Cuando a principios de julio se enteraron de que el Ejército estaba rellenando el Estero de Chac para construir el tramo 6 del Tren Maya, los habitantes de Bacalar se acordaron de lo que pasó hace unos 25 años, cuando el gobierno de Quintana Roo tapó la desembocadura para construir una carretera y el nivel de la laguna subió por arriba de los muelles.
Al no quererse encontrar nuevamente con el agua hasta los tobillos, un grupo de ciudadanos decidió protestar hasta conseguir una reunión con la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), que les explicó su proyecto. Hasta aquel momento lo desconocían, pues jamás la población de Bacalar fue informada ―y mucho menos consultada― sobre los detalles de la construcción del Tren Maya.
Fue durante la junta con Sedena que los pobladores descubrieron que, en este caudal, donde el sistema lagunar de Bacalar encuentra al Río Hondo permitiendo su regulación hídrica, el Ejército está construyendo un camino para que una máquina perforadora cruce el estero y ponga los pilotes del puente del Tren Maya. Durante un recorrido realizado en el estero de Chac, el 14 de julio, se pudo averiguar que efectivamente una máquina perforadora está en función en la orilla del estero y que, unos metros más allá, las excavadoras están trabajando a pleno ritmo en el trazado de la obra.
“Lo primero que hizo Sedena fue afirmar que el relleno del estero había sido un error humano… un error humano sería un volquetazo, ¿no? Aquí fueron muchos más”, dice Josafat Casasola, representante de la Asociación de Prestadores de Servicios Náuticos de Bacalar, quien participó en la reunión.
“No llegamos a un acuerdo escrito, pero el Ejército se comprometió a volver a dragar una vez que termine de poner los pilotes, para dejar el canal y los humedales lo más cercano a como estaban”.
La situación en el Estero de Chac dividió a la población de Bacalar.
Unos piensan que las obras afectarán irremediablemente a este delicado ecosistema y piden la suspensión de la construcción del tramo del Tren Maya que va de Chetumal a Bacalar, cuya Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) fue aprobada sin los estudios necesarios.
“Por razones de presupuesto y tiempos políticos se ha priorizado la celeridad y la urgencia de terminar la obra sin una estrategia de prevención de impactos”, escriben en una carta pública.
Otros quieren que el ferrocarril cruce Bacalar, aunque están preocupados por el medio ambiente. “No se trata de frenar la construcción del Tren Maya, es una obra que nos va a beneficiar, pero el daño ecológico sí me preocupa”, dice el representante de la Asociación de Prestadores de Servicios Náuticos.
A Josafat Casasola lo encontré en el muelle 18 de Bacalar un domingo temprano, cuando el calor todavía no había empañado la laguna y el único ruido eran los mástiles de un par de veleros ondeando. Al señalar el terreno a lado del desembarcadero, donde un restaurante con muelle privado reemplazó a la escuela primaria, Casasola recordó que el proceso de privatización de la laguna comenzó “hace muchísimo tiempo”.
Según una investigación de Luis Alberto Rojas Castillo y Juan Roberto Calderón Maya, de la Universidad Autónoma del Estado de México, en los años 60 empezó el proceso de urbanización turística del pueblo, cuando empresarios y políticos locales se apoderaron de las tierras ejidales para construir sus casas vacacionales.
Bacalar se volvió un centro turístico importante en la última década. De acuerdo con la Secretaría de Turismo de Quintana Roo (SEDETUR), en los 10 años anteriores a la pandemia el municipio registró un incremento en el número de visitantes del 800%.
Los colores cristalinos de sus aguas pasaron de boca en boca y el sargazo que iba llenando las playas de la Riviera Maya empujó los turistas hacia nuevos destinos. Esto conllevó un aumento vertiginoso de los empleos relacionados con el turismo, que según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) se duplicaron entre 2013 y 2018.
Hoy en día, la orilla occidental de la Laguna de Bacalar es una sucesión de bares y restaurantes costosos que tapan casi completamente su acceso, dejando a los habitantes unos pocos muelles públicos para asolearse y bañarse. Unas cuadras más adentro, Bacalar es un pueblo como los demás: hay carritos que venden tamales, puestos de micheladas y vacas pastando en los pocos lotes que quedaron sin vender. Desde que Sedena empezó a construir el Tren Maya, en la tarde el ejército patrulla el centro del poblado, a pesar de que no tiene problemas relevantes de seguridad.
“Los pueblos y las comunidades están siendo militarizadas y esto nos alarma. Además, la llegada de tanta gente de afuera está impactando las dinámicas locales: hay comunidades donde los trabajadores de la obra son más numerosos que los habitantes. La gente se queja porque molestan a las mujeres y toman alcohol en los parques donde juegan los niños”, dice Aldair T’uut’, de la Asamblea de Defensores del Territorio Maya Múuch’ Xíinbal.
“Nos preocupan también los impactos ambientales, que son terribles, y la impunidad de la que goza Sedena: está cortando manglares, tapando humedales y rellenando el Estero de Chac, pero no tendrá ninguna sanción”.
Aldair T’uut’ me acompañó a recorrer una parte del tramo 6, que va de Bacalar a Tulum. Estábamos en la orilla del trazado de la obra, esperando a una de las familias que serán desalojadas de su casa para dejar espacio a las vías, cuando el encargado de seguridad apareció diciéndonos que no podíamos sacar fotos ni quedarnos allí, a pesar de que ningún cartel señalaba esta prohibición.
“Es una obra que no a todo el mundo le gusta”, contestó cuando preguntamos por qué teníamos que retirarnos. “Es zona federal, por su propia seguridad se tienen que ir”.
Felipe de Jesús Castro Gómez, comisariado ejidal de Bacalar, no niega los impactos ambientales del Tren Maya, pero piensa que hay que aceptarlos en nombre del crecimiento económico. “Toda obra causa un impacto al medioambiente. Si queremos que la gente tenga más fuentes de trabajo, necesitamos sacrificar algo”, afirma.
En junio de 2022, el ejido de Bacalar cedió a Fonatur 56.4 hectáreas para la construcción de la obra. La indemnización fue de 2 millones 900 mil pesos por hectárea y los 165 ejidatarios quedaron contentos.
Hoy, el Agrupamiento de Ingenieros Militares Felipe Ángeles está construyendo dos tramos del Tren Maya en Bacalar, con una extensión de unos 250 kilómetros cada uno: el tramo 6, que va hasta Tulum, y el tramo el 7, que lleva a Escárcega. Además, se construirá una estación del tren que permitirá a los turistas bajar en Bacalar y disfrutar de su laguna, sus cenotes y -algún día- de la zona arqueológica de Ichkabal, que se encuentra a unos 40 km del pueblo.
A mediados de los años 90, un ejidatario de Bacalar se encontraba trabajando en su parcela cuando empezó a sospechar que debajo de un montículo podía haber algo. No sabía que estaba parado encima de Ichkabal, antigua ciudad maya cuya pirámide, con sus 46 metros de altura, es todavía más imponente que la de Chichén Itzá.
Unos años después, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) empezó las excavaciones y, de acuerdo con el comisariado ejidal, hasta ahora la majestuosa pirámide es el único edificio visible. El INAH ya delimitó el sitio, pero las negociaciones por la cesión de sus 108 hectáreas están estancadas: el gobierno federal ofreció al ejido de Bacalar una indemnización de 470 mil pesos por hectáreas y, después de algunas reuniones, dejó de acercarse. La cifra propuesta no satisface a los ejidatarios, que piden además ser involucrados en el proyecto.
“Que sea el ejido quien preste los servicios de transporte, estacionamiento, restaurante y hoteles”, dice Felipe de Jesús Castro Gómez.
El comisariado ejidal es dudoso sobre la fecha de apertura al público del sitio arqueológico, pues hasta el momento no hay ningún tipo de servicio en la zona y los caminos son de terracería.
En febrero, en una entrevista con el diario Excélsior, el titular del INAH en Quintana Roo, Margarito Molina, afirmó que la zona arqueológica de Ichkabal será abierta al público en mayo de 2024.
Una de las mayores preocupaciones de quienes se oponen a la construcción del Tren Maya en Bacalar es que las instituciones no sean capaces de ofrecer los servicios públicos necesarios a proteger al medio ambiente de los impactos que el incremento del turismo irremediablemente conllevará.
“No existe una planeación integral, no hay un plan de cómo se va a hacer con el drenaje, el agua potable o la basura. Ya ahora cuando está seco los tiraderos se incendian y el humo baja hasta la laguna, que huele a basura quemada”, dice Sergio Madrid del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible.
A la Laguna de Bacalar también le dicen Laguna de los Siete Colores. El tinte de sus aguas depende de si hay sol o está nublado, de la hora del día y del fondo lagunar.
Algunos pobladores afirman que antes era más fácil distinguir sus siete matices azules. De hecho, según Luisa Falcón Álvarez del Instituto de Ecología de la Universidad Autónoma de México (UNAM), los basureros a cielo abierto, los fertilizantes utilizados en los cultivos y la falta de tratamiento de aguas residuales ocasionaron el vertimiento de grandes cantidades de nitrógeno y fósforo a la laguna, modificando sus tonos hacia verdes y cafés.
De todas formas, la hora mejor para apreciar sus colores es el mediodía: usted puede agarrar un kayak, remar un rato y mientras intentar adivinarlos, aprovechando de la luz del sol en su cenit.
El crimen ocurrió apenas horas después de que Ucrania viviera una nueva ola de ataques por parte del ejército ruso.
El expresidente del Parlamento ucraniano, Andrii Parubii, fue asesinado por un sujeto que le propinó varios disparos y huyó en una bicicleta, informó la policía.
El político, quien militaba en el partido opositor Solidaridad Europea del expresidente ucraniano Petro Poroshenko, murió en la ciudad de Lviv, al oeste de Kyiv y cerca de la frontera con Polonia.
El presidente ucranio, Volodymir Zelensky, confirmó el crimen y lo calificó de “terrible”.
Asimismo, el mandatario aseguró que “todas las fuerzas y medios necesarios han sido desplegados para investigar el suceso y para hallar al responsable”.
Las primeras informaciones indican que el asesino se desplazaba en una bicicleta y portaba una mochila similar a la que emplean los repartidores de comida, reportó el servicio ucraniano de la BBC.
Los motivos del crimen y la identidad del perpetrador se desconocen. Sin embargo, Parubii, quien tenía 54 años, era un veterano legislador nacionalista y proeuropeo.
El político participó tanto en la Revolución Naranja de 2004 como en el llamado Maidán de 2013-2014, movimientos que buscaban acercar a Ucrania a Occidente y alejarla de la influencia del Kremlin.
Tras el derrocamiento del presidente prorruso Viktor Yanukovych, Parubii fue nombrado secretario del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa, cargo que desempeñó hasta que Rusia ocupó la península de Crimea, reportó el diario ucraniano Kyiv Independent.
Posteriormente fue elegido diputado a la Rada (Parlamento) y luego de la invasión se alistó al ejército ucraniano.
“Esto es terror”, denunció el partido Solidaridad Europea en un comunicado, en el cual describió al fallecido político como “uno de los fundadores de la Ucrania moderna… íntegro y decente, patriota e inteligente”.
Por su parte, Ruslan Stefanchuk, actual presidente del parlamento, calificó a Parubii de “defensor consecuente del Estado ucraniano”.
“Ucrania ha perdido a un gran hijo, pero su causa vivirá mientras exista nuestro Estado”, añadió Poroshenko.
El asesinato del legislador estuvo cerca de coincidir con una nueva ola de ataques “masivos” contra Ucrania por parte de Rusia.
Durante la madrugada del sábado, decenas misiles y drones cayeron sobre las provincias de Zaporiyia y de Dnipropetrovsk, al sur y centro oriente del país.
Las autoridades militares ucranianas aseguraron haber neutralizado más de 500 de los 600 artefactos lanzados por las fuerzas del Kremlin. No obstante, los que lograron atravesar las defensas antiaéreas dejaron al menos una persona muerta y más de 28 heridos, entre ellos tres niños, de acuerdo con los servicios de emergencia.
Moscú aseguró que sus bombardeos estuvieron dirigidos contra la infraestructura de misiles y la aviación ucraniana.
“Se alcanzaron los objetivos del ataque; todos los objetivos designados fueron alcanzados”, se lee en un comunicado del Ministerio de Defensa de Rusia.
Sin embargo, las imágenes difundidas por las autoridades ucranianas muestran varios edificios residenciales dañados.
Las sirenas antiaéreas también volvieron a sonar en Kyiv, la capital, durante la noche del viernes y la madrugada del sábado.
Pero los ciudadanos ucranianos no fueron los únicos que pasaron la noche en vela ante el temor de la llegada de cohetes y drones, en varias provincias rusas se repitió una escena similar.
El Ministerio ruso de Defensa aseguró haber derribado unos 86 drones en distintas zonas, entre ellas el Mar Negro y las regiones de Rostov, Bryansk y la anexionada Crimea, sin que se registraran heridos o consecuencias.
Sin embargo, las autoridades ucranianas aseguraron haber golpeado dos refinerías de petróleo en Krasnodar y Syzran.
En una publicación en Facebook, el Estado Mayor de Ucrania informó sobre “numerosas explosiones y un incendio” en la planta de Krasnodar.
Aún se desconoce la magnitud de los supuestos daños a las instalaciones, las cuales suministran diversos combustibles, incluido combustible de aviación, a las Fuerzas Armadas rusas.
En medio de esta nueva ola de ataques rusos contra Ucrania, EE.UU. ha decidido autorizar la venta de nuevas armas a Kyiv.
Según el Ministerio ucraniano de Defensa, Washington aprobó la venta de armas por un valor de US$ 300 millones de dólares, incluyendo sistemas Patriot y la compra y el mantenimiento del sistema Starlink de Elon Musk.
“Los sistemas de defensa aérea Patriot son vitales para Ucrania”, declaró el ministerio en un comunicado.
“(Estos sistemas) protegen a nuestra gente, nuestras ciudades y nuestra infraestructura crítica de los continuos ataques aéreos rusos. Agradecemos a nuestros socios estadounidenses su apoyo”, se remata en el escrito.
Entretanto, en Copenhague (Dinamarca) los ministros de Relaciones Exteriores de la Unión Europea (UE) se encuentran reunidos debatiendo la posibilidad de imponer nuevas sanciones contra Rusia para forzarla a sentarse a negociar el fin de la guerra.
*con información de Tom Bennett, Katy Watson y Thomas Mackintosh
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.
Utilizamos cookies propias y de terceros para personalizar y mejorar el uso y la experiencia de nuestros usuarios en nuestro sitio web.