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Aumenta violencia contra jornaleros de zonas agrícolas; Michoacán y Sonora con más casos
Aumenta violencia contra jornaleros de zonas agrícolas; Michoacán y Sonora con más casos
Foto: Cuartoscuro/Archivo
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Aumenta violencia contra jornaleros de zonas agrícolas; Michoacán y Sonora con más casos

Aunque no existe registro oficial, desde 2011 han ocurrido al menos 14 ataques letales a jornaleros, más de la mitad después de 2021, además de otros casos no documentados. Las condiciones laborales, sociales y económicas de las zonas agrícolas son terreno fértil.
19 de marzo, 2024
Por: Marcela Nochebuena

Por lo menos de tres años atrás a la fecha, los hechos de violencia en zonas agrícolas son cada vez más visibles. A pesar de ello, sigue sin existir un registro oficial certero, de acuerdo con lo documentado por académicos y organizaciones que trabajan con personas jornaleras.

Pese a que no existe una claridad cuantitativa de los hechos, entre 2011 y 2024 han ocurrido al menos 14 ataques letales a jornaleros por parte de grupos delictivos o del crimen organizado, de los cuales ocho sucedieron después de 2021, de acuerdo con un recuento elaborado por Margarita Nemecio, del Centro de Estudios en Cooperación Internacional y Gestión Pública (CECIG).

Aunado a ello, cualitativamente persiste una sensación colectiva más amplia y una mayor cantidad de testimonios, tanto de experiencias registradas por la prensa como de manera directa, explica José Eduardo Calvario Parra, profesor de la Universidad de Sonora e integrante de la Red Nacional de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas.

Esto se traduce en la presencia de organizaciones delictivas en los campos agrícolas que, por ejemplo, con o sin permiso de los dueños, cooptan el mercado local de cerveza o de drogas, y son responsables de la comisión de delitos de alto impacto –que son, sobre todo, los reportados con más frecuencia en los últimos tres años–.

Lee: Desplazamiento interno forzado y trata de personas: el caso del Campo Agrícola 35

violencia zonas agrícolas
Foto: Cuartoscuro/Archivo

Cinco estados concentran violencia en zonas agrícolas

Según el registro del CECIG, basado mayoritariamente en reportes de medios locales, pero sin incluir los asesinatos también perpetrados por personas armadas en los que no se supo si se trataba de grupos criminales, los hechos han ocurrido principalmente en Michoacán (6), Sonora (5), Durango, Coahuila y Zacatecas. Hay otros que no resultaron letales o no fueron documentados.

Uno de los más violentos se presentó en junio de 2021 en el campo agrícola Santa Inés, en Valle de Guaymas-Empalme, Sonora, en el que un comando armado quemó vivos a tres jornaleros agrícolas, sin que las autoridades se pronunciaran al respecto. En noviembre de 2021, el asesinato de 11 jornaleros en la comunidad de Tarecuato, en Tangamandapio, Michoacán, incluyó a seis menores de edad.

En tanto, en hechos distintos en marzo y abril de 2022, en Guaymas y Empalme, Sonora, grupos delincuenciales incendiaron seis galeras y la cocina del campo Santa Inés, donde trabajadores agrícolas perdieron todas sus pertenencias; al mes siguiente, personas armadas abrieron fuego, le quitaron la vida a un jornalero y siete más fueron lesionados. Como consecuencia, grupos de jornaleros migrantes de Oaxaca, Chiapas y Guerrero prefirieron regresar. 

En 2024, tan solo durante febrero se documentaron dos hechos distintos de violencia en Tepalcatepec, Michoacán y Caborca, Sonora.

Zonas agrícolas en México: terreno “fértil” para la violencia

Al contexto cada vez más violento en las zonas agrícolas le antecede, detalla Calvario Parra, un conjunto de circunstancias, condiciones sociales, económicas y de distinta índole que han favorecido un terreno fértil para ese tipo de expresiones.

Hace apenas poco más de un mes, el ataque de un grupo armado contra 29 jornaleros –donde cuatro fueron asesinados y siete más heridos– en Caborca, Sonora en una brecha de terracería que conduce del Campo San Francisco al Ejido Yaqui Justiciero el domingo 4 de febrero, condujo a que la Red Nacional de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas hiciera un llamado de alerta. 

En el pronunciamiento emitido en ese momento se recordó que en otro hecho violento, solo un par de semanas antes, el 20 de enero de 2024 en la carretera estatal que cruza la zona agrícola de la costa de Hermosillo, familias jornaleras vivieron el fuego cruzado entre cuerpos de seguridad pública y grupos de la delincuencia organizada.

“Situaciones como las anteriores se expresan en distintos puntos geográficos del país, con especial preocupación las vemos en las zonas campesinas y agrícolas, tanto del sur como en las regiones de la agroindustria mexicana”, advirtió la Red.

Lee también: “Prácticamente nos esclavizó”: mujeres migrantes agrícolas hacen frente a injusticias 

El caso de los jornaleros de Caborca, acota Calvario Parra, es muy ilustrativo porque ha sido uno de los más extremos de aniquilación y ajusticiamiento, fuera equivocado o no. Sin embargo, en Sonora se han reportado también desapariciones –desde años atrás pero ahora recrudecidas–, hallazgos de fosas –en Tastiota, el Choyudo y el Triunfo– e intentos de presión y extorsión que no llegaron a resultados funestos.  

“Esto ha estado velado, había estado más soterrado ahí, pero sí la presencia y el aumento de estos casos, por medio del registro de la prensa también, ha tenido mayor exposición”, precisa el académico.

“Un cóctel desde hace décadas”

Calvario Parra, que desde 2002 ha dado seguimiento al poblado Miguel Alemán, en la zona de la costa de Hermosillo, diagnostica que la situación actual es, al mismo tiempo, el resultado de “un cóctel desde hace décadas” en el que de manera cada vez más densa van combinándose factores: un débil desarrollo comunitario, de atención, de infraestructura, y de servicios básicos como salud y educación.

Marco –cuyo nombre fue cambiado– ha trabajado en varias zonas agrícolas de Jalisco, Nayarit, Michoacán, Guanajuato, Zacatecas y Durango. Considera que en el trabajo agrícola ya hay mucha decadencia por la paga y porque siempre se batalla para costear alojamiento y traslados, pues no existen apoyos por parte del gobierno ni de los patrones.

“Uno se la tiene que ingeniar solo, ora sí que con la ayuda de Dios, porque la verdad no hemos contado con apoyos. Incluso si uno sale fuera (a trabajar), queda uno fuera también de los apoyos que entregan en las comunidades, cuando también tenemos derechos”, dice el jornalero, que trabaja cinco o seis días a la semana –en promedio seis a siete horas al día–, según la demanda de trabajo.

En el lugar donde está ahora, explica, le toca viajar de 30 minutos hasta una hora y media cada día, dependiendo de a dónde lo lleven a trabajar. Ahí lleva alrededor de cuatro meses, y pronto regresará a Guerrero, su lugar de origen, para estar con su familia, y después salir a trabajar de nuevo. “Es la única manera en que uno se puede ayudar para sostener a la familia”, cuenta.

Los albergues cercanos a los campos agrícolas no siempre son suficientes, por lo que hay que conseguir donde quedarse, señala, con una jornada que se paga entre 300 y 350 pesos al día. Aunque él no ha vivido personalmente un hecho de violencia, hace énfasis en que no deberían existir motivos para molestarles.

“De aquí nos vamos a Michoacán, de ahí a Zacatecas; sí ha habido casos, problemas así, de matazones, pero pues uno va de donde vive al trabajo, y de regreso. Gracias a Dios no nos ha tocado ese tipo de problema”, afirma. Ahora en la pizca de tomatillos, está rentando una “casita” de un amigo junto con su esposa, que también trabaja en el campo.

violencia zonas agrícolas
Foto: Cuartoscuro/Archivo

Le gustaría que el gobierno federal o los estatales pudieran apoyar a las personas jornaleras agrícolas, “porque últimamente se han olvidado”. Como ciudadano, afirma, tiene los mismos derechos que el resto. Han sido tantos años, que ya no recuerda el momento exacto en el que dejó de recibir apoyo, pero asegura que ha sido así por lo menos los dos últimos sexenios.

Las carencias y precariedad que están en el fondo del olvido del campo y de que no existan estadísticas certeras sobre los hechos violentos que ocurren en ese entorno, también están relacionadas –apunta Calvario Parra– con los vaivenes en la administración pública, que no han permitido diseñar políticas públicas de intervención a mediano o largo plazo.

“Son como efecto curita: parchecitos aquí, parchecitos allá, pero se requiere mayor presupuesto a las zonas, a las localidades, a las comunidades, y también se requiere un programa que focalice en particular a la población jornalera, tanto migrante asentada como migrante pendular, itineraria, golondrina”, precisa.

Eso permitiría impulsar no solamente el aspecto económico en torno a los dueños de los campos agrícolas, sino también el componente social, que conserva un rezago mucho más marcado que otros sectores. En ese sentido, cuenta, la Red ha hecho un esfuerzo –que es el motivo de su aparición y existencia– para tratar de visibilizar y colaborar en activar mecanismos que permitan el respeto a derechos laborales y humanos, a la dignidad y al trabajo digno.

Desde 2013, y cada vez más presente

Paulino Rodríguez, del Centro de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan –con sede en Tlapa, Guerrero–, relata que el primer hecho violento que la agrupación tiene documentado en zonas agrícolas data de 2013, cuando un grupo de cinco jornaleros fueron confundidos, atacados y asesinados por un grupo de delincuencia organizada en La Piedad, Michoacán.

“Fue el primer caso que documentamos de cuestiones de esa naturaleza, que desde ese año la delincuencia organizada ha trastocado la vida de la población jornalera agrícola migrante”, afirma. Más de 10 años después, recuerda que un caso reciente se presentó en el último trimestre de 2023 en la zona de Yurécuaro, nuevamente en Michoacán.

En ese hecho, dos jornaleros fueron secuestrados por la delincuencia organizada al cargar sus camionetas. “Los privaron de la libertad, los tuvieron prácticamente casi una semana, pero lo que nos cuentan las víctimas es que el grupo de la delincuencia organizada en esa zona vio que no formaban parte de ningún grupo contrario al de ellos, y los soltaron pero ya no les devolvieron la camioneta”, relata. 

Esa es la situación que enfrentan las familias jornaleras en diferentes zonas de Zacatecas, Jalisco, Sinaloa, Chihuahua y Sonora, subraya Rodríguez. Uno de los fenómenos que ha detectado Tlachinollan es que algunos integrantes de grupos delincuenciales creen que las personas jornaleras ganan mucho dinero en su labor, a veces solo por traer un vehículo propio, lo cual los ha convertido en blanco de esas situaciones.

Por otro lado –afirma– existen varias zonas agrícolas, empleadores e incluso empresas grandes que recurren a grupos relacionados con la delincuencia organizada para proteger sus áreas de cultivo, por lo que cuando las familias jornaleras tratan de ejercer sus derechos, esos mismos grupos son usados para hostigarlas, amedrentarlas, privarlas de la libertad e incluso amenazarles de muerte.

“Por ejemplo, en la zona agrícola de Guanajuato se han presentado casos, mismo en la zona viñera de Sonora, donde estos grupos de la delincuencia organizada, en complicidad con los encargados de esas agrícolas, se da mucho también la trata de personas, en particular hacia las mujeres; es otro de los casos que documentamos en coordinación con la Red allá en Sonora hacía dos años”, explica.

Entérate: Trabajadoras agrícolas en Sinaloa: de ser blanco de violencias a la organización en sus comunidades

Pese a los casos cada vez más conocidos, desde aquel sucedido en La Piedad, Michoacán, fuera de la reacción inicial que obedece a la presión pública, generalmente las autoridades se deslindan, no hay investigaciones y prevalece la impunidad. “Sobre todo, dejan aún más desprotegidas a estas familias que en su momento hayan pasado una situación de esa naturaleza”, añade.

En su opinión, la delincuencia organizada últimamente se ha generalizado mucho más en las zonas agrícolas, a donde migran muchas familias que luchan para sobrevivir. Por ello, las autoridades deberían estar pendientes de atender y garantizar protección a las personas jornaleras. Hasta que se presenta un caso lamentable, dice, es cuando el gobierno voltea a ver.

Para Calvario Parra, esta problemática –y todas las carencias que de por sí enfrentan las personas trabajadoras agrícolas– requiere una labor conjunta entre organizaciones, sociedad civil y los tres niveles de gobierno, pero también de sindicatos y del sector patronal. Pese al rezago histórico, aclara, hay algunos avances, sobre todo en normativa y mejora del salario mínimo. “No es que todo sea desolador, pero es tal el rezago que se requiere más”, puntualiza.

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“Ataque sin precedentes”: cómo ocurrieron explosiones de aparatos buscapersonas que dejaron al menos nueve muertos en Líbano
7 minutos de lectura

Esto es lo que se sabe del sofisticado ataque del que Líbano y Hezbolá culpan a Israel.

18 de septiembre, 2024
Por: BBC News Mundo
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Miles de personas resultaron heridas en Líbano tras la explosión casi simultánea en todo el país de aparatos buscapersonas que eran utilizados por miembros del grupo armado Hezbolá para comunicarse.

Al menos 9 personas murieron en las explosiones, y cientos más fueron atendidas en hospitales de todo el país. Según el Ministerio de Salud libanés, al menos 2,750 personas resultaron heridas, 200 de ellas de gravedad.

Hezbolá y Líbano culparon a Israel del ataque. Las autoridades israelíes se han negado a hacer comentarios por el momento.

Funcionarios estadounidenses y de otros países citados por el New York Times aseguraron que las explosiones se produjeron como resultado de la implantación por parte de Israel de material explosivo en un lote de buscapersonas importado recientemente a Líbano.

Esto es lo que se sabe.

Una persona herida es llevada en una camilla luego de la explosión de aparatos buscapersonas en Líbano.
Reuters
Cientos de heridos llegaron a los hospitales del país, luego de que ocurrieran explosiones simultáneas en varios lugares.

¿Qué ocurrió?

Las explosiones comenzaron en el sur de Beirut y otras zonas de Líbano el martes por la tarde hacia las 15:45 hora local.

Los testigos afirmaron que vieron salir humo de los bolsillos de la gente y luego se produjeron pequeñas explosiones que sonaban como fuegos artificiales o disparos.

En un video que circuló en redes sociales se observa una explosión en el bolsillo del pantalón de un hombre que estaba de pie junto a la caja registradora de una tienda.

Las explosiones continuaron durante aproximadamente una hora, según informó la agencia de noticias Reuters.

Poco después, decenas de personas comenzaron a llegar a hospitales en todo Líbano, y varios testigos relataron escenas de confusión masiva. La mayoría de los afectados presentaba heridas en las manos y el rostro.

Una fuente cercana a Hezbolá le dijo a AFP que uno de los muertos era hijo de un parlamentario de Hezbolá, y que la hija de 10 años de otro miembro de Hezbolá también murió.

El jefe de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasrallah, no resultó herido en las explosiones, informó Reuters.

Mojtaba Amani, embajador de Irán en Líbano, es uno de los heridos. Otras 14 personas resultaron heridas por explosiones en Siria.

Según señala el corresponsal de seguridad de la BBC, Frank Gardner, desde el comienzo del conflicto de Gaza el año pasado, Hezbolá había advertido a sus miembros de que no utilizaran teléfonos celulares por temor a que pudieran ser manipulados o rastreados por agentes de inteligencia israelíes, por lo que estaban usando aparatos buscapersonas -conocidos también como mensáfonos o beepers en inglés- para comunicarse.

Un aparato buscapersonas o beeper
Getty Images
Los miembros de Hezbolá utilizan aparatos buscapersonas en lugar de teléfonos móviles para comunicarse porque son menos vulnerables a ser incerceptados.

¿Cómo explotaron los buscapersonas?

Los analistas no tardaron en expresar su asombro por la magnitud del ataque del martes, que dijeron que “no tiene precedentes”.

Según informó The New York Times, funcionarios de varios países aseguraron que las explosiones de los aparatos buscapersonas se explican porque estos fueron alterados por Israel antes de llegar a Líbano.

Según las mismas fuentes, en cada buscapersonas se habría implantado entre 28 y 57 gramos de material explosivo junto a su batería y un interruptor que podía ser accionado de manera remota.

Una fuente le dijo al The Wall Street Journal que los dispositivos afectados procedían de un envío que Hezbolá había recibido en los últimos días.

Este tipo de ataques en la cadena de suministro son una preocupación creciente en el mundo de la ciberseguridad, dado que recientemente se han producido muchos incidentes de alto nivel provocados por hackers que logran acceder a ciertos productos mientras están en fase de desarrollo.

Pero estos ataques se limitan normalmente al software. Los ataques a la cadena de suministro de hardware son mucho menos frecuentes, ya que implican acceder directamente al dispositivo.

En palabras del experto de seguridad Dmitri Alperovitch, el de este martes se trata de “quizás uno de los ataques a la cadena de suministro físico más extensos de la historia”.

Los hospitales libaneses recibieron a cientos de heridos por las explosiones.
Reuters

¿Quién es el responsable?

De momento, nadie se ha atribuido la autoría de las explosiones, pero el primer ministro libanés y Hezbolá responsabilizaron a Israel.

Los funcionarios al tanto de la operación citados por The New York Times también dijeron que Israel estuvo detrás de lo ocurrido.

El primer ministro libanés, Najib Mikati, afirmó que las explosiones representan una “grave violación de la soberanía libanesa y un crimen bajo todos los estándares”.

Hezbolá, por su parte, señaló en su comunicado a Israel de ser “plenamente responsable de esta agresión criminal que, además, tuvo como objetivo a civiles”.

“Este enemigo traicionero y criminal recibirá sin duda su justo castigo por esta agresión pecaminosa, lo espere o no”, añadió.

Las autoridades israelíes no han respondido a las acusaciones, pero analistas independientes coinciden en que parece probable que esté detrás del ataque.

El profesor Simon Mabon, catedrático de Relaciones Internacionales de la Universidad de Lancaster, explicó a la BBC: “Sabemos que Israel tiene precedentes en el uso de tecnología para rastrear a sus objetivos”, pero calificó la magnitud de este ataque como “sin precedentes”.

Lina Khatib, de la organización británica Chatham House, afirmó que el ataque sugiere que Israel se ha infiltrado “profundamente” en la “red de comunicaciones” de Hezbolá.

El ejército israelí no se ha referido a las explosiones.
Getty Images
El ejército israelí no se ha referido a las explosiones.

¿Por qué es un ataque extraordinario?

El ataque es extraordinario no solo porque infiltrarse en la cadena de suministro de un hardware es inusual.

“Hezbolá se enorgullece de sus estrictas medidas de seguridad, perfeccionadas a lo largo de décadas de enfrentamientos directos con Israel”, explica Emily Harding, exanalista de la CIA, quien añade que una falla de seguridad de esta magnitud resulta muy vergonzosa para el grupo armado.

“No sólo es físicamente dañina, sino que también les hará cuestionarse todo su aparato de seguridad”, dijo a la BBC.

“Yo esperaría que lleven a cabo una intensa investigación interna”, agregó Harding.

Hezbolá
Getty Images
Hezbolá es un grupo armado influyente políticamente en Líbano, señalado como terrorista por Estados Unidos.

Hezbolá depende en gran medida de los aparatos buscapersonas para sus comunicaciones.

Hace tiempo que abandonaron los teléfonos móviles por ser demasiado vulnerables, como demostró el asesinato por parte de Israel del fabricante de bombas de Hamás Yahya Ayyash en 1996.

Pero un miembro de Hezbolá le dijo a la agencia de noticias AP que los buscapersonas que explotaron eran de una marca nueva que el grupo no había utilizado antes.

¿Escalará el conflicto entre Hezbolá e Israel?

Hezbolá es aliado de Irán, archienemigo de Israel en la región. El grupo forma parte del Eje de Resistencia de Teherán y lleva meses librando una guerra de bajo nivel con Israel, intercambiando a menudo cohetes y misiles a través de la frontera norte israelí. Comunidades enteras han sido desplazadas en ambos lados.

Las explosiones de este martes se produjeron pocas horas después de que el gabinete de seguridad de Israel declarara como objetivo de guerra oficial el regreso seguro de los residentes del norte del país a sus hogares.

El primer ministro Benjamin Netanyahu le dijo a un funcionario estadounidense que Israel “haría lo necesario para garantizar la seguridad” del país.

Este mismo martes, Israel había anunciado que un ataque mató a tres miembros de Hezbolá cerca de la frontera y Hezbolá también dijo que llevó a cabo ataques con drones y misiles contra tropas israelíes.

En total, 589 personas han muerto en Líbano desde octubre pasado, según el ministerio de Salud de ese país. Del lado israelí, han muerto 46 personas según información del gobierno.

A pesar de las continuas tensiones, los observadores afirman que hasta ahora ambas partes han intentado contener las hostilidades sin cruzar la línea hacia una guerra a gran escala. Pero se teme que la situación se salga de control, pues Hezbolá ya amenazó con responder a las explosiones de los aparatos buscapersonas.

Una vocera de la ONU calificó los acontecimientos de este martes como “extremadamente preocupantes, sobre todo teniendo en cuenta que se producen en un contexto extremadamente volátil”.

Nicholas Blanford, miembro del centro de estudios estadounidense Atlantic Council, advirtió que los dirigentes de Hezbolá se enfrentan ahora “a una presión extrema de sus filas y simpatizantes para tomar fuertes represalias”, y describió este como “el momento más peligroso” del conflicto Hezbolá-Israel desde octubre.

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