Para entender mejor
La vacuna BCG (Bacilo de Calmette y Guérin) contra la tuberculosis, que forma parte del Esquema Nacional de Vacunación que debe aplicarse a los recién nacidos, está en desabasto en todas las instituciones de salud de México.
Diferentes clínicas de la Secretaría de Salud, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) confirmaron la inexistencia de dosis de esta vacuna desde hace entre uno y dos meses. En todos los lugares consultados, además, señalaron que no hay fecha ni plazo estimado de cuándo podría volver a haber disponibilidad.
Dos centros de salud de la Ciudad de México, en las alcaldías Azcapotzalco y Cuauhtémoc, informaron vía telefónica que la vacuna BCG ha escaseado en los últimos meses y no se encuentra disponible.
“Necesita estar en comunicación porque ahorita no la tenemos, y es un día en específico cuando hay, porque sí ha escaseado mucho”, señaló personal en el teléfono de atención de la T-III Dr. Galo Soberón y Parra, donde se pidió reconfirmar en los siguientes 15 minutos.
“No hay BCG, pero la puede localizar en cualquier institución aunque no sea derechohabiente del Seguro o del ISSSTE, porque el programa es universal. Ya tiene bastantito que no tenemos”, añadió el personal más tarde, sin precisar desde cuándo o si las otras instancias tendrían existencias.
“No hay ahorita, pero me comentó mi compañera de vacunas que las anotan, y en cuanto llega la vacuna, les hablan para avisarles que ya vengan a vacunarse”, dijo personal en el T-III Dr. José Ma. Rodríguez.
Al preguntar si habría en otros centros de salud de la ciudad, la persona a cargo de la línea telefónica señaló que todos se encontraban en la misma situación porque se les distribuía la misma vacuna.
En tanto, en la Unidad de Medicina Familiar 17 del IMSS desde la jefatura de enfermería señalaron que no había existencias, por lo que “necesita estar llamando o venirse a dar sus vueltas”. Aseguraron que durante aproximadamente dos meses no han tenido, que todas las clínicas están igual y que no había plazo estimado.
Por otro lado, al solicitar la información en la Delegación Regional Zona Poniente del ISSSTE, el personal de atención confirmó la inexistencia en todas las unidades del instituto. “No hay, y es a nivel nacional, está en desabasto; (no hay) en ninguna unidad ni en la República”, reportó. Esta situación tiene más de un mes y no se sabe para cuándo podría reabastecerse el abasto.
En redes sociales, personal médico y usuarios también han hecho denuncias en torno al desabasto de la BCG, así como cuestionamientos a las instituciones de salud acerca de cuándo habrá disponibilidad, sin que estos hayan sido respondidos. Una de las personas que reportó la situación, con un bebé recién nacido, la ha buscado en el sector público y privado, así como en el centro del sector salud capitalino que le corresponde, el T-III Dr. José Castro Villagrana, sin éxito, donde además le han dicho que, cuando llegue, le tocará solo si tiene suerte.
Un médico pediatra que da consulta privada y ha tenido conocimiento del tema confirmó el desabasto a nivel nacional, en todos los sectores, de la BCG, sin que exista certeza de cuándo podría volver a estar disponible. En otros estados, medios locales de Nuevo León, Coahuila y Zacatecas han reportado que sus respectivas secretarías de Salud confirman la inexistencia de la vacuna. En el último estado, el responsable del programa de vacunación incluso señaló que la situación se debía al proceso regulatorio de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).
Animal Político solicitó entrevistas con la propia Cofepris, la Secretaría de Salud y el IMSS, sin haber obtenido respuesta hasta el cierre de edición.
A principios de 2020, con el inicio de la pandemia, también fue reportado un desabasto de la vacuna BCG. Esta es la única vacuna disponible contra la tuberculosis, y el esquema universal consiste en aplicar una dosis intradérmica a los recién nacidos. Cuando esto no ocurre, se recomienda que se aplique al menos una vez a niños, adolescentes y adultos, en especial a quienes viven en zonas con alta incidencia de tuberculosis o que tienen algún riesgo de exposición.
Los resultados más recientes de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2022 señalan que, durante ese año, la cobertura de vacunación para niños, niñas y adolescentes en México estuvo por debajo del nivel de cobertura útil del 95%. El año pasado, además, se redujo significativamente la cobertura de la primera dosis de triple viral respecto de 2021, mientras que la BCG registró una reducción no significativa pero se quedó en 78.5%, y la antihepatitis B no tuvo un incremento significativo.
Aunque estas palabras estén incluidas en el diccionario de la Real Academia Española, eso no significa que pertenezcan a la norma culta.
Si necesitas saber lo que es una azotehuela, parrillar, un pósnet, rapear, un sérum, tutti frutti o yuyu, desde diciembre pasado lo puedes consultar en el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia y de la Asociación de Academias de Lengua Española.
Más sorprendente puede ser descubrir que también están en el diccionario palabras como “almóndiga”, “toballa” o “murciégalo”.
Desde que existe una versión electrónica del DLE (como se conoce el diccionario), cada año se publican nuevas incorporaciones. En 2024, se llegó a la actualización 23.8 o, lo que es lo mismo, la octava actualización de la vigésima tercera edición, publicada en 2014.
Estas actualizaciones afectan tanto a nuevas palabras, como a la incorporación o revisión de acepciones, etimologías… sin que haya un número exacto estipulado. En la última edición supuso más de cuatro mil novedades (entre incorporaciones, modificaciones y supresiones); el número de entradas en el diccionario asciende a 94 mil.
El Diccionario de la Lengua Española es un diccionario de uso: para determinar si un término está asentado y podría incorporarse, existen bancos de datos que proporcionan sus datos exactos, como es el caso del CORPES XXI. Esto permite hacerse una idea de si está extendido el término.
En ese caso, al comprobar que una voz está suficientemente implantada al aparecer en el corpus con un número significativo de casos, ya sea en una zona geográfica, o en un estilo concreto, se incluye en el diccionario. Pero no siempre lo más documentado es lo más culto.
La Real Academia justifica la inclusión de los términos con el siguiente criterio de uso:
“El diccionario es una herramienta para entender el significado de las palabras y expresiones que se emplean en textos actuales y antiguos de las numerosas áreas hispanohablantes y de los distintos registros”.
¿Por qué, entonces, pueden preguntarse los lectores, no se incluyen neologismos como “juernes” (voz coloquial usada en España procedente de un cruce entre jueves y viernes, en la que se aplica al día jueves la característica del viernes de ser víspera de festivo) o “brillibrilli” (objeto con un brillo especial)?
De nuevo, lo amplio de su uso es el criterio esgrimido por la Academia:
“Trata el diccionario de recoger exclusivamente las palabras y acepciones de nueva creación que se consideran extendidas y asentadas en el uso de los hablantes. De ahí que muchos neologismos de creación muy reciente no generalizados deban esperar para poder incorporarse al diccionario”.
Lo que más suele llamar la atención de las voces registradas en el diccionario son aquellas vulgares o coloquiales, entendiendo por estas los usos ajenos a la norma culta, porque puede parecer que no son adecuadas a este tipo de obras.
El hecho de ser un diccionario de uso hace que en él tengan cabida voces que son incorrectas o se consideran “vulgarismos”. Pero incluirse en el diccionario no significa que deje de ser vulgar: es importante distinguir entre “estar incluido en el diccionario” (cualquier voz que aparezca en él) y “pertenecer a la norma culta” (uso perteneciente a un estilo cuidado).
Abreviaturas, como vulg. (vulgar) o coloq. (coloquial) nos informan del estilo al que corresponde su uso.
Muchos de los vulgarismos incluidos se mantienen porque fueron incluidos en el pasado:
“En general, solo se pueden encontrar en el diccionario algunos de los vulgarismos que se incluyeron en siglos pasados y que hoy, como mucho, siguen usándose en niveles de lengua bajos. Así, almóndiga entró en la primera edición del diccionario (en 1726), donde ya se consideraba una variante corrupta y sin fundamento de albóndiga”.
Otros, en cambio, son más recientes, como la palabra “conchudo”, que se introdujo en 1992 con esta definición: “2. adj. coloq. Am. Sinvergüenza, caradura”.
Por esta razón, la entrada para almóndiga es la siguiente:
almóndiga 1. f. desus. albóndiga. U. c. vulg. .
Se marca que es femenino (f.), pero también vulgar (vulg.) y en desuso (desus.), es decir, no pertenece a la norma culta, la misma indicación hecha en el Diccionario panhispánico de dudas:
“No debe usarse la forma almóndiga, propia del habla popular de algunas zonas”.
Aun así, tanto ha corrido el rumor de que estaba “admitido”, que la RAE se pronunció al respecto para aclarar que ni se ha incluido en el diccionario en época reciente, ni pertenece al lenguaje culto.
Por su parte, la palabra “cocreta” nunca se ha integrado en los diccionarios académicos, salvo en el Diccionario panhispánico, aunque advirtiendo de que “Es errónea la forma cocreta, usada a veces en la lengua popular”.
Tampoco ha estado en los diccionarios académicos fragoneta, que no está documentada en el CORPES XXI.
Otro ejemplo interesante es murciégalo, forma que “entró ya en 1734 como variante válida e incluso preferida de murciélago (…) y fue solo en ediciones posteriores cuando adquirió la marca de vulgar y desusada, según fue cayendo en desuso en la lengua culta general”.
Algo similar ocurrió con asín, también vulgar, de la edición de 1770 o toballa, en desuso.
Almóndiga, murciégalo, toballa o asín están en el diccionario aunque no pertenecen a la norma culta. Tampoco lo están brillibrilli o juernes, por no hallarse todavía suficientemente documentados. Si algún día se incluyeran, probablemente lo harían como coloquialismos, por lo que no pertenecerían a la norma culta, es decir, no estarán aceptados, aunque estén registrados.
*Amalia Pedrero González es profesora titular de lengua española de la Universidad CEU San Pablo, España.
Este artículo fue publicado en The Converation y reproducido aquí bajo la licencia Creative Commons. Haz clic aquí para leer la versión original.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.
Utilizamos cookies propias y de terceros para personalizar y mejorar el uso y la experiencia de nuestros usuarios en nuestro sitio web.