
Cada 28 de diciembre, las bromas, los engaños inofensivos y las noticias falsas se vuelven protagonistas. Sin embargo, en un año marcado por lo inesperado, la realidad volvió a demostrar que no necesita exageraciones. En este Día de los Inocentes, repasamos algunos hechos de 2025 que sonaron a broma… pero ocurrieron de verdad.
El Día de los Santos Inocentes se celebra cada 28 de diciembre en varios países de habla hispana. Aunque su origen es religioso y recuerda un episodio bíblico, con el paso del tiempo la fecha se transformó en una jornada dedicada a las bromas, los engaños ligeros y las noticias falsas, similar al April Fool’s Day que se celebra en otros países.
Hoy, el Día de los Inocentes también funciona como un recordatorio de lo fácil que es confundir la realidad con la ficción, especialmente en la era digital
En 2025, México volvió a demostrar que cuando algo incomoda, primero se memeifica y luego se resignifica: tras el estreno de Emilia Pérez —que llegó a cines mexicanos en enero y fue duramente criticada por su mirada estereotipada sobre el país—, la respuesta no fue un hilo solemne, sino Johanne Sacreblue, una parodia nacida en TikTok que exageró hasta el absurdo todos los clichés franceses posibles.
Bigotes, baguettes, ratas, acentos imposibles y números musicales bastaron para que, en menos de una semana, el chiste se convirtiera en cortometraje viral, acumulara cientos de miles de vistas, entrara a IMDb y Letterboxd con calificaciones casi perfectas y fuera comentado por medios nacionales. En pleno espíritu del Día de los Inocentes, la historia dejó claro que en México la burla también es crítica cultural… y a veces tiene mejor recepción que la película original.
En 2025, Juan Gabriel volvió a hacer lo impensable: llenar la plancha del Zócalo capitalino sin estar vivo ni pisar un escenario. A casi una década de su fallecimiento, la proyección de uno de sus conciertos reunió a miles de personas que cantaron a todo pulmón “Querida” y “Amor eterno”, convirtiendo la plaza en un karaoke monumental.
El 19 de octubre de 2025, el Museo del Louvre, el más visitado del mundo, fue escenario de un atraco digno de película. Ladrones disfrazados de obreros forzaron una ventana de la Galería de Apolo y, en menos de ocho minutos, se llevaron joyas de la corona francesa valuadas en unos 88 millones de euros. Entre las piezas robadas había objetos vinculados con Napoleón y reinas del siglo XIX.
El golpe ocurrió en pleno horario de apertura y terminó con los asaltantes huyendo en scooters, dejando claro que ni el arte histórico está a salvo de métodos modernos…
En 2025, el turismo espacial dejó de parecer ciencia ficción para convertirse en pasarela de famosos. El 14 de abril, Katy Perry participó en un vuelo suborbital de Blue Origin junto a una tripulación completamente femenina, marcando la primera misión de este tipo desde 1963. El viaje duró apenas 10 minutos, pero fue suficiente para cruzar la línea de Kármán, tomarse fotos históricas y demostrar que, al parecer, ya no basta con llenar estadios: ahora también hay que salir del planeta.
Al final, 2025 dejó claro que la realidad y la cultura pop no necesita inventar bromas para parecer absurda. Entre conciertos que llenan plazas sin artista presente, memes que se convierten en cine y polémicas que terminan en tendencia, el Día de los Inocentes se vive todo el año. Porque si algo quedó demostrado es que, cuando el mundo parece una broma, lo más sensato es reírse…
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Los astrónomos han detectado señales de que nacen cada vez menos estrellas. Podría ser parte de un declive gradual del Universo y de todo lo que contiene. Pero ¿por qué? ¿Y cuánto deberíamos preocuparnos?
En las últimas dos décadas los astrónomos han ido notando pistas de que el cosmos tal vez ha pasado su mejor momento.
Una de esas señales es que menos estrellas han ido naciendo.
Ahora, eso no significa que el universo se está quedando sin estrellas. Hay estimaciones de que hay por lo menos un septimillón de ellas -eso es un número seguido de 24 ceros.
Pero los astrónomos creen que la producción de nuevas estrellas se está reduciendo.
El consenso científico actual es que el universo tiene una edad de 13.800 millones de años.
Las primeras estrellas se formaron poco después de que el Big Bang apareciera.
De hecho, el año anterior, el telescopio espacial James Webb halló un trío de estrellas en nuestra galaxia, la Vía Láctea, que se cree tienen una edad cercana a los 13.000 millones de años.
Las estrellas son esencialmente bolas gigantes de gas caliente que comenzaron su vida de la misma forma.
Ellas se forman en nubes enormes de polvo cósmico conocidas como nebulosas. La gravedad junta los gases, que eventualmente se calienta y se convierte en una estrella bebé, o como se le conoce, protoestrella.
A medida que el corazón de la estrella se calienta a millones de grados centígrados, los átomos de hidrógeno que están contenidos allí comienzan a agitarse para formar helio a través de un proceso llamado fusión nuclear. Esta reacción emite luz y calor y la estrella ahora está en una fase estable de “secuencia principal”.
Los astrónomos estiman que las estrellas en secuencia principal, incluido nuestro propio Sol, son aproximadamente el 90% de todas las estrellas del universo. El rango varía entre una décima parte hasta 200 veces la masa de nuestro Sol.
Eventualmente esas estrellas consumen su combustible y pueden tomar diferentes caminos en su manera de morir.
Estrellas con masas pequeñas como nuestro Sol entran en un proceso de desvanecimiento que puede durar miles de millones de años.
Para estrellas “hermanas” más grandes, con al menos ocho veces el tamaño del Sol, su final es más dramático: ellas se destruyen en una gran explosión conocida como supernova.
En 2013, un equipo internacional de astrónomos dedicados a estudiar las tendencias en la formación de estrellas afirmó que de todas las estrellas que iban a nacer en la historia del Universo, el 95% ya lo había hecho.
“Vivimos en un universo dominado por estrellas viejas”, dijo en ese momento el autor del estudio, David Sobral, en un artículo publicado en la revista Subaru Telescope.
En la línea del tiempo del universo, parece que su momento de mayor producción de estrellas ocurrió hace unos 10.000 millones de años, en un período conocido como el “Mediodía Cósmico”.
“Las galaxias convierten el gas en estrellas y lo están haciendo a una tasa decreciente”, explica el profesor Douglas Scott, cosmólogo de la Universidad de British Columbia en Canadá.
Scott es el coautor de un informe, que aún no se ha publicado, en el que se analiza información de los telescopios de la Agencia Espacial Europea, Euclides y Herschel.
Él y su equipo de investigadores espaciales fueron capaces de estudiar de forma simultánea cerca de 2,6 millones de galaxias, lo que fue posible gracias al mapa 3D del universo creado por la misión Euclides.
Los astrónomos estaban particularmente iuteresados en el calor que emiten las estrellas. Las galaxias con mayor tasa de formación de estrellas tienden a tener un polvo cósmico más caliente a medida que contienen estrellas más grandes y calientes.
El equipo halló que las temperaturas de las galaxias han ido disminuyendo en los últimos mil millones de años.
“Ya se nos pasó el momento de mayor formación de estrellas, y habrá cada vez menos formación de nuevas estrellas en el universo”, agrega Scott.
Es verdad que la muerte de las viejas estrellas puede llevar a la formación de nuevas usando el mismo material, pero no es tan simple.
Asumamos que tenemos una pila de materiales de construcción y la usamos para hacer una casa. Si queremos construir uno nuevo, podemos reciclar cosas de una casa vieja, pero no todo será útil.
“Eso significa que solo podemos hacer una casa más pequeña. Cada vez que hagamos una demolición, habrá menos materiales que sean útiles hasta que no se pueda construir nada”, señala Scott.
Eso es lo que pasa con las estrellas.
“Cada generación de estrellas tienen menos combustible para gastar y eventualmente no habrá suficiente combustible para hacer una estrella”, añade.
Y concluye: “Ya sabemos que las estrellas menos masivas son más comunes que las estrellas masivas en el universo”.
Los científicos han teorizado durante mucho tiempo que el universo llegará a su fin algún día. Simplemente no pueden estar seguros de cómo ni cuándo.
Una de las teorías más aceptadas actualmente es la muerte térmica.
También conocida como la “Gran Helada”, predice que a medida que el universo continúa expandiéndose, la energía se dispersará hasta que finalmente se enfríe demasiado para sustentar la vida. Las estrellas se alejan cada vez más, se quedan sin combustible y no se forman nuevas.
“La cantidad de energía disponible en el universo es finita”, explica Scott.
Pero antes de que mires con melancolía el cielo, la desaparición de las estrellas tomaría una cantidad astronómica de tiempo.
Scott estima que seguirán apareciendo nuevas estrellas durante los próximos 10 a 100 mil millones de años, mucho después de que nuestro Sol probablemente haya desaparecido.
En cuanto a la “Gran Helada”, podría tardar aún más: a principios de este año, astrónomos de la Universidad Radboud de los Países Bajos estimaron que el final llegaría en aproximadamente un quinvigintillón de años, es decir, un uno seguido de 78 ceros.
Hay tiempo de sobra, entonces, para apreciar las estrellas la próxima vez que haya una noche despejada.
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