
México suspendió de manera precautoria la importación de productos avícolas provenientes de Brasil ante la presencia del virus de la influenza aviar en su territorio.
La medida incluye carne de pollo, huevo fértil, huevo libre de patógenos específicos (SPF, por sus siglas en inglés), pollos de hasta tres días de nacidos, despojos avícolas para consumo humano, así como materia prima avícola para la elaboración de alimento para mascotas, informó este sábado la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural mexicana.
Tampoco podrán ingresar al país aves vivas como aves canoras, de ornato y rapaces.
De acuerdo con la dependencia, el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAPA) de Brasil informó al Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) que el pasado 15 de mayo confirmaron la presencia del virus de la influenza aviar de alta patogenicidad (IAAP) H5N1 en su territorio.

El brote fue detectado en un establecimiento avícola en Montenegro, en el estado de Rio Grande do Sul (sur), según un comunicado publicado ayer por el Ministerio de Agricultura brasileño.
Ante ello, el gobierno mexicano decidió implementar la suspensión con el propósito de evitar riesgos en la producción avícola nacional y en tanto recibe información zoosanitaria sobre la atención del brote.
Tras reportar la presencia del virus, Brasil informó ayer que suspendió las exportaciones de carne de pollo a China, la Unión Europea y también a Argentina.
“A partir de hoy, por 60 días, China no estará comprando carne de pollo brasileña”, dijo a la prensa el ministro brasileño de Agricultura, Carlos Fávaro.
En un comunicado posterior, el ministerio explicó que “para respetar los acuerdos firmados con China y la Unión Europea, las exportaciones están restringidas en todo el país“.
En el caso de China y la UE, la decisión responde a un protocolo de suspensión automática de importaciones en este tipo de situación, mientras que en otros países esas restricciones se limitan a los productos provenientes de la región afectada.
Al respecto, las autoridades sanitarias de Argentina anunciaron la suspensión de importaciones de pollo brasileño hasta que el país vecino sea declarado libre de gripe aviar.
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“El sistema brasileño es tan confiable y eficiente que varios países cambiaron sus protocolos porque saben que Brasil sabe hacer la contención. Es por eso que las restricciones comerciales se mantienen sólo en la región donde está el brote. Algunos países no cambiaron de protocolo, como es el caso de China”, afirmó Fávaro.
En Rio Grande do Sul se implementaron medidas para “aislar y eliminar el foco”, dijo el gobernador Eduardo Leite en su cuenta de X, e insistió en que la población “puede seguir comiendo” pollo y huevos “con total seguridad”.
Brasil es el primer exportador mundial de carne de pollo. En 2024, este país exportó 5 mil 295 toneladas a nivel mundial, de las cuales casi el 11% se destinaron a China, el principal importador de este producto, según datos de la Asociación Brasileña de Proteína Animal (ABPA).
Con información de AFP.

El acuerdo regula cómo ambas naciones deben repartirse el agua de los ríos Bravo y Colorado, que forman parte del límite territorial entre ambas.
La disputa sobre la implementación de un tratado firmado en 1944 que regula cómo Estados Unidos y México deben repartirse el agua de los ríos Bravo y Colorado, vuelve a intensificarse.
El presidente Donald Trump anunció este lunes que dio luz verde a la documentación para imponer un arancel del 5% a los productos procedentes de México si el país vecino “continúa incumpliendo” el tratado.
En un mensaje publicado en su red Truth Social, el mandatario subrayó que México debe más de 986 millones de metros cúbicos de agua a EE.UU. y estableció el 31 de diciembre como el plazo para que México entregue más de 246 millones de metros cúbicos de agua.
“Cuanto más tarde México en liberar el agua, más perjudicados resultarán nuestros agricultores”, advirtió Trump, instando al gobierno de Claudia Sheinbaum a “solucionar ya” la cuestión.
La implementación del tratado ha generado en el pasado fuertes protestas de agricultores mexicanos, según los cuales la extracción de agua para EE.U. en tiempos de sequía amenaza seriamente su medio de vida.
En abril, Trump ya había amenazado a México con aranceles e incluso sanciones por el tema del agua.
“México está incumpliendo su obligación. Esto …perjudica gravemente a los agricultores del sur de Texas”, escribió entonces Trump en su plataforma Truth Social.
“El mes pasado detuve los envíos de agua a Tijuana hasta que México cumpla con el Tratado de Aguas de 1944… y seguiremos intensificando las consecuencias, incluyendo aranceles y, quizás, incluso sanciones, hasta que México cumpla con el tratado y le dé a Texas el agua que le corresponde”, agregó.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, respondió en ese momento a Trump con un mensaje en su cuenta oficial de X.
“El día de ayer fue enviada al subsecretario del Departamento de Estado de Estados Unidos una propuesta integral para atender el envío de agua a Texas dentro del tratado de 1944, que incluye acciones de muy corto plazo. Han sido tres años de sequía y, en la medida de la disponibilidad de agua, México ha estado cumpliendo”.
“He instruido a los secretarios de Agricultura y Desarrollo Rural y Relaciones Exteriores, así como a la secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales que de inmediato hagan contacto con la Secretaría de Agricultura y el Departamento de Estado del gobierno de Estados Unidos. Estoy segura que, como en otros temas, se llegará a un acuerdo”, dijo la mandataria en abril.
De alguna manera, se podría decir que el llamado Tratado de la Distribución de las Aguas Internacionales firmado por México y EE.UU. en 1944 tiene su origen en otro acuerdo alcanzado casi un siglo antes de esa fecha.
El Tratado de Paz, Amistad, Límites y Arreglo Definitivo (más conocido como Tratado de Guadalupe Hidalgo), firmado en 1848 al final de la guerra entre ambos países iniciada por la disputa de Texas, fue el que estableció que México cedería a EE.UU. más de la mitad de su territorio en aquel entonces.
Pero además, también fijó la frontera entre ambos países en el río Bravo -conocido como río Grande por los estadounidenses- y cuyas aguas han sido centro de conflicto en Chihuahua.
La ubicación estratégica del río hacía necesario un plan de distribución entre ambos actores. Tras años de negociación y varias propuestas fallidas, México y EE.UU. firmaron en Washington el tratado vigente en la actualidad.
Según el acuerdo, México se queda con dos tercios de la corriente principal del Bravo y cede a su vecino el resto, que no podrá ser menor de unos 432 millones de metros cúbicos (Mm3) anuales.
Como contraparte, EE.UU. cede a México cada año 1.850 Mm3 del río Colorado, que en su mayoría se encuentra en suelo estadounidense pero que también pasa por la frontera entre ambos países hasta desembocar en el golfo de California, entre los estados mexicanos de Baja California y Sonora.
El acuerdo también establece que la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA), un organismo binacional, es el encargado de resolver las posibles diferencias en materia de límites.
El pacto estipula que EE.UU. cumplirá con su entrega de agua cada año, mientras que México podrá hacerlo en períodos de cinco años.
“Es de los mejores acuerdos que se han logrado en la historia con relación a EE.UU.”, afirmó en 2020 el expresidente Andrés Manuel López Obrador.
Reformar o actualizar las condiciones de un tratado que fue firmado hace 76 años podría ser una de las opciones para tratar de solucionar conflictos.
Pero algunos analistas consideran que tanto los litros de agua acordados como la posibilidad de entregar su parte cada cinco años en lugar de anualmente son ventajas que México no debería perder.
Para los agricultores del lado mexicano de la frontera, lo que está en juego en tiempos de sequía agravada por el cambio climático, es algo mucho más inmediato que los vaivenes diplomáticos entre ambos países.
Los enfrentamientos de 2020 entre agricultores y la Guardia Nacional en Chihuahua tuvieron lugar tras la decisión del gobierno de extraer agua de la presa de la Boquilla para cumplir el tratado con EE.UU.
En ese entonces, el vocero de los agricultores, Salvador Alcantar, presidente de la Asociación de Usuarios de Riego de Chihuahua (Aurech), señaló que estaba en riesgo el futuro de unas 20.000 familias que viven del campo en la región.
Alcantar compartió con BBC Mundo uno de sus mayores temores:
“En 1995 no se abrieron las presas para sembrar y hubo una migración masiva desde nuestros municipios. Los hombres en edad productiva se marcharon para dar sustento a la familia, fue una desintegración familiar fuerte que aún estamos sufriendo”, recuerda.
“Y ese es el problema social que podemos volver a ver si no sembramos el año próximo”.
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