De los 2 mil 942 posgrados que integran el Sistema Nacional de Posgrados (SNP), solo 542 son considerados prioritarios para recibir una beca del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt), es decir, solo el 18.4%.
De acuerdo con datos del propio Consejo, 104 universidades, colegios e instituciones de educación superior públicos han resultado afectadas en distintos niveles, por el recorte de becas.
Un análisis elaborado por el estudiante de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales del CIDE Diego Micher, basado en datos del Portal de Consultas del Sistema Nacional de Posgrado de Conahcyt , revela que las instituciones autónomas y colegios más afectados son:
Sin embargo, en cuanto a las 104 instituciones públicas que cuentan con posgrados inscritos ante el Conahcyt, hay algunas en las que el 100% son considerados como “no elegibles” para becas, se trata, principalmente, de institutos tecnológicos.
Por otro lado, las que están 100% “en revisión” para la entrega de una beca son:
De acuerdo con los lineamientos del SNP, el Conahcyt clasificó los posgrados en cuatro categorías: Programas de posgrado impartidos por instituciones de educación superior (IES) públicas y programas impartidos por IES privados ambos orientados a la investigación en ciencias y humanidades, incluidas las disciplinas creativas.
En la tercera categoría se encuentran los programas de posgrado impartidos por IES públicas que están orientados a la profesionalización de las personas; mientras que en la cuarta categoría están los programas de profesionalización de IES privadas.
De los cuatro, los que se imparten en instituciones de educación superior y centros de investigación privados no son elegibles para las becas de Conahcyt. A nivel nacional, 128 posgrados se encuentran en estas categorías, 21 son considerados con orientación a la investigación y 107 a la profesionalización.
Sobre los 2 mil 814 que se imparten en instituciones públicas, solo 542 son considerados prioritarios para la asignación de becas, debido a que están orientados a la investigación; mientras que los 2 mil 272 que están en la categoría 3 pueden ser “elegibles”, estar “proceso de revisión” o “no elegibles” dependiendo si responden a “asuntos de interés público nacional o de atención prioritaria que contemple la agenda nacional”.
En este sentido, conforme al acuerdo por el que se establecen los posgrados de la categoría 3 (profesionalizante), solo 217 cuentan con las características para obtener una beca del Conahcyt y 2 mil 55 quedarían fuera.
Los “elegibles” se encuentran en áreas de la salud humana (38 posgrados); arte y cultura (9); preservación, protección y mejoramiento del ambiente (52); ingenierías y tecnologías (50); ciencias sociales (48); educación (15) y administración (5).
La diferencia entre los enfocados a la investigación y los de profesionalización radica en que los primeros “aportan a la generación de nuevo conocimiento”, mientras que en el segundo caso los considera como programas para “la formación de personas dedicadas a aplicar el conocimiento humanístico, científico y tecnológico para el desempeño de su profesión”, entre otras características detalladas en los lineamientos del Sistema Nacional de Posgrados.
Las universidades autónomas con más posgrados dentro de la categoría 1, es decir, de los considerados prioritarios para obtener una beca son: la UNAM (con 57 prioritarios de 143 posgrados); Universidad de Guadalajara (36 de 215); Centro de Investigación y Estudios Avanzados del IPN (33 de 66); UAM (32 de 107) y la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (30 de 88).
Sin embargo, en cuanto a porcentajes totales, las IES con menos rechazos directos son:
En este caso, aunque los posgrados de la Universidad de Chapingo y del Colegio de Postgraduados son “elegibles” entre el 88% y 86%, respectivamente, también aparecen dentro de la lista de las instituciones más afectadas porque aunque el grueso de sus posgrados podrían acceder a una beca, estos pertenecen a la categoría 3 de “no prioritarios”, por lo que dependen del presupuesto del Conahcyt y de que promuevan temas de interés para la “agenda nacional”, según los lineamientos del Consejo.
Entre las áreas más beneficiadas por el Conacyt para la entrega de becas están: las ciencias físico matemáticas y ciencias de la tierra; biología y química; medicina y ciencias de la salud; humanidades y ciencias de la conducta; ciencias sociales; ciencias agropecuarias y biotecnología e ingeniería y tecnología.
El viernes, la gobernadora María Eugenia Campos Galván en compañía de Luis Carlos Hinojosa Gallardo, director de Investigación y Posgrado de la Universidad Autónoma de Chihuahua, dieron a conocer que más del 90% de becas Conahcyt destinadas a temas de investigación fueron retiradas
“Se le redujeron las becas por parte del Conahcyt. Las becas para jóvenes con un argumento de que la educación que se da a través de estas becas es capacitación ideológica capitalista”, dijo Maru Campos a medios de comunicación.
La gobernadora criticó que la reducción golpeó fuerte a las universidades de Chihuahua, Coahuila y Querétaro, y dijo que estos apoyos económicos son primordiales para el desarrollo de la educación.
El pasado 9 de agosto, la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) anunció que interpondrá un amparo contra los nuevos lineamientos de la Ley General de Ciencia por los cuales la institución perdería 23 programas de posgrado y los alumnos no podrán solicitar becas que se otorgan a través del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt).
De acuerdo con Teresa García Gasca, rectora de la Universidad Autónoma de Querétaro, la nueva Ley General de Ciencias, Tecnologías, Humanidades e Innovación (LGHCTI) está condicionando el otorgamiento de becas a la gratuidad e informó que procedería en términos legales “por la legítima defensa de los intereses de la comunidad universitaria”.
La UAQ señaló esta decisión como “injusta y autoritaria” ya que los documentos por los cuales desaparecen los programas de posgrado “emanan de la junta de gobierno impuesta de forma controversial y no acordada con la comunidad científica”.
Esta protesta institucional se suma a la de cientos de estudiantes que fueron notificados que ya no recibirán una beca porque los programas que cursan no son prioritarios y que han acudido a las instalaciones del Consejo para exigir los apoyos económicos.
Datos del movimiento #SinBecaConahcyt detallan que tan solo en la Ciudad de México hay 450 estudiantes perjudicados en 15 planteles. La afectación es principalmente con áreas vinculadas a los negocios, a la administración, actuaría y matemáticas aplicadas a negocios.
La corresponsal de BBC Mundo en Los Ángeles narra cómo se están viviendo los históricos incendios que afectan a la ciudad californiana.
“Sube a la terraza. Dicen que el fuego es ya visible desde Santa Mónica”.
Al mediodía del martes, recibí la llamada de mi marido con incredulidad.
A pesar de que las condiciones climatológicas auguraban ya desde el domingo una receta para el desastre —los “vientos endemoniados” de Santa Ana con rachas de hasta 160km/h y una sequedad extrema por meses sin lluvias—, parecía una alerta más en una ciudad acostumbrada a ellas.
Poco podía imaginar que estaba a punto de presenciar la primera de una serie de escenas apocalípticas; una de las muchas que desde entonces siguen dejando los que ya son los peores incendios de la historia de Los Ángeles.
Subida al techo de mi bloque de apartamentos, avisté en las montañas de Santa Mónica una tímida llama.
A los cinco minutos, era ya una mancha naranja que se expandía a toda velocidad desde las colinas boscosas hacia Pacific Palisades, un área residencial de clase alta densamente poblada y salpicada de mansiones de famosos.
Una espesa y negra columna de humo se inclinaba hacia el Pacífico, borrando de la vista viviendas, palmeras, arena, el icónico muelle de Santa Mónica y su parque de atracciones que, con 10 millones de visitantes anuales, es uno de los grandes focos del turismo de Los Ángeles.
En menos de 24 horas los incendios serían ya cuatro, unos monstruos llamados Palisades, Woodley, Eaton y Hurst que acorralaban la ciudad por distintos frentes, avanzando sin precedentes en zonas urbanas y dejando a su paso escenas dignas del peor infierno imaginado por Hollywood.
Y para la tarde del miércoles otro, bautizado Sunset, empezaría a arder en las colinas de Hollywood, cerca de donde se ubica el famoso cartel.
“Es un momento trágico en nuestra historia, algo nunca antes visto”, le dijo a los periodistas el jefe del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD), Jim McDonnell, el martes por la noche.
Mientras, los medios locales repetían las imágenes caóticas de las primeras horas de evacuación en Pacific Palisades: un cuello de botella de cinco kilómetros en la principal vía de entrada y salida a la zona, por vecinos que huían despavoridos y bomberos que trataban de acceder.
Maquinaria pesada empujando, amontonando y dejando para el desguace los vehículos que otros residentes habían dejado atrás, obstaculizando el paso a los camiones cisterna.
Gente huyendo a pie, cargando niños y mascotas, y arrastrando maletas, con álbumes de fotos bajo el brazo.
También estaba la resistencia, aquellos que, a pesar de la orden de las autoridades, se negaban a abandonar sus hogares y los defendían —ilusos e imprudentes— de Goliat con sus mangueras desde el jardín.
“Por favor, prioricen su seguridad y el bienestar de quienes les rodean”, tuvo que repetir en una rueda de prensa el jefe de bomberos del condado de Los Ángeles, Anthony Marrone, un mensaje en el que ya habían insistido otros funcionarios, incluido el gobernador Gavin Newsom.
Empezaron a reportar muertos, heridos por quemaduras, más de 1.000 edificaciones destruidas. Los evacuados se contaban ya por decenas de miles.
Algunos, como los residentes de un centro para la tercera edad de Altadena, fueron sacados en sus sillas de ruedas, muchos de ellos confundidos y asustados, para ser reubicados en un lugar seguro.
Mis redes sociales y mi WhatsApp se llenaron de videos con el fuego avanzando por la Autopista de la Costa Pacífica (PCH), la carretera estatal que bordea California a lo largo de cientos de kilómetros.
Por ella regresé el sábado de surfear la icónica ola de Malibú, una de las mejores del mundo cuando las condiciones acompañan.
Observando desde el auto las mansiones suspendidas sobre el océano, volvimos a uno de nuestros comentarios más recurrentes: “Con el cambio climático, en 50 años esas casas no estarán ahí”.
Muchas ya no están. Pero no fue el mar el que se las llevó por delante. Vivienda tras vivienda quedaron reducidas a cenizas, el esqueleto a la vista.
La misma suerte corrió el Reel Inn, restaurante especializado en pescado a pie de carretera y que ocupa un lugar en el corazón de muchos angelinos.
“Tuve varias citas preciosas en el Reel Inn tras un día de playa. Terrible que ya no exista”, escribió en Instagram una antigua compañera.
Y las llamas llegaron a amenazar la Villa Getty, situada también sobre la PCH, réplica de una casa de campo sepultada en el año 79 d.C. por una erupción del Vesubio que el multimillonario petrolero y mecenas J. Paul Getty mandó a construir en los setenta.
Museo y centro de arte, es también conocido por acoger veladas de Hollywood y reuniones políticas de alto nivel.
En contraste a ese glamour, pensé en las autocaravanas aparcadas a la orilla de la carretera que sirven de vivienda a aquellos que no tienen techo y que he visto multiplicarse desde que llegué a Los Ángeles en marzo de 2022.
“Hablé con Jose (el tipo que vive en una RV con su familia) y están bien, lejos de la zona (de Palisades)”, escribió en un story de Instagram un fotógrafo e instructor de surf que recorre cada mañana las playas desde Malibú a Sunset.
“Randy decidió quedarse, pero uno de los centros de comando (de los bomberos) está en el cruce de PCH con Sunset (Boulevard) y espero que lo hagan evacuar”, añadió.
Sin embargo, con varios frentes abiertos, los servicios de emergencia no dan abasto. “Lo estamos haciendo lo mejor posible pero no tenemos suficiente personal”, le reconoció a Los Angeles Times el jefe de bomberos del condado, Anthony Marrone.
El condado de Los Ángeles cuenta con 9.000 efectivos, entre el departamento de bomberos y otras agencias.
Pero apenas pudieron descansar desde mediados de diciembre, cuando un incendio llamado Franklin devoró durante nueve días las colinas de Malibú. Noviembre fue otro mes de apagar fuegos.
Y es que Los Ángeles es particularmente vulnerable a los incendios,ya que los barrios ricos y suburbios se encuentran con la naturaleza y se extienden cual laberinto entre cañones y cadenas montañosas.
Para asistirlos esta vez, departamentos de bomberos de condados vecinos mandaron refuerzos, y Marrone pidió ayuda más allá del estado, llamado al que ya respondieron Nevada, Oregón y Washington.
Mientras, decenas de voluntarios se lanzaron a colaborar.
Iniciaron colectas para aquellos que tuvieron que correr a albergues, para los que se quedaron sin nada, los que sacaron de residencias de ancianos o centros para menores.
Yo seguí revisando cada 10 minutos la página del gobierno estatal que refleja el avance de los incendios a tiempo real en California, especificando daños y marcando zonas de evacuación: en amarillo cuando es sugerida, en rojo cuando es ya obligatoria.
Y viendo la línea de desalojo acercarse a la calle en la que vivo con mi familia, empacamos los enseres básicos en el coche.
Precavidos y para evitar atascos, el miércoles al mediodía dejamos atrás Santa Mónica.
De camino al hotel leí que ya habían empezado el desalojo obligatorio de mi barrio.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas