Ceci Flores, activista y fundadora del colectivo Madres Buscadoras de Sonora, manifestó que no es adversaria ni enemiga del presidente Andrés Manuel López Obrador, que por el contrario, le desea lo mejor.
A través de un video publicado en sus redes sociales, la madre buscadora le pidió enfocarse en el tema de la violencia y los desaparecidos que hay en México en vez de atacarla.
“Y si no quiere entrarle al tema, yo sí, yo seguiré buscando, así hemos encontrado a más de 3 mil personas, vivas o muertas, yo seguiré rascando esta tierra de todos, la que no entiende de conservadores o liberales, la que no sabe ni pregunta de partidos”, dijo Ceci Flores.
Ayer, el Gobierno federal señaló que los medio que publicaron sobre el presunto crematorio clandestino ubicado en la CDMX, que fue denunciado por Ceci Flores, tienen un “delirio necrofílico”.
Durante la mañanera del 8 de abril, en la sección Quién es Quién en las mentiras, se difundió un video elaborada por el Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano (SPR), a cargo de Jenaro Villamil, en el que se habla de un “montaje fallido” y se acusa del “delirio necrofílico”.
Ante ello, Ceci Flores respondió: “El gobierno dice que hay necrofilia, ahora entiendo todo, nuestras autoridades tienen necrofobia, no le gusta el tema de los muertos”.
Asimismo, la activista cuestionó que en menos de 24 horas la Fiscalía de CDMX realizara el análisis a las cenizas halladas en un predio en los límites de Iztapalapa y Tláhuac, las cuales presuntamente corresponden a restos de animales, plásticos, llantas y basura.
“Si la gente no cree su versión es por una falta de confianza originada por ustedes, ¿Quién va a recoger evidencia a paladas?, ¿Quién emite el resultado de un análisis en dos horas? ¿Quién en lugar de explicar el tema de la violencia ataca a quienes queremos ayudar?”, cuestionó.
“Lo invito a caminar el México lleno de violencia, el peligroso, vaya sin seguridad, y de regreso, le juro que entenderá que está pasando (…) Yo seguiré buscando y disculpe las molestias, estamos trabajando”.
Las películas que discutimos aquí nos invitan a reflexionar sobre la relación entre lo animal, lo humano y la tecnología.
Las malas películas nos lo ponen demasiado fácil: el héroe aparece como totalmente bueno, no ofrece dudas al respecto, y el villano es completamente malvado. No existe ambigüedad, nada que pensar.
Sin embargo, las buenas películas plantean preguntas que no son fáciles de resolver e invitan a la reflexión. Dado que la filosofía prefiere los problemas a las soluciones finales, el buen cine y el pensamiento son magníficos compañeros de viaje.
Abróchense los cinturones. En este breve trayecto les vamos a proponer cuatro películas geniales. Con ellas pensaremos una problemática que atraviesa la historia: la relación entre lo animal, lo humano y la tecnología.
En una de las escenas más conocidas de esta película de ciencia ficción, un primate golpea violentamente con un hueso el cráneo de otro animal. La aparición previa de un monolito resulta clave para entender su actitud. Antes de su llegada, los monos convivían en armonía; después, comienzan las peleas.
El monolito se puede interpretar como el surgimiento de la tecnología y al colocarlo en ese momento histórico el film hace ver que la fabricación de un utensilio prehistórico supuso el primer hecho tecnológico.
Muchos pensadores, como Marx, han afirmado que precisamente fue el progresivo uso de herramientas lo que provocó que los seres humanos se separasen de los animales. Ello nos hizo más capaces, nos permitió adaptarnos mejor, prevenir dificultades.
Pero también comportó una carga, y peligros derivados –envidias, prohibiciones, castigos…– que pueden generar violencia y obligaciones que menoscaban nuestra libertad.
El arado, por ejemplo, facilita el trabajo agrícola y mejora la producción. A su vez, permite la acumulación de alimentos ante posibles contingencias (malas cosechas, epidemias u otros). Pero también requiere labores de mantenimiento, vigilancia y control, así como cierta reglamentación al respecto.
Es decir, en última instancia, sin la existencia del arado tampoco habría existido voluntad de entrar con sigilo en un silo para robar alimentos ni la necesidad de instaurar, por ello, un castigo.
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El proceso de liberación de todas esas cargas específicamente humanas de las que hablábamos se ve reflejado en esta inquietante película, ópera prima de Robert Eggers.
En ella, la protagonista, Thomasin, se emancipa de su patria cuando viaja de Inglaterra a Nueva Inglaterra. Posteriormente, se desvincula de la comunidad de la que forma parte cuando su padre es excomulgado y su familia se aísla cerca de un bosque. Más tarde, se aleja de su propio entorno tras ser acusada de brujería.
Finalmente culmina su liberación adentrándose en el bosque. La última escena es muy significativa al respecto: la figura de Thomasin se eleva sobre una danza de mujeres desnudas bailando alrededor de una hoguera.
La filosofía de Gilles Deleuze se sitúa claramente del lado de Thomasin.
Deleuze anima a eliminar todas las ataduras que reducen nuestras capacidades y a realizarlas plenamente, siempre que no generen obstáculos para otros.
Su comprensión de lo animal, más que el regreso a un estado de naturaleza no tecnológico, supone el rechazo de cualquier norma que nos limite, colocándonos bozales y corsés. Thomasin deviene animal, lo cual no quiere decir que deje de ser humana.
En la saga de las películas de Matrix se narra la lucha entre unos rebeldes, liderados por Neo, Trinity y Morfeo, y los agentes del poder, con el Sr. Smith a la cabeza.
La primera película actualiza el mito de la caverna de Platón, adaptándolo a la época tecnológica. En la cueva que describió Platón, los esclavos se encuentran en el interior, encadenados. Sin embargo, no son conscientes de su estado de servidumbre. Visualizan las sombras de unos objetos proyectadas en la pared y creen que esas imágenes son los objetos reales y verdaderos. Salir afuera, desencadenarse, supone ver el mundo en toda su amplitud, conocer la verdad.
En Matri“, el mundo es en realidad una simulación informática. Pero ¿cómo escapar de esa otra caverna?
En uno de los momentos más icónicos de la película, Morfeo le presenta a Neo la posibilidad de elegir entre dos opciones: la pastilla roja o la pastilla azul. La primera le ofrece la verdad, asumir que es un esclavo y que debe luchar por la liberación; la otra le devuelve al redil de la felicidad ignorante.
El protagonista, Neo, acepta el reto y opta por la pastilla roja. En esta época de incesante progreso tecnológico, posverdades, con tanta información que resulta casi imposible conocer la verdad y en la que abundan las fake news, parece cada vez más complicado salir de la caverna.
Sin embargo, sí es posible, como muestra la última película de nuestra lista.
Si Matrix actualiza el mito de Platón, este largometraje hace lo propio con el de Prometeo y el Frankenstein de Mary Shelley.
Gracias a la tecnología, el científico Dr. Godwin trae al mundo a Bella Baxter, un bebé en el cuerpo de una mujer adulta. La educación que recibe es muy poco tradicional: apenas hay prohibiciones y se la invita a aprender experimentando, teniendo en cuenta que se enfrenta al mundo siempre como una niña, jugando y divirtiéndose.
En palabras de Nietzsche, se transforma en superhombre; en este caso, en supermujer. En Así habló Zaratustra el filósofo explica que, al contrario que el camello —que obedece ciegamente toda orden— o el león —que, con un zarpazo, las rechaza todas—, el niño juega y crea. Esta alegoría no remite a la primera época de nuestras vidas sino más bien a una forma de vivir: el modo de ser niño (superhombre) rechaza convertirse tanto en amo como en esclavo. Igual que hace, a lo largo de la historia, Bella.
En definitiva, la naturaleza y la cultura o lo animal, lo humano y lo tecnológico son ámbitos estrechamente relacionados. El concepto cíborg, propuesto por la filósofa Donna Haraway, elimina las etiquetas que separan y excluyen y aboga por aunar las diferentes dimensiones de la realidad que nos configuran y nos proporcionan un potencial tan maravilloso (por ejemplo, la imprenta) como peligroso (la bomba atómica).
Después de todo, somos animales humanos tecnológicos y hemos de asumir esa responsabilidad.
*Luis Ángel Campillos Morón es profesor de filosofía, Universidad de La Rioja, España.
*Este articulo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creatve commons. Haz clic aqui si quieres leer la versión original.
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