Mientras la atención nacional se concentraba en Raúl Padilla en la Universidad de Guadalajara, en Sinaloa se cocinaba otro cacicazgo universitario; acaso menos grande y sofisticado que el tapatío, sin Feria Internacional del Libro ni Festival de Cine, pero voraz: el de Héctor Melesio Cuén Ojeda en la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS).
Desde la dirección de compras en la UAS, “El Maestro” Cuén –como le llaman sus seguidores, oriundo de Badiraguato y químico de profesión, convenció a propios y extraños, incluso al gobernador en turno, Jesús Aguilar Padilla y líderes empresariales, que de convertirse en rector de la universidad, la liberaría del caos y el proselitismo permanente.
Logró los apoyos necesarios entre las élites y la academia, ganó la rectoría en 2005, reformó el Consejo Universitario y la dejó en 2009 en manos de Víctor Antonio Corrales, un académico afín a sus intereses y respetado hasta entonces. Cuén liberó a la UAS del desorden, la disfrazó de certificaciones y, con el discurso de la calidad enarbolado por sus operadores, la sometió.
A partir de ahí comenzó una trayectoria política que apuntaba tan alto como su mayor ambición personal: la gubernatura de Sinaloa.
Quince años después, Cuén Ojeda ha ganado solo una elección: la alcaldía de Culiacán en 2010, abanderado por el PRI, jalado por Jesús Vizcarra. Y ha perdido 3 más: la senaduría en 2012, donde compitió bajo las siglas de Nueva Alianza; la gubernatura en 2016, impulsado por el Partido Sinaloense, de su creación, y Movimiento Ciudadano y, otra vez, la senaduría en 2018 por la coalición Por México al Frente, integrada por el PAN, el PRD y Movimiento Ciudadano.
No ha logrado ser gobernador, pero amasó una fortuna multimillonaria, construyó un partido político local rentable e hizo de la máxima casa de estudios de Sinaloa su coto de poder e influencia. Así lo documentan investigaciones periodísticas, acusaciones judiciales e instituciones de combate a la corrupción.
“El Maestro” consolidó su maximato al interior de la universidad con la anuencia de tres gobernadores: Mario López Valdez del PAN, Quirino Ordaz Coppel del PRI y, tras aliarse electoralmente con el actual, Rubén Rocha Moya (también exrector en los 90’s), se convirtió en Secretario de Salud de Sinaloa. Mientras que Rocha fue ampliamente criticado por esa alianza, en junio de 2021, Cuén anunció que co-gobernaría en Sinaloa de la mano de Morena.
Se equivocó. Su paso por el gobierno estatal fue efímero: fue despedido seis meses después de tomar posesión cuando se exhibieron sus intentos de implosionar al morenismo sinaloense en las elecciones internas de ese partido, así como las denuncias que sostenía contra dos periodistas críticos de su figura: Luis Enrique Ramírez, asesinado en mayo de 2022 en Culiacán, y María Teresa Guerra Ochoa, ahora Secretaria de las Mujeres en el gabinete estatal.
El 17 de abril de 2023, en un giro inesperado para su carrera política y empresarial, Revista Espejo y Noroeste revelaron que el exrector y su familia eran investigados por la Unidad de Inteligencia Patrimonial y Económica de Sinaloa (UIPES) por presunto enriquecimiento inexplicable.
También, los principales funcionarios de la UAS cercanos a él, entre ellos dos exrectores y su hijo, Héctor Melesio Cuén Díaz, han sido acusados y vinculados a proceso por diversos delitos de corrupción al interior de la Universidad por parte de la Fiscalía de Sinaloa.
Las acusaciones penales judicializadas hasta ahora ascienden a 132 millones de pesos y ya fueron suficientes para que un juez considerara necesario separar temporalmente de su cargo al rector, Jesús Madueña Molina, el pasado 17 de octubre. Un hecho histórico que no se veía en Sinaloa desde 1972 con la renuncia de Gonzalo Armienta Calderón tras la muerte de dos estudiantes en el Edificio Central de la UAS. Madueña fue Secretario del Ayuntamiento de Culiacán cuando Cuén fue alcalde y ha sido uno de sus alfiles más leales.
Noroeste pudo rastrear las dinámicas de poder y recursos que han construido el liderazgo político y el patrimonio de Melesio Cuén a partir de cuatro grandes fuentes documentales: el registro público del comercio y de la propiedad, el padrón del PAS, la nómina de la UAS y la relación de facturas de compras de la universidad durante 2022 y el primer semestre de 2023.
Este reportaje de tres partes da cuenta de cómo Héctor Melesio Cuén Ojeda logró, en poco más de una década y a ojos de todos, construir el cacicazgo político más grande de Sinaloa en lo que va del Siglo XXI.
Un cacicazgo cuyos operadores nombran dentro de la Universidad como “El Proyecto” y que ha sido posible sobre la base de tres ejes, paralelos pero complementarios entre sí: la acumulación de un patrimonio millonario para su familia a través de la política, los negocios y la universidad; la cooptación política, burocrática, financiera y hasta narrativa de la UAS; y la construcción de un partido local sin más ideología que el poder y el presupuesto.
Pero ese vertiginoso cacicazgo está ahora en crisis y en riesgo de ser desmantelado. Por eso, tras equivocar la puntería al apoyar a Adán Augusto López Hernández como su gallo presidencial, “El Maestro” se refugió de nuevo en el liderazgo formal del partido de su propiedad y aspira a usarlo para estar en la boleta electoral en 2024.
Cuén quiere ser senador y de ahí alcanzar la gubernatura, pero ya no con Morena, sino con el Frente Amplio por México, integrado por el PRI, el PAN y el PRD.
Partidos que encontraron en Xóchitl Gálvez una esperanza perdida a nivel nacional y cuyos líderes en Sinaloa no ven en “El Maestro” Cuén a un político con amplios negativos y acusaciones de corrupción, sino un aliado rentable con estructura y recursos.
Primera parte: El Clan Cuén: una fortuna de 79 propiedades ligada a la UAS
Un polémico documental cuestiona la autoría de la icónica imagen de la guerra de Vietnam.
Una niña desnuda, junto con otros niños, corre con la piel abrasada y gritando de dolor tras ser rociada con napalm.
Como imagen definitoria de la guerra de Vietnam, “La niña del napalm” también ha sido motivo de orgullo y aspiración para los fotoperiodistas vietnamitas: su autor, Nick Ut, se convirtió en el primer y único fotógrafo vietnamita en ganar un premio Pulitzer.
“Nick Ut fue el elegido”, declaró un fotógrafo vietnamita que prefirió no ser identificado. Venerado como “Maestro”, Ut vive en Estados Unidos y viaja con frecuencia a su país natal, donde ha sido mentor de generaciones de fotoperiodistas vietnamitas.
Pero más de 50 años después, la autoría de la icónica imagen ha sido cuestionada por un nuevo documental titulado “The Stringer”, (el colaborador), que se estrenó en el Festival de Cine de Sundance en enero.
Con la ayuda de la tecnología moderna, el documental lanzó una acusación explosiva: afirma que la imagen fue tomada por Nguyen Thanh Nghe, un fotógrafo independiente que ahora tiene 87 años.
Tras el documental, World Press Photo (WPP) inició una investigación y decidió suspender la atribución de la imagen a Ut, lo que ha generado una profunda controversia en la comunidad del fotoperiodismo.
“Para derrocar a un héroe, una figura legendaria, debe haber suficientes pruebas convincentes”, declaró otro fotoperiodista vietnamita a la BBC.
En la era digital es “raro” que una sola imagen tenga tanto impacto, añadió. “Debemos ser cuidadosos. No deberíamos permitir que la controversia dañe el legado de una foto tan importante ni que cause más dolor”.
La autenticidad de la imagen no está en duda, pero la controversia ha adquirido una gran carga emocional porque el nombre del fotógrafo también forma parte del registro histórico, afirmó Keith Greenwood, profesor asociado de fotoperiodismo en la Universidad de Missouri.
“La guerra de Vietnam tiene una historia compleja y aún puede generar fuertes sentimientos. Es lógico que cuestionar la foto también alimente algunos de esos sentimientos”, concluyó.
La icónica imagen fue tomada después de que la fuerza aérea de Vietnam del Sur lanzara un ataque con napalm que impactó accidentalmente la aldea de Trang Bang el 8 de junio de 1972. Kim Phuc, la protagonista de la foto, jugaba con su hermano y sus primos en el patio de un templo.
Ut trabajaba para Associated Press (AP) en ese entonces. El fotógrafo relató que los aldeanos corrían por una carretera cercana tras la explosión. Tras fotografiar a una abuela con un niño moribundo en brazos, Ut vio a Phuc corriendo con los brazos en alto. Corrió hacia ella para tomarle fotos hasta que vio que se le estaba desprendiendo la piel. Entonces le echó agua por el cuerpo y llevó a los niños a un hospital.
Antes de las cámaras digitales, los fotógrafos, tanto los empleados de la agencia como los trabajadores independientes o freelance, tenían que dejar sus películas en la oficina. El editor del cuarto oscuro registraba los créditos y revelaba las películas. El jefe de fotografía decidía entonces qué foto enviar a la sede de AP.
“Cuando regresé a la oficina grité: ‘¡Tengo una foto muy especial!’. Todos se giraron a mirar”, declaró Ut a la BBC en enero.
Ut dijo que solo el editor del cuarto oscuro, Yuichi “Jackson” Ishizaki, estaba en la sección en ese momento. Y que estuvo junto a Ishizaki de pie mientras éste revelaba la película. Ishizaki etiquetó la película con el nombre de Ut y llevó la imagen al área principal.
“Todos vieron la foto y alguien llamó a mi jefe, el jefe de fotografía Horst Faas, para que regresara de almorzar inmediatamente”, dijo Ut.
Según Ut, Faas llegó antes que el editor de fotografía Carl Robinson y ambos discutieron sobre si publicar la foto. Robinson, encargado de escribir los pies de foto, la consideró inapropiada por contener un desnudo. Su objeción fue desestimada.
Sin embargo, Robinson dio una versión radicalmente diferente a la BBC.
Dijo que solo encontró a Ishizaki y a un técnico dentro del cuarto oscuro después de almorzar. Según Robinson, las películas ya estaban reveladas y preparadas para su revisión. Había dos tomas de la misma escena -una lateral y otra frontal- en rollos diferentes enviados por dos fotógrafos.
Robinson vio un nombre desconocido en el libro de registro porque el periodista independiente no trabajaba habitualmente para AP. “Teníamos un montón de corresponsales vietnamitas. Podían ser civiles o, a veces, soldados que ganaban un dinero extra”, dijo.
Robinson señaló que Faas regresó más tarde y no hubo una discusión sobre qué foto enviar. También insistió en que Ut no estuvo presente durante el proceso de selección de fotos.
Robinson relató que mientras escribía el pie de foto, Faas se acercó y le susurró al oído que le diera crédito a Ut, un empleado de AP. “No tuve el valor de desafiarlo porque quería quedarme en Saigón con mi esposa vietnamita y mis dos hijos pequeños”, afirmó.
Tanto Faas como Ishizaki fallecieron.
Robinson no tuvo la conciencia tranquila durante las décadas siguientes. Quiso disculparse con el fotógrafo, pero no recordaba su nombre. En 2015, con la ayuda de un antiguo colega de AP, encontró el nombre de Nghe, pero no logró localizarlo.
Siete años después, Ut y Kim se reunieron con el papa Francisco para celebrar el 50 aniversario de la foto. “Finalmente decidí que tenía que afrontar todo esto. No podía seguir dándole la espalda y olvidándolo”.
Robinson contactó a su colega fotoperiodista Gary Knight, quien accedió a entrevistarlo, lo que marcó el inicio de “The Stringer”.
Poco después el equipo de producción del documental encontró a Nghe, quien se había mudado a Estados Unidos como refugiado tras la caída de Saigón, pero había regresado a su país de origen en 2002.
“Estaba en silencio, sin voz, ansioso y con dolor; emociones profundamente reprimidas”, dijo Nghe. “Nada es más importante que la verdad”.
Tras enterarse de que el documental estaba en marcha, AP inició su propia investigación basándose en las imágenes disponibles, entrevistas con testigos vivos y una inspección de las cámaras de Ut.
AP publicó dos informes en enero y mayo y concluyó que no existían pruebas definitivas para quitar la autoría de la foto a Ut. Sin embargo, la agencia de noticias reconoció que existían “interrogantes importantes”.
AP afirmó que era probable que la foto hubiera sido tomada con una cámara Pentax, lo que contradecía la versión de Ut. Éste afirmó que ese día llevaba consigo cuatro cámaras (dos Leica y dos Nikon) y que utilizó una Leica para capturar la imagen. Al ser interrogado por AP, Ut dijo no haber prestado atención al modelo y agregó que Faas le explicó que la imagen provenía de un rollo tomado con una Leica.
El día de la imagen Nghe fue fotografiado con una cámara parecida a una Pentax en las manos.
Tanto el documental como AP intentaron reconstruir una cronología basándose en imágenes, fotos e imágenes satelitales. Las imágenes de video grabadas poco después de que se tomara la foto muestran una figura borrosa, que se cree es Ut, bastante lejos de los niños. El documental afirma que Ut estaba a 60 metros de la cámara que filmó el video, lo que significa que habría tenido que correr después de tomar la foto.
AP cuestionó esa estimación, situándo a la figura borrosa en un rango de 28,8 a 48 metros con un margen de error del 20%. La agencia argumentó que el cálculo de la distancia podría verse afectado por diferentes variables y que el documental también ignoró otras grabaciones de video y no tuvo acceso a dos conjuntos de imágenes que utilizó en su investigación.
Ni AP ni World Press Photo afirman poder determinar la identidad del fotógrafo. World Press Photo incluso sugirió que un tercer fotógrafo podría haber captado la imagen.
Las dudas persisten: varios periodistas presentes en el lugar de los hechos descartaron la versión del documental por infundada y se negaron a participar en la película.
¿Y qué hay de la foto impresa? Nghe dijo que Faas le dio una, pero su esposa la rompió en un momento de frustración.
Ut mantiene que él es el fotógrafo legítimo y planea presentar una demanda por difamación.
“La gente, naturalmente, quiere saber la verdad detrás de la foto”, dijo el primer fotógrafo vietnamita anónimo citado en esta nota. “Necesitamos más tiempo y pruebas para saber qué sucedió realmente”, agregó.
No cabe duda del poder que “La niña del napalm” conserva décadas después de ser tomada, pero las acusaciones en torno a su autoría le han añadido un matiz de misterio.
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