Pensilvania, encontró que los memes también incrementan el sentimiento de pertenencia, aunque el contexto que rodea a las personas es fundamental para que estos tengan dicho impacto.
Pero el alcance de los memes no sólo se queda en Internet. Como relata Álvaro Pajares, los memes a veces pueden trascender la virtualidad y tener repercusiones muy reales.
“El Ecce Homo de Borja, es un caso internacional. A esa iglesia a la que nadie iba por no ser un pueblo turístico, empezaron a ingresar anualmente unos 80 mil euros por visitas luego del meme”, explica el experto.
Este acontecimiento ocurrió en el pueblo español de Borja en el 2012 y que se convirtió en uno de los memes más conocidos de internet.
Todo ocurrió luego de que una mujer llamada Cecilia Giménez intentó -y fracasó rotundamente- restaurar un cuadro del Ecce Homo.
El mal trabajo de Giménez se volvió viral en Internet y a pesar de volverse en blanco de burlas, causó que la obra física se convirtiera de un momento a otro en un atractivo turístico.
Según BBC, el primer año luego de la restauración, el pueblo fue visitado por alrededor de 40 mil turistas.
Como no podemos tener cosas bonitas, para hablar de memes es necesario tocar el tema de las “Guerras Meme”, una la lucha ideológica que existe entre la difusión de posturas liberales y conservadoras a través de estas unidades de cultura.
“Es una serie de luchas y peleas que son mucho más complejas y tienen que ver con dinámicas de derecha y de izquierda; tiene que ver con fuerzas conservadoras y progresistas”, menciona Álvaro.
Para él, esta lucha fue propiciada por personajes que habían encontrado una especie de “refugio” digital y que, al popularizarse el Internet, “pelearon” con memes las ideas progresistas.
“Con la llegada de las redes sociales, la comunicación empezó a fluir a otro ritmo y esto generó una serie de tensiones que tienen que ver con resistencia por parte de unas comunidades a perder su lugar”, señala Álvaro.
Álvaro menciona que comunidades muy masculinas aprendieron a ver en diferentes foros de Internet a las mujeres, minorías étnicas, colectivos LGBT+ y extranjeros, como enemigos o “invasores” de su espacio. Esto creó un caldo de cultivo que explotó con la campaña de Trump y su posterior llegada a la presidencia.
Este fenómeno se convirtió en una entrada al uso de memes políticos para difundir ideas partidistas y el impacto de esto en el mundo físico.
Basta con recordar el caso de alt-right, el movimiento blanco pro nacionalista que se originó en foros de la página 4chan (un sitio web donde es posible que los usuarios publiquen de forma anónima) y que se dedicó a defender a Donald Trump durante su campaña en el 2016.
Alt-right fue tomado inicialmente como solo un grupo radical digital, pero a través de ciberacoso y mensajes radicales disfrazados de memes, fue punta de lanza para la campaña de Trump en Internet, el aporte de este grupo se dio primordialmente a través de la difusión de los mensajes del entonces candidato y del ataque a Hillary Clinton en diferentes plataformas.
Aunque ya como presidente de Estados Unidos, Trump se desvinculó del grupo, varios periodistas lograron identificar mensajes antisemitistas publicados originalmente en foros de Alt-right que Trump replicó en sus redes sociales.
Alt-right incluso tomó a un personaje popular de memes como su “bandera”: Pepe la Rana.
El también conocido como Pepe the Frog fue apropiado por el grupo virtual para extender mensajes de odio y racistas.
Incluso el creador original de la rana detrás del meme, Matt Furie, expresó su preocupación y “mató” al personaje en las tiras cómicas debido a la vinculación con el supremacismo blanco y los discursos de odio.
Como Furie expresó en una entrevista con la National Public Radio (NPR), “no hay mucho que pudiera hacer con unos adolescentes publicando anónimamente en línea”.
Pero como lo explica el documental Feels good, man (donde se retrata la historia del meme de Pepe la Rana), cuando el personaje ganó popularidad, los fans originales intentaron empujar a los normies (personas no pertenecientes a su grupo y que recibían este apodo) con versiones más extremas de “Pepe”: Pepes racistas, Pepes homofóbicos, Pepes antisemitistas, y el personaje creado por Matt Furie terminó como símbolo de odio en la lista de la Liga Anti Difamación.
Estas guerras ideológicas también son replicadas en México por actores políticos que buscan difundir sus mensajes y conectar a través de este formato tan popular.
“Hoy por hoy y de cara al 2024, el meme es un arma política; es un arma política y además es un arma ideológica”, menciona Jesús Caudillo, consultor de estrategia y comunicación digital y organizador del festival FIMEME
A través de memes, los políticos buscan desacreditar o afectar a sus adversarios políticos.
“Yo creo que cada uno de los equipos de los partidos han ido entendiendo en su momento la necesidad de incluir en su batería de comunicación al meme”, agrega Sandra Doroteo.
Fernando y Antonio, expertos en mercadeo político y comunicólogos, quienes en el entorno digital difundieron con memes las actividades de su cliente y atacaron (también con memes) a sus adversarios políticos,
Fernando fue director creativo de una agencia dedicada al marketing político en el 2016. Su cliente, era un político que buscaba no solo difundir sus “logros”, sino también aprovechar las tendencias y acontecimientos para afectar a través de memes a sus adversarios políticos.
Pero no solo se expresaban a nivel usuario mediante cuentas falsas, dicha agencia utilizó las redes sociales para crear noticieros apócrifos y páginas de memes que buscaban conseguir públicos específicos de interés electoral:
Páginas que exacerbaban el machismo dirigidas a hombres, páginas con consejos de conducción que incitaban la crítica a las acciones del gobierno en la CDMX, páginas con temáticas LGBT+ que aprovechaban las acciones inclusivas del candidato para promoción y al mismo tiempo se beneficiaban de las problemáticas de estas poblaciones para atacar a los adversarios políticos y páginas que se hacían pasar por noticieros serios creadas con la única intención de poder realizar contención en situaciones de crisis. A todo esto ellos le llaman y se le conoce como “Campaña B”.
Fernando y Antonio relatan que no solo se trataba de atraer al público, sino también de exponerlos a los mensajes políticos de formas discretas. Con humor principalmente, pero también a través de apelar a la indignación y mensajes dirigidos a dividir opiniones; ya fuera con clasismo, racismo, colorismo o xenofobia.
“Quienes generan, publican y distribuyen esto, van a hacer lo necesario para que sus mensajes, su narrativa y su historia se cuente de la mejor manera para que abone a sus objetivos”, explica Jesús Caudillo.
Aunque ellos cuentan que salieron de esta agencia a inicios del 2017, justo antes de las elecciones de Coahuila, el Estado de México, Nayarit y Veracruz, sí vieron que su trabajo continuó durante todo el proceso electoral a través de las páginas y cuentas que habían desarrollado. Esta práctica no se detuvo para el 2018 con las elecciones presidenciales.
“En 2018 fue una de las campañas más aguerridas en desinformación. Facebook puso un pico rojo en la cantidad de noticias falsas que estaban circulando en México. Fue el uso indiscriminado de Facebook para sabotear una elección”, menciona Sandra Doroteo.
Todos los expertos consultados distinguen 2 formas del uso del meme dentro de la política: una es este golpeteo y uso “no oficial”, como en el caso de Antonio y Fernando, y el otro uso el “oficial”, mismo que los políticos replican de manera consciente y a su favor para, como decíamos al inicio, conectar.
“Es esa voluntad de querer tener un mayor impacto y ese impacto solo se logra, si de alguna manera te adaptas a los estándares y las tendencias comunicativas que en ese momento están funcionando mejor en la plataforma”, señala Álvaro Pajares.
Sandra Doroteo da ejemplos de memes que se popularizaron durante el proceso electoral del 2018: Bronco el “mochamanos”, la cartera de Ricardo Anaya, las comparaciones físicas de los candidatos con personajes de caricatura…
Y aunque estos memes surgieron principalmente en los debates entre los candidatos, sí ayudaron a permear en redes sociales los mensajes transmitidos por los mismos, de manera fácil y rápida.
“Ahí vemos lo poderoso del meme, porque la gente lo asimila muy rápido”, Sandra Doroteo.
Sandra y Jesús enfatizan que la intención de la política tradicional de hablar con memes no está necesariamente actualizada con su uso y no siempre sale bien. Para ejemplificar, recuerdan el reciente caso de Claudia Sheinbaum y Javier Ibarreche.
“Sheinbaum en un intento de parecer más accesible con la ‘chaviza loca’ le pide a Javier Ibarreche, -influencer de películas- que le diga qué tal su documental y quedó (🤡)”.
Para Sandra, la necesidad de los políticos de usar esta forma de comunicación no necesariamente tendrá buenos resultados.
Ella apunta a que veremos errores por parte de los equipos de campaña y que encontraremos constantes choques, pero será un modo de comunicación que no querrán dejar de lado.
“¿Qué los hace tan atractivos? Que el político que emocione, haga reír y entretenga va a tener posibilidades de éxito”, agrega Jesús.
Para todos los expertos consultados, el meme en la política se incrementará en los próximos años.
Sandra piensa que en 2024 será inevitable ver una “explosión de memes, noticias falsas y rumores”, mientras que Álvaro Pajares hace un apunte sobre los políticos que hacen del meme su principal forma de comunicación.
“El político meme es una singularidad que emerge y que viene como a generar un relato. En realidad esto no es bueno. El hecho de comunicar la política con memes nos habla muchas veces de una pobreza social, lingüística o política en un momento concreto de un país”, resalta Álvaro Pajares.
“A Samuel no le dio miedo ser un meme, hasta uno de sus spots decía –soy el de los memes-”, explica Sandra.
Los expertos refieren que centrarse en esta forma de comunicación con la intención de conectar, quita visibilidad a otros temas de importancia.
“Tengo cierto temor a que esto nos lleve a la idiotización de la política, es decir, eres político y tú decides sobre el presupuesto, pero ponte a bailar y yo me voy a reír”, explica Jesús Caudillo.
Por otro lado, Sandra cree que para la votación se está dando un “menú infantil”, ya que no se pide un razonamiento como tal, simplemente quieren caer bien, idiotizar la política y hacer de la democracia “una moneda de cambio”.
Ante todo este panorama, ¿qué se hace? Los expertos recomiendan ser mucho más conscientes en el uso que le damos a las plataformas y los contenidos que consumimos.
“Si pudiéramos decirle algo a las audiencias es: de cara al 2024, cuestiónalo todo. Dudemos de los memes, dudemos de las notas, dudemos de todo y seamos ciudadanos responsables y contrastemos la información de tal manera que lo que encontremos sea lo más acercado a la verdad”, enfatiza Jesús.
Álvaro también recomienda ser muy conscientes con el uso que le damos al celular, como dispositivo y parte de nuestras vidas, especialmente por la cantidad enorme de información a la que nos expone.
Por último, Sandra Doroteo resalta que debemos “centrar la atención en la promesa contra propuesta y estar muy pendientes como audiencia de todo lo que sale de la boca de los candidatos o candidatas”.
Cientos de colombianos son reclutados por carteles mexicanos en sus luchas territoriales. Uno de ellos habla con BBC Mundo.
Orlando Paniagua*, 45 años, fusil al hombro, camina de madrugada entre limonares mientras narcos mexicanos le pisan los talones.
Es abril en Michoacán, la Tierra Caliente en el suroeste de México donde el sol quema hasta los 40°C durante el día, y para este exmilitar colombiano ya no hay marcha atrás.
Cuando alguien osa escaparse del crimen organizado mexicano, como lo hizo Paniagua en abril de 2024, solo puede esperar dos destinos: la bala o el milagro.
El pasado mes de junio, el secretario de Seguridad de México, Omar García Harfuch, anunció que carteles mexicanos reclutaban exmilitares colombianos, muchos bajo engaño, para engrosar sus filas de cara a sus cruentas guerras territoriales.
La alocución ocurrió pocos días después de que 12 colombianos fueran arrestados en Michoacán, vinculados a un ataque con mina que mató a ocho soldados mexicanos.
Gracias a la coordinación con autoridades colombianas, García Harfuch dijo que nueve de los 12 eran exmilitares. Los tres restantes eran civiles, pero entrenados en el uso de armas.
La presencia de exsoldados colombianos entre grupos armados mexicanos forma parte de la larga saga en que excombatientes del país sudamericano, una vez retirados, responden a ofertas de trabajo en el exterior y se involucran en conflictos ajenos como el de Ucrania, Sudán o la guerra territorial de los narcos mexicanos.
Muchos, como Paniagua, acuden engañados y motivados por una generosa oferta económica que supla sus bajas pensiones y limitadas salidas laborales en Colombia.
Este es su relato.
Serví 24 años a las fuerzas militares en Colombia. Era sargento primero cuando me retiré en 2022.
Tengo 45 años. Nací en Bogotá. Por mi trabajo militar me moví de departamento en departamento y ciudad y ciudad.
¿Cómo terminé en México?
Pues mira, cuando uno se retira del ejército en Colombia es bastante complejo conseguir empleo. Hay muy pocas opciones.
Entonces hablaba mucho con un excompañero de las fuerzas militares que, lastimosamente, espero que hoy Dios lo tenga en su gloria porque no se ha vuelto a saber de él.
Un día le pregunté por oportunidades de trabajo en México, donde él estaba. Me dijo que necesitaban personal de seguridad.
Me puso en contacto con un tipo de alias “Veracruz”, encargado de hacer conexiones para reclutar a la gente en México. Movía la parte administrativa.
Lo contacté. Me habló de cuidar grandes empresas y cultivos de limón en Michoacán.
Me ofreció entre 30.000 y 40.000 pesos mexicanos mensuales (US$1.600 – US$2.130). Nunca ganaría eso en Colombia.
También se brindó a costearme el viaje, aunque yo no quería deberle a nadie y pagué mi pasaje por medios propios a través de un plan turístico.
Solucioné unos asuntos pendientes y, tras el contacto inicial a fines de 2023, viajé a México en la primavera de 2024.
Tras décadas de conflicto armado, Colombia tiene un ejército numeroso y muchos soldados retirados jóvenes, con 40 años, cuyas pensiones no alcanzan para sostener a sus familias.
Un veterano colombiano le dijo a BBC Mundo que sus pensiones suelen rondar entre 1.600.000 y 1.700.000 pesos colombianos, el equivalente a unos US$400 mensuales.
Para estos jóvenes, con un mercado laboral restringido, es habitual trabajar tras retirarse en empresas de seguridad privada en Colombia o el extranjero.
También, en muchas ocasiones, acuden al llamado de ejércitos como el de Ucrania, que pagan para aumentar sus efectivos.
Estas contrataciones y reclutamientos suelen producirse a través de un mercado opaco donde las ofertas laborales se distribuyen frecuentemente a través de grupos de WhatsApp.
El talento militar colombiano, apreciado en el exterior, es engañado con frecuencia, cayendo en situaciones más peligrosas de las prometidas y a merced de empleadores secretos que no descubren hasta que ya es tarde.
Llegué a Ciudad de México y al día siguiente me reuní allí con el tal “Veracruz”. Fue la primera y última vez que lo vi.
Allí me dijo que en Michoacán me recogerían en taxi y trasladarían hasta la población de Pizándaro, en el mismo estado. Así sucedió.
En Pizándaro me recibió un tipo apodado “Gabriel”. Allá muchos usan apodos.
A mí me pusieron “Miguel”. Cuando me lo pusieron, me pregunté para qué tener un alias si uno se supone que va a hacer algo legal. Por ahí empezamos mal. No pintaba bien.
La casa donde me metieron en Pizándaro era solitaria, con una cama por habitación. Otras camas estaban vacías, aunque con pertenencias de otros chicos que vivían y trabajaban allí.
Algunos también eran colombianos.
Dormí, descansé y al amanecer me dijo Gabriel que esa noche tocaba trabajar.
Me recogió en la tarde, me subieron a un coche y nos trasladamos a una carretera rural en una zona montañosa, alta, sin población.
Entonces llegaron varias camionetas de gama alta con mucha gente armada, como si uno se fuera a la guerra de Ucrania.
Me preguntaron qué armas sabía manejar y yo, como militar, sabía usar muchas. Me asignaron una Barrett .50.
De ahí fuimos a varios sitios de los que nunca supe el nombre. No tenía idea de qué íbamos a hacer.
En un pueblo dimos varias vueltas. Subimos de nuevo a las camionetas y nos devolvimos a Pizándaro.
Eso allí era un moridero. No sé de qué vive la gente allí. Supongo que del narcotráfico porque no hay comercios, nada.
Encima con mucho calor. Llegaba a los 40°C. Duré unos dos o tres días en total.
Se supone que uno iba, trabajaba seis meses, con un mes de vacaciones y se iba para casa.
Pero desde que me colocaron un alias, me subieron a una camioneta y me armaron, supe que no era un trabajo legal. Era para un cartel.
Decidí entonces que tenía que irme, pero cometí un error.
Contacté al taxista que me llevó a Pizándaro y le pedí de favor que me regresara a Michoacán para una diligencia.
El tipo me delató con “Veracruz”, quien me llamó preguntando por qué me iba.
Le respondí que tenía un inconveniente con mi hija en Colombia y que necesitaba viajar urgentemente, dejando mis pertenencias acá.
Me dijo que solo había una manera de salir de allí… y que ya sabía cómo…
Le respondí que sabía que uno no salía de allí sino muerto y que echaría pa’lante y a trabajar.
Él ofreció ayudar y yo, para apaciguar la cosa, seguí el juego y le dije que necesitaba mandar una plata a Colombia. Me preguntó cuánto.
Le dije que un millón de pesos y le di el número de una amistad en Colombia para que lo recibiera. Efectivamente los envió y la cosa se calmó.
Aunque a partir de ahí me vigilaban y cuidaban.
Un día, la noche del 16 de abril, me dieron ropa militar, botas y un bolso. Mi maleta personal se quedó en la habitación.
Sobre las 10 de la noche llegamos a una nueva zona montañosa, donde me entregaron una AK-47 y un chaleco con municiones.
Cuando llegué, había un grupo de mexicanos armados. Casi todos eran adolescentes, de unos 15-16 años. Solo había un colombiano en ese grupo.
En ese momento ya solo pensaba en cómo me iba a escapar.
En los últimos años, las autoridades mexicanas han detenido a decenas de exmilitares colombianos vinculados al crimen organizado en Michoacán.
Un reporte del diario mexicano El Universal indica que, según investigaciones locales, la presencia de exsoldados y exguerrilleros colombianos data desde 2013 en ese estado mexicano.
Esa investigación describe, como le sucedió a Paniagua, que algunos colombianos llegan reclutados bajo engaño para luego unirse a las filas de grupos como el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) o Los Viagras.
La labor de los colombianos en México incluye el adiestramiento de sicarios mexicanos, fabricación de explosivos, minas y diseño de vehículos con blindaje artesanal.
Tras el ataque con minas en que fueron capturados 12 colombianos en junio, el cónsul de la embajada colombiana en México, Alfredo Molano Jimeno, dijo en una entrevista a El Universal que cerca de 500 colombianos habían sido reclutados por el crimen organizado mexicano, la mayoría en Michoacán.
En ese estado con gran riqueza minera y agrícola y clave para las rutas del narcotráfico, el CJNG lleva años en guerra territorial con la alianza Carteles Unidos, que incluye grupos como Los Viagras, la Familia Michoacana o el Cartel de Sinaloa.
En junio, la Cancillería de Colombia señaló que la gran mayoría de colombianos que viajan a México lo hacen con fines académicos, laborales o turísticos.
Aunque también advirtió sobre el “fenómeno creciente” de reclutamiento de personas con experiencia militar “para integrar estructuras delictivas al servicio del narcotráfico, la trata de personas y el tráfico de migrantes entre ambos países”.
Los colombianos no necesitan visa para ingresar a México, aunque el año pasado se registró la llamativa cifra de 53.000 colombianos inadmitidos para entrar al país.
Las inadmisiones de colombianos en México han sido asunto de negociaciones frecuentes entre las autoridades de ambos países.
Que exmilitares colombianos sean vinculados al crimen organizado mexicano, según Fernando García, embajador de Colombia en México, puede afectar la reducción de inadmisiones.
Los chicos mexicanos se la pasaban fumando marihuana. Se dormían y no les importaba nada la seguridad.
Hicimos guardia en la noche. La pasé en una casa abandonada rodeada de cultivos de limón.
Al día siguiente, un domingo, el supuesto jefe del grupo armado nos dijo que debíamos prepararnos para un trabajo en la noche en que había que caminar bastante.
Ese día analicé el norte, el sur, el oriente, el occidente. Medí qué quedaba más cerca para escapar y concluí que lo mejor era dirigirme hacia Acapulco, al sur.
Sobre las 7:00 pm nos pusimos a caminar entre cultivos, sin saber dónde íbamos. No nos decían nada.
Alrededor de las 10:00 pm, tras más de dos horas caminando, algo dentro de mí, un instinto, me dijo que me quedara quieto detrás de un limonar.
El resto siguió. Yo decidí volver.
Me quedé petrificado como 10 minutos. La noche era oscura y no se dieron cuenta de que faltaba alguien.
Me devolví hacia el campamento a recoger pertenencias. No sé bién cómo llegué. Recogí mis cosas, el fusil, y emprendí la dirección del agua para no deshidratarme. Con esos calores, sin comida, no podía pasar sed.
Caminé varias horas y a las 3:00 am me venció el cansancio. Me escondí dentro de la maleza y pasé la noche.
Las mañanas las pasaba oculto entre árboles, escondido. Me buscaban con drones.
Sobre las 6:00 pm, cuando bajaba el sol, continuaba mi camino hacia el sur; siempre siguiendo el cauce del agua de una quebrada que luego me sacó a un río más grande.
Caminé entre 8 y 10 días a base de agua y limón.
Al par de días me deshice del armamento y lo escondí entre la vegetación porque era un peso innecesario.
Solo me comuniqué dos veces con Colombia para que el teléfono aguantara.
A través de personas en Colombia contactaron a una ONG mexicana y, por intermedio de esta y la fuerza pública pudieron recuperarme.
Nunca busqué directamente ayuda de policía y federales porque, desafortunadamente, hay mucho torcido. Temí que me entregaran y mataran.
Mira, por ejemplo, el chico que me puso en contacto con el tal “Veracruz”, un excompañero del ejército… pues no se ha sabido de él.
La esposa nunca supo más nada. Lo más seguro es que lo mataron.
Allá los matan, descuartizan, tiran en fosas. Pienso que a los carteles no les conviene que una persona que trabaja para ellos se marche luego a casa como si nada.
Uno, con las atrocidades que ve allá, recoge mucha información. A los carteles no les conviene que uno salga vivo a contar su historia.
Pienso que soy de los pocos que ha podido escapar de esa gente.
Una persona normal, sin una experiencia de 24 años de militar moviéndose por montes y selvas como yo, no sale vivo de allá.
A los cinco días de escaparme prendí el celular. Llamé a mis contactos en Colombia, que me gestionaron el rescate con la ONG en México y miembros de la fuerza pública de confianza.
Les dije que en cinco días volvía a llamar a revisar cómo era el proceso. Si no llamaba, les avisé, era porque no volverían a saber de mí.
En esos días no dejé que me viera ningún civil o campesino.
Cuando volví a llamar, me indicaron un punto de recogida, alejado del agua, más hacia una cordillera.
Efectivamente, al día siguiente, llegaron efectivos del ejército y funcionarios de la ONG.
Me esperaban con agua y sueros. Estaba bastante deshidratado.
Me llevaron a la ciudad de Morelia y de ahí iniciaron un rápido proceso de repatriación a Colombia, donde llegué tras esta larga travesía.
A uno lo llevan allá engañado. Te prometen cosas… y luego ves la verdad.
En México hay gente de las Farc, el ELN, paramilitares, policías y soldados trabajando para esa gente.
Me sorprende, la verdad. Supongo que muchos están engañados, amenazados y porque les toca; porque no han tenido el valor de escaparse.
Hay muchos colombianos allí porque somos muy guerreros, trabajadores, valientes, pero la verdad es muy mal negocio dejarse convencer por unos pesos de más. Uno de ahí no sale vivo. Pienso que pocos lo consiguen.
Me reservo el nombre del cartel del que me fugué. No quiero sacarlo a la luz.
En Colombia, desafortunadamente, estuvieron pendientes un par de días, pero ni me ayudaron ni protegieron.
Me tocó salir por seguridad y pedir asilo en la Unión Europea. Estoy trabajando, gracias a Dios.
Por lo menos llevo un año tranquilo.
*Orlando Paniagua es un seudónimo para proteger la identidad del testimonio.
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