Miles de personas en la Ciudad de México salieron a las calles e iniciaron una marcha para mostrar su apoyo a Palestina, específicamente a la Franja de Gaza, donde el ejército de Israel ha mantenido una serie de ataques que han dejado miles de muertos y millones de desplazados.
En punto de las 16:00 horas, un numeroso contingente salió del Ángel de la Independencia con rumbo al zócalo capitalino gritando diversas consignas, la mayoría en contra del asesinato de mujeres y niños.
“Señor, señora, no sea indiferente, se matan palestinos en la cara de la gente”, “los niños de Gaza no son una amenaza”, “A romper, a romper, relación con Israel” y “Netanyahu, asesino de niños palestinos” son algunas de las frases que comenzaron a escucharse por Paseo de la Reforma.
Entre los canticos también se escuchaba “Palestina, aguanta, el pueblo se levanta”.
Esta es la tercera marcha que se convoca para protestar por los ataques de Israel a Palestina, sin embargo, la de este 5 de noviembre ha sido la más numerosa. Los organizadores estimaron una asistencia de 10 mil personas; sin embargo, las cifras del gobierno de la Ciudad de México informaron que fueron 4,500.
Pasadas las 18:00 horas, los contingentes fueron llegando a la plancha del zócalo para dejar en claro su postura en contra de los ataques a Palestina.
El pronunciamiento fue leído por una comisión desde un templete, mientras, sobre la bandera de Palestina que pintaron en zócalo, a manera de ofrenda, colocaron flores y velas para recordar a las víctimas.
“Nos convoca la indignación, el dolor y la rabia. Hoy nos convoca salir a las calles para detener la matanza, frenar la muerte y luchar por la lluvia. Hoy nos llama salir juntas y juntos de frenar el despojo y la barbarie”, dijo una de las personas comisionadas para hablar frente al resto de los asistentes.
Los asistentes también recriminaron a todos los organismos internacionales no detener el genocidio en la Franja de Gaza.
“La promesa de que el asesinato masivo a un pueblo no volviera a suceder se ha incumplido, la promesa de que los estados que integran la comunidad internacional impedirían la muerte generalizada de un pueblo, está rota. Hoy, el sistema internacional de Naciones Unidas ha fallado al no detener a Israel y su violencia, el estado de Israel no está en una guerra, sino en una invasión de limpieza étnica”, dijo otra de las comisionadas.
Durante el pronunciamiento, los comisionados se pronunciaron contra quienes minimizan los asesinatos de palestinos con el discurso de la defensa israelí, y destacaron que en los días que lleva el conflicto en Gaza, van más muertos que los de la guerra en Ucrania, que ha Sido más larga.
Además de los pronunciamientos, anunciaron que habrá un foro el próximo 11 de noviembre con la presencia del embajador de Palestina en México, Mohamed Saadat.
Para finalizar el acto, los asistentes encendieron las lámparas de los celulares y pidieron un minuto de silencio para recordar a todas las víctimas.
La marcha en la CDMX es una de múltiples manifestaciones que se hicieron en Berlín, Estados Unidos, Caracas, París y Londres.
El conflicto se desencadenó tras el sangriento ataque del movimiento islamista Hamás en territorio israelí, el 7 de octubre, que dejó al menos 1,400 muertos, la mayoría civiles.
Desde ese día, Israel bombardea la Franja de Gaza y, según Hamás, que gobierna el territorio, casi 9,500 personas, entre ellas 3,900 niños, murieron en esa ofensiva.
Desde mediados de octubre, cuando el grupo islamista Hamás perpetró un ataque en territorio israelí, Israel ha instado a los civiles del norte de la Franja de Gaza, donde los combates son más intensos, a irse hacia el sur.
El ejército israelí anunció este domingo una campaña de bombardeos “significativos” en la Franja de Gaza que afirmó que partió en dos, coincidiendo con la gira regional del jefe de la diplomacia de Estados Unidos centrada en la entrega de ayuda humanitaria para la población palestina asediada.
Hasta ahora, 1.5 millones de habitantes del territorio palestino tuvieron que abandonar sus casas, según Naciones Unidas.
Con información de Eréndira Aquino y AFP
Shakira dice en entrevista con la BBC que la situación de los inmigrantes en Estados Unidos es “dolorosa”.
En las entrañas del estadio Hard Rock de Miami, una nota está pegada en la puerta de la oficina de producción de Shakira.
“Por favor, vuelve más tarde… a menos que estés en llamas”.
La nota rosa, escrita a mano, sugiere un nivel de estrés totalmente comprensible para el equipo que organiza la gira de estadios más grande del año.
Con 64 conciertos agotados en América, Shakira ha tocado para más de dos millones de fans.
“He trabajado durante más de un año, puliendo cada detalle del espectáculo, así que esta es una recompensa increíble”, declara la estrella.
No hay nervios ni peleas a gritos tras bastidores antes del concierto en Miami… y nadie está en llamas.
El ambiente es tranquilo y profesional. Los bailarines estiran en los pasillos, las costureras cosen cristales en los catsuits y los técnicos de guitarra revisan y vuelven a revisar las afinaciones.
Si te quedas un rato, descubrirás algunos datos sorprendentes de la gira.
“Viajamos con dos lavadoras y dos secadoras, que conectamos en cada sede”, dice la jefa de vestuario, Hannah Kinkade, quien apenas tiene 300 trajes que cuidar.
Cada atuendo debe renovarse antes de un nuevo espectáculo, dice, porque “Shakira baila con mucha intensidad y los bailarines también”.
“Los bailarines desgastan tanto sus zapatos que tenemos que repintarlos cada mañana”.
El director de escena, Kevin Rowe, nos muestra los oscuros pasillos bajo el escenario, donde el equipo tiene reservas secretas de Gatorade y café frío para sobrevivir al sofocante calor de Miami.
“O hace mucho calor o llueve mucho”, dice sobre trabajar en un espectáculo al aire libre. “Pero esa es la desventaja de vivir en el submundo”.
Sobre las 14:30, la banda comienza su prueba de sonido. Poco después de las 15:00, Shakira llega con sus caderas que no mienten, escoltada por la policía, y se une al equipo en el escenario.
Vestida con jeans plateados acampanados y una camiseta blanca sin mangas, no puede evitar bailar mientras evalúa el lugar de la noche.
“Vine aquí para el concierto de Beyoncé y estuvo impecable, así que más les vale que me hagan sonar así”, bromea con el equipo.
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¿O no es tan broma?
Shakira suelta la broma con un guiño, pero hay algo que todos reconocen entre bastidores: la jefa es una perfeccionista.
“Cuando está encendida, está encendida”, apunta la bailarina principal Darina Littleton. “Cuando entra, está lista, su personaje está listo, está entregada a tope”.
“Ella sabe lo que quiere, y si no lo consigue, lo conseguirá de una forma u otra”, señala el director musical Tim Mitchell, quien ha tocado con Shakira desde los 90 (incluso escribió el riff de flauta de pan en “Suerte”). Es muy meticulosa con cada aspecto del espectáculo: el sonido, lo visual, la iluminación, las pulseras, todo. Es increíble. No sé cómo lo hace”.
La obsesión da sus frutos.
El concierto de Shakira consiste en dos horas y media de drama musical: un desfile ininterrumpido de éxitos bilingües, 13 cambios de vestuario y movimiento constante.
Interpreta una danza del vientre de inspiración libanesa durante Ojos así; una rutina tribal con cuchillos para presentar Whenever, Wherever; golpea con fuerza una guitarra Flying V durante Objection (Tango); y hace que el público aúlle y rebuzne con una versión electrizante de She Wolf.
La gira se titula “Las Mujeres Ya No Lloran” en honor al último álbum de Shakira, inspirado en algunos de los desamores y trastornos personales más intensos que jamás haya vivido.
Su relación de 11 años con el futbolista Gerard Piqué se rompió, al mismo tiempo que su padre se sometía a una cirugía cerebral de emergencia, y las autoridades españolas la acusaron de fraude fiscal por 14.5 millones de euros (16.8 millones de dólares), en donde finalmente llegó a un acuerdo extrajudicial.
“Muchos de ustedes saben que los últimos años no han sido los más fáciles para mí”, dice en el escenario. “Pero, ¿quién no se cae de vez en cuando, no?”
“Lo que he aprendido es que una caída no es el final, sino el comienzo de un camino aún mejor”.
Más específicamente, la turbulencia la impulsó a un arrebato creativo que la puso de nuevo en el centro de la conversación cultural tras siete años de silencio musical.
En 2023, Bzrp Music Sessions Vol. 53, un tema creado con el productor argentino Bizarrap, estuvo lleno de dardos dirigidos a Piqué y su nueva novia (“cambiaste un Rolex por un Casio”) y ganó el premio a la canción del año en los Grammy Latinos.
Continuó con la temática en una serie de sencillos exitosos como el sarcástico “Te felicito” y “TQG”, un dueto con la también estrella colombiana Karol G, que ha acumulado mil 300 millones de reproducciones en Spotify.
“Es una gran inspiración para las mujeres”, dice una fan, con orejas peludas de loba, poco antes del show. “Lo ha hecho todo. Ella es poder”.
El compromiso de Shakira con el espectáculo es tal que quiere que nuestra entrevista sea después de que baje del escenario. Así que, poco después de la medianoche, sale de su camerino luciendo más fresca que un campo de margaritas.
“Les advierto que puede que no tenga mucho sentido ahora mismo”, dice riendo. “Todavía me estoy recuperando. Hoy hizo mucho calor y humedad. Así que cuando está así, o hay altitud, es un gran reto… pero vale totalmente la pena.”
¿Qué pasa cuando está cansada o enferma?
“Para montar un espectáculo de esta envergadura y que se celebre cada noche, no importa si estás triste, si tuviste un mal día, si estás enferma o si tienes tos; simplemente tienes que dar lo mejor de ti y, milagrosamente, lograr que suceda”.
“Y la adrenalina, de hecho, no me deja sentir el agotamiento ni lo exigente que puede ser. Te ayuda a superarlo”.
Tocar en Miami fue particularmente significativo, cuenta, porque es la ciudad a la que se mudó de joven con la esperanza de abrirse paso en el mercado pop occidental.
Para entonces, ya era una estrella en Colombia, pero sabía que el éxito internacional significaba cantar en inglés. El único problema era que nunca lo había aprendido.
“Tenía solo 19 años cuando me mudé a EU, como muchos otros inmigrantes colombianos que llegan a este país en busca de un futuro mejor”, afirma.
“Y recuerdo que estaba rodeada de diccionarios español-inglés y diccionarios de sinónimos, porque en aquel entonces no tenía Google ni ChatGPT para [ayudarme]. Así que todo era muy precario”.
“Y luego me adentré en la poesía y comencé a leer un poco de Leonard Cohen, Walt Whitman y Bob Dylan, tratando de entender cómo funciona el inglés en la composición de canciones. Creo que así es como me volví buena en esto”.
Últimamente, ha estado reflexionando sobre esas experiencias, su aceptación en EU y cómo eso contrasta con la actitud del gobierno de Donald Trump hacia los migrantes.
Al aceptar el Grammy al mejor álbum de pop latino a principios de este año, abordó la situación directamente.
“Quiero dedicar este premio a todos mis hermanos y hermanas migrantes en este país. Son queridos, valen la pena y siempre lucharé con ustedes”, sostuvo.
¿Cómo se siente, le pregunto, ser inmigrante en EU hoy en día?
“Significa vivir con miedo constante”, asegura. “Y es doloroso verlo”.
“Ahora, más que nunca, tenemos que permanecer unidos. Ahora, más que nunca, tenemos que alzar la voz y dejar muy claro que un país puede cambiar sus políticas migratorias, pero el trato a todas las personas siempre debe ser humano”.
Es una declaración contundente, pronunciada en inglés y en español, cuando Shakira se dirige directamente a sus fans latinoamericanos.
Esa conexión es la base del éxito de su gira: sus fans han crecido con Shakira y se ven reflejados en ella.
En Miami, el público abarca generaciones: madres e hijas cantan al unísono éxitos de los 90 como “Pies descalzos, sueños blancos”, y bailan al ritmo de un Waka Waka (This Time for Africa) para celebrar.
Por eso, el momento álgido del espectáculo llega durante “Acróstico”, la tierna balada que Shakira escribió para sus hijos, en la que les prometió que se mantendría fuerte tras la separación de Piqué.
Mientras canta, Sasha (12) y Milan (10) aparecen en las pantallas de video haciendo un dueto con su madre.
“Se me derrite el corazón cada vez que los veo en esa pantalla y escucho sus vocecitas”, reconoce la estrella. “Son todo para mí. Son mi motor y la razón por la que estoy viva. Así que tenerlos cada noche en el escenario es un momento precioso”.
Esta es la primera vez que los niños tienen la edad suficiente para ver a su madre actuar en concierto, y ella confiesa que tienen sentimientos encontrados al respecto.
“Cuando tengo un concierto, se estresan un poco porque quieren que todo salga perfecto para mí”, relata.
“Siempre están preocupados, como: ‘Mamá, ¿cómo te fue? ¿Te caíste? ¿Estás bien?’. Y trato de mostrarles que no hay un concierto perfecto. Está bien cometer un error”.
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