La escritora mexicana Cristina Rivera Garza obtuvo el Premio Pullitzer en Memoria por su libro el Invencible Verano de Liliana.
La autora ganó el Pulitzer Memorias o Autobiografías, en donde también se encontraban los libros: “Las mejores mentes: una historia de amistad, locura y la tragedia de las buenas intenciones”, de Jonathan Rosen y “El país de los ciegos: una memoria al final de la vista” por Andrew Leland.
En su página, el Premio Pullitzer destaca el reconocimiento a “un relato que cambia el género de la hermana de 20 años de la autora, asesinada por un exnovio, que mezcla memorias, periodismo de investigación feminista y biografía poética unidos con una determinación nacida de la pérdida”.
La Secretaría de Cultura felicitó a la escritora Cristina Rivera Garza por haber ganado el Premio Pulitzer.
De acuerdo con la editorial, el libro relata el feminicidio que se cometió contra la hermana de la autora.
“El 16 de julio de 1990, Liliana Rivera Garza, mi hermana, fue víctima de un feminicidio. Era una muchacha de 20 años, estudiante de arquitectura. Tenía años tratando de terminar su relación con un novio de la preparatoria que insistía en no dejarla ir. Unas cuantas semanas antes de la tragedia, Liliana por fin tomó una decisión definitiva: en lo más profundo del invierno había descubierto que en ella, como bien lo había dicho Albert Camus, había un invencible verano. Lo dejaría atrás. Empezaría una nueva vida. Haría una maestría y después un doctorado; viajaría a Londres. La decisión de él fue que ella no tendría una vida sin él”, dice la descripción.
“Hace apenas un año decidí abrir las cajas donde depositamos las pertenencias de mi hermana. Su voz atravesó el tiempo y, como la de tantas mujeres desaparecidas y ultrajadas en México, demandó justicia”, escribió Cristina Rivera Garza.
Además, la escritora agregó que “el invencible verano de Liliana es una excavación en la vida de una mujer brillante y audaz que careció, como nosotros mismos, como todos los demás, del lenguaje necesario para identificar, denunciar y luchar contra la violencia sexista y el terrorismo de pareja que caracteriza a tantas relaciones patriarcales. Este libro es para celebrar su paso por la tierra y para decirle que, claro que sí, lo vamos a tirar. Al patriarcado lo vamos a tirar”.
Cristina Rivera Garza nació el 1 de octubre de 1964 en Matamoros, Tamaulipas. Estudió la licenciatura en Sociología en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la maestría y el doctorado en Historia Latinoamericana en la Universidad de Houston.
De acuerdo con el Colegio Nacional, se ha ocupado de temas como la migración, identidad, salud mental, feminicidios, estudios de género, necropolítica y las condiciones en que surge la obra literaria.
Ha impartido clases en la UNAM, el Centro Cultural Tijuana; codirectora y profesora de la Cátedra de Humanidades del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, campus Toluca; profesora visitante distinguida de la Universidad de Washington, en San Luis; profesora del Departamento de Literatura de la Universidad de California, entre otros.
Es autora de las novelas Nadie me verá llorar (1999), La cresta de Ilión (2002), Lo anterior (2004), La muerte me da (2007), Verde Shanghai (2011), El mal de la taiga (2012), Había mucha neblina o humo o no sé qué (2016), Autobiografía del algodón (2020) y El invencible verano de Liliana (2021).
Ha escrito los libros de cuentos La guerra no importa (1991), Ningún reloj cuenta esto (2002), La frontera más distante (2008), Allí te comerán las turicatas (2013) yNew and Selected Stories (2022).
Como poeta ha escrito La más mía (1998), Los textos del yo (2006), El disco de Newton. Diez ensayos sobre el color (2010), Viriditas(2011), La imaginación pública (2015) y La fractura exacta. Poesía completa (2020). Parte de su obra ha sido traducida a múltiples lenguas.
Rivera Garza ha sido acreedora a numerosos premios y reconocimientos, entre ellos, la beca Salvador Novo 1984, del Instituto Nacional de Bellas Artes; la beca Jóvenes Creadores 1994-1995 y 1999-2000, en narrativa y poesía, respectivamente, del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes; el Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2001 y 2009, de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara; el Premio Excelencia en las Letras José Emilio Pacheco 2016; Premio Xavier Villaurrutia 2021; y la beca María Zambrano 2022-2023, de la Universidad de Barcelona.
Ha sido miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte (2010-2013) y es doctora honoris causa por la Universidad de Houston (2012).
La activación de un gen sería la razón por la que algunos gatos, particularmente los machos, tienen pelaje rojizo.
Ahora, científicos de dos continentes han resuelto el misterio en el ADN que da a nuestros amigos peludos, particularmente a los machos, su notable color.
Descubrieron que a los gatos pelirrojos o de color naranja les falta una sección de su código genético, lo que significa que las células responsables de su pelaje, ojos y tono de piel producen colores más claros.
El avance ha alegrado no solo a los científicos, sino también a los miles de amantes de los gatos que originalmente financiaron la investigación.
Los científicos esperan que resolver el rompecabezas también pueda ayudar a arrojar luz sobre si los gatos de color naranja corren un mayor riesgo de padecer ciertos problemas de salud.
Se sabe desde hace décadas que es la genética la que da a los gatos atigrados de color naranja su tono distintivo, pero hasta ahora los científicos no encontraban la ubicación exacta en el código genético.
Dos equipos de científicos de la Universidad de Kyushu en Japón y la Universidad de Stanford en EE.UU. revelaron el misterio en artículos simultáneos publicados este jueves.
Lo que descubrieron los equipos fue que en los melanocitos -las células responsables de dar al gato su pelaje, sus folículos pilosos y el color de sus ojos- de estos animales el gen ARHGAP36 es mucho más activo.
Los genes están formados por fragmentos de ADN que dan instrucciones a las células de un gato, como a las de otros seres vivos, sobre cómo funcionar.
Al comparar el ADN de decenas de gatos con y sin pelaje naranja, hallaron que aquellos con coloración rojiza tenían una sección del código de ADN faltante en este gen ARHGAP36.
Sin este ADN la actividad del ARHGAP36 se incrementa. Los científicos creen que el gen instruye a esos melanocitos a producir un pigmento más claro.
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Durante décadas, los científicos han observado que los gatos con coloración completamente rojiza tienen muchas más probabilidades de ser machos. Esto coincide con el hecho de que el gen se encuentra en el cromosoma X.
Los cromosomas son secciones más grandes de ADN y los gatos machos, al igual que otros mamíferos, tienen un cromosoma X y uno Y, que contienen diferentes cantidades de genes.
Como se trata de un gen que se encuentra únicamente en el cromosoma X, que en este caso controla la producción de pigmento, basta con que falte un fragmento de ADN para que un gato se vuelva completamente pelirrojo.
En comparación, las gatas tienen dos cromosomas X, por lo que sería necesario perder ADN en ambos cromosomas para aumentar la producción de pigmentos más claros en la misma medida, lo que significa que es más probable una coloración mixta.
“Estas formas rojizas y negras se deben a que, al principio del desarrollo, un cromosoma X en cada célula se intercambia aleatoriamente”, explica el profesor Hiroyuki Sasaki, genetista de la Universidad de Kyushu.
“A medida que las células se dividen, se crean áreas con diferentes genes activos de color de pelaje, lo que da lugar a manchas distintivas”.
Aunque el estudio está basado en principios científicos, originalmente comenzó como un proyecto de pasión para el profesor Sasaki.
Se había retirado de su puesto universitario, pero como amante de los gatos dijo que quería seguir trabajando para descubrir el gen del gato naranja con la esperanza de que pudiera “contribuir a la superación de las enfermedades felinas”.
Él y su equipo recaudaron 10,6 millones de yenes (US$73.000) entre miles de amantes de los gatos en Japón y el mundo a través de financiación colectiva para poder llevar a cabo el estudio.
Uno de los contribuyentes escribió: “Somos hermanos y cursamos primero y tercer grado de primaria. Donamos nuestro dinero de bolsillo. Úsenlo para investigar sobre los gatos calicó”.
El gen ARHGAP36 también está activo en muchas otras áreas del cuerpo, incluido el cerebro y las glándulas hormonales, y se cree que es importante para el desarrollo.
Los investigadores creen que es posible que la mutación del ADN en el gen pueda causar otros cambios en estas partes del cuerpo vinculados a condiciones de salud o temperamento.
El gen ARHGAP36 se encuentra en humanos y se ha relacionado con el cáncer de piel y la caída del cabello.
“Muchos dueños de gatos se dejan llevar por la idea de que los diferentes colores y patrones de pelaje están vinculados a diferentes personalidades”, afirmó el profesor Sasaki.
“Aún no hay evidencia científica que respalde esto, pero es una idea intrigante y me encantaría explorarla más a fondo”.
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